Capítulo 6

Una tarde como cualquier otra apareció en la tienda de Adele Balzac la madre de Sarah. Rose había estado buscando a la niña durante varios años. Su historia de amor con el marinero no había resultado bien. Él siempre había estado comprometido en matrimonio con otra joven y Rose solo había sido para él una simple aventura. Rose había llorado lágrimas amargas no sólo por su amor frustrado, sino por haber dejado a su pequeña Rosamunde con Adele Balzac. Cuando volvía de su viaje con el corazón destrozado se encontró con una desagradable sorpresa. Adele Balzac había desaparecido con su hija. El mundo de Rose se había derrumbado. Su ingenuidad la había arrastrado a un horrible destino: había perdido a su hija.

Le tomó años poder dar con el paradero de Adele Balzac. Cuando por fin pudo conseguir su dirección, se armó de valor. Estaba dispuesta a buscar a su hija y así lo hizo.

Cuando Rose entró a la tienda de Adele, vio que una niña de seis años cosía junto a la madura mujer.

-¡Rosemunde!-gritó Rose emocionada con lágrimas en los ojos mirando a Sarah.

La niña levantó la vista de la costura y la miró. Pero Adele reaccionó de inmediato.

-Ve adentro, ahora-le dijo Adele con tono autoritario a la pequeña.

La niña obedeció de inmediato.

-¡Rosemunde!-gritó Rose pero la niña no miró hacia atrás.

-¡Cállate!-le gritó Adele a Rose.

-Vine a buscar a mi hija. Se la confié por unos días y luego usted desapareció-dijo Rose entre lágrimas.

-La abandonaste por ir detrás del marinero ¿Seis años después te acuerdas de tu hija?-dijo Adele con ironía.

-La he buscado por años. Es mi hija y tengo el derecho de llevármela-dijo Rose

-Me parece que estás muy equivocada. Ya no tienes ningún derecho sobre la niña. Su apellido es Balzac-dijo Adele con autoridad.

Rose se quedó paralizada ante las palabras de Adele ¿Acaso había perdido todo derecho sobre su hija? No podía ser verdad.

-Me la llevaré, sea como sea es mi hija-gritó Rose.

-Estás aquí porque tu historia de amor con el marinero fracasó y ahora intentas llenar tu vacía vida con la niña. El papel de buena madre no te va bien...No puedes brindarle una buena vida ni un buen ejemplo. La niña nunca fue importante para ti, si hubiese sido así no la hubieses dejado con una extraña solo para correr detrás de un hombre-dijo Adele con aplomo.

Las palabras de Adele hirieron profundamente a Rose. Ella sabía que en el fondo tenían algo de verdad. Para esa época el amor era lo más importante para ella y aunque ahora había madurado y se había arrepentido de sus acciones parecía que ya nada podía hacer para cambiar el pasado.

-Sabes que te digo la verdad. Por eso callas. Si insistes en llevarte a la niña solo te meterás en problemas, llamaré a las autoridades y diré que estás loca. Ante la ley soy la única familia que tiene la niña.Tu no tienes ningún derecho sobre ella-dijo Adele

-Estoy arrepentida. Es mi hija. Usted no puede separar a una madre de su hija-dijo Rose

-Si tanto la querías ¿por qué la abandonaste?-le.preguntó Adele.

-No la abandoné. Yo pensaba regresar y lo hice pero usted había huido. Usted se la robó-dijo Rose consternada.

-No me robé nada, solo me hice cargo de la niña que tú abandonaste. La alimenté y la vestí. Le enseñé a leer y la eduqué como una niña decente. Quiero que te vayas ahora y que no vuelvas nunca, si no lo haces llamaré a las autoridades-dijo Adele con rostro serio

-Usted está cometiendo un gran pecado. Dios la castigará algún día-dijo Rose con resentimiento.

-No me asustan tus amenazas ¡Lárgate! Bastante te he tolerado ya-gritó Adele

Mientras todo esto ocurría Sarah estaba feliz de tener tiempo libre. Se había sentido un poco extraña cuando la señora la llamó por otro nombre pero luego lo olvidó rápidamente. El tiempo a solas que tenía era un tesoro. Se echó sobre el sofá y suspiró. Su abuela no le había ordenado hacer nada, solo le había dicho que saliera de la tienda.

Rose había salido de la tienda con el alma hecha añicos. Era cierto que no podía ofrecerle a la niña una buena vida. Después del padre de la pequeña existieron otros hombres en su vida pero ninguno le ofreció estabilidad. Rose siempre había soñado con un príncipe azul que la rescatara de la soledad y la pobreza. Ese príncipe nunca había aparecido...Nunca debió haber dejado a su bebé en manos de una extraña. Ese había sido un error que lamentaría el resto de su vida. Por un momento pensó en quedarse cerca para poder ver a la niña e intentar hablar con ella pero luego se llenó de miedo. Sabía que Adele tomaría acciones contra ella si volvía a la tienda. Era demasiado inflexible y dura de corazón. La decisión de Rose fue alejarse para siempre de la pequeña. En su corazón sabía que el arrepentimiento y la culpa la acompañarían el resto de su vida.

Sarah disfrutó sus momentos de ociosidad. Su abuela no la volvió a llamar a la tienda ni le ordenó a hacer nada. Sarah pensó que tal vez había ocurrido un milagro porque esa noche Adele Balzac cocinó la cena. Cenaron en silencio. Sarah notó que su abuela parecía preocupada pero no dijo nada.

-La mujer que te llamó por otro nombre hoy es una demente. Al parecer hace años abandonó a su hija y perdió la razón. Ahora en cada niña que ve cree ver a su hija. Debes mantenerte lejos de ella-dijo Adele con voz sombría.

-Esa señora tan bonita ¿una demente?-dijo Sarah pensando en voz alta

-Tu pensamiento es demasiado banal.Te estoy diciendo que es una demente y muy peligrosa. Le hace cosas horribles a las niñas tontas como tú-dijo Adele para despertar el temor en Sarah.

Esa noche Sarah tuvo pesadillas con la bonita señora. En sueños la señora la abrazaba y le decía que era su hija pero Sarah tenía miedo mucho miedo. Adele Balzac no pudo dormir, el pasado volvía para desestabilizar su presente pero ella no lo permitiría. Con uñas y dientes impederiría que Rose se llevara a Sarah. No le importaba hacer un escándalo y acusarla de loca y de ladrona. Nadie destruiría lo que con tanto esfuerzo había construido año tras año.