Un mes pasó, un mes en que no solo Rosabell desapareció de manera misteriosa, sino que también la salud de Luna Freya estaba decayendo.
La maldición que se le había puesto, a costa de la vida de su hijo, y que le permitía ocultarse de su prima, le estaba pasando factura.
Con mentiras, se le calmó a Maxi con respecto a la ausencia de su abuela, quién estaba en el hospital recuperándose; sin embargo, su madre, quien pasaba 24/7 con la capa, le era imposible ocultar su malestar.
Fue una mañana, luego de que toda la noche ella hubiera tosido sangre, que se acercó a su padre.
Maximiliano, con conocimiento de todo, estaba analizando las muestras de sangre que había recogido de la madre de su hijo, con el fin de poder entender y buscar una cura para su estado.
—¿Ya has pensado qué hacer si le quitas la maldición?—dijo su madre—puedes llevarla al Olimpo de modo que no lleguen a ella ni a tu hijo, aunque puedes dejarla acá si quieres.
—La maldición es recíproca a su energía vital—dijo—siendo que su cuerpo estaba débil desde antes a causa de sus cicatrices, creo que puedo quitarle la maldición, pero si ella vive acá pondré a mis hermanos en peligro, por más que haya seguridad madre.
Atenea asintió, si era cierto que la prima de la princesa estaba recibiendo ayuda de Ápate, entonces no había lugar en la tierra donde esconderla.
—La llevaré al Olimpo, es el lugar más seguro, lamento molestarla—dijo guardando la muestra de sangre.
El toque de dos manitas pequeñas contra la puerta los sacó de su conversación, siendo Maxi el causante.
—¿Papi?—preguntó el niño—¿Abuela?
Atenea, con una sonrisa, se agachó para abrazar a la copia andante de su esposo y su hijo mayor.
—¿Maxi está mejor?—preguntó—abuelita no había visto que Maxi caminara tanto en este mes.
Su nieto, sonrojado, con los cachetes hinchados, asintió mientras su abuela besaba su frente.
—Mami...—dijo—Maxi extraña a mami, mami no sale de su habitación desde ayer.
Maximiliano se agachó y besó la pequeña cabecita de su hijo.
—Max, abuelita jugará contigo hoy—respondió su papá—mientras yo cuidaré a tu mamá, te prometo que ella se recuperará pronto.
Maxi, un poco más tranqui, dejó que su bella abuela lo llevará con sus demás tíos a jugar en el jardín, mientras su padre seguía trabajando en su laboratorio.
Después de asegurarse de quedar solo, se acercó a su escritorio y comenzó a escribir una carta al decano Arthur.
“Decano, muchas gracias por toda su ayuda y comprensión con el caso de Maxi. Por el momento suspenderé mis estudios, debo encargarme de la madre de mi hijo. Pero tomaré sus consejos y cualquier cosa me comunicaré con usted”.
Una vez terminada la carta, la selló y la colocó en una bandeja encantada que la transportaría a una similar en la oficina del decano.
Suspiró y con un leve masaje en sus sienes se levantó para seguir trabajando. Tomando un libro en que explicaba maldiciones antiguas, encontró una bendición que le llamó la atención.
Llamada como “El intercambio equivalente” trataba de una bendición para el alma maldita, donde puede descansar finalmente de su carga.
—Creo que la mudanza al Olimpo se adelantará—dijo en un susurro.
Una vez supo que hacer, se comunicó con la señora Elina y su mayordomo, para que trasladaran sus cosas tanto del apartamento de este como de la casa familiar.
—Claro que puedo, hijo—dijo Atenea viendo una lista de cosas que Maximiliano le dio—pobrecita, perdió todas sus cosas cuando sucedió el incendio. Quédate tranquilo, te conseguiré todo y enviaré lo antes posible al Olimpo.
Asintiendo ante la respuesta de su madre, vio que ya era hora de partir. Por seguridad decidieron hacerlo de madrugada, de modo que nadie los viera.
Mientras su hijo se encontraba con su abuela, durmiendo en su regazo, en el carruaje que los llevaría al Olimpo, el fue rumbo a la habitación de Luna Freya o como el la conocía, solo Freya.
Tomándola en sus brazos, antes de levantarla de la cama, besó la frente de la inconsciente mujer, quien estaba ardiendo en fiebre.
—Mi dulce Freya, juro que te pondrás bien—dijo dándole un beso en el lado donde no tenía un ojo.
Así mismo, besó el lado donde estaba quemado e inclusive las arrugas de su anciano rostro. Para el, aquella mujer valía más que el oro sea cual fuera su estado.
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Comments
Juliet
tan corto el capitulo!
2023-09-05
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