Sarah había terminado de coser el vestido de novia. Se había pinchado los dedos varias veces. Fue un trabajo arduo, pero el resultado fue impresionante. Verdaderamente,ella tenía un don para la costura y sus clientas quedaron muy satisfechas. Adele Balzac recibió un muy buen pago por el magistral trabajo de Sarah pero ella no recibió ninguna recompensa. Adele era tacaña, guardaba el dinero y procuraba no gastar demasiado. Los vestidos de Sarah estaban hechos con telas pobres y de mala calidad. Solamente le era permitido usar un modelo de vestido que no le favorecía y ocultaba su grácil silueta. Además, Adele elegía las telas y los colores. Sus zapatos eran viejos,toscos y algo masculinos. Sarah veía los vestidos de algunas clientas y admiraba su elegancia y femeneidad. Ella sabía coser los más hermosos vestidos e internamente soñaba que algún día podría diseñar y ponerse vestidos a su gusto. Sin embargo, no quería desatar la ira de su abuela. Por eso seguía usando los mismos feos vestidos y obedeciéndole en todo. Las esperanzas de Sarah eran débiles... No veía ningún indicio de que su vida pudiese cambiar. Lo que había sucedido con Julien y con Edmond la había desanimado bastante. Pensó que tal vez su destino sería permanecer sola durante toda su vida. Trabajar y ayudar a su abuela serían sus únicas actividades. Los domingos asistía a misa con su abuela pero se sentía avergonzada pues todos usaban ese día sus mejores galas mientras que ella tenía que usar los mismos vestidos. Sarah miraba al suelo pues se sentía humillada. La gente la miraba y murmuraba. Sarah pensaba que esto se debía a sus feos vestidos, pero lo que no sabía era que todos hablaban de su supuesta enfermedad mental. Se había regado como pólvora el rumor de que Sarah tenía graves perturbaciones mentales y queAdele Balzac era considerada una mártir, una mujer extremadamente noble que tenía que batallar con la enfermedad de Sarah.
Por estos rumores casi nadie se acercaba a Sarah en la calle. Solo en la tienda algunas clientas se dirigían a ella pero evitaban profundizar la conversación pues pensaban que en cualquier momento Sarah tendría una crisis.
Adele estaba satisfecha y tranquila. Todo estaba en calma aunque el ánimo y productividad de Sarah estaba volviendo a decaer. Sabía que Sarah tendría que oscilar entre ilusiones y decepciones por un tiemoo: un equilibrio perfecto que al final minaría cualquier tipo de esperanza. La resignación llegaría, sí. Adele confiaba en que Sarah algún día se resignaría. Asumiría su destino sin quejarse, después de todo tenía techo y comida: una vida decente ¿Qué más podría pedir?.
-Si un caballero de buena reputación y con medios suficientes se interesa en ti, con mucho gusto aceptaré recibirlo en esta casa, siempre que sus intenciones sean matrimoniales (claro que está)-dijo Adele durante la cena.
A Sarah le sorprendió que su abuela le hablara de esos temas de repente.
-No me mires así. Soy tu única familia en este mundo y deseo lo mejor para ti. Lo que ha pasado es que ese caballero no ha llegado y mientras no llega quiero que trabajes con más ahínco. Mantenerte productiva mientras eso ocurre hará que tu mente no se llene de angustia-le dijo Adele.
Sarah asintió. No sabía muy bien que responder a lo que su abuela le decía. No quería ser imprudente y sabía bien que con ella tenía que medir muy bien cada una de sus palabras.
-Necesito que trabajes el doble, Sarah- dijo Adele ya en tono más severo.
-Está bien,lo haré-dijo Sarah.
Cuando Sarah se retiró a dormir pensó en las palabras de su abuela ¿Realmente quería lo mejor para ella? Sarah estaba confundida pues no podía creer del todo en sus palabras. Sin embargo, quería de corazón creer que su abuela le deseaba lo mejor.
Al día siguiente Sarah comenzó a trabajar más horas. Adele comenzó a aceptar más pedidos y ahora Sarah tenía que trabajar en la noche también. Tenía los dedos hinchados de tanto coser y la vista cansada pero seguía trabajando. Adele había dejado casi toda la carga de trabajo en Sarah. El estilo de costura de Sarah era bastante apreciado por la clientela.
Todo marchaba bien para Adele, pero Sarah se preguntaba cuando cambiaría su vida. Por ahora, su vida había cambiado a peor pues la carga de trabajo era muy grande, dormía poco y además tenía que ocuparse de los oficios de la casa también.
Un día cuando Sarah fue a hacer algunas compras fue interceptada por un grupo de chiquillos.
-Hey tú ¿es cierto que estás loca?-dijo el más grande de los jovencitos.
-¡Tonto! Claro que está loca de remate ¿no ves como se viste?-dijo una de las niñas presentes.
-Déjala que ella responda ¿de veras estás loca? ¿ es cierto que tu abuela te amarra por las noches para que no la asesines?-dijo el jovencito.
Sarah se sintió conmocionada. Si acaso era una broma, era una broma de muy mal gusto.
¿Loca? Eso no era cierto.
-No es cierto. Soy una persona muy cuerda, más que ustedes que salen a la calle a importunar a los demás-dijo Sarah parándose firme.
Aunque Sarah había vivido muy reprimida con su abuela y no podía decir lo que sentía en casa nada le impedía defenderse en la calle. Hasta ella misma se sorprendió de su firmeza. A Sarah no le agradó la broma de los jovenes y se los hizo saber.
-Todo el mundo dice que estás loca-le dijo el jovencito.
-Verdaderamente, este tipo de bromas no están bien. Deberían sentirse avergonzados-dijo Sarah con tono serio.
Cuando los niños iban a responderle se acercó a ellos una señora que miraba a Sarah con temor.
-Aléjense niños. Vayan a jugar a otro lado-dijo la mujer abriendo los brazos como para protegerlos.
Sarah intentó saludar a la mujer y explicarle lo ocurrido pero ella evadió su mirada y la ignoró. Luego comenzó a caminar junto a los niños alejándolos de ella. Al parecer era la madre de algunos de ellos.
Sarah se asombró al ver la reacción de la mujer. Los niños seguramente estaban bromeando pero la mujer...su mirada de miedo y su negativa a hablar con ella inquietaron a Sarah.
Cuando llegó a casa, esperó hasta la hora de la cena para comentarle brevemente a su abuela lo que había ocurrido.
-¿Unos niños dices?-preguntó Adele con indiferencia.
-Sí, me preguntaron si estaba demente. Incluso me preguntaron si tú me amarrabas por las noches para evitar que yo... te hiciera daño-dijo Sarah consternada.
-Me parece que los jóvenes de ahora no tienen ningún respeto por nadie. Deber ser una broma de mal gusto. No deberías prestarle atención-dijo Adele tratando de cerrar el tema.
-Eso pensé yo...que era una broma (una muy terrible)...pero la señora también actúo de forma extraña también...como si tuviese miedo ¿Acaso de verdad la gente piensa que estoy demente?-preguntó Sarah con nerviosismo.
-Nunca he escuchado nada parecido. Nadie me comenta nada sobre ti. Deberías olvidar esas cosas, ocupate en terminar el encargo ¡Ahora mismo!-dijo Adele con severidad.
Sarah obedeció pero no dejaba de pensar en el asunto.
Mientras tanto, Adele Balzac pensaba como el rumor del empeoramiento de la salud mental de Sarah se había esparcido. No le asombraba lo ocurrido. Ella misma se había encargado de difundir la noticia cada vez que podía con las señoras de la iglesia y con la clientela. Que todos pensaran que Sarah estaba demente era positivo para Adele, pues todos la evitarían. De esta manera Sarah no tendría amistades que le llebaran la cabeza con tonterías y tampoco tendría pretendientes. Ningún hombre cuerdo querría acercarsele a Sarah.
Todo estaba saliendo bien para Adele, ahora solo restaba esperar que el tiempo hiciera su trabajo.
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Comments
Anonymous aless
vieja desgraciada, todo lo que ha hecho de difundir rumores falsos para mantener a Sarah cautiva de su avaricia y que le trabaje de gratis
2024-03-02
2
ROCCI ART
Definitivamente una lengua ponzoñosa es más peligrosa a que un enemigo te ataque de frente. pobre Sarah como esta mujer le ha hecho daño desde siempre, espero que pronto cambie su vida para bien.
2023-08-10
2
Gladys Elizabeht Amaro Rojas
vieja maldita ojala y sara salga rapido de ella
2023-08-10
1