LUDOVICA
Entro sigilosamente a mi casa, me quito los tacones y subo a mi habitación rogando que los escalones no hagan ruido. Cuando llego a mi cuarto, cierro la puerta y apoyo la oreja en la madera durante unos segundos, atenta por si escucho algún ruido. Bien, Carla no me ha escuchado. Me despego de la puerta, dejo los tacones en el suelo y procedo a quitarme el vestido, lo cambio por mi pijama de Minnie Mouse. Me quito el maquillaje, he hidrato mi cara con algunos productos que me ha regalado Belu. Una vez que termino, me detengo a observar mi reflejo en mi viejo espejo, no puedo dejar de sonreír, aún tengo las mejillas sonrojadas y los labios me cosquillean recordando los besos de Martín. Toco mis labios recordado mi primer beso. Mi primer beso... y fue con el chico más hermoso del colegio y del que llevo enamorada cinco años. Fue hermoso.
Me alegra tanto haber esperado… Una vez estuve a punto de darle mi primer beso a Brian. Teníamos 11 años, éramos amigos y vecinos, ambos teníamos curiosidad, pero Brian se echó atrás al último segundo, dijo que quería esperar a besar a alguien que le gustara. Y supongo que ahora le encuentro sentido, darle tu primer beso a alguien que te gusta es mágico. Es como sentir un sinfín de fuegos artificiales explotar por todo tu cuerpo.
Abandono mi reflejo y me meto en la cama, solo tengo un par de horas para dormir y tener que levantarme para ir a la escuela, aunque no creo que lo logre, mi mente no para de pensar en Martín… He elegido creerle y darle una oportunidad. No sé muy bien que pueda pasar ahora, no tengo experiencia saliendo con chicos pero aunque todo esto me da miedo, también se siente bien entregarse al posible amor. Desde la muerte de mis padres, nunca más me sentí feliz, ni segura y protegida, no hasta hoy, cuando Martín me abrazo fuerte y me protegió de ese tipo que intento besarme.
Suspiro soñadoramente y cuando mi móvil emite el sonido de un mensaje, lo reviso rápidamente. Mi sonrisa se hace más grande al leer el mensaje de Martín deseándome buenas noches, le respondo y dejo mi celular sobre mi mesita de luz. No sé qué pueda pasar mañana, cuando nos volvamos a ver, pero ahora mismo solo deseo recordar cada segundo a su lado, cada beso suave de sus labios, cada caricia que le dio a mi piel y cada abrazo que envolvió mi cuerpo. Con esas imágenes reproduciéndose en mi mente me dejo llevar por el sueño.
***
Unas cuatro horas después me despierto odiando los lunes pero rebosante de buen humor, por primera vez en mucho tiempo. Me ducho en 5 minutos, ya que no tengo permitido más tiempo, cortesía de mi tía Leticia. Vuelvo a mi habitación donde me visto con el uniforme gris de la escuela, me seco el cabello con un viejo secador de pelo que en algún momento desecho Carla e invierto bastante tiempo en maquillarme y arreglar mi cabello. Quiero verme bonita.
De repente me siento nerviosa por la expectativa de verlo hoy, pero también no puedo evitar sentirme ansiosa al mismo tiempo. Termino de arreglarme y guardo mi maquillaje, en eso suena mi celular con la entrada de un mensaje, casi que corro hasta mi mesita de luz para tomarlo. Es un mensaje de Martín y sonrió como boba leyendo su texto.
Chat - MARTÍN
Martín: Buenos días, hermosa!
El pulso se me acelera al igual que mi corazón. Me sudan las manos cuando le respondo.
Ludovica: Buenos días
Ludovica: Dormiste bien?
Martín: Muy bien, porque he soñado contigo
No sé qué responder, no tengo experiencia en esto. Siento mis mejillas enrojecer porque yo también he soñado con él, pero no me animo a decirle eso. Por suerte Martín no espera mi respuesta y me envía otro mensaje.
Martín: Ya quiero verte, nos vemos en un rato en el cole. Besos
Ludovica: Si, nos vemos en el cole. Besos
Bajo a desayunar con una sonrisa y tarareando una canción de amor de mi banda favorita “B.Four”, Carla sigue en su habitación lo comprobé cuando salí del baño y Leticia vuelve al medio día, lo que significa que voy a tener una mañana en paz. En la cocina me preparo el desayuno y aprovecho a desayunar tranquila, por lo general si mi tía esta, el desayuno me cae mal… a veces ni desayuno, solo para no tener que estar más tiempo del necesario en su presencia.
Dejo todo limpio y ordenado, para después colocarme la chaqueta gris del uniforme y guardar el celular en el bolsillo, estoy por tomar mi mochila para irme cuando el sonido de alguien abriendo la puerta me paraliza. No, no puede ser ella. Se supone que llega más tarde. La puerta se cierra de golpe, sus tacones repiquetean sobre el suelo y contengo la respiración fijando mis ojos en la entrada de la cocina y espero. El miedo recorre mi cuerpo al ver esos fríos ojos marrones posarse sobre mí y mirarme con desprecio. Trago fuerte, temblando como una hoja.
- ¿Dónde está mi desayuno? - Su dura y fría voz me da escalofríos y por alguna tonta razón mi cuerpo no reacciona. Leticia se acerca a mí lentamente y se eleva sobre mí intimidándome. - ¿Estás sorda, estorbo? - Su cercanía, su fuerte perfume y su voz por fin me sacan de la parálisis y reacciono.
- N-no… yo… Ahora mismo lo preparo tía. - Mi voz sale temblorosa y débil demostrándole el miedo que le tengo. Leticia me sonríe de lado disfrutando del terror que fluye por mi cuerpo.
Inmediatamente, me giro sobre mis talones y me comienzo a preparar su desayuno. Sin mirarla puedo escuchar como sus tacones se mueven por la cocina y toma asiento sobre el taburete que siempre ocupa. En tiempo récord coloco todo sobre la isla frente a ella, que ya no lleva su abrigo y ahora luce un vestido negro de tirante y ceñido al cuerpo, hoy lleva su cabello rojo totalmente liso y su rostro está perfectamente maquillado. Consulto la hora en el reloj de la cocina, ya que Leticia no puede ver el celular nuevo, ahora mismo no tengo tiempo para que se
enfade conmigo o me haga un interrogatorio sobre como conseguí un móvil nuevo. Voy a llegar tarde al colegio.
Mi tía comienza a devorar su desayuno, lo que significa que puedo irme. Tomo mi mochila, me la cuelgo al hombro y doy pasos para irme cuando ella me detiene tomándome fuertemente del brazo y clavando sus largas y afiladas uñas en el proceso. Le encanta clavarme sus uñas.
- Cuando salgas de esa maldita escuela de ricos, tienes 15 minutos para volver aquí, he tomado una decisión sobre ti. - Su autoritaria voz me hace tragar fuerte y temblar de miedo. Ella aprieta más su agarre y me jala un paso más cerca de ella para que tenga sus fríos ojos asesinándome de cerca. - Y Ludovica, sabes lo que te espera si no llegas a tiempo. - Un doloroso castigo.
- Si, tía. - Susurro con la voz cargada de miedo. Ella me sostiene la mirada por unos segundos más antes de soltarme y hacer que me tambalea hacia atrás.
No espero que me diga que puedo irme, literalmente salgo corriendo de allí mientras ella larga una siniestra carcajada. Una vez en la calle, me permito tomarme un segundo para recuperar el aire y tratar de controlar mis temblorosas piernas. Observo rápidamente la hora en mi celular y lanzando una maldición en voz baja comienzo a correr. Literalmente. Corro rápido, no puedo llegar tarde al colegio, no puedo perder mi beca. Con el aire golpeando mi cara y mis pensamientos destruyéndome, dejo que varias lágrimas caigan por mis mejillas. Odio mi vida. Odio a Leticia. Odio no tener los medios para alejarme de ella. Y odio sentir odio.
Para cuando llegó al “Bristol School”, no hace falta ser un genio para saber que llegue tarde. La entrada del colegio está vacía de alumnos y la puerta principal está a punto de cerrarse, por lo que me apresuro a llegar hasta allí. Me dejan pasar, me acomodo el uniforme y el cabello. Siento la cara roja por el ejercicio y la respiración agitada. Me tomo un momento para recuperar el aliento, pero me sobresalto al oír la voz de Ceci, nuestra preceptora.
- Garibaldi, llegas tarde. - Me regaña. Me giro para enfrentarla y una pequeña y rebelde lágrima rueda por mi mejilla izquierda, la limpio rápidamente.
- Lo sé, lo siento… yo… - El nudo en mi garganta se hace más grande impidiéndome hablar. Tengo tanto miedo de que me echen del colegio por llegar tarde, soy becada y no tiene las mismas contemplaciones que con el resto de mis compañeros que pagan por estar aquí.
- ¿Ludovica, estás bien? - Me pregunta con preocupación.
- Sí, es solo que… ¿Me van a echar por llegar tarde? - La desesperación fluye por mi voz.
- No Ludovica, tranquila. Ve al baño a recomponerte, te espero aquí. - Me pide y
asiento caminando hacia los baños más cercanos.
Me echo un poco de agua en la cara para refrescarme e intento no estropear más el maquillaje que tanto tiempo me llevo hacer. Mis mejillas ya no lucen tan rojas y mi respiración se ha normalizado. Peino mi cabello con mis dedos, me acomodo la camisa, tomo aire profundamente para después reunirme de nuevo con Ceci.
- ¿Lista? - Me pregunta y asiento. - Bien, te voy a acompañar al aula y justificar tu llegada tarde. - Asiento incapaz de hablar.
Ceci toca la puerta y cuando la profesora la deja entrar al aula, ambas lo hacemos y me maldigo por llegar tarde precisamente hoy, que la primera clase es con la profesora Rodríguez. Sus profundos ojos negros me estudian y por un segundo pienso que me va a echar de su clase, pero termina dejándome entrar cuando la receptora le dice que llegue tarde porque me sentía mal y estaba en la enfermería. Antes de ir a mi asiento le doy las gracias a Ceci en voz baja. Siento la mirada de todos mis compañeros sobre mí hasta que tomo asiento al lado de Belu.
Cruzo miradas con mi mejor amiga, ella está preocupada, nunca llego tarde y silenciosamente le aseguro que estoy bien, no se queda muy convencida pero sabe que no podemos hablar durante esta clase. Intento concentrarme en la clase, pero no dejo de pensar en lo que me ha dicho Leticia, ¿qué decisión puede haber tomado sobre mí? Por primera vez, no logro tomar notas, pero Belu, por un mensaje privado, me asegura que me dará las suyas y se lo agradezco. Otro mensaje me llega y es de Martín.
Martín: Te sentís mal, hermosa?
Ludovica: No, estoy bien. Ceci solo dijo eso porque llegue tarde y para que la profesora me permita estar en clases
Martín: Bueno, me quedo tranquilo al saber que estás bien
La clase por fin termina y Belu me arrastra a un lugar lejos de todos los alumnos que salen a disfrutar del receso. Me lleva a una vieja aula desocupada en el área oeste del edificio. Era la aula de química, pero un experimento salió mal y se incendió, o eso dicen, también dicen que alguien atento contra el lugar, pero quién sabe. Allí Belu me pregunta porque llegue tarde y su mirada no deja espacio para una mentira.
- Mi tía me entretuvo con algo\, no es nada. - Ella está por decir algo pero me adelanto cambiando de tema. - Ayer hable con Martín… y le dije mi decisión. - Belu sonríe y junta sus manos contra su corazón. - Y nos besamos.
- ¡Ay mi Dios! ¿Qué tal el beso? - Me pregunta con picardía y niego con la cabeza.
- Fue hermoso. - Mi voz de soñadora la hace sonreír.
- Estoy tan feliz por vos amiga\, que te animes a vivir lo que sientes por Molina… Aunque ya sabes\, si te hace daño lo hago sufrir. - Me rio de su incansable amenaza a Martín\, aunque agradezco que quiera protegerme.
Lamentablemente nuestro tiempo se termine y debemos volver al aula. Sin embargo, vuelvo sintiéndome más tranquila, siempre me hace bien hablar con Belu. Las clases pasan y me concentro en eso. Para el segundo receso la preceptora me llama y me pide que la acompañe a su oficina, los nervios vuelven a aflorar en mi cuerpo. Y solo me vuelvo a relajar cuando me pide que firme el justificativo de mi llegada tarde, mismo donde dice que estaba en la enfermería.
- Muchas gracias por ayudarme Ceci. La escuela es importante para mí.
- Lo sé, Ludovica. Eres de las mejores alumnas y sé que nunca llegas tarde, por lo que si hay algo que está pasando en casa o si necesitas hablar con alguien, los consejeros están disponibles para que acudas a ellos. - Asiento pero aunque
quisiera no podría hablar con nadie de lo que vivo con Leticia, no si quiero evitar que mi tía me castigue por ello.
Los consejeros son psicólogos que nos ayudan si tenemos algún problema y no podemos hablarlo con nadie. No he escuchado que muchos acudan a ellos, bueno no los más grandes, a lo mejor los de primaria sí lo hacen.
- Lo sé\, gracias.
Salgo de su oficina sintiéndome más tranquila al saber que aún tengo una oportunidad para seguir aquí. Asistir al “Bristol School” me da más chances de entrar a una buena universidad fuera del país, bien lejos de mi triste vida.
- Ludo. - La voz masculina de Martín me hace salir de mis pensamientos y levantar la vista para encontrarlo a un par de pasos de mí. A pesar de haber dormido poco se ve tan atractivo como siempre.
- Hola. - Lo saludo tímidamente mientras acorto la distancia entre nosotros.
- ¿Estás bien? - Me pregunto visiblemente preocupado.
- Sí. Solo tenía que justificar mi llegada tarde. - Le explico y su rostro se relaja.
- Me preocupe cuando no te vi al llegar. Solo pensar en no verte me rompe el corazón. - Una leve sonrisa se asoma por mis labios y siento mis mejillas sonrojarse.
Martín da un paso más cerca de mí, lleva su mano a mi mejilla y la acaricia con suavidad, después me coloca un mechón de cabello detrás de la oreja y finalmente posar sus labios sobre los míos por un breve segundo que me hace estremecer. Cuando se separa de mi miro para todos lados en buscar de las personas que nos hayan visto, pero no hay nadie y me relajo. Mientras él se sonríe y me guiña el ojo. El timbre rompe nuestro momento, es hora de volver al aula otra vez.
- Vamos, linda. - Me invita a caminar a su lado y agacho la cabeza para esconder una sonrisa de felicidad.
El pequeño beso de Martín ha alegrado mi día, el mismo que empezó bien pero que mi tía se encargó de arruinar. A medida que se acerca la hora de salida, el nerviosismo y el miedo vuelven a mi cuerpo al pensar en tener que ir a casa en un tiempo record. Leticia sabe que me lleva unos 20 - 30 minutos llegar a casa, que quiera que lo haga en 15 es de pura crueldad.
El día escolar llega a su fin, guardo rápidamente todo en mi mochila y con Belu nos dirigimos fuera del colegio. Me despido rápido de ella que se va con su chófer. Estoy por empezar a caminar pero una mano grande me toma con delicadeza del brazo impidiéndome avanzar. Siseo de dolor porque es el mismo brazo que Leticia lastimo hoy, pero me trago el malestar cuando veo que es Martín quien me sujeta.
- Hermosa… ¿No te vas a despedir de mí? - Me pregunta Martín dándome una sonrisa sexy que me hace temblar las piernas. Baja su mano de mi brazo hasta rozar mis dedos y finalmente enganchar su dedo índice con el mío.
-Lo siento, pero de verdad debo irme a mi casa… Amm, mi tía me necesita. - Su sonrisa decae y sus facciones se tiñen de preocupación.
-¿Está todo bien con tu tía?
- Si, solo debo acompañarla a un lugar. - Los ojos de Martín se vuelven cálidos y su cuerpo se relaja.
- Bueno… ¿Hablamos después por WhatsApp? - Me pregunta acariciando mi mejilla con su otra mano.
- Sí. - Susurro y él me sonríe haciendo que mis labios imiten su gesto.
Martín se inclina un poco y en un rápido movimiento me da un tierno y casto beso en mis labios, un poco más largo que él que me dio antes. Cuando nos separamos, me hace saber lo linda que me veo sonrojada e instintivamente llevo mis manos a mis mejillas que arden. Sonrió al igual que él y me sorprender ver que sus ojos verdes brillan y que me contemplan con una mirada diferente, no me había dado cuenta antes, pero ahora sus ojos me ven con calidez, como si fuera la chica más guapa para él. Me gusta.
A duras penas me alejo de él, lo saludo con la mano antes de comenzar a caminar a mi casa. Una vez que me he alejado lo suficiente del colegio comienzo a correr como si mi vida dependiera de ella… bueno un poco depende, no quisiera ser golpeada por Leticia.
No sé como pero llego a tiempo, al entrar a la casa noto que Leticia está sentada en el sofá esperándome. Trato de recuperar el aliento y me limpio la frente con la manga de mi chaqueta que termino por quitarme porque me muero de calor. Siento mis mejillas y mis pulmones arder, mi cuerpo esta sudado y caluroso pero se enfría cuando mi tía se pone de pie y clava sus malvados ojos en mí.
- No creí que lograras llegar a tiempo. Una decepción. - Comenta encogiéndose de hombros y tiemblo al darme cuenta que le hubiera gustado darme una paliza. Sus ojos me observan con desprecio. - ¿Sabes? Llevo haciéndome cargado de ti por cinco malditos años. Los peores de mi vida. Te he dado un techo… comida, y ¿qué has hecho tú durante este tiempo? Nada. Solo asistir a una escuela para ricos, tener trabajos mediocres, ser mi sirvienta, cosa que haces pésimo… ¿pero sabes lo que nunca hiciste? Nunca has aportado dinero a la familia.
- El dinero de los bienes de mis padres… - Me quedo sin palabras cuando su mano impacta\, dolorosamente\, en mi mejilla.
-¡NO ME INTERRUMPAS! - Me grita furiosa y me encojo mientras llevo una de mis manos a mi mejilla. Mis ojos se humedecen pero evito soltar mis lágrimas, al mismo tiempo que me muero de miedo por dentro. - Ya es hora de que seas una adulta y me devuelvas todo lo que te he dado. El viernes voy a presentarte un cliente. ¡Felicidades vas a trabajar conmigo! - ¿Qué? No, no.
- No, por favor… - Le suplico desesperadamente.
- No es algo que puedas evitar\, vas a hacer lo que yo te diga si no quieres perder todo. Sin casa y viviendo en la calle dudo que puedas seguir asistiendo a la escuela.
- Por favor\, no me obligues a ser una… - La mirada que me lanza me impide decir la palabra que tengo en la punta de la lengua. - Puedo conseguir un trabajo y así darte todo el dinero. - Le suplico aun sabiendo que puede ser en vano\, pero estoy desesperada.
- Me divierte mucho verte suplicar. La desesperación en tu rostro es… fascinante. - Una sonrisa malvada se dibuja en sus labios pintados de color rojo. - ¿Ya sé que vamos a hacer? - Comenta con ilusión mientras aplaude una vez con sus manos. - Vamos a hacer de esto un juego. Te doy hasta el viernes para conseguir un trabajo de verdad\, nada de cuidar niños o dar clases particulares. Si para entonces no tienes un trabajo\, vas a seguir mis órdenes y vas a complacer\, en todo\, al hombre que me pague por ello. - La seriedad con la que habla no me da chances a decir nada y solo asiento con mi cabeza\, resignada. - Ahora desaparece de mi vista\, verte por tanto tiempo me da nauseas.
Leticia vuelve al sillón mientras yo me apresuro a subir a mi habitación. Cierro la puerta, me apoyo en ella y me dejo caer al suelo donde me derrumbo. Lloro de rabia, de impotencia, de miedo… de solo pensar en “trabajar” con Leticia mi estómago se revuelve. Cuando descubrí de que trabajaba mi tía, temí que algún día me obligara a dedicarme a lo mismo que ella, más cuando a los 15 años me hizo entender que me había desarrollado bien y que podía complacer a un hombre.
- ¿Por qué me dejaron con ella? - Sollozo mirando el techo y sintiendo mi alma rota.
En estos cinco años siempre he extrañado a mis padres. Cuando me siento sola, los extraño. Cuando mi tía me da una paliza, me humilla o insinúa que me vuelva una prostituta… los extraño. Extraño sus abrazos, el poder hablar con ellos, sus caricias, sus palabras de amor… me encantaría tanto poder contarle a mi madre de Martín y recibir sus consejos. Me encantaría saber qué pensaría mi padre de Martín y de la posibilidad de que su niña salga con un chico. Me encantaría tanto estar con ellos ahora mismo.
Cuando ya no me quedan lágrimas para derramar me levanto del suelo sintiendo mi cuerpo entumecido. Me quito el uniforma, que tengo lavar a escondidas en algún momento de la semana, y me visto con unos leggins negros y una camiseta negra con una imagen de Lilo y Stitch. Bajo a hacer mis tareas hogareñas, limpiar la cocina, el baño que está hecho un asco y ya por la noche, hago la cena para Leticia y Carla, yo no tengo apetito por lo que vuelvo a mi cuarto para prepararme para dormir. Antes de cerrar los ojos activo mi despertador a una hora que me permita ducharme, preparar el desayuno e irme sin ver a mi tía.
***
Por la mañana me despierto sintiéndome muy cansada, no logre pegar un ojo en toda la noche. Mi mente se negaba a pensar en otra cosa que en la bomba que me tiro Leticia ayer. Con pesar me levanto de la cama y me apresuro a ducharme y vestirme con el uniforme azul del “Bristol School”, me coloco corrector en las ojeras, rímel y un brillo en los labios, me peino y bajo a preparar el desayuno para Leticia.
Una vez que salgo de la casa, puedo respirar sin sentir presión, aunque las palabras de Leticia no dejan de resonar en mi cabeza, para acallarlas decido escuchar música durante el camino a la escuela. Saco el celular de la mochila, ayer estaba tan mal que no quería hablar ni con Belu, ni con Martín, así que lo apague y recién ahora lo enciendo. Me llegan varios mensajes de los dos, pero decido no verlos, solo me coloco los auriculares para perderme en la música de "B.Four”.
Cuando llegó al Bristol, me quito los auriculares y atravieso las rejas de la entrada. Me detengo a ver como a un costado del patio delantero, están los M.E.T.A molestando a un chico colorado que va y viene entre ellos tratando de recuperar su mochila, misma que ellos se lanzan entre sí. Como si él supiera que lo estoy mirando, los ojos verdes de Martín hacen contacto con los míos. Su sonrisa decae y frunce el ceño preocupado, supongo que aun luzco miserable. Le dedico una suave sonrisa mientras le sostengo la mirada, él se relaja y me sonríe de vuelta. Su sexy sonrisa me calienta el pecho y me deja sin aliento. Por desgracia nuestro contacto visual se rompe cuando Soledad choca conmigo al pasar por mi lado.
- Muévete huérfana. - Me experta furiosa. Cierro los ojos y suspiro. Juró que un día de estos le voy a responder como se merece.
No vuelvo a mira a Martín, en cambio sigo con mi camino hasta entrar al edificio. Durante las clases intento concentrarme pero me es casi imposible, no dejo de pensar en las palabras de Leticia y en devanarme los seso buscando una salida. No puedo, ni quiero trabajar con ella.
En el primer receso hablo con Belu de la prenda que cumplió besando a Eric en la fiesta del domingo, como es el receso más corto no entro de lleno en la conversación que tuve con Leticia, solo le hago saber que mi tía hablo conmigo y que en el otro receso le cuento bien. También aprovecho de leer los mensajes que me ha enviado Martín. Sonrió porque se ha preocupado por mí y hasta me ha deseado buenas noches de una forma muy dulce. Me hubiera gustado haberle contestarle ayer.
- ¿Ludovica? - Un chico colorado que reconozco como el niño que los M.E.T.A molestaban esta mañana me observa esperando mi respuesta.
- Sí, soy yo.
- Esto es para ti. Te lo envía Martín. - El chico me entrega\, con nerviosismo\, una bolsa de mis golosinas favoritas ¿Cómo supo que estas son mis golosinas favoritas? Sonrió como boba al ver las golosinas.
- Gracias. - Le sonrió al niño que apenas me devuelve la sonrisa y se aleja de nosotras rápidamente.
- Mmm… amiga, lo traes loco. - Comenta Belu sonriendo y guiñándome un ojo. Creo saber cómo Martín supo que estas son mis golosinas favoritas.
En el segundo receso, mi mejor amiga me lleva al aula de química clausurada, nos sentamos en el piso y le relato lo que me dijo Leticia ayer, para que entienda le tuve que contar a que se dedica mi tía. Sentí vergüenza al decirle, pero necesitaba hablar con alguien de esto y que mejor que con mi mejor amiga.
- ¡¿Tu tía es una prostituta?! - Dice sorprendida y asiento.
- Es una… acompañante. - La corrijo.
- Es lo mismo Ludo… Tienes que denunciarla.
- No puedo, Belu. Ella es todo lo que tengo, si la denuncio me mandarían a un hogar de menores o con otra familia. Tendría que dejar el colegio y no puedo hacer eso ahora mismo cuando es mi último año. Sólo debo conseguir un trabajo antes del viernes y aguantar hasta cumplir los 18 para alejarme de ella. - En 7 meses.
- Ludo... creo que sería mejor si…
- Belu, por favor. Entiéndeme. - Le ruego y después de contemplarme por un segundo sus hombros caen y suspira.
- Bien. - Le agradezco que me entienda. - Mi papá es amigo de un tipo que tiene un restaurante en "El Club", podría hablar con él y ver si puede contratarte para que trabajes medio tiempo. - Sus palabras son música para mis oídos y la esperanza fluye en mi corazón.
- ¡Gracias, gracias amiga! - Me lanzo sobre ella abrazándola con gratitud. Sabía que podía contar con ella, pese a que no está de acuerdo con la situación, siempre me apoya y me ayuda. Es la mejor amiga del mundo.
Con mi humor renovado por la esperanza de no trabajar con Leticia, me enfrento a mi última clase… gimnasia. Odio esta clase, soy terriblemente mala para todo lo relacionado con el deporte. Y tengo que enfrentarme a esto dos veces por semana… es una tortura. Para cuando la clase termina, doy gracias al cielo y casi corro a los vestuarios antes de que el profesor decida que hagamos algún otro ejercicio.
Hoy, Martín y yo no logramos vernos ni despedirnos dado que él debe quedarse al entrenamiento de básquet, que sigue después de la clase de gimnasia. Sin embargo, pese a no verlo, le envió un mensaje agradeciéndole la bolsita de caramelos que me regalo.
Chat - MARTÍN
Martín: Un placer, hermosa!
Ludovica: Como supiste que eran mis golosinas favoritas?
Martín: "Porque te observo desde hace años, aunque no lo creas sé muchas cosas de ti. Y puede que Belu me lo confirmara para no meter la pata... ¡A calentar ahora!... Bueno preciosa te dejo antes de que el entrenador me mate. Te hablo cuando termine, un beso.”
Sonrió como tonta al escuchar su sexy voz, tiene una voz hermosa, tan masculina. Durante mi camino a casa, escucho dos veces más el mensaje de Martín, solo para oír su voz. Lastimosamente, mi felicidad y mi buen humor se acaban cuando cruzo la puerta de entrada de mi casa. Leticia me ha dejado un sinfín de tareas, lo ha hecho a
propósito porque hay lugares que no requieren volver a ser limpiados, pero no puedo negarme a hacer mis quehaceres.
Después de cenar y de limpiar la cocina, subo a mi habitación para hacer algo de tarea, debo ponerme al día si no quiero retrasarme, estos días he estado muy distraída. Al leer las notas de Belu de la clase de historia, recuerdo la tarea que nos asignó y que debemos entregar el viernes. Tomo mi celular para escribirle a Martín, pero ni siquiera llego a abrir su chat porque mi tía entra sin avisar a mi cuarto. Inmediatamente, sus ojos marrones se clavan en el aparto que sostengo en mis manos.
- ¿Eso es un celular nuevo? - Me quita el celular de las manos para examinarlo. - ¿Ya estás practicando para sacarle dinero a los hombres?
- No. Belu me lo presto, era de su hermano pequeño. A él le compraron uno nuevo. - Miento.
- A los ricos les gusta despilfarrar el dinero y hacer caridad… de vez en cuando. - Me arroja el celular a la cama y agradezco que haya aterrizado en el colchón sano y salvo. Leticia me extiende un vestido rojo. - Pruébatelo. - Me ordena.
-¿Para qué es este vestido, tía? - Pregunto tomando la fina tela en mis manos. No sé para qué pregunto creo saber la respuesta.
- Es lo que vas a usar el viernes.
-Tía, no… - Leticia me toma fuertemente del brazo clavando sus uñas en mi piel desnuda y siseo del dolor.
- No me hagas repetir Ludovica. Ponte. El. Maldito. Vestido. Ahora. - Me exige y aguantándome el dolor asiento para que me suelte.
Me pruebo el odioso vestido rojo brillante. Es demasiado ajustado y corto, me llega más arriba del medio muslo, apenas me tapa el trasero y tiene un escote strapless que me incomoda, me da miedo que se baje y deje al descubierto mis senos por lo que sostengo la tela contra mi pecho. Los ojos marrones de Leticia me estudian y una mueca de desagrado surca sus facciones.
- Mmm, por ahora puede funcionar. Lástima que seas tan plana. Pero tranquila, hay hombres que les gusta eso. - Mi estómago se revuelve y siento ganas de llorar. - Quítate el vestido y guárdalo para el viernes. - Me ordena.
Asiento porque la voz no me sale. Ella me da una última mirada de odio y sale de mi cuarto. Mis lágrimas no se hacen esperar y salen como una cascada de mis ojos. Mientras lloro me quito el vestido bruscamente, como si quemara mi piel y lo arrojo lejos de mí. Me vuelvo a poner mi pijama y me reviso el brazo que ya es una colección de moretones y marcas de sus uñas, me coloco una crema para golpes y me acuesto llorando en mi cama.
Por favor Dios, te ruego que me ayudes. No quiero trabajar con Leticia.
------
Bella Mark
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 32 Episodes
Comments
LUZ AMPARO SALINAS ANGULO
vieja 👵 zorra 🦊 /Puke//Puke//Puke//Puke//Puke//Puke//Puke//Puke//Puke//Puke//Puke//Puke/
2024-07-14
0
AMANECER
ay nooo🤦
2024-03-23
1
AMANECER
😔😭
2024-03-23
0