Quería llorar, quería que alguien la rescatara, quería que alguien supiera todo lo que pasada; sin embargo, su fealdad solo le impedía ser creída. En comparación a la bella Katherine, nadie le haría caso. Como la mayoría de veces, al día siguiente, su prima le daría de beber el agua bendita, provocando que su cuerpo eliminara todo rastro de evidencias.
Pensando que tal vez con el príncipe Ignis, aun si él no la amara, le permitiera así fuera vivir en paz. Aun si buscara otra esposa, lo único que quería era dejar de sufrir; sin embargo, la noche del banquete, luego de tomar un poco de vino y de despertar desnuda al lado de este, su última esperanza se desvaneció y su corazón se partió en dos.
—¡Estúpida!—gritó el príncipe dándole una cachetada a su prometida.
La joven mujer de veinte años, cuyo rostro era cubierto por su cabello, lloraba sin cesar, cubierta solo por una sabana, en el piso, mientras se sobaba su lastimada mejilla.
—¡No solo tuve que comprometerme con una prometida tan fea como tú!—dijo tomándola del cabello—sino que tuve que hacerte mía.
Con asco, al ver la mancha de sangre en su cama, que presenciaba que le había arrebatado la virginidad a su prometida, obligó que esta se viera directo al espejo.
—Espero que estés viendo bien la razón por la que prefiero a tu prima en vez de a ti—exclamó Ignis—¡Jamás estaría con un monstruo que tiene la mitad de la cara quemada y solo tiene un ojo!
Tras volverla a tirar al piso, la nieta de la reina del vecino país se arrinconó contra la esquina de una pared. Ya estaba acostumbrada a los desprecios de quién sería su futuro esposo, pero no le dolería tanto como saber que su bella prima era la dueña del corazón del hombre que amó en su niñez.
—¡Para el colmo mi padre nos vio!—gritó golpeando la pared cercana a la princesa.
El mayor de los dos gemelos, quien tenía la esperanza que su padre decidiera anular su compromiso, fue el encargado de despertarlo al entrar en la habitación y ver a su hijo al lado de su prometida.
Todas las ilusiones de luchar por Katherine, la prometida de su hermano, así como de ser libre de un monstruo horrendo como Freya, fueron borrados de manera inmediata.
—¿Cómo fue que me sedujiste, zorra?—preguntó colérico pateando a su prometida.
—No lo sé—se defendió muerta del miedo—solo recuerdo desmayarme después de que salí del banquete real.
Ignis asintió ante aquello, algo parecido recordaba él, solo que él sintió un gran deseo de poseer a la mujer que estaba en su cama.
—Iré a bañarme para quitarme tu porquería—dijo antes de entrar al baño—espero no volverte a ver, es más, ¡Desaparece de mi vida!
Dicho eso, dejó sola y al borde del llanto a Freya, sin más que hacer, se puso su ropa como pudo y se dirigió al cuarto que le habían dado una vez llegó al palacio real.
—¿Qué pasó?—preguntó sarcástica su prima—¿El monstruo no disfrutó su primera noche?
Dicho eso, aprovechando el desconcierto de la joven al verla entrar y verla esperándola, le tiró té caliente en la cicatriz de su rostro.
—¿Qué quieres, Katherine?—preguntó.
Siempre había envidiado la belleza y elegancia de su prima, pero la vida había sido tan injusta que ni permitió que se pareciera a ella.
El único rasgo que compartían, era el bello cabello rosado anaranjado que habían heredado de su abuela.
—Ofrecerte una salvación—respondió sentándose de nuevo—te daré tanto dinero como quieras, a cambio de que desaparezcas. Puedo hacer que mueras e inicies una vida.
—¿Por qué me odias tanto?—preguntó por centésima vez, muy débil.
No podía entender que mal le hacía a los demás su discapacidad, que ella compensaba siendo una mujer buena y callada.
—Porque eres alguien que no debió haber existido—respondió escupiendo sus pies—liberaré a este reino de tener una reina tan fea y te daré un nuevo inicio, ¿No está tan mal el trato?
Por varios minutos Freya se quedó en pie, observando la cara perversa, pero hermosa como un ángel de su prima, ¿Qué más podía perder?
—Acepto—fue su única palabra.
Tras eso, pasaron varios días y luego de una salida con su prima para repartir caridad, fue sacada de la ciudad oculta en una carreta llena de cerdos. Aunque no lo pareciera, estaba sonriendo mientras lloraba, ya que aquella situación era mejor que los múltiples castigos que pasó a manos de su prima.
Con una bolsa llena de monedas de oro, y unos documentos que contenían una identidad falsa, llegó a un nuevo lugar. Si bien extrañaba la ciudad, por el momento, así fuera unos meses, si pudiera adaptarse a ese sitio, tal vez, solo tal vez, pudiera vivir como una campesina todos los días criando a su hijo como una viuda, que perdió a su esposo en la guerra.
Cuánto sería de tan irónico el destino que, aquel que le dio la espalda, aquel que dejó su semilla dentro de su vientre, terminaría siendo juzgado de la manera más cruel en el mundo entre los vivos y los muertos.
Aquellas imágenes, de todo lo que Freya sufrió, se le mostraban a Ignis, o el alma del difunto príncipe, el cual era torturado en el limbo por el dios guardián del cristal estelar.
Lo que alcanzaba a recordar de su muerte, fue que había sido causada un extraño incendio, luego de que él cayera inconsciente en cama tras una borrachera que se dio el día antes.
—Y pensar que esa maldita será la futura reina—dijo el dios viendo la imagen de Katherine.
Ignis, débil, vio como su hermano estaba al lado de su padre, consolándolo por su muerte mientras Katherine estaba en su cuarto, probándose todas las joyas reales.
Aquella situación contrastaba demasiado con lo que una vez vio de ella, siendo una mujer tan dulce que empatizaba con el dolor ajeno.
—De verdad te prefiero a ti como rey, que al tonto de tu hermano por no darse cuenta de la verdad—dijo el dios acercándose a Ignis—aunque tú tampoco te salvas, ya que dañaste a la única mujer que te ha amado nada más porque no era hermosa.
El dios, el cual era tan grande como un rascacielos, estaba cubierto con una armadura plateada y una jabalina en su mano, mientras observaba los miles de imágenes que se mostraban.
—Ahora que sabes el verdadero rostro de esa mujer que pensaste amabas, te propondré un trato—habló estresado—haré que regreses antes de tu muerte pero con dos condiciones.
—¿Cuáles son?—preguntó lastimado.
Desde que había llegado al limbo, el príncipe sufrió severas quemaduras en los brazos, a causa de dos cadenas que jalaban sus extremidades a más no poder mientras lo quemaba.
—Haz que todos vean la maldad de Katherine—respondió serio—y haz que Freya sea tu esposa.
—¡No me casaré con ese animal horrendo!—gritó iracundo.
Enojado por las palabras del príncipe, el dios jaló más de las cadenas, haciendo que Ignis sintiera como sus brazos estaban a punto de ser arrancados.
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Updated 27 Episodes
Comments
Yuneixy Ferrer
No le deberia dar otra oportunidad
2024-01-29
4
Ramirez Monik
Jajaja que de pudra,
"tropecé de nuevo, y con la misma piedra"
2024-01-17
0
🌹𝑵𝒐𝒓𝒂 𝑲𝒊𝒕𝒔𝒖𝒏𝒆🦊
El imbecil nunca va a aprender, mejor que se siga jodiendo en el inframundo
2023-12-31
2