Espada De Fuego.
—¡Victoria, victoria!— se escuchaba gritar a los soldados. —Comandante, hemos ganado gracias a usted— habló un soldado.
—Fue un trabajo en conjunto, no tienen que darme todo el crédito, además yo solo utilicé mis buenas habilidades en el combate para darle gloria a nuestro imperio. Porque somos soldados y ese es nuestro deber— se escuchaba decir a una mujer, de entre todos los hombres presentes.
—Comandante, el general quiere verla en su tienda, es urgente — gritó un capitán desde lo lejos.
Aquella mujer de aspecto hermoso, cabello negro muy largo que mantenía sujetado en forma de trenza, una esbelta figura, cuerpo tonificado, ojos negros y unos labios aunque pequeños, definidos y carnosos; caminaba muy elegante con tal rectitud que impactaba, en dirección a donde la habían llamado y al llegar mostró sus respetos. —Saludos general, comandante Amelia Grant a cargo del primer batallón, responde a su llamado.
—Adelante comandante, tome asiento. Como sabe en cuanto regresemos a la capital yo voy a retirarme, ya estoy viejo y quiero descansar lo que me quede de vida. Por esa razón pediré que quién tome mi lugar sea usted. ¿Qué le parece está idea comandante?.
—Señor agradezco su consideración, sin embargo debo rechazar este ofrecimiento. Los altos mandos en la capital no estarán de acuerdo en que una mujer tome el mando de toda la fuerza del ejército. Preferiría que alguien más tomara ese puesto, yo estoy bien con el que tengo, señor.
—Lo hablaré con su majestad y se tomará una decisión de acuerdo a la mayoría de votos, de cualquier forma está avisada que podría ser la nueva General del ejército.
—Gracias señor, si es todo lo que quería hablar conmigo, entonces me retiro.
—Si comandante, prepare a todos sus hombres para el regreso a nuestro hogar.
La comandante se retiró de la tienda del general y se dirigió a campo abierto para dar órdenes a sus hombres.
—Caballeros, es para mí un verdadero placer decirles que lo logramos, regresaremos a casa con nuestras familias.
Se escucharon gritos de felicidad en aquel lugar, todos estaban muy contentos por poder regresar a su hogar.
—Pero si tú familia está aquí mujercita— un chico tomó por la cintura a la comandante, la levantó y dio vueltas con ella.
—Bájame Arlo, es una orden.
Bajando lentamente a la comandante el chico habló —disculpe su alteza, es solo que quieres regresar a tu hogar para volver con tu familia, si tú familia estamos aquí, ¿O no chicos?— mirando a su lado derecho, observó fijamente a cuatro hombres más.
—Cierto comandante, se supone que nos adoptaste como hermanos, esa adopción no tiene devolución y te aguantas.
—Félix, creí que por ser el mayor los detendrías. Jamás los devolveré aunque sean un dolor de cabeza, tienen razón ustedes son mi familia, pero hablé en general.
—Ya peque no les hagas caso, sabes que están bromeando. Mejor preparemos todo para regresar todos juntos a casa. ¿Si?.
—Siempre dices lo correcto Art, ¿Te he dicho hoy cuánto te quiero?
—Harás que me ponga celoso ingrata, no le digas a el que lo quieres porque ya me lo habías dicho a mí.
—Los quiero a todos Max, a ti a Arlo, Liam, Art y Félix. Tres hermanos mayores y dos menores. Son lo más importante en mi vida, no tienes porque ponerte celoso. ¿por cierto dónde está Liam?
—De seguro se fue a dar sus rondas finales, ya saben como es, no le gusta dejar nada a medias y no se confía de nada.
—Entonces preparemos todo para salir, nos queda la tarde y noche para descansar.
—Si hermanita, pero ¿no podemos comer primero?. Me muero de hambre.
—Hoy le toca hacer la cena a Max, dile a el que se encargue.
—Pero tú comida es más rica, anda comandante cocina tú.
—Dejen de molestar a Amelia, ella no tiene la responsabilidad de alimentarlos, deberían aprender a respetar jerarquías sin importar que sean familia.
—Y el desaparecido llegó, Liam no te metas en asuntos que no te corresponden.
—Max me corresponde porque ella tiene gente a su cargo, no pueden depender siempre de la comandante sin importar que sea nuestra hermana.
—¿Cómo fue todo Liam?.
—Todo bien comandante, nos podremos ir al amanecer, no tiene de que preocuparse. Yo me encargaré de la comida está noche, puede ir a realizar sus actividades, la llamaré en cuanto vayamos a cenar.
—De acuerdo, te lo agradezco.
La comandante se retiró a realizar sus rondas para ver cómo iban sus hombres con los preparativos para regresar a la capital. Pasó la tarde y la noche llegó, los hermanos de Amelia la llamaron para cenar y así reunidos todos, disfrutaron de una rica comida juntos, disfrutando de su último día en el campo que cobró cientos de vidas de sus aliados, pero al final salieron victoriosos.
Todo había quedado listo para partir al amanecer y así se fueron a descansar una noche más.
Cuando el sol salió todo el ejército se dispuso a retirarse de aquel lugar y comenzar su camino hacia la capital del imperio, regresaban victoriosos y felices por volver a ver a sus familias.
Estando a punto de llegar, después de cabalgar durante días, avisaron a la comandante que debería reunirse con el general para que recibiera nuevas órdenes de imprevisto.
Así fue como la comandante confió, se dirigió a dónde se encontraba el general y cayó en la trampa que le habían preparado.
Cuando llegó a una carpa muy bien armada, se percató que no había tantos soldados como normalmente se veían. Decidió entrar y cuando eso pasó se encontró con una escena horrorosa. Ahí estaba el general, se encontraba tirado en el suelo con sangre por todas partes, él ya había muerto.
—¡Hay una traidora, hay una traidora!— gritaba un soldado.
En cuestión de segundos, cientos de soldados rodearon la carpa y amenazaban a Amelia con sus armas por haber asesinado a su general. Todo era un caos hasta que de entre los hombres salió uno de cabello canoso, alto y con cara de pocos amigos.
—A los traidores se les debe castigar con la muerte, tú vida ahora está en mis manos. Pagarás por haber matado al general de nuestro imperio.
—Aunque diga que es un error, todo me culpa ahora. Necesito que me den la oportunidad de hacerles ver qué no fui yo.
—Comandante eso no se va a poder, mi orden fue deshacerme de ti y jamás incumplo una orden— el hombre se había acercado al oído de Amelia y le susurraba aquello. —Además, es un verdadero honor poder matar a la hija tal como lo hice con el padre.
—Mi padre murió en un accidente.
—Un accidente que yo provoqué, fue otra orden que me fue dada. Solo cumplí con mi deber. Adiós.
Aquel hombre apuñaló a Amelia siete veces en el estómago, haciendo que se desangrara y muriera lentamente.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 32 Episodes
Comments
Sarai Bernard
Comienza el camino al infierno 🔥 🤣🤣🤣🤣
2024-09-27
0
Adriana Elizabeth Nieva
Viejo maldito!!!😡
2024-09-08
0
Tatys Maramotti Silva
Que porqueriaaaa 🤮
2024-08-25
1