La Mañana Gris.

El primer resplandor de la mañana comenzó a filtrarse a través de las cortinas, trayendo consigo una luz grisácea y desoladora que parecía no ofrecer mucho alivio. Rig despertó de un sueño inquieto, su mente aún envuelta en una maraña de oscuridad y desesperación. El contraste entre la oscuridad de la noche y la luz tenue del amanecer no parecía ofrecer ninguna solución a sus problemas; en lugar de ello, la mañana solo añadía una capa más de melancolía a su ya pesimista estado.

Se levantó de la cama con movimientos pesados, sintiendo el peso de la noche aún en sus hombros. Cada músculo de su cuerpo parecía adolorido por la tensión acumulada, y la sensación de cansancio era profunda. Rig se dirigió a la ventana, esperando que la luz del día pudiera ofrecerle algo de consuelo. Sin embargo, el cielo gris y nublado no ofrecía ningún respiro; en lugar de eso, parecía reflejar el estado sombrío de su mente.

El silencio en la casa era profundo, casi tan opresivo como la noche. Sus padres aún dormían, ajenos a la batalla interna que Rig estaba enfrentando. Se preguntó si podrían notar su angustia si despertaban, pero la idea de compartir sus miedos con ellos le resultaba abrumadora. No sabía cómo explicarles el terror que sentía, y la idea de ser incomprendido solo intensificaba su sensación de aislamiento.

Rig decidió hacer un esfuerzo por mantener una apariencia normal, aunque la sensación de vacío persistía. Se preparó un desayuno ligero, tratando de distraerse con las actividades rutinarias. Sin embargo, incluso la preparación de alimentos se sentía como una tarea monumental. Cada movimiento, cada sonido, parecía ser amplificado por su estado mental perturbado. La mañana, en lugar de traer consigo una sensación de alivio, parecía ser una extensión de la opresión que había enfrentado durante la noche.

Mientras comía en la cocina, Rig miró por la ventana, observando el mundo exterior con una mezcla de desdén y desesperanza. Las calles estaban vacías y desoladas, y la luz gris del amanecer no hacía más que acentuar la sensación de soledad. El mundo parecía continuar sin preocuparse por la angustia interna de Rig, y esta desconexión solo aumentaba su sensación de desesperanza.

Rig intentó concentrarse en su desayuno, pero el sabor del café y el pan se mezclaban con una sensación de vacío. Cada bocado parecía carecer de sabor, y la monotonía de la rutina matutina solo servía para subrayar su estado emocional. Se esforzó por no dejar que su mente se desviara hacia pensamientos oscuros, pero la sensación de estar atrapado en un ciclo interminable de tristeza y miedo era abrumadora.

A medida que el reloj avanzaba, Rig se preparó para el día con una pesadez en el corazón. Cada tarea, desde vestirse hasta preparar su mochila, se sentía como un desafío monumental. La idea de enfrentarse al día y a sus compañeros de clase parecía casi insoportable, y la sensación de que su vida estaba en un estado de estancamiento y desesperanza se intensificaba.

Rig se dirigió a la puerta con el corazón apesadumbrado. El mundo exterior parecía un reflejo de su estado mental, y la sensación de desconexión y alienación seguía siendo intensa. El aire frío de la mañana le golpeó en la cara mientras salía, y la desolación del entorno solo acentuaba su angustia interna.

A medida que caminaba hacia la escuela, Rig se esforzaba por mantener una apariencia normal.

La rutina diaria, aunque monótona, ofrecía un pequeño respiro en medio de su tormento. Sin embargo, la sensación de que estaba atrapado en una pesadilla interminable persistía. Rig sabía que debía enfrentar sus miedos y encontrar una forma de lidiar con la angustia que lo atormentaba. Cada paso hacia la escuela parecía ser un paso más hacia un día lleno de incertidumbre y lucha interna.