⚠️ Advertencia:
Este capítulo tiene: Relato de escenas de violencia sexual, física, psicológica, abuso de sustancias, que podrían herir su sensibilidad. Se recomiendan dejar de leer si crees que esto puede herir tus sentimientos. Solo para mayores de 21 años ⚠️
Luego de esa fatídica noche dónde Oscar me obligó a tener sexo con su amigo, toqué fondo. Por fortuna, no recuerdo mucho de aquella vez, pero se que fui abusada. Me dolía todo mi cuerpo, tenía marcas en el cuello, piernas, en las zonas íntimas y en la espalda. Mi juego favorito, tener sexo, se había transformado en mi peor pesadilla.
Luego de ducharme con agua caliente durante casi 20 minutos, me di cuenta del desastre que había en el departamento de Óscar, ropa por todas partes, botellas, cartas, colillas de cigarrillos y habanos. Cómo siempre, el me había dejado una nota:
"Anoche estuviste muy bien conejita, recién podré volver a verte a la noche porque debo trabajar. Quiero que limpies todas las habitaciones, hagas las compras desde la casa y como siempre tienes prohibido hablar con hombres. En la noche me esperas en la cama con la lencería roja. Si haces todo bien te daré otra dosis"
"Maldito enfermo" pensé angustiada, no solo me consideraba su juguete sexual, sino también su sirvienta y ni siquiera me había dejado droga para calmar mi ansiedad. Que ciega había estado, él había sido muy amable la noche en que lo conocí en el bar erótico. Luego de varias citas, me había prometido viajes, una vida de lujos, ropa, romance, y la única condición era que fuera su amante a escondidas. Su pareja, Cleopatra, no sabía que él tenía ese departamento, así que era su escondite perfecto para engañarla.
Las primeras semanas aparentaban ser normales, él me visitaba como siempre en las noches, día por medio. Aparecía con bombones, lencería nueva, a veces algunas joyas, zapatos de marca, flores, etc. También me había dado una extensión de su tarjeta de crédito dorada. Yo ya sabía a qué hora me visitaría así que me bañaba bien y lo esperaba sin ropa en la cama o en el jacuzzi, otras veces vestida, pero provocativamente. Al llegar Oscar, las primeras horas apenas hablábamos hasta saciar nuestra sed de lujuria y pasión.
Yo nunca había disfrutado tanto de tener relaciones sexuales, por un tiempo creí estar viviendo un verdadero sueño. Y él por supuesto endulzaba mi oído. Me decía que se estaba enamorando de mi, que yo era su única alegría, y demás bobadas que yo me iba creyendo. En ese momento yo ya había sido echada de casa por mi cruel padre y la carencia de afecto hacía que estuviera muy cerca de Oscar y que cumpliera todas sus fantasías. Incluso jugábamos a que el era mi "papi" y yo la niña malcriada, la cual a veces se portaba mal y debía ser castigada.
Con el tiempo me fui haciendo más adicta, sobre todo a la cocaína que él me daba en gran cantidad a lo largo de las noches. Pasaron los días, algunas semanas y él logró que yo fuera completamente dependiente, entonces me empezó a limitar. Por ese motivo, yo tenía grandes crisis de abstinencia y no soportaba estar sin el polvo blanco. Luego me volvía a dar dosis, pero con la condición de que le hiciera favores cada vez más sucios o crueles. También empezó a tener más poder sobre mi vida cotidiana, hasta los detalles más pequeños.
— Desde mañana no vas a ir más al gimnasio, no hasta que te decidas a dejar las drogas, va a ser mejor que hagas ejercicio en casa— me dijo una mañana en la cuál estaba especialmente nervioso y celoso.
— ¡Me gusta ir al gimnasio y me hace bien! — le reproché con bronca contenida
— No levantes la voz Carol, recuerda que aquí soy tu "papi" y me debes respeto y obediencia. No terminé de hablar
— Perdón papi, te escucho — respondí resignada. Era mejor no pelear o solía ser más duro luego
— Como decía, por ahora no más gimnasio. También vas a empezar a usar solo la ropa que yo elija para ti. Pero, en la casa solo vas a estar en ropa interior y cuando te portes mal estarás desnuda
— Es que no quiero tener frío, ¿es necesario que me trates de ese modo? ¡Si no soy tu esclava! — intenté defenderme
— Ay conejita, estos privilegios los has ido perdiendo por las drogas. Cuando me demuestres que puedes no consumir, volverás a decidir por ti misma. Además me gusta ver tu cuerpo cuando estoy en el departamento ¿No me vas a dar esa satisfacción? Recuerda que yo también te doy los cigarrillos, el jabón que usas para bañarte, tus cosméticos
— Si, lo se. Estoy agradecida por todo eso, pero...
— ¡Pero nada conejita! No me hagas enfadar, solo pido que me diviertas, que me cumplas los caprichos, no quiero quitarte más cosas, no me obligues — solía cerrar las conversaciones. Cómo si aún quedará algo de lo que despojarme. ¡Solo mí dignidad!
Con el tiempo, y porque tenía ganas me quitó la tarjeta, los regalos y me prohibió que hablara con los vecinos. Había un joven universitario muy interesante con quién no pude volver a cruzar más ni la mirada.
Mi abstinencia a las drogas hacía que yo buscara no molestar a Óscar por miedo a que me quitara mis dosis del todo. Solo bajaba la mirada y obedecía, algo que nunca había sido propio de mi.
Y así seguí aguantando, hasta que llegó la gota que rebalsó el vaso. Obligarme a ser "acompañante", es decir, a prostituirme con sus asquerosos amigos, fue mi límite. Estaba triste sí, y a la vez furiosa. Después de caer tan bajo, decidí empezar a rebelarme nuevamente. De todos modos, ya me había quitado casi todo y si me limitaba mis vicios como castigo en parte me estaba haciendo un favor.
Finalmente, decidí ir a su nueva empresa, dónde también trabajaba su pareja, Cleopatra. Sabía el nombre, "Latidos Únicos". Así que solo debía buscar su dirección en la web.
Temblorosa, sudorosa y con hambre, caminé con mí nueva ropa rosada por las calles de Ciudad Portuaria, había sido un regalo del malnacido. Sin embargo, como yo casi no salía a ningún lado, no la había podido lucir, hasta ese momento. Las personas me miraban mal, o al menos me dio esa impresión. Así que supuse que debía estar dando una mala impresión. Tal vez mí falda era demasiado corta o quizás la tenue lluvia de ese Sábado frío me estaba corriendo el maquillaje. No me importó, estaba decidida a llegar allí. Aunque mí cuerpo estaba dando muestras de estar muy deteriorado y de necesitar las sustancias que tanto daño me hacían.
— Hola buenos días, mí nombre es Carol — me presenté ante una mujer esbelta y de cabello rojo luego de ingresar en la agencia de citas, debía ser la recepcionista de la cuál Oscar tanto se mofaba, diciendo que era una hueca.
— Buenos días, ¿Tiene usted una cita o viene por primera vez? — me consultó curiosa, mientras me observaba desde los pies hasta mí rostro pecoso
— ¡Yo soy nueva empleada, Óscar me contrató ayer a la noche como acompañante de citas! — le respondí con una sonrisa irónica. Al mismo tiempo, Cleopatra y el patán de mí amante salían de una enorme oficina.
Ambos me escucharon, mí respuesta había sido en voz alta y mí satisfacción fue total cuando Cleopatra le preguntó extrañada:
— Óscar ¿Quién es esta joven? ¿Es verdad que la contrataste anoche? Si me dijiste que ibas a estar en un evento de la fundación huérfanos— le preguntó extrañada mientras abría sus brazos de par en par.
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Updated 51 Episodes
Comments
mariela
El proxeneta del Oscar la daño convirtiéndola en adicta con grandes cantidades y es difícil para ella que no tiene ayuda salir de ese mundo sin que nadie la incentive
2023-11-30
1
Carolina Acosta
mira Carol cómo quieres que te respeten, cuando tú misma no lo haces metiendote esa basura en tú cuerpo y siempre abran porquerías como Oscar que te joderan la vida mientras no reacciones
2023-09-13
3
Betty Saavedra Alvarado
Carol todo por tu maldito vicio has perdido todo tu respeto dignidad de mujer Oscar te humillara más te venderá como un objeto sexual sin mirsmientos
2023-09-09
1