Hablemos.

Johan no pudo decir nada, solo se quedó en silencio.

Eloy al ver qué todos los presentes estaban inclinados, se dirigió a Aine, pensando que era Amelia y la tomó de la mano.

—No es necesario que mi prometida agache la cabeza. Pronto seremos esposos, así que levanta la cabeza y mantenla siempre en lo alto— dijo éste, tenía una sonrisa pícara en el rostro.

Amelia, de apoco levantó la cabeza, mientras que Aine la mantenía abajo. Al ver esto, Eloy se dio cuenta de su gran error y se quedó sin palabras, era obvio que no se disculparía con nadie, solo soltó la mano de Aine y se dirigió a sus guardias.

—Saquen a este hombre de este lugar.— Ordenó. —Señor Johan, su reino estará a salvo gracias a qué cumplió con su palabra y me trajo a mi prometida. Por el tiempo que esta señorita y yo estemos casados, su reino no sufrirá ningún daño de nuestra parte. Ahora largo de aquí.— Aún furioso, informó.

Amelia y sus hermanos todavía seguían en silencio, aunque eso no podía seguir así por más tiempo. Entonces Amelia habló.

—Su majestad— hizo una reverencia. —Me presento, mi nombre es Amelia Grant, gran espada de fuego y los que ve aquí, son mis hermanos. Es un verdadero honor conocerlo, y ciertamente lamento no ser lo que usted esperaba.— Claro que tenía que recalcar el hecho de su equivocación.

Eloy solo se quedó en silencio. Agachó la cabeza levemente a manera de afirmación a la presentación de Amelia y pidió que los trasladaran a todos, incluidos los guivernos a la zona dónde se encontraba el palacio del rey.

Los guardias llevaron a los recién llegados directamente a la zona de invitados, les dieron una habitación a cada quien y querían poner gente a su servicio, pero claramente los hermanos Grant no lo permitieron, solo pidieron algunas cosas para que ellos mismos se hicieran cargo de sus necesidades. Eso sorprendió a la gente que se encontraba en aquel lugar, aunque no dijeron nada al respecto, por respeto a la prometida de su rey.

Cuando ya estaban instalados, llegó una doncella hermosa para llevar a Amelia a la sala privada de Eloy, él había pedido hablar a solas con ella. Amelia respondió a la petición positivamente y acompañó a la doncella hasta aquella sala. Al llegar, tocó la puerta y le dieron permiso de entrar, entonces eso hizo.

De nuevo haciendo una reverencia, saludó. —Su majestad, estoy aquí. ¿Quiere hablar de un asunto en especial?.

—Amelia, ciertamente no pensé que la chica con la que me casaría fuera alguien aún tan joven, supongo que no estás de acuerdo con la boda, sin embargo ésta se llevará a cabo aún sin tu consentimiento. No importa que tan joven seas, nos casaremos y te quedarás a vivir en este lugar.— Con la voz alta, dijo.

—Si, su majestad así se hará— respondió con la cabeza y frente en alto, sin ningún tipo de gesto, dejando totalmente confundido a Eloy.

—Correcto, también me gustaría saber que tipo de boda te gustaría tener, todo lo que necesites lo tendrás a tu disposición. En mi reino nadie me falta el respeto y con la reina no deberá haber diferencia, así que si alguien se atreve a ofenderte, tienes permiso de castigarlo.— Intentando ocultar su descontento por dejar que alguien más le dé órdenes a su gente, Eloy habló.

—De verdad muchas gracias su majestad, por preocuparse por mi seguridad y bienestar, con respecto a la boda, si no es demasiado, me gustaría que alguno de sus subordinados se haga cargo, yo estaré bien con cualquier cosa, al final solo es una boda por conveniencia— muy sumisa actuaba Amelia, dejando que el rey se confíe. Dejaría que Eloy se diera cuenta con que tipo de mujer se estaba involucrando.

—Concuerdo, es solo una boda para salvar a un reino que simplemente la dio como trofeo— en su rostro Eloy, mostraba una leve sonrisa, quizás su objetivo era hacer sentir mal a Amelia, pero ella no reaccionó de ninguna forma, se mantuvo seria y con una expresión neutra en el rostro.

—Majestad, si eso era todo. Por ahora me retiro.— Amelia estaba a punto de darse la vuelta, pero terminó siendo sorprendida por Eloy, tomando su brazo derecho con fuerza.

—No te he dado permiso de irte, tengo otras cosas que debo informarte, como por ejemplo que aparte de ti habrá una mujer más en mi vida, es la pareja que he tenido durante años, ella será mi segunda esposa, así que no debes preocuparte de nada, incluso ella tampoco podrá darte órdenes, solo debes dejarnos seguir viviendo como lo hemos hecho hasta ahora.— Cruel y fríamente, habló Eloy.

—Si, su majestad como diga. Entonces ahora sí, me retiro.— Con voz baja y muy tranquila, Amelia le respondió.

De esta manera, dejó a un rey un tanto enojado, porque no consiguió sacarle ni una sola lágrima a una chiquilla de tan solo quince años. Por su parte Amelia, estaba más que feliz por no ser la única mujer que estará con aquel rey, pues ella no pretendía pasar ninguna noche con él.

Al retirarse, Amelia se dirigió a la habitación de Arlo, puesto que se había decidido que sería su centro de reuniones como siempre lo hacían. Al llegar ya todos sus hermanos estaban ahí.

—¿Cómo te fue?— preguntó Liam y Amelia simplemente sonrió, tanto que deslumbraba.

—Fue mucho mejor de lo que imaginé, es posesivo, tiene otra mujer, quiere que los deje vivir felices y también el se hará cargo de los preparativos de la boda. Quiso intimidarme y hacerme llorar, aunque para que eso suceda, haría falta que supiera cuál es mi punto débil y jamás permitiré que lo sepa.— Dando vueltas con una gran sonrisa y terminando recostada en uno de los sofás, Amelia le respondió a su hermano.

Los cuatro chicos realmente no entendían a su hermana, porque para cualquier chica, su boda sería lo más esperado, estaría mas que dichosa de hacer los preparativos, pero totalmente contrario a eso, Amelia estaba feliz en no tener que ver en ese asunto.

—Lía, ¿estás segura que no te arrepentirás?. Estaremos siempre para ti, pero no querríamos verte sufrir— tiernamente habló Liam.

—Estoy mejor de lo que pueden observar. No soy como cualquier otra chica, será mejor que tanto ustedes y mi futuro esposo lo entiendan.— Con el seño fruncido, Amelia contestó.

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