LUDOVICA
Esta mañana me desperté con el grito impaciente de mi tía Leticia que exigía mi presencia en la cocina para prepararle su desayuno. No, maldita sea ¡Me quedé dormida! Ayer me acosté tarde y estaba tan cansada que me dejé llevar por el sueño y esta mañana no he oído la alarma. Un nuevo grito de Leticia me hace dar un salto fuera de la cama. A ella no le gusta esperar, lo más probable es que esta mañana obtenga un castigo por mi “falla”. Mi cuerpo se estremece ante la idea de ser “castigada” por Leticia.
Rápidamente me cambio mi pijama de Minnie Mouse por mi uniforme azul. Sí, soy fan de Disney. Me coloco la camisa blanca abotonando todo los botones, después me coloco la falda azul e introduzco la camisa dentro. Me siento en mi pequeña cama para ponerme los zapatos.
- ¡LUDOVICA\, BAJA YA! Maldita sea con este estorbo... - Leticia vuelve a gritar y a murmurar demasiado alto para que la oiga\, lo hace a propósito\, odio que me llame estorbo.
Me coloco la corbata, previamente anudada, en el cuello, me paso un peine por mi cabello rubio y por último tomo la chaqueta azul con rojo que completa el uniforme y mi mochila para apresurarme a bajar las escaleras que me llevan a la cocina.
Allí, Leticia me espera sentada en una de las banquetas que hacen juego con la enorme isla que usamos para desayunar. Sus fríos ojos marrones se posan en mí cuando entro a la cocina y me hacen congelarme en mi sitio. Su mirada es fría, distante, molesta y cargada de desprecio. Lleva puesta una bata corta de seda negra y tacones, en su rostro todavía quedan rastros de maquillaje y su cabello teñido de rojo está despeinado pero conservado partes del peinado que ha usado anoche. Es obvio que acaba de volver de "trabajar" y no hace falta decir que está molesta porque no tiene su abundante desayuno listo como le gusta.
- ¿Por qué carajo no está mi desayuno listo? - Su voz es fría\, autoritaria y demandante. Trago saliva porque es evidente que va a castigarme y tanto mi mente como mi cuerpo comienzan a prepararse para soportar la represalia.
- Lo si-siento tía\, ahora mis-mismo lo preparo. - Odio que mi voz refleje el miedo que le tengo\, aunque a ella parece gustarle.
Bajo la cabeza y rápidamente, casi en modo automático, preparo su desayuno que consta de un café fuerte y amargo, tostadas de pan integral con palta y huevo, jugo de naranja recién exprimido y un yogurt con frutas. Mientras deposito todo sobre la isla, me atrevo a consultar la hora en mi viejo celular y reprimo un gemido de frustración. Ya voy tarde al colegio y no puedo llegar tarde.
La observo devorar su desayuno por unos cuantos segundos, antes de colocarme la chaqueta y tomar mi mochila. Estoy por pedirle permiso para irme pero ella me pide que me acerque a su lado. Con las manos temblando y la espalda sudando, doy dos, lentos, pasos hacia ella. Leticia me observa con desprecio por un segundo para después agarrarme el brazo izquierdo con fuerza mientras el taco de su zapato derecho se clava en mi zapato derecho lastimando un par de mis dedos.
Su mano aprieta más fuerte su agarre y puedo sentir, incluso a través de la chaqueta, como sus dedos y sus largas uñas se hunden en mi piel. Reprimo la queja de dolor que se forma en mi boca y me aguanto el sufrimiento, si llego a decirle lo mucho que me está lastimando probablemente se desquite golpeando alguna parte visible de mi cuerpo y no necesito eso ahora mismo. Sus fríos ojos marrones me hacen sostenerle la mirada.
- Que sea la última vez que cuando llego de trabajar no está mi desayuno listo\, porque no te van gustar las consecuencias. No te olvides del lugar que tienes en esta casa. Además de ser un estorbo\, Eres. Una. Maldita. Sirvienta. - Hace énfasis en cada palabra y por dentro solo siento rabia y dolor. No sé por qué me odia. - ¿He sido clara? - Me pregunta.
- Sí. N-no va a volver a pasar… tía. - No puedo evitar que mi voz no salga afectada por el dolor. Ella sonríe levemente\, contenta con lo que causa en mí y después me suelta bruscamente haciendo que trastabille por el impulso. Gracias a Dios logro recuperarme antes de caer al suelo.
- Ahora desaparece\, me repugna ver tu asquerosa cara. - Me ordena con firmeza y sin perder un segundo más salgo disparada de la casa.
Me duele el pie, pero me obligo a olvidarme del dolor y caminar lo más rápido que pueda para llegar a tiempo al colegio, aunque lo veo casi imposible. Mientras camino, me froto el brazo, duele. Estoy segura que ya tengo la marca de sus dedos formando un moretón adornado con pequeños cortes de sus uñas. Es una marca que ha adornado mis brazos más veces de las que me gustaría contar.
Una lágrima seguida de unas cuantas más se me escapan y ruedan por mis mejillas. Las limpio rápido con mis dedos, no tiene sentido llorar ni rebelarme contra ella. Ya lo intente una vez, cuando tenía 12 años y me golpeó por
primera vez. El castigo por eso, me dejo un moretón en el ojo izquierdo, un labio partido y la marca de un cinto en la espalda. Después de ese día, esa fue mi realidad. Ella no se detuvo. Me golpeaba una y otra y otra y otra vez, cada vez más fuerte que la anterior, hasta que dejé de cuestionar sus maltratos y los empecé a aceptar. Así era mejor.
Llegó al Bristol con el tiempo justo, apenas cruzó las rejas el timbre suena y corro, literalmente, al aula. Como soy becada no puedo llegar tarde, ni tener llamados de atención, ni amonestaciones, ni bajar mi promedio. Dejo caer mi cuerpo en mi asiento habitual, al lado de mi mejor amiga Belu. Largo el aire que estaba conteniendo y me enfrento a la mirada color miel de mi amiga, puedo sentí sus ojos perforar mi perfil.
- ¿Estás bien Ludo? - Me pregunta preocupada.
- Sí\, mi tía... - Belu no conoce toda mi realidad\, sólo sabe que mi tía no es la más amorosa del mundo\, sabe que me maltrata verbalmente pero no sabe de los golpes... no de todos al menos. Leticia se volvió bastante cuidadosa al respecto después de que uno de sus golpes me llevara al hospital.
- ¿Qué te dijo esta vez esa bruja? - Belu odia a todo aquel que me trate mal. Por eso la quiero tanto.
- Nada\, lo de siempre. Me quedé dormida y solo me regaño por no tener su desayuno listo. - Me encojo de hombros restándole importancia a lo sucedido hace menos de media hora.
- Bueno\, se lo podría hacer ella\, no eres su maldita sirvienta. - Lamentablemente si lo soy.
No llegamos a hablar mucho más porque en ese instante los M.E.T.A hacen su entrada al aula. Juro que es como si los cuatro caminaran en cámara lenta, o será que mis ojos los perciben así. Los cuatro ríen y sostienen en sus manos unos vasos de café mientras hablan divertidamente de su nuevo discípulo… más bien esclavo. Pobre chico. Sin poder evitarlo mis ojos se fijan en Martín, en su rostro esculpido por los mismos dioses. Tiene las mejillas levemente sonrojadas por las risas, sus ojos verdes brillan de diversión y su seductora boca forma una preciosa sonrisa. Debería ser ilegal tener una sonrisa tan linda. De repente sus ojos se encuentran con los míos y siento que mi rostro se torna rojo. Bajo la mirada, pero antes percibo que me guiña con ojo sin dejar de sonreír. Lo próximo que siento es su perfume llegar a mi nariz mientras pasa por mi lado dirigiéndose a su asiento. Solo tengo un segundo para recuperarme porque el profesor de filosofía entra al aula dando inicio al día.
Las clases se me pasan volando y cuando llega el primer receso, Belu y yo nos dirigimos al patio donde nos encontramos con Lucas Fernández Sáenz. Belu se aleja unos pasos para hablar por teléfono con su padre, mientras Lucas y yo conversamos.
Lucas es hijo de importantes empresarios de la industria tecnológica. Es el típico chico con pinta de ñoño pero muy simpático, además es bastante lindo, tiene el cabello rubio que lleva peinado a la moda, ojos celestes que son enmarcado por unas gafas a la moda, tiene lindas facciones, es alto, delgado y de sonrisa amable. Si bien es un gran estudiante, callado y reservado, si se tiene que enfrentar a alguien lo hace, de hecho en más de una ocasión le ha devuelto el insulto a algún M.E.T.A o a Soledad. Es valiente, eso me gusta de él.
Lucas me cae bien, es mi amigo. De hecho le he dado clases particulares a su hermanito un par de veces. Lucas siempre me ha tratado bien, nunca se ha burlado de mí, ni me ha hecho sentir inferior a él, como suelen hacer mis compañeros. Y me gusta hablar con él.
Lastimosamente nuestra conversación es interrumpida por Soledad, que ataca a Lucas por estar hablando conmigo. Es típico de ella lucirse con un show que solo le divierte a ella. Le encanta humillar a los más débiles pero
sobretodo le encanta meterse conmigo y con las personas que son mis amigas. Esta ocasión no es diferente, solo que Lucas se defiende… nos defiende a los dos. Mi corazón se calienta un poquito cuando el insinúa que soy hermosa, amable e inteligente. No me gusta Lucas de esa manera pero se siente lindo que un chico tan atractivo como él piense que yo soy hermosa.
Volviendo a Soledad, juro que a veces me dan tantas ganas de defenderme, agarrarla de los pelos y quitarle esas horribles extensiones. No me costa que use extensiones pero no me extrañaría que lo hiciera. Belu se suma a la interacción y ataca a la castaña en su punto más débil… Su apariencia.
Soledad es mala, así que no siento ninguna culpa o remordimiento al carcajearme después de que Belu la hiciera dudar de su apariencia y la abeja reina saliera corriendo despavorida al baño. Después de ese divertido momento, el timbre suena y debemos volver a nuestras aulas.
Para cuando llega el segundo receso, el más largo, Belu y yo nos sentamos en uno de los bancos de madera que hay en el enorme patio del colegio. De verdad el patio es gigante, hay árboles, césped de un verde impecable y hasta una pequeña laguna. Mientras comemos cereales, hablamos de nuestra banda favorita "B.Four". Belu me muestra, con su celular de última tecnología, el posteo de instagram que realizó unos de los miembros de la banda esta mañana.
- Theo es super lindo\, pero Iker me encanta con ese look de chico recatado. Lo amo. - Belu mira enamorada la pantalla. La verdad los cuatro miembros de la banda son muy\, muy atractivos.
- Lástima que recién el año que viene van a volver a venir aquí. Bueno eso dijo Samu en una entrevista. - Belu pasa las fotos deslizando su dedo por la pantalla.
-¿Viste la broma que Faustino le hizo a Iker y Theo? - Me muestra un corto video en instragram y ambas nos morimos de risa. - Obviamente ya les hice captura para nuestra colección de imágenes en pinterest.
-¿Me las mandas? - Le pido mientras saco mi celular.
-Sí. - Belu empieza a compartirme las fotos por WhatsApp.
Mi celular es viejo, si bien es táctil, no es tan moderno, nuevo y grande como el de mis compañeros, pero por lo menos cumple con su función y puedo comunicarme con mi amiga, mi tía o mi prima. Mientras veo las fotos que me van llegando soy impactada por una pelota de… ¿vóley? La pelota me da de lleno en parte de la cara pero sobre todo en las manos provocando que mi celular se caiga al piso.
Levantó la mirada hacia la dirección de donde vino el pelotazo y me encuentro con la mirada de Molina me observa impasible. Nuestro contacto visual es breve, no solo porque no puedo sostener la intensidad de su mirada, sino también porque me preocupa más el estado de mi celular. Lo levantó del piso y... está roto, no prende.
-No, maldita sea... - Susurro al intentar en vano prender el aparato. Mi tía me va a matar...
- ¿Ludo estás bien? - Me pregunta Belu preocupada\, ya que la pelota también me golpeo la cara.
- ¿Ludovica estás bien? - Levantó la vista al escuchar la voz preocupada de Molina. Nuestros ojos verdes se encuentran\, su rostro refleja preocupación y eso me sorprende\, como me sorprende el hecho de que me esté hablando... de nuevo. - Perdón era para Fosforito. - Señala a un chico bajito de cabello rojo que nos observa temeroso.
Wow sus ojos son tan lindos... Él es tan atractivo. Concéntrate.
- Estoy bien. - Mi voz es casi un susurro pero él logra escucharme.
Noto que su rostro y su cuerpo se relajan, supongo que estará contento de no haberme herido y no tener que enfrentar las consecuencias con la directora. Martín sonríe - no sonrías por favor - y baja la mirada a mis manos donde todavía sostengo con fuerza mi celular roto. Los demás M.E.T.A llegan hasta nosotros.
- Uhh\, no. Te rompí el celular. - Martín toma el celular de mis manos rozando mi piel en el proceso. Él inspecciona brevemente el aparato. - ¿Éste es tu celular? - Me pregunta con su voz teñida de burla. Se está burlando de mí frente a nuestros compañeros.
- Es de la prehistoria. - Comenta Alejandro estirando el cuello para ver mejor el teléfono.
- Tuve uno así cuando estaba en… primer año\, creo. - Dice Tomás de lo más normal mientras se come una bolsa de papas fritas.
Mi pulso se acelera y siento mi rosto enrojecerse de vergüenza. Puedo sentir los ojos de todos sobre mí, odio ser el centro de atención. Aunque debería estar acostumbrada a ser la burla de todos, a ser humillada por mí clase social o mi condición de becada, pero que el chico que te gusta, del que llevas enamorada en secreto por cinco largos años, se burle de ti es horrible. Y mi autoestima no está preparada para eso.
Le quito mi teléfono de sus manos y rápidamente lo guardo en el bolsillo de mi chaqueta. Siento tanta vergüenza y rabia que solo quiero aislarme y llorar.
- Eres un idiota\, Molina. ¿Te burlas de ella después de golpearla y de romperle el celular? - Interviene Belu para defenderme.
- Fue sin querer Belu. Además le hice un favor rompiéndole ese viejo celular. - Dice Martín riendo y en tono divertido. Sus amigos también se ríen sin impórtales como eso me hace sentir. Aprieto mis manos en puños. Estoy harta, cansada de ellos y sus burlas.
- Que mi celular sea viejo no te da derecho a romperlo. - Mi voz es firme y los ojos verdes de Molina vuelvan a mirarme sorprendidos. - Y estoy cansada de que siempre se están burlando de los demás\, no creo haberles hecho nada para que me molesten. Y al final de cuentas no son tan superiores al resto\, sólo son hijos de papis ricos. Ni siquiera ese dinero lo producen ustedes.
Un leve jadeo se escucha rompiendo el silencio que se creó mientras hablaba. Le sostengo la mirada a Martin, sus ojos brillan y sus labios dibujan una media sonrisa. Una media sonrisa pícara y orgullosa. Enfrentarme a ellos es un gran riesgo, y sé que después de que mi rabia baje me voy a arrepentir. Hay una razón por la que nadie, jamás, los enfrenta y es porque después te hacen la vida imposible. Me obligo a no pensar en las consecuencias de mis actos, cuadro mis hombros y con toda la dignidad posible giro sobre mis talones y me voy caminado segura aunque por dentro esté temblando. Belu me sigue y me abraza pasando uno de sus brazos por mis hombros.
- ¡Estoy tan orgullosa de ti\, amiga! - Su voz rebosa de orgullo y sonrió.
Sin embargo, la actitud de Martín me decepciona, me rompe un poco el corazón. Si bien ya sabía qué clase de chico era, dentro de mí aun albergaba la esperanza de que fuera distinto. No lo sé, en estos cinco años creí ver algo bueno en él, pero me equivoque. No es más que el chico popular que se burla de todos. Incluso el hecho de que me haya defendido de Soledad la otra vez, se ve opacado por su verdadera forma de ser.
El resto del día, lo ignoré. No es no es que me costará demasiado, lo he hecho por cinco años. Y no voy a mentir, estuve muy alerta esperando alguna represalia por parte de los M.E.T.A, y para mi sorpresa ellos no me hicieron nada... aún.
A la salida del colegio, Belu me ofrece ayuda diciéndome que su hermano siempre cambia de celular y que puede darme el que él deje. Su hermano cambia el celular cada seis meses. Aprecio su ayuda, ella sabe perfectamente que Leticia no va comprarme otro celular y aunque he estado ahorrando para irme lejos al cumplir los 18 años, no pienso destinar ese dinero en un celular nuevo… tal vez pueda usar un poco para arreglar este.
- Déjame ayudarte Ludo. - Me pide cuando me niego al principio.
- Primero déjame ver si lo puedo… arreglar. Y si no puedo acepto tu ayuda. - No me gusta dar lastima. Menos quiero que mi mejor amiga sienta pena por mí.
- Eres terca... pero está bien. - Suspira porque me conoce y sabe que es inútil intentar hacerme cambiar de opinión.
Nos despedimos diciéndonos que nos queremos y Belu me hace saber lo mucho que va extrañar hablar conmigo después. Nos abrazamos y sigo con la mirada a Belu hasta que sube a su auto donde el chófer la espera, después comienzo a caminar a mi casa. Antes de alejarme del colegio mis ojos se desvían al estacionamiento donde están los M.E.T.A, y por un breve instante me encuentro con la mirada de Martín que me observa con el ceño fruncido. Desvío la mirada y sigo mi camino, pensando que seguramente mi tía me ha dejado cientos de cosas por hacer. Y que voy a recibir una gran represalia por romper el celular. Tiemblo de sólo pensar en los golpes que puede darme.
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Bella Mark
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Comments
Jessica Flores
soledad molesta a los más "debiles",pero ella es la que es débil
2024-04-26
1
MALÚ 2834
Miarma,,tú no puedes seguir con esa vida de temor,,,revélate o lárgate de la casa,,ya que tú zorratia dice que no quiere ver tu cara,,tú te largas y que ella contrate una criada,,o que lo haga su hija,,,,TÚ PRIMITA
2024-02-29
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MALÚ 2834
Mejor hubiera sido que la hubieses denunciado por maltrato psicológico y físico a una menor,,y teniendo a tu buena amiga,habla con ella y te vas a vivir allí hasta que cumplas los 18 años
2024-02-29
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