Intrigas.

—¡Basta!— gritó Amelia y los chicos se alejaron de la chica de inmediato, incluso el señor Johan por fin había despertado de su sueño largo. La noche anterior Arlo fue el que se encargó de hacerlo dormir muy bien.

—Amelia, ¿sabes quién es esta mujer?. No la habíamos visto antes y hoy aparece justamente en la tienda de Liam.— Art estaba enojado, pues era quien normalmente pasaba más tiempo con Liam, porque él era el más pequeño.

—Art, quiero presentarles a Aine. Ella será a partir de ahora mi pareja, por favor me gustaría que se llevaran bien y que no la intimiden— Aún con un poco de vergüenza, Liam habló.

—¿Desde cuándo la conoces?, ¿dónde la conociste?. Nunca la habíamos visto y nosotros no nos guardamos secretos, ahora podrías explicar todo esto.— Félix había interrumpido.

—No incomoden a Liam con tanta pregunta. Anoche se conocieron cerca de aquí, aunque parezca tonto, ellos se enamoraron a primera vista, eso suele suceder con los humanos, así que aceptarán a Aine como la pareja de Liam y la tratarán bien. ¿Quedó claro?.— Ya molesta, Amelia habló.

Aine solo podía mirar y escuchar como discutían aquellos hermanos, por lo que se había dado cuenta, a pesar de ser menor, la que tenía las riendas en ese lugar era aquella chiquilla de tan solo quince años.

—Yo digo que está bien que Liam pueda ser feliz y si ella (Aine) lo hace feliz, no tengo porque oponerme.— Abrazando a Liam, Arlo había hablado.

—Si estamos todos de acuerdo, queda aclarado este asunto— finalizó Amelia.

—Señorita Grant, se equivoca. Al reino élfico no podrán entrar tantas personas, lo siento pero ella no puede ir con nosotros.— Aunque se veía que estaba mintiendo, el señor Johan, les había dicho eso.

—¿Por qué no habla con la verdad señor Johan?. Usted lo que realmente quiere es terminar casando a mis hermanos con alguien de ese lugar, así como lo harán conmigo, ¿no es eso cierto?.— Amelia no iba a permitir que se entrometieran en la vida de sus hermanos, ella había decidido casarse con el rey elfo por cuenta propia, no por el hecho de que así debía hacerlo por pedido de aquel hombre.

—¿Cómo supo del matrimonio?, pensaba decírselo en cuanto llegáramos, ¿Quién le dijo sobre eso?— Sorprendido habló.

—Lo sé desde el principio, no importa como me enteré, simplemente le aclaro que no dejaré que mis hermanos se vean envueltos en una disputa de beneficios para ayudar a su reino, espero que lo tenga muy claro de ahora en adelante, porque Aina nos acompañará le guste o no— firme y seria habló Amelia.

Johan ya no pudo decir nada, tomando en cuenta que lo habían descubierto, solo le quedaba escoltar y llevar a salvo a los chicos al reino élfico para que Amelia cumpliera con lo que él ya había prometido.

Su viaje duró tres días más, cuando ya se miraba a lo lejos la entrada al reino élfico, Johan pidió que bajaran de los guivernos y desde ahí, irían a pie.

—¿Por qué no podemos llegar volando?— intrigado preguntó Max.

—Verás, el rey de ese lugar no acepta que nadie utilice a ninguna bestia para beneficio propio, así que está prohibido que lleguemos volando sobre éstas criaturas.— Una gran mentira más del gran señor del fuego.

—Entonces así se hará— para hacer que Johan se confiara, Amelia hizo como que le creyó y lo dejó vulnerable a lo que pudiera suceder más adelante.

Todos los chicos junto a Johan, caminaron durante varias horas hasta que al fin pudieron llegar a la entrada del reino élfico, cuando fueron vistos, salieron a verificar quienes eran y al percatarse que Johan iba con ellos, los dejaron pasar al primer punto de vigilancia, los elfos prevenían cualquier tipo de ataque con dos puntos de vigilancia que cada invitado o extraño debía pasar sin ningún tipo de excepción.

—A lo lejos pudimos observar que volaban lo que parecían ser dragones, ¿eran ustedes acaso?— uno de los guardias cuestionaba.

—Nosotros en realidad no vimos nada y por supuesto que…— Johan estaba tratando de negar ese asunto, pero fue interrumpido por Max.

—¿Se refieren a estos hermosos especímenes?— en el cielo, de entre la nubes aparecieron los tres guivernos en los que viajaron todo ese tiempo, eran controlados claramente por Max. Anteriormente, Amelia le había pedido que los escondiera y que cuando estuvieran en la entrada del reino, los hiciera aparecer. Ella sospechaba que el señor del fuego ocultaba algo y ciertamente no se equivocó.

—¿Esos animales son de ustedes?— Asombrado preguntaba otro guardia.

—No le pertenecen a nadie, aunque el único que puede controlarlos es Max, uno de mis hermanos— respondió Amelia.

—Señor, usted nos estaba mintiendo. No sabemos el porque, pero deberá permanecer aquí hasta que el general o nuestro rey pueda venir y verificar su identidad— algo molesto, dijo un guardia más.

—Creo que el señor del fuego solo estaba preocupado por como seríamos tratados si traíamos con nosotros a estas bestias, digo, ustedes no están de acuerdo con este tipo de cosas, o al menos eso nos dijo él— era momento de acusar a Johan y también saber la verdad del porqué de su mentira.

—No se a que se refieren, nosotros hemos intentado controlar a muchos dragones varias veces, sin embargo por esa razón hemos perdido a muchos de nuestros hombres intentando hacerlo. Quizás el señor del fuego escuchó mentiras en algún otro lugar— tratando de defender a Johan, un guardia había hablado.

—Parece que nos equivocamos de aliado, ¿no es cierto Johan?. Me doy cuenta que solo necesita nuestra ayuda, sin embargo había dicho que los guivernos en su reino habían dejado de existir. Confiamos en usted y solo nos mintió. Le doy la oportunidad de que se largue de inmediato de mis tierras o no me haré responsable de lo que pueda sucederle.— El rey había llegado, mostrando enojo y furia en su mirada. Los hermanos Grant y Aine, se dieron cuenta de esto porque cuando apareció aquel hombre, todos los guardias presentes, mostraron su respeto con una reverencia y éstos hicieron lo mismo.

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