Soledad en la Noche.

Rig se acomodó en la cama, esperando que la noche le ofreciera al menos un pequeño respiro del tormento que había experimentado en las últimas noches. Sin embargo, a medida que las sombras se alargaban y la oscuridad llenaba su habitación, la sensación de soledad y desasosiego se volvía cada vez más intensa. El silencio de la noche parecía amplificar sus miedos, y cada pequeño crujido o movimiento en la casa se sentía como un presagio de lo que estaba por venir.

La soledad de la noche era un reflejo de la soledad interna que Rig sentía. Aunque estaba rodeado por su familia y tenía amigos en la escuela, la angustia que experimentaba en sus sueños creaba una barrera entre él y el mundo que lo rodeaba. La sensación de estar atrapado en una pesadilla interminable y la incapacidad de compartir su dolor con los demás solo profundizaban su aislamiento.

Mientras intentaba relajarse, Rig se dio cuenta de que la habitación se sentía más fría de lo normal.

El aire estaba cargado de una tensión palpable, y el ambiente se tornaba cada vez más opresivo. Se arropó con más mantas, pero el frío parecía ir más allá de lo físico, afectando su mente y su espíritu. Cada movimiento en la habitación, cada sombra que se movía en la penumbra, parecía intensificar la sensación de terror que ya lo acosaba.

Intentó distraerse con pensamientos agradables, recordando momentos felices y placenteros.

Pensó en las veces que había reído con sus amigos, en las vacaciones familiares y en los días soleados en el parque. Sin embargo, esos recuerdos se sentían lejanos y distantes, como si pertenecieran a otra vida. La pesadilla que lo atormentaba había creado un velo oscuro sobre su realidad, haciendo que incluso los recuerdos más felices parecieran sombríos.

Rig se giró en la cama, tratando de encontrar una posición cómoda, pero el malestar persistía. El reloj en la mesita de noche seguía avanzando lentamente, y cada minuto que pasaba parecía una eternidad. La ansiedad se acumulaba, y Rig se preguntaba si alguna vez podría encontrar paz. La sensación de estar en una trampa, sin escape posible, se apoderaba de él, y el miedo a la próxima pesadilla lo mantenía en un estado de vigilia constante.

Las voces susurrantes, aunque menos prominentes que en la noche anterior, aún resonaban en su mente. Cada sonido en la casa parecía combinarse con los murmullos inquietantes, creando una sinfonía de inquietud que no podía ignorar. Rig trató de centrarse en la respiración, tomando inhalaciones profundas para calmarse, pero la sensación de pavor seguía presente.

Miró a su alrededor, buscando alguna señal de consuelo o seguridad en su habitación. Las paredes, que antes le habían parecido protectoras, ahora parecían opresivas. Los objetos familiares, como los posters en la pared y los juguetes en el estante, se habían transformado en sombras amenazantes bajo la tenue luz de la lámpara. La familiaridad de su entorno se había vuelto extraña y desconcertante, contribuyendo a la sensación de alienación que experimentaba.

Rig se sentó en la cama, tratando de tomar el control de sus pensamientos. Pensó en hablar con alguien sobre lo que estaba pasando, pero la idea de compartir su angustia con sus padres o amigos le parecía casi imposible. La duda de si alguien podría entender la magnitud de su miedo lo mantenía en silencio, atrapado en un ciclo de soledad y desesperación.

La noche continuaba su curso, y Rig se dio cuenta de que el deseo de escapar de la pesadilla solo intensificaba su angustia. Cada hora que pasaba sin encontrar alivio solo aumentaba el miedo a lo que estaba por venir. La soledad de la noche se volvía más abrumadora, y Rig deseaba que el amanecer llegara pronto, con la esperanza de que el nuevo día trajera consigo una sensación de normalidad y tranquilidad.