El monte Olimpo, antiguamente gobernado por Ápate y luego por Zeus, una vez este último terminó muriendo, siendo encerrado junto a Ápate en el infierno, obtuvo un nuevo gobernante, una humana que sería nombrada como "La reina de los dioses", siendo Atenea Rosfield, su madre, la que ostentaría dicho título.
Por años, luego de la toma de poder, los dioses aliados a esta, al igual que los reinos humanos, no solo fueron eliminando uno a uno todas las fuerzas divinas que apoyaban al emperador, sino que también le quitaron mucho terreno. Su misión principal consistía en poner al príncipe Somnus, hijo mayor del emperador, en el trono de modo que no solo se borrara en el mapa a este, sino también al príncipe Aqua, quien era el actual heredero.
Atenea movió en negación, mientras veía como el carruaje, manejado por unicornios, se acercaba al monte. Jamás pensó que su nieto estuviera relacionado de alguna forma con el enemigo, puesto que la familia de Freya era el único aliado terrestre que le quedaba al emperador en el continente.
Una vez llegaron al monte, después de que los unicornios tocaran tierra, casi siendo la hora del amanecer, ordenó a los guardianes divinos acompañar a su nieto y su hijo a sus respectivas habitaciones. Aunque quisiera, no podía quedarse, su esposo estaba en el campo de batalla y ella debía reunirse con él, así como con los demás aliados, para planear el siguiente paso en su ataque.
Mientras ella se marchaba, una vez se aseguró de que su hijo estuviera durmiendo en su habitación, se acercó a los aposentos de Freya. Una vez le quitara la maldición, o al menos una parte, si la rastreaban, sería imposible dar con ella bajo la seguridad del Olimpo.
Maximiliano acarició con suavidad la pálida cara de la madre de su hijo, debía hacer algo y pronto. Mientras tanto, Freya se encontraba agonizando en el mundo de los sueños. Frente suyo imágenes acontecían con un velocidad muy rápida. Imágenes de una niña muy parecida a ella, en un altar, dormida, mientras un hombre se desvestía frente a ella.
Un fuerte dolor de cabeza comenzó a atormentarla, hasta que una suave calidez en su mejilla la calmó. Una calidez que fue capaz de sacarla de ese mar de pesadillas y llevar a un sueño aun más profundo, siendo testigo de un acto que pensó olvidado hacía tiempo.
Frunció el ceño, pensó que era la habitación del príncipe Aqua con el parecido tan grande; sin embargo, era su habitación. En su cama, se encontraba ella desnuda por completo, con su largo cabello cubriendo su cuerpo, mientras un extraño hombre que no reconocía como su antiguo terapia, se encontraba probando su feminidad.
Intentando acercarse para poder observar bien el rostro del hombre, su visión comenzaba a nublarse cada vez más, hasta que un fuerte ardor en su cuello la detuvo. Llevando su mano a su lado izquierdo, intentó tocar para descubrir que era; sin embargo, no fue hasta que vio su reflejo en su antiguo espejo, que vio como una extraña marca plateada estaba formándose.
—¿Pero qué?—preguntó al despertar.
No reconocía el sitio donde estaba, solo podía ver el rayo del sol naciente filtrarse en la habitación. El ardor en su cuello había provocado que regresara del mundo de los sueños; sin embargo, lo más sorprendente fue sentir como Maximiliano se encontraba mordiendo su cuello, mientras inyectaba su propia energía vital combinada con su energía mágica.
—¡¿Qué haces?!—intentó liberarse—¡Suéltame!
Estaba en pánico, podía sentir como Maximiliano le estaba robando algo en su interior, pero a la vez sustituyéndolo por otra cosa. Era tan extraña la sensación que le molestaba; no obstante, Maximiliano entrelazó sus dos manos con la de ella para que dejara de moverse y presionó ambas zonas bajas para inmovilizarla por completo.
No podía soltarse, menos en medio de la bendición. Si lo hacía, ni su lazo como pareja destinada funcionaría. Ya que la bendición llamada como “El intercambio equivalente”, que trataba de una bendición para el alma maldita, donde puede descansar finalmente de su carga, consistía en que si habían dos almas destinadas juntas, la otra parte podía absorber si no era la maldición completa al menos si una parte.
No obstante, nada era gratis. Aquello no solo le costaría una parte de su magia, sino que implicaría vivir menos tiempo. Aunque, siendo que aquella mujer sacrificó dos veces su vitalidad por su hijo, ¿Por qué él, siendo también el padre, no podía hacerlo?
"Yo compartiré tu carga, tu maldición ahora es mía, juntos seremos fuertes".
Pensó Maximiliano mientras seguía influyendo su energía en ella. Llegó un punto en que Freya dejó de pelear, hasta que la debilidad le ganó y terminó por desmayarse. En tanto que Maximiliano, al separarse un poco, y ver que su marca en efecto se quedó grabada en el cuello, acarició el rostro durmiente de la madre de su hijo.
—¿Te casarás conmigo si yo también soy como tú?—dijo demasiado débil el antiguo heredero.
Poco a poco la antigua princesa comenzaba a recuperar su juventud; sin embargo, habían muchos otros problemas físicos en ella que debía solucionar. No obstante, en ese momento, su cuerpo también colapsó, terminando por dormirse encima de ella.
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Comments
SandraPRN
Muy interesante capitulo 😁😎 A la espera de más capitulos 🤩 Gracias autora por tan interesante historia 😎 Bendiciones 🤗
2023-09-06
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