Capítulo 17

Angeline Móreau estaba desesperada de nuevo. Su hijo Jean parecía haberse olvidado de ella. La razón: había una mujer en su vida. Era una rubia presuntuosa y arrogante llamada Louise de Mallay. Angeline la había visto un par de veces y la mujer la había mirado por encima del hombro. Ni siquiera se dignó a dirigirle un simple saludo. Con solo verla Angeline supo que Jean estaba bajo el dominio de esta rubia inoportuna. Él cumplía todos sus caprichos, derrochaban el dinero a su antojo y Jean parecía haberse olvidado de la promesa que alguna vez le había hecho.

En dos ocasiones fue a buscarlo a su casa. Jean se mostró incómodo y le dio un poco dinero para que se marchase. Angeline estaba indignada, no se imaginaba que esto pudiese pasar...Ella había ahuyentado a Virginie precisamente para evitar que otra mujer tuviese el control sobre Jean. La única mujer importante en la vida de su hijo tenía que ser ella. Estaba consciente de que él de vez en cuando se relacionaría con mujeres pero estaba segura de que serían aventuras sin importancia, solo rameras ocasionales en la vida de él. Pero ahora esta rubia había aparecido de la nada y se había mudado con él con una facilidad que dejó pasmada a Angeline.

El tiempo pasó y Jean se marchó con la rubia. Se decía que estaba metido en algo muy peligroso y que probablemente terminaría muerto. Esto alarmó a Angeline, no podía quedarse sin su unica fuente de subsistencia. No sabía que hacer caminaba por los Arrabales para preguntar sobre Jean y una tarde encontró a una gitana que le leyó la fortuna, al parecer su hijo estaba en peligro mortal. Angeline se metió en el papel de madre sufrida, se mostró como una madre que amaba a su hijo y que estaba muy preocupada por él. En algún momento Angeline intentó decirle a Jean que Louise no era una buena mujer, que debía alejarse de ella y que debía abandonar su vida de criminal pero él no pareció tomar en cuenta sus palabras. Lo que Angeline quería de verdad era que dejase a Louise pues ella era un estorbo para sus planes, realmente no quería que dejara de robar pues tenía que seguir dándole dinero... solo quería que no se metiera en líos tan grandes que pusieran en riesgo su vida. Si Jean moría, nadie le daría un centavo. Lily y Adolphe no querían saber ni siquiera hablar con ella y de Mathieu no se sabía nada...

Jean por su lado estaba de algún modo satisfecho con su relación con Louise. Ella era hermosa y sabía vestirse bien pero bebía como un hombre y era insaciable en la intimidad. El sexo entre ellos era rudo y constante. Además a él le entusiasmaba que ella le había prometido obtener mucho dinero de un secuestro. Jean se sentía orgulloso de tener una mujer fina.Nunca había estado con una mujer como Louise, solo había estado con mujeres de la vida alegre y la mayoría eran pobres y no lucían tan bien como Louise.

Un día Jean volvió a los Arrabales. No parecía estar de buen humor pero le dio dinero a Angeline. Ella pudo notar que las cosas entre la rubia y él no estaban bien, pero seguían viviendo juntos.Angeline necesitaba deshacerse de esa mujer pero no sabía que hacer. Sus palabras y consejos parecían no surtir ningún efecto en su hijo.

Lo que Angeline desconocía era que Jean no solo estaba molesto, estaba también decepcionado y estaba harto de vivir. Louise de Mallay lo había incitado a secuestrar a una rica duquesa pero terminaron secuestrando a su esposo. El dinero del rescate nunca llegaba y él escuchó una conversación entre Louise y el prisionero. Ella realmente lo despreciaba y su único objetivo era deshacerse de la esposa del Duque de Valois para convertirse en la duquesa. Ella lo consideraba un hombre horrible,tosco y de baja categoría.Aspiraba tener a un hombre rico, elegante y de la nobleza. Louise lo había usado como un títere para lograr sus objetivos y esta frustración se sumó a la larga lista de frustaciones que cargaba a cuestas. Sentía que no tenía derecho a nada en este mundo, al menos no tenía derecho a lo bueno de la vida, su vida era miserable y ver ahora a su madre darle consejos lo hacía sentir peor. Ella jamás lo había aconsejado, ella sabía que él robaba desde que era un niño. Ella le exigía dinero y sabía muy bien que él no tenía un empleo y ahora... ¿Quería darle consejos? Además de eso nunca se preocupó por su vida ni por su salud, muchas veces estuvo enfermo y ella no hizo nada por ayudarlo...tampoco a sus hermanos. Él había sido muy injusto con ellos. Ahora no se atrevía a mirarlos a la cara.Lily y Adolphe se habían construido una vida humilde pero digna lejos de su madre y Jean sabía que con mucho esfuerzo habían mejorado. No eran ricos, tal vez nunca lo serían pero tenían paz cosa que Jean no tenía ni creía llegar a tener nunca.

No lograba sacarse de la cabeza como después de descubrir el engaño de Louise, dejó marchar al Duque y a su esposa que había ido a rescatarlo. Louise enloqueció y él también. Vivieron días terribles llenos de violencia e insultos y cuando volvieron a los arrabales él solo quería obtener dinero de ella. Ella le había dicho que tenía amigos ricos y que le daría dinero. Su pandilla se había desintegrado tras el problemático e infructuoso secuestro. Ya no se sentía con ánimos de salir a robar. Se sentía roto, despreciado y humillado. Mirándose al espejo se sentía y viendo su cicatriz se sentía como un ser monstruoso.

Louise salía a la calle y al regresar a casa le entregaba el dinero que conseguía. No se sentía orgulloso de esto pero en realidad no se sentía orgulloso de nada en su vida. Por estos días había dejado de beber, no quería ver a su madre y no quería estar con ninguna mujer. Después de haberlo denigrado Louise había intentado meterse en su cama. Él se dio cuenta de que ella creía que él era un total imbécil. De ella solo quería el dinero que podría conseguir pues no la dejaría vivir gratis en su casa. Pero no quería nada más. Jean estaba seguro de que su vida bo tenía ningún sentido.