Joel 1

⚠️ Advertencia: Aquí inicia el punto de vista de la historia de "Joel" . Recuerda que puedes saltear su relato y seguir únicamente con el de Milagros. Recomiendo personalmente leer todos los capítulos.

Este capítulo tiene: Relato de escenas de violencia, psicológica, abuso de sustancias, que podrían herir su sensibilidad. Se recomiendan dejar de leer si crees que esto puede herir tus sentimientos.

Solo para mayores de 21 años ⚠️

Mí nombre es Joel y esta es mí historia. Mí padre y mí madrastra Orfelia, siempre estaban viajando por negocios o placer. Por lo tanto, los veíamos pocos días al mes. Así era nuestra vida desde mis 19 años. Mí hermanastra Sofía, de 16 años, y yo, solos en casa, generalmente con nuestro chófer, el chef y alguna sirvienta. Nuestra residencia estaba en Ciudad Portuaria, en la zona donde vivían los ricos.

Sofía era hija de Orfelia y un tipo rudo y violento que las golpeaba a ambas. Cuando Orfelia se divorcio de ese animal y conoció a mí papá, no tardaron mucho en decidir que era buena idea convivir. Así, Sofía y Orfelia vinieron a vivir con nosotros dos, a nuestra enorme casa.

Mí hermanastra y yo siempre estábamos juntos, no obstante yo nunca la vi como una posible pareja. De hecho, cuando llegaron ella tenía solo 12 años y yo 15. Era solo una niña. Siempre fue muy banca y rubia, como su mamá. Y sus ojos eran preciosos, celestes como el cielo mismo.

— No me digas hermanita, no tenemos la misma sangre Joel — me solía decir muy enfadada. Al principio eso era porque yo no le agradaba. Pero luego, fue creciendo. Y me empezó a ver de otro modo.

Desde sus 15 años, Sofía empezó a buscarme. Es decir, a espiar cuando me cambiaba o duchaba, a querer besarme con cualquier excusa, a acostarse en mí cama de noche sin que yo me diera cuenta; al principio por lo menos tenía puesta su pijama.

Yo siempre tuve el sueño pesado, así que cuando me despertaba en la mañana ella solía estar a mí lado. Otras veces, se iba antes de que yo despertara. Esto lo pude resolver parcialmente cuando me dieron la llave de mí habitación.

Pero, al poco tiempo, Sofía intentó poner algo en mí bebida para poder manipular mí cuerpo y mis acciones a su antojo. ¿Cómo obtuvo esa sustancia? Por su mejor amiga, en ese entonces de 17 años, Carol. Ella fue la peor influencia para mí hermanastra.

— Sofía me quiso drogar — les dije a papá y Orfelia. No quería delatar a mí hermanastra, pero no me sentía seguro en casa con ella y su mejor amiga, quien prácticamente se quedaba días enteros o hasta semanas con nosotros.

— Eso es imposible, mí hija es ejemplar. Si estás celoso porque ella tiene una habitación más grande, deberías recapacitar — sentenció Orfelia, ante la mirada incrédula de mí padre, quien tampoco creía mis acusaciones. Y no los culpo, Sofía tenía excelentes calificaciones en ese entonces.

Por supuesto que, ante mí insistencia, y algunos hechos que narré, decidieron verificar las cámaras de seguridad que había en un 70% de la casa. En una de las grabaciones se la veía a Sofía y Carol preparando una bebida con otra sustancia sospechosa, también a ambas espiando cuando yo me duchaba.

— Te pido mil disculpas Joel — me dijo Orfelia, luego de ver las cámaras. Mí padre nunca se disculpó, nunca fue capaz de eso. Además, estoy seguro que seguía preocupado por mí orientación sexual. Yo no soy gay, pero de serlo ¿Cuál era el problema?

El castigo a Sofía solo hizo que esta se revelara aún mas. Empezó a escaparse de la casa y finalmente a salir con tipos peligrosos. En su mayoría eran futuros proxenetas, ex convictos u alcohólicos. En ocasiones eran todas esas categorías en un mismo sujeto. A sus 16 años, cuando estaban considerando enviarla a una escuela militarizada, apareció en casa con un jovencito de su misma edad llamado Dylan.

— ¡Vamos a dejar que tenga este noviecito inocente y rico! — escuché decir a mí papá la noche siguiente a que Dylan apareciera en casa — sus padres van al club de campo, tienen propiedades, son de los nuestros — insistió con cinismo

— ¿Estás loco? Si se lo vamos a permitir debería llevar a esa niña a una ginecóloga, para que le dé unas benditas píldoras anticonceptivas de una vez y evitar una catástrofe, un ""crío" sería una sentencia para ella — se lamentaba mí madrastra mientras bebía un vaso de whisky. Yo los espiaba en la oscuridad desde el pasillo, me daban asco los dos.

— ¡La hubieras educado mejor! Pero no, solo piensas en esa mierda de hotel que fundaste y en tus otros negocios — le reprochó mí padre. Al menos en eso tenía razón

— ¡Al menos mí hija tiene instintos normales y no es un asexual como tu hijo, o peor, un homosexual! Con 19 años nunca ha venido con una novia, ¿eso te parece normal Máximo? — le respondió Orfelia con odio y homofobia desmedida.

Después de escuchar esa conversación, decidí que en cuanto pudiera me iría de esa maldita casa, yo sí tenía contacto con el mundo gay, pero a través de mí mejor amigo, Lucas. Cuando él me lo contó admiré su valentía. Luego, me di cuenta de que su familia lo apoyaba y respetaba. Después de todo, en pleno 2015 ¿cómo podía haber gente tan homofóbica? Sentí envidia por no tener lo mismo que él en casa.

A partir del noviazgo de Sofía las cosas se calmaron, al menos en apariencia. Ella empezó a estar cada vez más tiempo encerrada con Dylan, aprovechaba que mí padre y la alcohólica de mí madrastra estaban cada vez menos. Mí padre iba todos los días a la bolsa de valores y Orfelia a su hotel de 5 estrellas, entre otros sitios a su nombre. Carol también desapareció, había conseguido un trabajo donde ganaba en dólares y ya casi no tenía tiempo para mí hermanastra.

¿Y yo? Finalmente, con 19 años, me puse de novio con una joven de la universidad de nombre Karen. Una relación que no duró más de 5 meses. Ella empezó a presionarme cada vez más para tener relaciones sexuales y yo estaba cada vez más bloqueado. Sobre todo luego de haber sufrido el acoso de Sofía y Carol, parecía que algo en mí no funcionaba bien.

— Eres demasiado bonito y atractivo para no tener sexo, te pierdes de mucho cielo — solía decirme Karen, quien se calentaba con los gemidos de Sofía, exageradamente altos para estar a muchos metros y encerrada bajo llave con su novio

— Solo te pido un poco más de tiempo, siento que no puedo. Ni siquiera me siento estimulado, pero no es que no me gustes. Eres la chica más bonita de la universidad y no puedo dejar de ver tu cuerpo. Tus besos también son muy agradables — solía decirle yo mientras la miraba a sus ojos y casi le suplicaba que no me obligara a dar el siguiente paso

Finalmente, cedí un día en que teníamos la casa sola para lo dos. A decir verdad, ya lo habíamos intentado dos veces antes, pero mis erecciones habían sido muy leves y obviamente no pudimos tener sexo con penetración, que es lo que Karen tanto me exigía.

— Te traje una píldora azul, te va a ayudar a mantener esto de aquí abajo, firme — me dijo esa tarde mientras llevaba sus manos a mí entrepierna.

Cómo yo no quería volver a fallarle y me sentía muy presionado por ser visto por todos como un anormal, accedí a tomarla. Por supuesto, no funcionó, nunca me sentí cómodo con la situación y ni siquiera pude lograr la erección que tanto quería mí novia. Cómo yo no estaba cómodo y no quería eso, la píldora fue un simple placebo.

Solo unos dos días después, cortamos. Estuve muchos días sin comer y sin salir, solo llorando. No por no haber podido tener relaciones sexuales, una vez más. Sino que no podía entender que la persona que creía amar me hubiera obligado a pesar por todo eso.

Así llegó un día en que mí amigo Lucas, enterado de todo lo que me había ocurrido, me fue a buscar a casa.

— Vamos, salgamos amigo. La semana pasada conocí un sitio de citas que puede ayudarte a desbloquear tus emociones y tu vida sexual — me dijo alegre y misterioso

— ¿Un sitio de citas? Debe ser un chiste — le respondí malhumorado

— Para nada Joel, la agencia se llama "Latidos Únicos" y está revolucionando la forma de ver las relaciones en Ciudad Portuaria —.

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