ERES UN MONSTRUO, FREYA

En su recuerdo podía observar como el príncipe Aqua, luego de arrastrarla del cabello, haciendo que se golpeara contra una mesa, cerró con búsqueda tanto la puerta del balcón, como de la habitación. Aquellas imágenes, antes de que quedara embarazada, se sentía muy vividas, como si solo hubieran ocurrido ayer.

—¡Idiota!—dijo golpeándola con un atizador de chimenea en la cara.

Su repertorio de golpes siguió hasta que Freya no pudo más y sucumbió. Estaba tan enojado ese día debido a que su hermano mayor, el príncipe rebelde Somnus, quería apoderarse de su trono. Por ende, al ver que Freya había desobedecido sus órdenes, no aguanto para usarla como saco de boxeo y así desestresarse.

—Eres un monstruo, Freya—dijo levantándola.

La antigua princesa, en el movimiento, logró despertarse un poco. El príncipe la había llevado a ver su "obra de arte", y con una sonrisa se acercó a su oido.

—Eres un monstruo, Freya—dijo ahorcándola con una mano—si estás aquí es por la estupidez de mi padre de aceptar el trato de tu abuela; sin embargo, recuerda que eres basura y que por el hecho de ser mi futura concubina eso no cambiará nada.

Dicho eso hizo que el cuerpo de Freya se estrellara contra el espejo, haciendo que no solo se partiera, sino que esta se cortara.

Freya seguía meciéndose, escondida dejado de la mesa, con una palidez tan mortal que preocupó aun más a Maximiliano. Queriendo tocarla, vio como la marca de su mano comenzó a brillar con una luz dorada y de un momento a otro creyó escuchar la voz de Rosabell.

"Toca su mano con la de ella"

Aquellas fueron las únicas palabras que dijo antes de desaparecer, pero manteniendo la luz que emergía en la mano marcada de Maximiliano. Sin saber qué más hacer, preocupado de que el pánico de ella provocara que se desmayara, acercó su mano a la de ella.

Justo en el momento en que la tocó, ambas manos comenzaron a brillar del mismo color e intensidad. Aquello no solo provocó que el frío extremo de su mano se fuera por un momento, sino que el miedo de ella poco a poco comenzara a desaparecer.

—¡Pulpitos!—la voz de Maxi se escuchó detrás—¡Mamá necesita que le den pulpitos!

En su inocencia pensaba que ese "hechizo" haría que su madre estuviera de mejor color, pero estaba tan débil que él no podía hacerlo. Después de levantarse asustado, bajó las escaleras y se quedó observando la situación sentado en un escalón.

Queriendo darle el gusto al niño, de modo que él tampoco empeorara por la situación, acercó su otra mano a la cabeza de su madre y comenzó a hacerle pulpitos en su cabello. Freya, de manera casi que inconsciente, ladeo su cabeza como si fuera un gatito recibiendo una caricia.

—¿Lady Freya?—preguntó, pero lo único que vio fue como ella seguía tonta con la caricia.

El sueño y el cansancio por la noche anterior, así como por lo ocurrido hizo que se desmayara en las piernas del doctor, provocando que su antifaz y sombrero se terminaran cayendo.

Preocupado sacó del lugar, al cuerpo de la mujer, y lo recostó en el piso para verificar sus signos vitales. Sin embargo, lo que vio lo dejó sorprendido un segundo.

"¿Entonces por esto es que ella ocultaba día y noche su rostro?"

Pensó apenas la vio; no obstante, se dispuso a verificar si estaba respirando y si aun tenía pulso. Luego de verificar eso, la tomó en brazos y en compañía de Maxi, subió para auxiliarla.

Con cuidado la dejó en su cama y quitando tanto sus zapatos, como aquellos adornos molestos, la dejó descansando en la habitación de el.

No quería molestar a la señora Luna, por lo que la trataría allí.

—¿Mami estará bien?—preguntó al ver que su madre no tenía un ojo—¿Por qué tiene la cara morada?

Señalando la cicatriz de la quemadura de su rostro, debido a que el sudor y las lágrimas hicieron correr su maquillaje, se acercó intentando ayudarla.

—Tu mami es la mujer más fuerte que he conocido—dijo— ya veo de dónde heredaste tu fuerza.

Dicho eso, tomando un poco de gaza y antiséptico, comenzó a sanar una pequeña herida en su muñeca producto de los anillos de la mano de Federico, que al hacer presión con fuerza hizo que se incrustaran en su piel y la lastimaran.

El día pasó y a eso de las doce del mediodía al fin Freya comenzó a despertarse; sin embargo, algo cálido le impedía abrir sus ojos.

Hundiendo aun más su rostro, olía con fuerza el perfume del médico que estaba en su ropa de cama.

No sabía porque se parecía tanto al perfume del príncipe, en especial cuando le quitó la virginidad y la dejó embarazada; sin embargo, aquel olor era más dulce y acogedor, no le daba miedo en comparación al olor de Aqua.

Sumergida en el cálido sentimiento de aun estar somnolienta, saliendo recientemente del mundo de los sueños, moviéndose bajo las sábanas, siguió oliendo el dulce perfume del médico.

—¿Mami se pondrá bien con esto?—la voz de su hijo hizo que abriera los ojos—¿Qué es esto?

—Es un pastel de chocolate—dijo sacando el pastel del horno de leña—aprendí a hacerlo a los quince años, para mis hermanos. Les ayudaba a sentirse mejor.

Jamás pensó que la receta que la señora Elina le enseñó a hacer, le ayudara en ese momento. No entendía porque pero quería consentir tanto a Maxi como a su madre con sus propias manos.

Freya los estaba observando desde el marco de la puerta, cubierta con la sabana que Maximiliano usaba para dormir y con la cara oculta tras la almohada.

—¡Mamita!—dijo su hijo corriendo a abrazarla.

Ella se agachó pero se quedó congelada un momento, se había dado cuenta que no tenía ni su antifaz ni su sombrero.

—¿Mamita?—preguntó al ver que no lo abrazaba.

Temiendo que su mamita no estuviera bien, se metió debajo de la sábana para abrazarla más cerca;sin embargo, también se quedó embobado con el olor del doctor tanto en la sábana como en la almohada.

—Maxi se siente bien—dijo feliz por el calor de su mamá y el olor de su doctor—¡A maxi le gusta!

Conmovida por la reacción de su hijo, lo cargó aun cubiertos por la sábana, mientras este usaba la almohada como peluche.

—Perdón por molestarlo—se disculpó Freya—cambiaré su ropa de cama. Y gracias por no huir de mí.

Tenía la cabeza gacha, escondiendo su rostro, temerosa y avergonzada.

—Una guerrera no debe avergonzarse de su rostro—alagó.

Aquello hizo que el corazón de ella aumentara su latir, haciendo también que la calidez debajo de la sábana de este, junto con su olor, fuera más amena para Maxi.

Con una sonrisa, invitó a la tímida mujer y a su tierno hijo a comer el almuerzo que les trajeron y el pastel que el mismo hizo.

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Comments

Thania Rodríguez

Thania Rodríguez

Dos vidas llenas d e desgracias e infelices

2024-08-08

0

Barbarasl73 🇨🇱

Barbarasl73 🇨🇱

🥹🥹🥹🥹🥹🥹🥹

2023-09-08

0

Juliet

Juliet

Ahora ya la conoce! ☺️😍

2023-08-30

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