Sin tener resultado alguno, a punto de ser la hora de la cena con su hermano y padre, no tuvo de otra más que volver al palacio. Si bien al tener ahora un punto de búsqueda más reducido hacía más sencilla la tarea, aún seguía sin poder creer como la madre de su hijo se había escondido tan bien.
—¿Tanto me odia, eh?—se preguntó en voz alta mientras ingresaba al palacio.
Se rio por aquella pregunta, estando en sus zapatos, tampoco quisiera volver al lugar que sufrió tanto, siendo que no la amaba, por lo menos la trataría como una aliada y recompensaría su dolor.
Sin embargo, para eso necesitaban estar frente a frente, ¿Pero dónde se había ido a esconder?
“En tus manos está la respuesta"
Fueron las palabras del dios guardián que escuchó en su mente, deteniendo su andar a la habitación.
“¿Qué respuesta?”
Preguntó mentalmente sin obtener respuesta alguna. Desesperado, masajeó sus sienes con fuerza, intentando calmar su dolor de cabeza, detestaba la actitud del dios y su secretismo.
Cuando estaba por seguir caminando, un fuerte dolor de cabeza lo sacudió, con tanta fuerza, que casi se cae, si no fuera porque se apoyó en la pared. Desde hacía días, desde que volvió en específico, sentía un hedor a muerte embriagar sus fosas nasales.
Así mismo, de vez en cuando, podía visualizar leves fragmentos de imágenes de lo que parecía ser un recuerdo extraño, aunque era borroso. Lo único que podía distinguir, era la silueta de una mujer embarazada cayendo al vacío.
—¡Su alteza!—la voz del mayordomo encargado del comedor lo sacó del trance.
—¿Qué ocurre?—preguntó.
—Mi príncipe, su majestad, lo solicita en el comedor—respondió angustiado mientras daba una reverencia.
Ignis suspiró imaginándose la razón por la cual el mayordomo estaba así de mal: su padre había descubierto su salida secreta y estaba enojado con el.
Su enfermo padre, que estaba esperando a que sus dos príncipes se casaran para darles las órdenes de servir al ejército en sus distintas provincias, con sus esposas en mano y con esa forma poder determinar quien sería el digno sucesor al trono, no solo estaba enfadado con Ignis a más no poder, sino que su cáncer pulmonar lo estaba llevando a la muerte más rápido de lo que se creía posible.
—¡Ingrato desobediente!—gritó el anciano monarca.
Con furia tiró su copa de vidrio al lado de la pared donde estaba la puerta, cuando su hijo mayor ingresó al comedor. A lo que Ignis solo se quedó callado, manteniendo su cabeza gacha.
Al lado de su padre estaba su gemelo y su prometida, Katherine, la mujer que una vez amó con locura a causa se su gran belleza y dulzura; sin embargo, ahora solo odiaba.
Ahora que tenía una segunda oportunidad de vivir gracias al dios guardián y conociendo la verdadera cara de Katherine, se daba asco por haber caído tan fuerte en su red de engaños.
Aqua, en cambio, lo estaba mirando con una sonrisa muy evidente, al igual que su prometida aunque estaba la ocultaba tomando agua.
Sabía muy bien el enojo de su padre con Ignis, ya que el había sido el causante de la desaparición de Freya. Si bien había quedado como una desaparición en una salida de caridad, al conocer el maltrato que este le dio a la prima de su prometida, tanto el rey como el sospechaba que lo más probable es que Freya hubiera escapado para no aguantar más el maltrato de Ignis.
“¡Ay, hermanito! Cada vez te hundes cada vez más y el trono está más carca de ser mío”.
Fue lo que pensó mientras se regocijaba en la desgracia de su hermano, que comenzó al ser comprometido con una princesa tan horrenda como Freya.
Imaginándose a el casándose con la dulce y bella Katherine, no pudo evitar sentirse contento y orgulloso. No solo le estaba ganando a su hermano en la carrera por obtener el trono, sino que le había ganado al obtener la mujer que ambos habían deseado desde niños.
El rey Regis, quien sufría un fuerte cáncer, estaba esperando dar pronto la corona a uno de sus dos hijos; sin embargo, al enterarse de lo cruel que fue Ignis con Freya, el dolor por su enfermedad era reemplazado por la vergüenza que sentía en ese momento.
Ignis, al recordar que eso mismo había ocurrido antes de morir, simplemente estaba esperando que la ira se le pasara a su padre. No podía hacer nada, ni siquiera defenderse, solo tragarse los insultos frente a la sonrisa de victoria de su hermano, el cual estaba contento por ver en primera fila la humillación que el rey le estaba dando.
—¡Padre!—gritó el príncipe Aqua.
Su hermano gemelo, al ver como el rey se desplomaba tosiendo sangre encima de la comida, de inmediato corrió hacia donde su padre estaba para usar su poder curativo.
Aquello no solo lo hacía para ayudar a aliviar el mal inminente del rey, sino también para demostrar su gran poder al ser un mago elemental del agua, el único en toda la historia real en ser capaz de aliviar los males.
Ignis, quien ya sabía todo lo que iba a ocurrir, maldijo para sus adentro acercándose hasta donde estaba su padre; sin embargo, el rey, al ver como este se acercaba, se levantó de un golpe para luego caer en el piso, mientras Aqua lo estaba ayudando con el dolor.
—¡Mal hijo!—gritó el rey señalándolo con su índice—¡Si no quieres que te desherede, encuentra a tu prometida!
Debido al trato de su padre, no tuvo de otra más que aguantar sus lágrimas mientras veía como Aqua auxiliaba al rey; sin embargo, una fuerte punzada en su cabeza casi lo hace desmayarse.
Poco a poco vio como todo a su alrededor se volvía blanco y negro, mientras las personas ralentizaban su movimiento hasta quedarse estáticos por completo.
—Pero, ¿Qué?—preguntó sorprendido.
No fue hasta que se dio cuenta como un extraño brillo rojo carmín emanaba de las manos de su hermano y hacía que algo negro en los pulmones de su padre aumentara, que reaccionó de inmediato y con urgencia. Corriendo como si estuviera caminando bajo el agua, de un golpe separó a su hermano aventándolo contra la pared.
—¿Padre?—preguntó al ver como su padre estaba perdiendo la vida en sus manos.
—¡Aumentaron el cáncer!—la voz de un extraño hombre lo sacó de su trance—tiene que llevar al rey con un médico o morirá esta misma noche.
Al levantar su mirada se dio cuenta de que estaba al frente de un extraño hombre un poco más alto que él, con el cabello castaño y ojos verdes, piel blanca y un cuerpo bastante trabajado.
—¿Quién eres?—preguntó desconcertado.
—¡El rey!—volvió a gritar señalando a su padre.
Regis estaba expulsando más sangre por su boca, aunque este estuviera estático. Sabiendo que no le quedaba más tiempo a su padre, incrédulo de que aquello estuviera pasando, ya que antes de morir esa noche solo había acabado en una cena desastrosa, comenzó a influir su poder mágico.
"¿Qué crees que estás haciendo?"
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Comments
Sol
no será sinusitis?... 🤣 🤣 🤣 lo siento es broma no me pude aguantar... 🤣 🤣 🤣
2024-01-15
3
🌹𝑵𝒐𝒓𝒂 𝑲𝒊𝒕𝒔𝒖𝒏𝒆🦊
Dios no le des más pistas
2023-12-31
0
🌹𝑵𝒐𝒓𝒂 𝑲𝒊𝒕𝒔𝒖𝒏𝒆🦊
No solo te odia te tiene miedo, y yo tengo ganas de mandarte al infierno del que te sacaron
2023-12-31
0