La Puerta Sellada.

La mañana llegó sin mucho alivio para Rig, que se había pasado la noche en una especie de limbo entre el sueño y la vigilia. Aunque el sol comenzaba a asomarse en el horizonte, su habitación seguía sumida en una penumbra que parecía resistir los primeros rayos del día. Rig se levantó de la cama con una sensación de agotamiento profundo, y su mente seguía girando en torno a las imágenes de la pesadilla que lo había atormentado.

Mientras se preparaba para el día, Rig notó algo extraño en la habitación: la puerta del armario, que normalmente se abría sin problemas, parecía estar parcialmente sellada. Había una especie de fricción cuando intentó abrirla, y un extraño ruido acompañó su esfuerzo. La sensación de inquietud que ya estaba presente se intensificó, y Rig no pudo evitar sentir que la puerta sellada era una señal de que algo estaba mal.

Trató de abrir la puerta con más fuerza, pero parecía como si estuviera atascada en algún tipo de trampa. La frustración se acumulaba, y Rig sintió que la puerta representaba un obstáculo que no podía superar. La sensación de claustrofobia aumentaba con cada intento fallido, y Rig se preguntaba si la puerta sellada era un símbolo de su propia incapacidad para escapar de sus pesadillas.

Decidió dejar la puerta por un momento y tratar de concentrarse en la rutina diaria. Se duchó y se vistió con la esperanza de que la actividad lo ayudaría a despejar su mente. Sin embargo, la presencia de la puerta sellada seguía pesando sobre él, y la sensación de que algo oscuro se escondía detrás de ella persistía. La inquietud lo acompañaba a lo largo del día, y la puerta sellada se convertía en un recordatorio constante de la lucha que enfrentaba.

En la escuela, Rig se esforzó por mantener la normalidad, pero la sensación de terror seguía presente. Las miradas de sus compañeros y los comentarios de los profesores parecían filtrarse a través de un velo de angustia. Las palabras se volvían incomprensibles, y la sensación de estar desconectado del mundo que lo rodeaba se intensificaba. Los intentos de participar en las clases y relacionarse con los demás se volvían cada vez más difíciles, y Rig se sentía atrapado en su propio mundo de desesperación.

Durante el almuerzo, Rig se sentó solo en una esquina del comedor, evitando el contacto visual con sus compañeros. La idea de compartir sus miedos y preocupaciones le resultaba imposible, y prefería mantenerse en silencio, aislado de la interacción social. La soledad se convertía en una compañera constante, y la ansiedad que sentía no hacía más que aumentar su aislamiento. Los momentos de calma se volvían escasos, y Rig deseaba que el día llegara a su fin para poder regresar a su habitación y enfrentar sus miedos de nuevo.

Al regresar a casa, Rig se dirigió de inmediato a su habitación. La puerta del armario seguía sellada, y la frustración y el miedo se mezclaban en su mente. La sensación de que la puerta ocultaba algo que no estaba dispuesto a enfrentar se volvía cada vez más palpable. Rig intentó ignorar la puerta y enfocarse en otras tareas, pero la sensación de inquietud persistía, como una sombra que no podía escapar.

La noche volvió a caer, y Rig se preparó para enfrentar otra noche de terror. El pensamiento de que las pesadillas podrían repetirse lo llenaba de ansiedad, y la expectativa de enfrentarse a las mismas sombras y figuras siniestras le resultaba casi insoportable. Trató de relajarse, pero la sensación de que algo oscuro lo acechaba no desaparecía. Cada sonido en la casa parecía amplificar su miedo, y Rig se preguntaba si alguna vez encontraría alivio de su tormento.

Se arropó en la cama, tratando de encontrar consuelo en la familiaridad de su entorno, pero la sensación de terror seguía presente. La esperanza de que el amanecer trajera consigo una sensación de normalidad y claridad parecía lejana, y Rig se preparó para enfrentar la oscuridad una vez más. La noche avanzaba lentamente, y Rig deseaba con todas sus fuerzas que el ciclo de pesadillas finalmente llegara a su fin.