Capitulo 6

Chris, el mate y esposo de Janet, llevo al grupo en su camioneta lo más lejos posible. Ellos ya no podrían andar por la ruta que llevaba al largo derrotero de pequeños pueblos, no era seguro. Alguien estaba en búsqueda de Akela y no tenían la mínima idea de quién podía ser, ni con que intenciones la buscaba. En ese momento lo más seguro y propicio fue alejarse del lugar. Nuevamente, deberían tomar el bosque como camino y escondite. A Jay no le hacía nada de gracia, se sentía frustrado con la vida que le estaba dando a la mujer que tanto amaba. Sentía que no estaba a la altura de lo que Akela necesitaba. Ellos aún no se habían marcado, pero Akela podía sentir su frustración y la angustia de su pareja en su pecho, como si fuera suya.

- Jay?.- Ella tomó su mano, una vez que Chris se alejó, luego de desearles lo mejor. Jay la miró y le sonrió, queriendo esconder todo aquello que lo estaba inundando.- Sabes que puedo sentir tus emociones, verdad?.

- Lo haces?.- Jay la miró con algo de perplejidad en sus ojos ante lo que oía, pero era entendible. Ellos eran mates, la segunda oportunidad del otro. Un vínculo de pareja los unía, aun cuando no estuvieran marcados. Era normal que entre lobos sientan lo que su pareja destinada. No le quedó más que asentir y suspirar.- Siento que.. que te estoy fallando.

- De qué hablas?.

- No sé... Me hubiese gustado que sea distinto, poder tener al menos una casa, un techo que nos abrigue y no... no estar caminando de lugar a lugar, vagando.

- Jay..

- Sé lo que me vas a decir, pero... Te amo y te mereces lo mejor.

- Y tengo lo mejor, solo con tenerte aquí a mi lado. Eres mi techo Jay, eres el hogar que me cobija, a mí... Y a este cachorro inquieto que cocino en mi vientre.- Akela risueña acarició su vientre, sacando una sonrisa sincera al Beta.- Qué te hace pensar que un par de paredes y un tejado me darían más de lo que únicamente el calor de tu cuerpo me hace sentir? Mi hogar eres tú. En una casa, en una manada, en el medio del bosque, o solamente siendo unos lobos solitarios. No hay más cobijo que tú.- Akela acarició la mejilla de Jay, quien tomo aquella mano y le dejo un beso.

- No puedo creer lo bien que me ha bendecido la Diosa, con semejante compañera.- Jay sonrió y abrazo a su pelirroja, dando un sentido beso. Sus labios se unieron suavemente, Jay dejó que su lengua ávida, recorriera los labios de ella, quien no dudo en abrir la boca para cederle el paso a su interior. Sus lenguas se encontraron a medio camino, anhelando el contacto con la otra, de forma casi desesperada.

La realidad era que Jay y Akela no habían disfrutado mucho de su intimidad como pareja dadas las circunstancias. Y las pocas veces que pudieron saciar su necesidad del otro, habían dado como resultado el vientre visible que cargaba la pelirroja de ojos verdes. Desde que pudieron escapar, y ser libres de profesarse su amor, no habían vuelto a intimar. Akela ya estaba embarazada y ellos iban escapando en compañía de sus dos amigos. No había modo de que algo ocurra entre ellos. Si bien, no había nada que impidiera que una loba en estado de gestación pueda tener intimidad con su pareja, Jay no lo creía prudente. Amaba la idea de ser padre y formar una familia con la mujer que tanto amaba, pero a la vez, ansiaba el momento en poder disfrutar de su cuerpo otra vez. Y aunque le daba mucha pena pensar de esa manera, no podía evitarlo, ella era su mate y él, un lobo locamente enamorado de su hembra. Lo que Jay no sabía, era que Akela estaba en la misma necesidad que él. Necesitaba de su mate, de su lobo y de su macho. Necesitaba sentir sus caricias, sus besos, lo necesitaba entre sus piernas. Fundirse y ser uno los dos, pero debía esperar para ello. Así que se conformaba con un beso.

Los lobos solían marcarse casi al instante una vez que encontraban a su mate. El flechazo era instantáneo y mutuo. Lo que Jay sintió por Akela, fue de esa forma, instantáneo, pero en ese momento al ser la mate de su Alpha, no quiso asociarlo a un sentimiento relacionado con el amor. Creyó que era su devoción al ser ella su Luna, también a la pena que sentía por el rechazo efusivo de su Alpha a la joven, quien le parecía tan inocente. Hasta que ya no pudo negarlo y tuvo que reconocer que él la amaba. La amó desde el momento en que la vio aquel día en la cabaña.

El beso estaba escalando a algo más pasional y fue Jay quien decidió finalizarlo. Muy a pesar de Akela. Él la abrazo.

- Habrá tiempo para esto, lo prometo. Una vez que nuestro hijo nazca, haré muy bien mis deberes como esposo.- Akela sentía un calor en todo su cuerpo y no pudo evitar sonrojarse al entender a lo que se refería. Él ahuecó el rostro de ella entre sus manos y le susurro de una forma melodiosa y a la vez sexy.- No veo la hora de que luzcas mi marca en tu cuello. De que todos sepan que eres mía. Voy a disfrutar mucho la tarea previa.- Jay dijo cada palabra sin quitar su profunda mirada, de la mirada tímida de Akela, quien sentía que las mejillas le ardían de la vergüenza que cargaba. Ella sabía muy bien cuál era el paso previo a ser marcada. La pareja debía aparearse y en su punto máximo de placer, el macho clavaría sus colmillos en el cuello de la hembra, para dejar su marca y fundir sus almas para siempre. Él solo hecho de pensar en todo ese proceso con Jay, hacía que Akela empezará a sentirse húmeda.

- Voy a disfrutar mucho ser madre, la sola idea de eso, me genera tantas cosas que jamás creí que podría sentir. Pero pienso esperar mucho para un segundo cachorro.

- Por qué?.

- No has oído lo que dijo nuestro macho?. Él está tan sediento de nosotras, como nosotras de él. Cuando lo agarre no va a saber ni que le pasó. Ni la madre lo va a reconocer. Lo voy a enloquecer tanto, que no vamos a poder caminar por una semana.

- Hati! Por qué tiene que ser todo tan... puerco contigo? No puedes pensar en la intimidad como algo romántico?.

- Romántico? Espere años a ser otorgada a una mitad humana. Y una vez que nos unimos, conocimos a nuestro mate. Un mate que nos odió y rechazo desde el primer instante. Ahora tenemos una segunda oportunidad, un hombre con todas las letras. Que nos ama y nos trata con un amor jamás creímos merecer.- Akela no pudo evitar una sonrisa al oír lo que su loba decía, Jay realmente las amaba.- Y después de haber tenido nuestro primer celo... No solo comprobamos que es un caballero, dulce y tierno, sino que es un semental en la cama.- Cuando la oyó Akela borró su sonrisa y rodó sus ojos. Ya iba a empezar de nuevo su loba cachonda. No podía entender lo calurienta que era.- Así que si me quiere dar como cajón que no cierra, por mí... Que me dé hasta que me rompa.

- Gracias por compartir tus expectativas Hati.

- No te hagas Akela, tú quieres lo mismo.- Akela se ruborizó al oír aquello, porque su loba no mentía. Akela amaba a Jay y estaba deseosa de explorar su intimidad con él. Ya no era virgen, pero aun así, sentía que no había visto ni la mitad de lo que su hombre podía hacerle sentir.

- Quizás el embarazo también me está poniendo cachonda a mí.- Se susurró para sí misma.

Se adentraron en el bosque y siguieron su camino. La manada Niebla Invernal, era la más grande del lugar, contaba con mucho territorio, aunque gran parte era bosque, y tenía una buena base de miembros. Luego había otras manadas, aunque ninguna era tan grande e importante como Niebla Invernal. A su vez, muchas otras habían sido absorbidas por el alpha Kinnaman y su manada. Cuando declaraba la guerra, lo hacía siempre por motivos específicos, nada era un mero capricho. Lo hacía pensando en el territorio, en los recursos que podría necesitar del lugar, en el poder que podría conseguir si sumaba una nueva tierra a la que ya tenía. Su pensamiento frío y calculador, lo había hecho merecedor de un gran prestigio y poder, incluso mucho más del que había sabido cosechar su padre. En la guerra, lo primero que hacía era ir por el alpha del lugar, una vez que le daba la muerte a este, podía elegir quedarse con sus miembros y que trabajen para él, haciéndolos jurar lealtad o exterminarlos a todos. Solo una vez eligió esa opción, y fue cuando destruyó Prado Verde en busca de venganza. No se quedó con la tierra, destruyó todo el lugar e hizo que lo quemen de principio a fin. Nadie regreso por esas tierras, las cuales quedaron exentas de vida, como muestra del horror que había visto. A los hombres del consejo no les quedó más que empezar a actuar y ponerse firmes. Cuando otros alphas empezaron a notar el comportamiento de Kinnaman padre y luego de su hijo, y vieron que no eran reprendidos, quisieron replicar el comportamiento. Así, se dió una serie de guerras, conflictos, rencillas y demás, entre distintas manadas. El consejo no quería que la historia vuelva a repetirse, que una serie de largos años de guerra, violencia y dolor, vuelvan a posarse sobre la tierra. La única especie que quedaba, era la de los hombres lobos, ahora sería uno contra otro, destruyendo así la especie misma. Buscando evitar esto, empezaron a realizarse investigaciones, juicios, multas y penas a quienes llevaban a cabo o participaban en esta espiral de violencia. Fue así como se prohibió terminantemente la ejecución si no había una lucha de por medio, es decir, si había una guerra y se estaba en el campo de batalla, no se podía hacer nada; pero no se podía matar a civiles que no participaban de ella. Se prohibió la esclavitud. Cada miembro de las manadas en conflicto, podían decidir luchar por su manada y su alpha, alojarse en campos de refugiados, jurar lealtad a un nuevo alpha o romper todo vínculo con su manada, quedando de esta forma como un lobo solitario, o desamparado, un pícaro. El alpha Kinnaman, disfrazaba la esclavitud con trabajo, pero no dejaba de ser un trabajo esclavo. A las manadas que fueron absorbidas bajo su mando, no les quedó más opción que trabajar para él. La vida de un lobo solitario no era fácil, menos con lo que quedaba en la sociedad después de una guerra, el hambre y la desesperación. Si ya ser un lobo desamparado era malo, lo era aún peor luego de una guerra. La gente quedaba diezmada, sufriendo sus muertos, con hambre y heridas no solo físicas, sino emocionales y mentales. Nadie estaba listo para ayudar al prójimo, porque apenas y podían ayudar a su propia familia, así que menos a un desconocido. Los lobos solitarios nunca fueron bien vistos, siempre se creían que eran malvados, lo peor de la escala social. Se los veía como problemas porque al no estar asociados a ninguna manada, no reconocían a ningún Alpha, por lo cual no tenían respeto ante la figura de autoridad. Las manadas se rigen por ellas para de esa forma, mantener una estructura organizada. Cada manada es como una pirámide y cada escalón, tiene más autoridad que el que está debajo. Sirve para organizarse y mantener estructuras, pero otra cosa era con los alphas y sus egos. De allí venían los grandes males en la tierra. Eran ellos quienes al estar en la punta de la pirámide, no reconocían la autoridad del otro, ya que todos se creían superiores, y cómo demostraban quien era el mejor? Con peleas, con guerras.

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Comments

maybelline sorah

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Hati es de las mías

2024-01-09

4

Irma Ruelas

Irma Ruelas

🫣🤔🐺😍🫄🫄😍😍

2023-12-10

2

AMAZONAS44

AMAZONAS44

que emocionante ! gracias

2023-11-12

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