Angeline Moureau estaba sentada junto a la ventana, miraba al vacío. Esperaba. No sabía cuanto tiempo había estado así. Estaba desaliñada y su ropa estaba sucia. Los niños lloraban de hambre. Todo era un caos a su alrededor pero ella parecía no darse cuenta de nada. Seguía esperando. Muchas veces Gerard Garré se había marchado jurando no regresar y al poco tiempo había vuelto. Angeline confiaba en que él regresaría. Por eso estaba cerca de la ventana para verlo llegar y luego levantarse para recibirlo, quitarle las botas, prepararle comida y ofrecerle un café. Luego asearía un poco la casa y en la noche él la haría suya como tantas veces. Angeline sentía que él era adicto a eso que hacían y que solo por eso él no la abandonaría por completo. Ella siempre supo que existían otras mujeres pero él siempre volvía.
Sin embargo, ella recibió la visita de una chismosa vecina.
-Debes sentirte muy mal, Angeline y no es para menos. Ayer tu esposo andaba de compras en el centro de la ciudad del brazo de una jovencita pelirroja. Dicen que tiene trabajo y que le da todo su dinero a su nueva mujer-dijo la vecina de forma insidiosa.
-No creo en habladurías- dijo Angeline cortante.
-Pobrecilla, te dejó sola en esta pocilga. Con... ¿cuántos niños? ¿ocho?-dijo la vecina.
-Tengo seis hijos. Ahora si me disculpas tengo cosas que hacer-dijo Angeline más cortante.
-Deberías buscar trabajo en el mercado. Hay muchas mujeres trabajando allí o tal vez podrías encontrar a otro hombre para que te ayude...-dijo la vecina observando a Angeline de arriba a abajo.
-No necesito otro hombre,ya estoy casada-dijo Angeline elevando la voz.
La vecina acortó su visita y se despidió al percibir la hostilidad creciente en Angeline.
Ella permaneció mirando por la ventana hasta que anocheció y se quedó dormida en la silla. Mientras tanto Jean observaba la escena. Había tratado de conseguir algo de fruta para sus hermanos pero sabía que eso no bastaría. Eran seis niños Jean de nueve años, Gustave de siete, Lily de cinco, Mathieu de cuatro, Adolphe de tres y Philippe de un año y medio. Todos tenían hambre y estaban sucios. Los más pequeños lloraban sin parar.
Su madre los ignoraba por completo. Jean estaba tan desesperado y hambriento que salió de su casa. Aún lejos de la casa se seguía tapando los oídos. El llanto de sus hermanos lo estaba enloqueciendo. Caminó hacia el centro de la ciudad. El olor a comida lo trastornaba. En un momento pasó un vendedor de pan ambulante y en un impulso desesperado Jean arrancó dos panes de la cesta y salió huyendo. Fue tan veloz que nadie pudo alcanzarlo. En el camino partió un trozo de pan y se lo comió tan rápido que casi se atraganta. Cuando llegó a su casa con los dos panes grandes en la mano sus hermanitos corrieron hacia él.
Angeline lo miró de reojo. Jean cortó trozos de pan y le dio una porción a cada uno. Y dejó un gran trozo de pan cerca de la silla donde estaba su mamá. Ella lo ignoró pero al poco rato devoró el pan. Luego siguió en su mutismo como si nada hubiese ocurrido.
El hambre solo se había calmado brevemente. Jean sabía que no sería suficiente. Así que al día siguiente robó otras cosas. Poco a poco fue adquiriendo habilidades para robarle a los transuentes cuando estaban distraídos o en los mercados ambulantes. Llegaba cada día con comida y dinero a la casa. Angeline no dijo nada, pero salió de la inercia. Comenzó a cocinar y a realizar medianamente algunas tareas.
Cuando menos lo esperaba Angeline le habló a Jean.
-Sabes Jean eres el hijo al que siento más cercano. No siento lo mismo por tus hermanos-dijo Angeline viendo fijamente a Jean.
Estas palabras bastaron para reavivar en Jean la idolatría y el amor ciego que sentía por su madre. Él era especial para ella y saberlo lo llenaba de gozo. Ahora trataría de traerle más cosas, quería que su madre comiera bien, que se pusiera un bonito vestido, que viviera como una reina. Él lo conseguiría.
Una tarde luego de robar un almacén junto a dos secuaces más Jean tuvo su primera pelea seria.
-Yo sé quién es tu mamá- le dijo uno de los niños a Jean.
-No sabes nada de ella- dijo Jean molesto.
-Sí, lo sé. Es una mujer floja y descuidada.Mi mamá trabaja en el mercado y dice que las mujeres también pueden trabajar pero que tu madre no quiere hacerlo. También dijo que es una mala madre-dijo el niño.
-¡Cállate!No sabes nada de ella. Además si tu mamá trabaja tanto ¿Qué haces robando?-gritó Jean.
-Yo robo para comprar tonterías y no lo hago siempre. Además voy a la escuela pero tú...tú robas para comer porque tu mamá no hace nada.Tendrás que robar siempre...-dijo el niño.
-Te voy a matar-gritó Jean encolerizado.
Jean se abalanzó sobre el otro niño y comenzaron una violenta pelea. Un círculo de niños se formó alrededor de ellos. Entre gritos y silbidos animaban la pelea. Jean había entrado en un estado de furia ciega. Sin embargo, el otro niño lo dominó y empezó a asfixiarlo.Jeancomenzó a sentir que le faltaba el aire...por un momento pensó que moriría pero finalmente lo soltó.
-Eres basura y siempre serás basura-le dijo el otro niño que era un poco más alto que Jean.
A partir de ese día Jean se propuso ser el más fuerte.Tenía que ser fuerte, tenía que ser un verdadero matón..Siguió robando y ampliando su campo acción. Se convirtió en un líder. A los doce años comandaba una pandilla. Asumía grandes riesgos, nunca era atrapado. Era ágil y comenzó a moverse más lejos...Probó el alcohol y aprendió a decir las más feas palabrotas.
Mientras tanto Angeline se aprovechaba de la situación. Ella sabía muy bien que Jean estaba robando. Sin embargo, se hizo la vista gorda. No le hablaba al respecto, era un tema que no se tocaba. Solo le hablaba de sus necesidades para que él por arte de magia las solucionara. Angeline pensaba que si un hijo amaba a su madre tenía que hacer todo por ella, sin importar que tuviese que hacer. Ella sabía que él dormía fuera de casa por varios días y luego llegaba cargado con comida y dinero. Escondía dinero y algunas joyas dentro de la almohada que él abrazaba con fuerza. Su hermano Gustave, de diez años estaba comenzando a robar también aunque lo hacía por su cuenta.
A los quince años Jean Garré se había convertido en Jean, el matón y se había ido de su casa. Sin embargo, siempre le llevaba dinero a su madre, como un deber del cual no podía librarse.
A esa edad ya había probado todo: el cigarrillo, el licor y el sexo. Mantuvo.encuentros carnales solo con prostitutas.No hubo besos ni palabras de amor solo sexo de forma ruda y primitiva.
Angeline Moureau ya no se preocupaba por la comida. Jean se ocupaba de que siempre estuviese abastecida. Su hijo se había vuelto famoso pero por las razones equivocadas. Muchos decían que él no viviría demasiado. Angeline se preocupó al pensar que Jean pudiese morir en un asalto. Si él moría ella ya no tendría qué comer... así que una tarde llamó a Gustave que tenía trece años:
-Sabes Gustave eres el hijo al que siento más cercano. No siento lo mismo por tus hermanos-le dijo Angeline a Gustave, pues si un hijo fallaba tenía que asegurarse que tendría a otro.
A Angeline Moureau solo le importaba subsistir haciendo el menor esfuerzo posible.
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Updated 112 Episodes
Comments
ocalani
es mujer siente fue carente de razón e incapaz de amar
2024-12-08
0
esterlaveglia
qué asco de persona 🙄
2024-04-20
0
Mago
Madre egoísta, como es posible no sentir nada por tus hijos.
2024-02-13
1