La Risa Inquietante.

La noche se estiraba interminable para Rig, y su mente, cargada de pesadillas, parecía no encontrar paz. Había intentado de todo para relajarse y dejar atrás el terror que lo acosaba, pero cada intento parecía ser en vano. Las sombras en su habitación continuaban moviéndose de una manera que desafiaba la lógica, y la sensación de ser observado no hacía más que intensificarse.

Mientras Rig se acurrucaba en la cama, su mente estaba alerta a cada sonido. El silencio que lo rodeaba era opresivo, solo roto por el ocasional crujido de la casa o el zumbido de algún aparato eléctrico. Sin embargo, esta noche había algo diferente. Una risa inquietante, baja y distorsionada, comenzó a resonar en la habitación, como un eco macabro de su propio miedo.

La risa era tenue al principio, casi imperceptible, pero rápidamente creció en intensidad. Rig se incorporó en la cama, sus ojos buscando desesperadamente la fuente de ese sonido perturbador. La risa parecía estar en todas partes y en ninguna a la vez, moviéndose a través de las paredes y el techo, como si la habitación misma estuviera participando en una broma cruel.

Intentó levantarse de la cama, pero sus piernas se sentían pesadas y entumecidas, como si estuvieran atrapadas en una especie de peso invisible. La risa persistía, llenando el espacio con una sensación de desesperación que Rig no podía ignorar. Cada intento de moverse solo parecía aumentar el eco del sonido, y la desesperación crecía con cada segundo que pasaba.

Rig intentó llamar a sus padres, pero su voz se quedó atrapada en su garganta, incapaz de emitir un sonido claro. La risa se había convertido en una cacofonía de ecos distorsionados, que resonaban en sus oídos como si estuvieran enloqueciendo. La sensación de que algo oscuro y malévolo estaba acechando en las sombras se volvía abrumadora, y Rig se sintió completamente impotente.

A medida que la risa se intensificaba, Rig sintió una presencia en la habitación que no podía describir con palabras. Era como si una entidad invisible estuviera jugando con sus miedos, manipulando su percepción de la realidad de una manera aterradora. Las sombras en las paredes parecían cobrar vida propia, moviéndose en patrones inquietantes que desafiaban cualquier lógica.

Rig trató de cerrar los ojos y alejarse del sonido, pero la risa continuaba, resonando en su mente y en sus entrañas. Cada vez que intentaba concentrarse en algo positivo, el sonido volvía con más fuerza, arrastrándolo de nuevo a la desesperación. La noche se estiraba, y Rig sentía que estaba atrapado en un ciclo interminable de terror y angustia.

Cuando por fin el sonido comenzó a desvanecerse, Rig se sintió aliviado, aunque su alivio estaba teñido de una profunda inquietud. La risa había dejado una marca indeleble en su mente, y la sensación de estar constantemente bajo amenaza seguía presente. Trató de relajarse y encontrar algún tipo de paz, pero el eco de la risa persistía, recordándole que la oscuridad aún estaba cerca.

Rig pasó el resto de la noche en un estado de alerta constante, luchando por encontrar descanso en medio de la tormenta de sus propios miedos. El tiempo parecía arrastrarse lentamente, y el amanecer que tanto deseaba parecía estar a años luz de distancia. La risa inquietante se había convertido en un símbolo de su propia desesperación, y Rig sabía que debía enfrentarse a sus miedos de frente si alguna vez quería encontrar la paz.

Cuando por fin el sol comenzó a asomarse, Rig se sintió como si hubiera sobrevivido a una prueba. El amanecer trajo consigo una ligera sensación de alivio, aunque la inquietud de la noche anterior aún lo acompañaba. Sabía que debía enfrentar sus miedos, pero el camino hacia la tranquilidad parecía más oscuro que nunca.