LA SOMBRERERA LOCA

Cinco años habían pasado desde que volvió de la muerte, cinco años en que había decidido cederle su derecho de sucesión a su hermano Virgilio, segundo hijo del duque de Nova Verona, y quien había también comenzado a asistir a la academia.

En La Academia Real De Medicina, patrocinada por las propias arcas del rey Anatole, monarca del reino de Argeli, aliado de las fuerzas rebeldes azurianas comandadas por su padre, quien apoyaba la caída del régimen del emperador, solo podrían entrar los aspirantes a médicos, sin distinción de su género, sexo o condición económico, si pasaban un arduo examen de admisión, por ende, todos los graduados eran considerados unos genios.

Estando ahora en el apartamento que su padre concedió darle para que hiciera sus estudios en la ciudad, agradecía la quietud del lugar, ya que solo estaba viviendo con un mayordomo y su ama de llaves, la señora Elina, una mujer que los estuvo acompañando desde niños a él y a sus hermanos.

La situación en la casa familiar cada vez era más caótica, principalmente a causa de su padre. Era la primera vez en la historia del ducado Rosfield que un duque tenía tantos hijos; sin embargo, tenía que ser el gran duque Dante quien rompiera el récord, ¡Al tener con su madre 16 hijos! ¡Todos de embarazos múltiples!

En definitiva era el destino que quería que su familia fuera grande, aunque tampoco ayudaba el hecho de que su padre quería nivelar la balanza y tener tantos hijas como hijos varones tenía ya. Si no fuera porque tres niños más se sumaron, la cuenta hubiera sido menos, pero no fue hasta ver que había suficientes niñas, que el duque estuve satisfecho.

Suspiró con tranquilidad, al menos estando solo en el apartamento podía estudiar tranquilo. El estar en una casa llena de tantos niños era un caos para aquellos que trabajaban más de doce horas al día, estudiaban y a lo mucho dormían cuatro horas.

No obstante, el cansancio de la carrera hizo que su mala fama aumentara y su sobrenombre de "el duque fallido" tomara más fuerza. Nadie podía creer como podía haber renunciado a su derechos de sucesión, pero cuando veían que él en efecto estaba estudiando lo tachaban peor, ya que se veía que se movía con torpeza y descuido.

Volvió a suspirar, pero esta vez era de vergüenza, jamás pensó que la medicina y mucho menos la mágica fuera una carrera tan complica. El hecho de no poder descansar más hacía que sus acciones se volvieran torpes, ocasionando escenas como él cayendo al piso a causa de una roca que claramente se podía ver a metros de distancia.

—¡Bien, doctor Maximiliano!—¡Dijo acomodándose su corbata—¡Un nuevo día para ser torpe!

Intentando burlarse de él mismo, así al menos alivianar un poco la tensión, tomó su gabardina y con su maletín de mano salió de su habitación rumbo al carruaje que lo llevaría a la academia. Ese día el decano de su facultad, su profesor encargado de las clases de obstetricia, lo estaría esperando, ya que él había sido de los pocos interesados en especializarse en dicha rama.

—¿La sombrerera loca?—preguntó al leer el expediente.

Un hombre de edad avanzada, de larga cabellera blanca y barba frondosa, estaba sentado frente a él tomando el té, mientras veía como su discípulo leía el reporte. El decano de la facultad era el antiguo sir de la torre mágica efímera, Arthur Williams, quien luego de ceder su puesto y retirarse, decidió impartir clases.

—Su nombre es Freya Redfield—respondió el decano—tiene una pastelería muy famosa cerca de aquí, aunque no creo que la conozcas debido a que nunca sales, ¿Alguna vez te han dicho que eres un noble raro?

—Tantas que ni recuerdo—habló en burla—entonces, ¿Quiere que atienda a su hijo?

—Sí, el niño Maximiliano Redfield—al escucharlo se sorprendió de que el pequeño tuviera su mismo nombre, hasta su apellido era igual al suyo—sufre de una condición severa de asma, lo que le ha imposibilitado tener una infancia normal. Su madre aceptó que el niño estuviera en tratamiento bajo el albuterol, pero como sabes bien, ese broncodilatador es apenas experimental.

—Así que necesita que supervise su tratamiento—adivinó.

—Si bien el caso es un poco sencillo para el que planeaba darte como tu primera prueba, y que se separa un poco del punto principal de la especialización que quieres hacer, si algo sale mal con el tratamiento, puedes ayudarlo con tu don mágico—explicó serio—por esa razón preferí pedir ayuda a un médico mágico que a un médico normal. Espero que no te molestes, aunque siendo que la pediatría está amarrada a la obstetricia, sé que te irá bien.

Maximiliano asintió, entendía bien sus funciones. Durante un mes, según el decano, debía vivir en casa de la señora Freya, viuda de una víctima de la guerra, de modo que el tiempo de tratamiento experimental del pequeño paciente no fuera traumático al internarlo en una clínica.

—Antes de que vinieras, hice los últimos trámites para autorizar los medicamentos faltantes—dijo levantándose—hoy te llevaré a conocerla y mañana deberás mudarte a su casa un mes para estar supervisando el tratamiento de su hijo. La prioridad es el paciente, así que si ves que él no recibe bien el tratamiento experimental...

—Salvarlo es la prioridad—complementó.

Sir Arthur asintió y acompañó al próximo graduado en medicina mágica al carruaje de la academia, dirigiéndose a la pastelería que quedaba a media hora de distancia.

Freya, quien en ese momento ya había cumplido los 23 años de edad, se encontraba atendiendo a sus clientes, mientras su hijo se encontraba dibujando en el pequeño jardín que había en la parte de atrás de la pastelería. Debido a su asma crónica, no podía ni siquiera jugar como los demás niños, y temiendo que algo le pasara estando solo en el segundo piso, había enviado a construir un jardín en el que él pudiera jugar siempre supervisado por ella.

Sabiendo que dentro de poco vendría el décano Arthur, acompañado del médico encargado de supervisar el tratamiento de su hijo, decidió cerrar temprano ese día. Así que aprovechando que aun no llegaban, empezó a guardar las cosas para limpiar un poco. Ya en la noche se dispondría a organizar todo para el día siguiente, pero no podía esforzarse tanto hasta que el médico revisara a su pequeño Maxi.

—¿Lady Freya?—preguntó la voz de Arthur.

Freya, terminándose de secar las manos, acomodó su disfraz para que nadie viera su verdadera apariencia, para luego salir rumbo a la entrada principal y permitirles el acceso.

Maximiliano no pudo verla enseguida debido a que delante de él estaba el décano; sin embargo, al poder verla bien se sorprendió demasiado. Podía comprender la razón de su sobrenombre o su alías, ¡Era igualita al personaje de El País De Las Maravillas!

—¿Maximiliano?—preguntó Arthur al verlo distraído.

—Perdone mi descortesía, lady Freya—respondió tomando la mano de esta para besar sus nudillos—soy Maximiliano Rosfield, el médico encargado de su hijo.

No obstante, más allá que su primera impresión física, lo que lo sobresaltó hasta dejarlo pálido fue una punzada cálida que sintió provenir de la mano marcada con el símbolo de la medicina mágica. Desde que había vuelto de la muerte, esa mano le dolía con creces y un frío lo atormentaba en ocasiones, pero al momento de tomar la mano de la mujer frente de él, aquella dolencia desapareció un segundo.

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Comments

Topy71 🇦🇷

Topy71 🇦🇷

Ay no... Son muchos.....es hora de hacerse un nudo 😂🤦🏻‍♀️

2023-09-13

0

Barbarasl73 🇨🇱

Barbarasl73 🇨🇱

se te cumplió el deseo duque Dante, llenaste la casa de hijo/as 😍😍😍.

2023-09-08

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