Capitulo 15

Así las cosas, ya todo estaba dicho. Akela había hablado con Mery para que cuide de los niños, y ella gustosa acepto. Mery ya había pasado por el proceso de ser marcada por su mate y sabía que era una experiencia única que solo los uniría más y haría más fuerte a la manada. Jay le dijo a Akela que tomaría un baño y la ayudaría a preparar a los niños, pero se quedó de cara cuando Akela le dijo que ya tenía todo resuelto. De alguna forma la pelirroja sabía que su macho no daría una respuesta negativa. Ella había armado un bolsito para cada uno y Melissa y Victoria eran las encargadas de llevar a los niños con Mery y Ezra. Ahora Jay se sentía un poco intimidado, puesto que Akela estaba completamente decidida por lo que vendría. Quería estar a la altura de las expectativas de su mujer. También le hubiese gustado tener algo de privacidad, sería más que evidente que era lo que pasaría esa noche en la casa de los Jarvis-Zaer, pero las cartas ya estaban echadas y él estaba gustoso. Sin perder más tiempo, cada uno se preparó por su lado. Mientras Jay tomaba una ducha y se perfumaba para ella, Akela sacaba una lencería de lo más sexy que había confeccionado ella misma en sus clases de costura con Victoria.

Consistía en tres piezas, unas bragas pequeñas, un fino sostén con un lindo encaje que le había costado más de una pinchadura con la aguja, ya que lo había cosido a mano, un ligero que resaltaba sus esbeltas piernas y unas medias de seda, regalo de Myrcella para la ocasión. Akela se miró con vergüenza y dudas en el espejo. Jamás había vestido algo así, su experiencia era poca, su primera vez con Jay, evento que recordaba como algo mágico y romántico y su celo, con Jay, evento que apenas recordaba de lo cachonda que estaba.

- Tú puedes.- Se susurró a sí misma intentando darse ánimos.

- Claro que puedes! Le pienso dar una revolcada que no va a saber quién lo agarro.- Hati redoblaba la apuesta, completamente tomada por las hormonas y la situación, ella más que nadie había extrañado el tacto de su macho sobre su piel.

- Hati por favor, quiero que esto sea romántico, no quiero algo salvaje, quiero recordarlo con amor. Hoy nos van a reclamar, no quieres que sea así? Cómo la demostración de amor más grande que podamos experimentar?.

- Lo quiero, pero también quiero que me zarandee contra todos los muebles como a cajón que no cierra, como a bombo en fiesta, como a bicicleta en cuesta, como a..- Hati perdida en su imaginación se lo que esperaba, no pudo seguir ante la interrupción de Akela.

- Ya entendí! Solo... Dame espacio, me pones más nerviosa!.

- Akela no te hagas, no soy yo la que se puso un portaligas. Tú también quieres que te den como a pandereta en la iglesia.

- Vete ya Hati!.- Akela observo como su loba se retorcía de la risa, mientras ella sentía que la cara le ardía de la vergüenza que había cargado con los dichos de su loba degenerada. Lo peor de todo es que Hati tenía razón, Akela quería que Jay le haga de todo, que aquella noche le diera una gran y basta introducción sobre todo lo que podía hacer una pareja en la cama. Le daba miedo y algo de vergüenza no llegar a estar a la altura de la ocasión, pero daría todo de sí.

Cerró los ojos y suspiró. Una vez que sintió que su pulso se tranquilizó un poco, se puso una bata negra de seda y se quedó allí esperando por su hombre, el cual parecía tardar una eternidad en tomar aquella ducha. Akela camino nerviosa por el cuarto, para ser un hombre, estaba tardando demasiado, sobre todo dada la situación. Habían invertido sus papeles, se supone que él debería estar esperándola a ella y Akela ya estaba allí toda montada para la acción.

- Tan ansiosa estoy?.- Ella se susurraba preguntándose así misma, pero Hati no podía evitar meterse solo para molestar a la joven y llenarla de valor.

- Quieres qué te responda?.

- Hati! Te dije que me des espacio.

- Cuánto espacio puedo darte si somos una las dos?.

- Bueno... guarda tus comentarios mal intencionados! Se supone que eres mí amiga y compañera fiel. Y solo estás aquí queriendo avergonzarme.

- No es eso lo que quiero Akela. Por qué te cuesta aceptar nuestra sexualidad? Los lobos somos seres muy sexuales, es normal lo que sientes. Y no me mientas! Una vez que nuestro macho nos marqué, eso que sientes ahora, se triplicara y quizás más.- Hati dijo aquello y Akela se quedó perpleja, ya sentía muchas cosas intensas, como podría soportar su cuerpo sentir más de todo eso?.

Akela estaba absorta en sus pensamientos cuando sintió la puerta del baño abrirse y allí estaba él, el hombre que era dueño indiscutible de su corazón. Sintió que el aire la abandonaba al verlo allí de pie, con su torso desnudo, vistiendo solo unos pantalones de lino. Aquel cabello con pequeños rizos, que siempre le había encantado en él. Esa sonrisa que lo era todo, que había iluminado más de un momento triste y había sido el motivo de levantarse cada nuevo día, solo por tener la oportunidad de verla allí, posarse en sus labios. Sus ojos color café tan expresivo y amables, pero a la vez tan masculinos. Jay había entrenado desde muy pequeño, por lo cual era dueño de un cuerpo sin dudas atlético, pero recién ahora ella se tomaba el tiempo de admirarlo. Su torso tan duro y sus abdominales tan marcadas y aquella V que se formaba en lo bajo de su cintura, que invitaba a lo prohibido, marcando el lugar a explorar. Sus brazos, sus fuertes y duros brazos y las venas que se marcaban en ellos, que solo lo hacía ver más varonil. Akela no supo cuánto tiempo estuvo obnubilada observándolo, cuando quiso acordar Jay ya está a centímetros de ella, de su rostro. Acariciaba su mejilla con la punta de su nariz, aquel pequeño toque, la hizo derretir de formas impensadas.

- Te gustó lo que mirabas?.- Pregunto él coqueto.

- Si... Lo siento, es que... nunca me había tomado el tiempo para observarte.

- No te disculpes, soy todo tuyo, puedes mirar todo lo que quieras. Ahora es mí turno de disfrutar la vista.- Jay dijo aquello de lo más tierno y susurrando en el oído de ella, haciendo que cada bello en su piel se erizara. Acto seguido, desprendió la fina bata y la deslizó por los hombros de ella, haciendo que está simplemente cayera al piso. Se alejo apenas unos pasos y su rostro se quedó helado ante lo que veía.

Tragó grueso ante el paisaje que se presentó a sus ojos, jamás había tenido aquella imagen de Akela, pero le pareció lo más mágico que podría presenciar. Akela intento seguir en su postura de seguridad, pero en algún momento, empezó a ceder ante la aguda mirada se Jay sobre su piel. Él se dió cuenta y saco fuerzas de dónde no supo para acercarse a ella nuevamente.

- Estás... estás tan hermosa Akela. Yo .. No puedo con lo bella que estás. Me vuelve loco la imagen que me has regalado. La pienso guardar en mí retina para siempre.- Cuando oyó aquello, la pelirroja suspiró aliviada de saber que a él le había gustado, aunque no dejó de sentir vergüenza, la calmó un poco saber que su mate aprobaba el look.- La Diosa si que me bendijo con semejante mujer.. En todos los sentidos.

- Te gusta en verdad?.

- Es en serio? No me gusta, lo amo! Si por mí fuera, te quiero vestida así todas las noches a partir de ahora. Dónde lo compraste? Hay que comprar unos cuantos más.

- Lo hice yo misma.

- En serio? Entonces tendrás que coser unos cuantos conjuntos más, te ayudaré si es necesario, por qué no creo poder contenerme y quizás, aunque no quiera, lo termine rompiendo. Te enojaría?

- No, has lo que quieras con la ropa, no me importa nada de eso. Sólo.. Hazme tuya Jay, para siempre.- Jay no pudo contenerse más y se fundió en un apasionado beso con su mujer, dando rienda suelta a una noche de fuego y pasión, que recién estaba empezando.

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