Adele Balzac se había recuperado mágicamente de su malestar de salud. La rutina fue retomada de forma inmediata. Sarah salió a realizar algunas compras y las calles estaban solitarias. Ese día Sarah no vio a Bruno y le extrañó pues él siempre trataba de encontrarse con ella para charlar al menos unos minutos. Aunque Sarah no quería ilusionarse con él se había acostumbrado a verlo, conversar con él era como un soplo de aire fresco. Sarah necesitaba un poco de contacto humano. Más allá de las ilusiones románticas Sarah quería conocer a otras personas, tener amistades, salir a pasear, comer cosas diferentes...Además de todo le hubiese gustado que su abuela la tratase con más afecto y amabilidad. No entendía la razón de su frialdad, era rígida y cruel con ella. Sarah observaba a otras familias y no podía evitar sentirse desafortunada.
Las semanas pasaron y la correspondencia llegó pero otro cartero se la entregó. Bruno parecía haberse esfumado. Sarah estaba confundida pues él parecía realmente interesado en ella y ahora simplemente había desaparecido.
Adele Balzac observaba a Sarah fijamente y se imaginaba lo que estaba sintiendo.
-Ya veo que han reemplazado al cartero. Una clienta me contó que el anterior se fue para contraer matrimonio con su prometida-dijo Adele de forma distraída mirando unas telas.
Sarah que estaba cosiendo detuvo la costura. Adele no perdía detalle.
-Pero si estaba prometido y su novia vivía en otra ciudad ¿Por qué vino a trabajar aquí?-dijo Sarah confundida.
-Me imagino que solo fue un trabajo temporal para él. Al parecer extrañaba mucho a su prometida y por eso se marchó de forma repentina. Estaba loco por casarse con ella- dijo Adele haciendo énfasis en la últimas frase.
Sarah percibió algo en la voz de su abuela, un matiz que ya había escuchado antes. Su abuela quería resaltar el hecho de que Bruno extrañaba a su prometida y que estaba loco por casarse con ella. En ese momento Sarah supo que su abuela estaba enterada de la amistad entre Bruno y ella y también supo que quería hacerla sentir mal. Algo dentro de Sarah cambió.
-Me alegra que el joven cartero haya encontrado el amor-dijo Sarah sonriendo.
A Adele le extrañó mucho la respuesta y la actitud de Sarah. Y desde ese entonces todo cambió entre ellas. A simple vista todo seguía igual. Sarah seguía trabajando arduamente y obedecía a su abuela en todo pero...ya no confiaba en ella. Había hecho además ligeros cambios. Tenían un pequeñísimo jardín en la parte de atrás y Sarah plantó flores. También hizo algunos sutiles cambios en sus vestidos
-¿Qué le hiciste al vestido? Se ve más estrecho.¿ Y ese encaje?-le preguntaba Adele de mal humor.
-No le hice nada. La tela tiende a encogerse, no es una tela de buena calidad. Y en el encaje es viejo, lo puse para tapar varios agujeros...No es decente que salga con ropa con agujeros...Mis vestidos están muy desgastados y viejos, como sé que usted no puede darme telas nuevas los modificaré con retazos. Sé que debemos ahorrar- dijo Sarah con seriedad.
Adele gruñó como respuesta. No le agradó la respuesta de Sarah pero tampoco podía rebatir lo que había dicho.
Además de todo Sarah comenzó a cuidar más de su cabello y aspecto.Cuando iba a la tienda, saludaba con más ánimo y cada "buenos días" que recibía era una pequeña victoria para ella.En la tienda le regalaron algunos caramelos y los comió en secreto en su habitación. A su abuela no le gustaba que comiera dulces pues decía que eran malos para la salud...Adele sentía algo extraño en Sarah pero no podía acusarla de nada pues ella seguía cumpliendo con sus deberes a la perfección.
A veces Sarah cuidaba el pequeño jardín por la noche y observaba la luna y el cielo estrellado. Era uno de los pocos placeres que nadie podía quitarle.
Un día su abuela recibió un encargo importante. Necesitaba elaborar unos vestidos de disfraces para unas niñas que participarían en una obra de teatro escolar. Necesitaban telas especiales. Adele se puso nerviosa pues en la pequeña ciudad donde vivían no encontrarían todas las telas necesarias. Ella sabía que en su ciudad natal las encontraría todas, pero debido a sus problemas de salud y edad no se atrevía a asumir ese viaje. Tampoco quería regresar a esa ciudad que le traía tan amargos recuerdos. Podía negarse a realizar el trabajo pero perdería una buena suma de dinero...Adele era ambiciosa, no quería perder esa oportunidad.
-Hay un lugar donde comprar las telas, es una ciudad hacia el norte.Mis rodillas han empeorado y no podré viajar en estas condiciones.Creo que debes ir tú, no deberías tardar más de quince días-dijo Adele observando con atención la reacción de Sarah
-Está bien-dijo Sarah sin expresión.
-Todavía hay tiempo. La presentación se hará el año entrante-dijo Adele.
Como Sarah no dijo nada, Adele volvió a hablar.
-No debes conversar con nadie durante el viaje.Hay muchos esperando timar a jóvenes ingenuas como tú...Solo debes limitarte a llegar a la ciudad, comprar las telas y regresar lo más pronto posible...No puedes distraerte, debes estar alerta ¿me escuchas?-dijo Adele observando fijamente el rostro de Sarah
Sarah que se encontraba cosiendo levantó la mirada.
-Sí, así lo haré-dijo para luego volver a coser.
Adele quería descifrar los pensamientos de Sarah pero nada podía ver tras su semblante inexpresivo. Los días transcurrieron con calma y Adele se tranquilizó. Sarah ya había cumplido 25 años, la edad más peligrosa había pasado...Había tenido varias decepciones amargas, sin duda. Tal vez ya había llegado al punto de la resignación. Tal vez Sarah ya no se atrevería arriesgarse. Se quedaría en el mundo que conocía, en casa. Solo serían unos días...
Lo que Adele desconocía era que Sarah internamente estaba muy entusiasmada con la idea del viaje. Cada noche imaginaba como sería, sentía que ese viaje sería una oportunidad para cambiar su vida o al menos podría ver y experimentar cosas distintas. Sarah ya no cometería el error de mostrarle a su abuela sus verdaderas emociones ni opiniones. Le resultaba imposible confiar en ella. En todas las desilusiones que experimentó Sarah percibió que su abuela sentía cierto gozo en resaltar lo ocurrido. Siempre los hombres se marchaban y no la elegían a ella y su abuela estaba allí para presenciarlo.
Aunque Sarah sabía que tenía que agradecerle a su abuela que se hubiese hecho cargo de ella cuando era niña, que la hubiese educado y enseñado un oficio había algo en ella que la confundía y que le hacía sentir desconfianza. Ahora comenzó a observarla con más atención, notaba como la apartaba de ciertas clientas que querían mostrarle amabilidad. También notaba como ella sin venir al caso hacía comentarios sobre lo talentosa que era la esposa de Julien, de lo bella que era la esposa de Edmond y de los felices que eran...Y hasta se había atrevido a hablar de la felicidad de Bruno, el cartero ahora que ya se encontraba con su prometida...Eran comentarios intencionados, sin duda alguna. Eran dardos envenenados que buscaban herirla, hacerla sentir miserable.
Sarah ya no era la misma y estaba consciente de ello. Ya no le sería tan fácil a Adele dominar la mente y las emociones de Sarah. Por las noches cuando Sarah se disponía a dormir y apagaba la lámpara solo se dedicaba a pensar y a soñar despierta con libertad sin tener la presencia de su abuela siempre vigilándola y acechándola...
Mientras tanto Adele Balzac sufría de insomnio. Aunque podía dirigir a Sarah externamente no podía mandar en sus pensamientos. No podía saber lo que estaba pensando ahora mismo y eso la atormentaba pues sentía que Sarah se había escapado de su control...
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Comments
Anonymous aless
hace rato se le escapó de su control, ya en parte sabe la escoria que es es adele
2024-03-27
1
Lorena Larios
vieja amargada como ella no fue feliz quiere que Sarah tampoco lo sea
2024-01-10
0
Gladys Elizabeht Amaro Rojas
vieja loca ojala y dara conosca ya a jan
2023-08-14
1