Gran error.

Amelia, recostó a Félix en su cama. Dejó que Arlo sacara a los hombres que habían entrado a su recámara, mientras que sus otros tres hermanos llegaban a la habitación, después de escuchar todo el alboroto.

—Amelia, ¿te encuentras bien?— preguntó Art y abrazó a su hermana.

—Estoy bien, pequeño no tienes que preocuparte por mi ni por Félix, él se pondrá bien, solo está durmiendo— ésta respondió.

—¿Qué sucedió?, esto debió haber sido planeado por alguien— dijo Liam.

—Exacto, es muy extraño que después de que encerraran a alguien que se va a enfrentar a mi en la mañana, pasara esto. Todo debe ser obra de aquella mujer que vimos en la tarde. Era la madre de la falsa pareja del rey— explicó Amelia.

—Esa maldita, pagará por lo que ha hecho— furioso habló Arlo, aunque era pequeño, en sus ojos reflejaba el deseo de hacer pagar a las personas que le causaron daño a sus hermanos.

—Nos haremos cargo de esto en la mañana, por ahora Arlo, Art, Max; ustedes tres y yo nos quedaremos en la habitación de Félix, Liam, tú debes seguir en tu habitación, por seguridad de Aine. Sé que tendrás cuidado.— habló, su rostro parecía de alguien con sed de venganza.

—Entiendo Lia, cualquier cosa que necesiten, no dudes en hacérmelo saber.— respondió y se retiró a su habitación de nuevo.

Amelia salió de su habitación y entre Arlo y Max cargaron a Félix para trasladarlo a su habitación.

—Limpien toda la habitación, después desocúpenla y úsenla para algo más. Además deben encargarse de preparar una nueva habitación para mi.— Pidió Amelia a algunos sirvientes que habían asistido por si se necesitaba algo. Ellos asintieron y Amelia por fin se fue a descansar.

Cuando amaneció, Eloy ya se comenzaba a despertar y fue informado de todo lo que había sucedido en la noche. Él se culpó por no poder proteger a su reina, se dirigió a la habitación en donde Amelia se encontraba, quería saber su estado actual.

Tocó la puerta, pero no obtuvo respuesta, entonces decidió tirarla de un golpe, asustando de alguna manera a todos los que adentro dormían, haciéndolos despertar.

—Majestad, ¿necesita algo?— Amelia comenzaba a entreabrir los ojos y preguntó.

—Lo lamento, es solo que quería saber cómo te encontrabas, ya me informaron de todo lo que sucedió anoche. ¿Saben quién es el culpable del ataque?— cuestionó Eloy.

—Fue la madre de su querida novia, majestad. Ella orquestó todo el ataque, intentó deshacerse de mi hermana por el simple hecho de haberse casado con usted— molesto interrumpió Max. En la noche no dijo nada porque estaba lleno de furia incluso aún más que cualquiera de sus hermanos. Porque si bien es cierto que cada uno de los hermanos de Amelia la aman a su manera, Max había estado al borde de la muerte demasiadas veces y Amelia siempre fue la que le daba un poco de su poder para seguir viviendo. Ella siempre supo de la afición de Max por los animales exóticos, nunca lo detuvo, así pudo cumplir sus sueños de ser domador, y esa noche se sintió tan impotente por no haber podido proteger a su hermana ni siquiera una vez, cuando ella lo protegió muchas veces.

Eloy no podía creer que la madre de su supuesta pareja hubiera sido capaz de hacer algo así, tomando en cuenta que ella era una de las antiguas sabias dentro del palacio. Enfadado, se retiró del lugar y se dirigió al calabozo donde se encontraba la novia falsa, que había dejado encerrada.

Al llegar se encontró con una escena fea. Estaba aquella mujer, pero lloraba bajo. Al parecer estuvo llorando casi toda la noche y a un costado de ella, yacían varias partes del cuerpo de una persona. Era su madre.

—No fue mi intención hacer que mataran a mi madre, pero alguien así lo hizo. Deberías hacer pagar a quien haya hecho esto, ella era alguien importante— decía la mujer aún llorando.

—Fue algo que ella misma se buscó, todo gracias a tus tontas ideas de vengarte de la persona equivocada. Te metiste con la reina, una reina que es protegida a capa y espada por cinco grandes guerreros, los mejores según tengo entendido. Esto es tu castigo por meterte con la persona equivocada.— Eloy se fue del lugar, pero no sin antes dejar un hechizo en aquella mujer, el cual no permitía que se hiciera daño así misma.

Cuando regresó al palacio, se encontró con cuatro de los hermanos, la reina y Aine.

—Disculpen, pero me gustaría hablar con la reina un momento— pidió amablemente.

—Esta bien, en un momento los veo— Amelia dijo esto, dirigiéndose a los presentes.

Así los hermanos de Amelia se retiraron junto Aine y los reyes se quedaron para conversar en una de las salas.

—¿Sabes que sucedió con la madre de Isela?— preguntó Eloy, y se refería a aquella mujer que estaba encerrada.

—Lo sé, fue uno de mis hermanos. Alguien que no es capaz de soportar no hacer nada para protegerme. Anoche se escapó por unas cuantas horas y al regresar llegó bañado en sangre, supuse que se había encargado del problema— respondió Amelia muy tranquila.

—¿Estás consciente que esto debe ser investigado y el culpable deberá pagar?— cuestionó Eloy, tratando de intimidar a Amelia aunque sea un poco.

—Estoy consciente de ello, yo misma me encargué de pedir una investigación exhaustiva sobre lo sucedido. Solo aclaro una cosa, ninguno de mis hermanos será culpado. Si alguien debe ser culpada, debo ser yo y estoy dispuesta a morir por ello, si tan importante era esa mujer. Mucho más importante que tú esposa y que tus cuñados.— Otra vez actuando con tristeza, Amelia se retiró del lugar, dejando a Eloy sintiéndose culpable.

Enseguida el Rey mandó llamar a los guardias para pedir que dejaran de investigar sobre la muerte de la mujer, ya que se había descubierto que fue un animal y que uno de los tantos enemigos que tenía, la llevó al calabozo donde se encontraba su hija.

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