Mili 6 Conozco a Carol

Al día siguiente de mi primer cita con Joel, yo debía ir a la agencia al medio día. Era un Sábado lluvioso y el médico de la empresa debía revisar mí estado de salud general, era una de las tantas medidas que había tomado el nuevo socio de Cleopatra, Óscar. El médico era un amigo de él, un tal Fernando. Yo nunca dejaba que se propasara. La primera vez intentó que yo me quitara la ropa en una de las habitaciones de "Latidos Únicos":

— Milagros, si no te quitas toda la ropa no puedo verificar que en verdad estás en buen estado de salud, debo revisar tu cuerpo íntegramente — me dijo divertido, mientras miraba mis curvas sin disimulo, incluso estando yo vestida

— En tus sueños me vas a tocar, yo tengo mí doctora particular y ella me va a dar un certificado para Cleopatra — le respondí desafiante

— Esto no le va a gustar a Óscar, se lo voy a informar — me respondió con bronca, mientras apretaba uno de sus puños.

— ¡Qué miedo! Yo no le rindo cuentas a él, solo a Cleopatra. Está en mí contrato de trabajo — le dije mientras me mofaba de él

El médico no estaba acostumbrado a que las acompañantes lo desafiaran. Desde hacía dos meses, cuando apareció en la agencia de citas con una enorme sonrisa, se había comportado como un cretino baboso. Yo nunca había cedido, así que era una espina para él.

Sin embargo, las otras acompañantes sí solían ser más sumisas, sobre todo las que había contratado Óscar. Excepto una joven llamada Carol, quien solía confrontar con él desde el primer día, parecía que la chica le tenía un asco especial a Fernando. Al igual que yo, ella había firmado contrato con tan solo 18 años y algunos meses. Cuando la conocí, en su primer día en "Latidos Únicos", estaba muy nerviosa. Temblaba demasiado y la vi excesivamente delgada. Eran síntomas de alguien que tiene abstinencia por algo. Por eso, decidí a brindarle ayuda.

— Buenos dias, soy Milagros ¿Te puedo ayudar en algo? Veo que eres nueva — le dije cuando la hallé en el salón comedor que nos brindaba la empresa. Ella leía un contrato que le había acercado Cleopatra. Estaba sentada en un sofá con un provocativo vestido rosado.

— Hola, tal vez. No entiendo nada lo que dice aquí. Yo quiero ser acompañante de citas, pero no quiero brindar sexo a todos. Quisiera poder elegir yo en cada cita con quién tengo relaciones— me consultó visiblemente perdida

— Eres muy inteligente al querer eso. Mira, ten cuidado con este contrato. Fíjate en la página 10 tienes la opción de elegir brindar solo compañía sin relaciones sexuales, es lo que yo te recomiendo al principio. Ganarás menos dinero, pero es más seguro— le dije con amabilidad.

Luego seguimos conversando, me contó que había llegado en la mañana, que causó un gran revuelo y provocó que Cleopatra y Óscar se pelearan, algo que no era nada extraño. Cuando Carol apareció por primera vez aún no había un doctor que nos molestara, las cosas eran diferentes porque Cleopatra aún tenía cierto control sobre su propia empresa. Luego Óscar fue corrompiendo todo, poco a poco.

También me dijo que no tenía dónde quedarse ya que había abandonado la casa de su pareja recientemente. Me dió mucha pena, aunque no quise pedirle más información.

— Cleopatra me ha ofrecido dormir en una de las habitaciones con cama de "Latidos Únicos". Me ha dicho que muchas acompañantes se quedaban a dormir aquí cuando es muy tarde y no pueden regresar a su hogar luego de una cita — me respondió con cierta vergüenza.

Percibí un poco de miedo en la voz de la joven. Tenía algunas marcas en el cuello. Así que era probable que su pareja la hubiera golpeado recientemente. Tal vez su única salida a ese maltrato había sido ir a pedir trabajo en la agencia de citas.

— Carol, se que no nos conocemos, pero yo tengo dos departamentos y vivo sola. Uno es pequeño y lo estoy pagando a "Latidos Únicos" con cada cita. ¿Te gustaría dormir allí conmigo esta noche? Tengo dos habitaciones, una para dar masajes, con una cama y otra habitación normal — le propuse de repente. La realidad es que yo me sentía muy sola en ese momento, Roldán estaría con su mujer en su ciudad de residencia por algunos meses.

Levantó la mirada, la mano derecha le temblaba un poco, estaba visiblemente angustiada. Supuse que tal vez necesitaba ayuda de alguien más. Sea quien sea.

— Pues, si no soy mucha molestia y no te importa... Sí, me encantaría quedarme contigo por esta noche, no quiero volver a convivir con mí pareja— me respondió en un leve susurro mientras ambas veíamos que casualmente Óscar pasaba la puerta y nos miraba de reojo.

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