Plan y boda.

Amelia en realidad no sentía nada por ningún hombre, solo por sus hermanos sentía un gran amor fraternal y no le daba cabida en su vida a ningún otro tipo de sentimiento. Era diferente, ella lo sabía. Aun así era feliz teniendo a esos cinco hombres que también la querían.

—Mejor hagamos lo que habíamos dicho. Liam, te encargarás de nuestra seguridad. Arlo y Félix se convertirán en mis escoltas personales, no dejaré que nadie más se acerque. Art, tú tienes que entrar a la fuerza del ejército élfico, muéstrales de lo que eres capaz, gana su confianza y ve subiendo de estatus, así tendremos otro punto a nuestro favor. Max, encárgate de traer a todos tus amigos al reino, haremos que de verdad se extingan en el reino demoníaco, no dejes que nadie más los vea, mantenlos ocultos hasta que llegue el momento. Así quedarán divididos nuestros cargos. ¿Alguna duda?.— Firme y seria, había hablado.

Todos los hermanos, negaron con la cabeza haciendo saber que habían entendido todo lo que su hermana había dicho, así todos se retiraron a sus habitaciones, solo Amelia se quedó con Arlo para tratar un asunto más.

—Arlo, necesitaré tu ayuda el día de mi boda, ¿crees que puedas hacerlo?— algo dudosa preguntó.

—Sabes que por ti, puedo hacer cualquier cosa. ¿Ese día necesitas que me encargue de tu marido cierto?, sé que no estás dispuesta a pasar la noche de bodas con él, ¿o me equivoco?.— Este cuestionó.

—Es cierto, no estoy dispuesta a pasar la noche con él, pero solo quiero que lo hagas ir con su otra mujer para que pasen la noche juntos, quizás así no se moleste a la mañana siguiente— informó sobre lo que estaba pensando hacer.

Arlo claro que aceptó gustoso ayudar a su hermana mayor, pero antes debía hacer algunas pruebas para saber si incluso el rey elfo era sumiso ante sus encantamientos de ceguera. Para eso, él utilizaría cualquier momento para experimentar con Eloy.

Así pasaron dos semanas, los hermanos ya estaban más que instalados en lo que sería su nuevo hogar, la presentación oficial se había hecho departe de Eloy para Amelia, como su prometida. Además los preparativos estaban listos para llevar a cabo la ceremonia del matrimonio. También en ese tiempo, Amelia no había podido conocer a la mujer de su prometido, solo se decía que era una elfa increíblemente hermosa y muy capaz, por esa razón muchos de los habitantes del reino élfico, estaban en contra de que Amelia tomara el puesto de reina y no la mujer que ya conocían.

A Amelia, las habladurías le daban igual, pero en ningún momento se confió. Todos los días, estaba acompañada de Arlo o Félix. Sus hermanos la protegían como la persona tan importante que era en sus vidas. Amelia era fuerte, ella era la espada de fuego; sin embargo su poder era inimaginable y por esa razón no lo utilizaba seguido, más que para entrenar y eso lo hacía a solas.

El día de la boda llegó, querían hacerla lo más pronto posible y si que se esmeraron en realizar todo lo necesario en tan solo dos semanas. Eloy no tenía ni la más mínima idea de como sería su boda, al igual que Amelia. Ellos dejaron todo en manos de los subordinados del rey elfo. Solo la noche anterior, les entregaron sus trajes y eso fue todo. El día del evento los guiarían a donde se llevaría a cabo la boda.

Al amanecer, Amelia se levantó muy temprano para arreglarse y estar lista a tiempo. Su vestido era muy sencillo, suelto y con mangas, llevaría el cabello suelto, dejando ver si magnífica cabellera y solo la acompañaría una tiara hecha de flores blancas. Por su parte Eloy llevaría un traje completamente blanco, que lo hacía ver aún más varonil de lo que normalmente se veía.

El momento llegó y algunas doncellas dirigieron a los novios por separado a dónde se llevaría a cabo su boda. Era un jardín hermoso, lleno de árboles y flores de colores pastel, adornaron cada tallo de los árboles y pusieron lámparas flotantes en el área. No habría muchos invitados, solo los más importantes y los casaría a quien le llamaban la gran sabia, una elfa ya muy mayor que parecía haber vivido cientos de años o tal vez hasta un milenio.

Eloy al ver a Amelia, a pesar de que iba vestida muy sencilla, se quedó fascinado por ver a tan hermosa mujer, pero ella simplemente tenía una cara neutral, sin gestos ni reacción; esto era así hasta que vio entre los invitados a sus cinco hermanos, todos ellos muy guapos y vestidos iguales. Se sintió por un momento muy feliz de tener a su familia en su boda, aunque ésta solo fuera parte de un trato.

La ceremonia comenzó y la anciana inició recitando unas palabras en una lengua extraña, no tardó mucho y enseguida pidió a los novios decir sus votos.

Amelia no sabía ni que decir, ella nunca había asistido a una boda y no tenía ni la más remota idea de lo que se dice en esos momentos, sin más pretendía comenzar a hablar, pero Eloy no la dejó, pues el fue el que dio inicio.

—Conocer a alguien y descubrir que es todo un enigma, hace que quiera intentar amarla de verdad. Yo Eloy te acepto a ti Amelia como mi reina y esposa, futura madre de mis hijos. No te prometo hacerte feliz, pero si prometo intentarlo todos los días. No permitiré que derrames ninguna lágrima por motivos que no sean de felicidad. Eres vida y luz, de esa manera te trataré y cuidaré.— Se veía una sonrisa honesta en su rostro y dejó paralizada a Amelia. Entonces reaccionó cuando Eloy en vez de ponerle un anillo, le puso un collar con un dije en forma de espada y en la cabeza de Amelia, la anciana ponía la corona que la convertía oficialmente en la reina del reino élfico.

Sabiendo que era su turno para dar sus votos, Amelia no sabía que decir, su mente se había quedado aún más en blanco. Solo quería desaparecer de ese lugar por la vergüenza que estaba comenzando a sentir, hasta que vio entre los invitados a una elfa que se reía con tan solo verla. Amelia captó muy rápido que esa mujer se burlaba de ella, eso era algo que no podía permitir.

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