Capitulo 10

Habían recorrido poco camino en cuatro días y el grupo que había empezado con cuatro personas, ya superaba los veinte. Akela era quien guiaba el camino y se desviaba si algún aroma llegaba a ella. Y así, ofrecían ayuda a lobos desamparados, pícaros, quienes no dudaban en unirse a ella al otro día.

- Debemos llegar al pueblo más cercano, ya casi no tenemos verduras y ni hablar del tema de las tiendas.- Jay era quien ponía al tanto de la situación a su pareja.

- De acuerdo, podemos llegar al próximo pueblo seguro nos están esperando. Allí intentaré contactar a Janet y Chris, ellos ayudarán.- Jay sonrió y le dio un suave beso en los labios.

- Te das cuenta de cuántas vidas has cambiado en tan poco tiempo?.

- Siento que pude haber llegado antes.- La culpa la llenaba por dentro, cada vez que miraba las caras de aquellas personas. Habían sufrido los estragos de la guerra y su producto final. Dejados a su suerte, sufriendo una necesidad aplastante, al punto de preferir la muerte a la vida misma.

- Llegaste en el momento justo. Solo míralos! No ves cómo han cambiado sus rostros? Cómo se ven más animados y alegres? Eso es por ti.- Jay podía sentir las emociones de Akela y lo último que quería era que se culpe de aquello. Primero por su estado de gestación y segundo y no menos importante, porque ella había sido una víctima más de la guerra. Cómo podía sentirse culpable?. La realidad era que toda la gente que se había unido al grupo, se podía ver con más alegría y algo se esperanza en sus rostros. Luego de Melissa y sus hijos, habían encontrado a un matrimonio mayor, que al perder a sus hijos y nietos, decidieron abandonar toda manada, perdiendo la fe en la especie. Luego dieron con Joan, una viuda con cinco hijos. Su mate y ella habían huido de la guerra, habían vagado durante años, hasta que la comida empezó a escasear y su esposo se acercó demasiado a las fronteras de una manada y no se supo más de él. Fue su hijo quien en busca de comida, dio con la cabeza de su padre en una estaca, como amedrentamiento a quien quisiera atreverse a pisar tierras prohibidas en busca de comida. El vínculo se rompió y la mujer casi muere, nuevamente una madre sacando fuerzas del dolor más extremo por el bien de sus hijos. No podían ni siquiera permitirse sufrir su pérdida. Luego estaba Henry, un niño de diez años, a quien habían encontrado de casualidad. Un niño huérfano, igual de flaco que todos los que se habían unido al grupo. Akela aún no se explicaba como había sobrevivido solo tantos años allí en el bosque como un lobo pícaro. Ya era difícil y duro para un adulto, ni pensarlo para un niño.

Henry era algo tímido y desconfiado. Caminaba cerca del grupo, pero no con el grupo. Iba unos cuantos pasos detrás o escondido entre los árboles. Akela y Jay le habían tomado cariño, no querían forzarlo, lo dejarían acercarse cuando él así lo quisiera. Le dejaban la comida alejada del grupo y el niño la buscaba y se alejaba más para comer y luego dejaba el plato vacío donde antes lo habían dejado lleno. Si dejaba una ramita, era señal de que quería repetir. De la misma forma, Jay solía prepararle una tienda improvisada alejada de ellos, pero a la vista de él, de forma de que ante el mínimo peligro, pudiera ir a socorrerlo. El niño dormía en la tienda y la desarmaba al otro día, dejando todo bien doblado y organizado. No habían podido acercarse demasiado a él, solo Jay había tenido el privilegio de estar a escasos pasos del niño, pero eso había sido lo máximo. Nadie había hablado con él, incluso ni siquiera sabían si podía hablar. No sabían su historia, a qué se debía tanto miedo, cómo había terminado allí y qué le había tocado vivir hasta el momento en que se encontraron. Aquella mañana, el grupo ya más grande, se encaminaba al pueblo más cercano, debían buscar víveres, intercambiar semillas y buscar tiendas o algunas frazadas que pudieran utilizar para tal fin.

Tal cual lo pensó Akela, en el pueblo los esperaban ansiosos. Era un lugar humilde, pero bien organizado. Contaban con animales y cultivos. Llevaban varios días esperando por su visita. Los rostros de felicidad y sorpresa al ver a la joven fueron evidentes. Felicidad porque al fin serían bendecidos con su visita y sorpresa, porque no sabían que era un grupo tan grande. Habían oído que eran solo dos parejas de mates.

- Buenos días Alpha Akela, la esperábamos hacía rato!.- Un hombre de unos sesenta años, de aspecto simpático y amable, fue quien les dio la bienvenida.

- Buenos días! Lo sentimos, tuvimos que hacer varias paradas en el camino.

- Creí que eran un grupo más reducido.

- Nos fuimos encontrando en el camino.. Hay algún problema con la cantidad que somos?.

- Para nada Alpha! Es únicamente que.. Somos un pequeño pueblo, no contamos con un hotel, pero.. Podemos ver cómo nos acomodamos todos. Vengan! Los esperábamos con un desayuno.- El hombre que luego se identificó como Omar, funcionaba como anfitrión y a la vez líder del pequeño lugar. Organizaban el trabajo y distribuían todo entre las familias que constituían el pequeño pueblo. Varios niños los miraban curiosos por el vidrio de la ventana. Estaban en la casa de Omar, la sala de estar era algo espaciosa, no tanto para albergar a toda la comitiva que venía con Akela, pero de todas formas se acomodaron como pudieron y disfrutaron el desayuno sin desperdicio.

Cada lugareño quería hospedarnos en sus hogares. Podrían distribuirse en pequeños grupos por casas, hasta el día en que decidieran marchar, pero fue Akela quien observando el lugar, vió un granero a lo lejos.

- Y allí?.

- El granero?!.- Omar le pregunto asombrado y escandalizado por la idea de que semejante visita, durmiera en aquel lugar.- No, no Alpha Akela!! No podría hacer tal cosa. Miré, les cedo mi casa a todos. Si el problema es separarse, les dejo mi casa durante su estadía.

- No es necesario Omar, el granero será más que perfecto.- Akela sonrió con alegría mientras miraba al hombre, quien se veía horrorizado, y luego observaba aquella vieja construcción a lo lejos. Se encaminaron al lugar, era lo suficientemente grande para albergar a todos. Carecía de grandes comodidades, pero al menos tenía un baño con ducha incluida. Antes de la guerra, la tierra se cosechaba en toda su extensión, por lo cual, venía mucha gente de otros lados a trabajar y solían ocupar el granero, de allí que contará con un baño bastante equipado y una pequeña cocina. Omar seguía en la duda de aceptar tal idea, le parecía un insulto que la Alpha tan esperada, vaya a visitarlos y termine durmiendo en aquel sitio deteriorado, pero Akela estaba más que feliz. Cada lugareño llevó algo de frazadas, almohadas e incluso algunas bolsas de dormir y por turnos todos fueron tomando una ansiada ducha. Cómo si fuese uno de los sueños más imposibles, disfrutaban el agua caliente en su piel y el poder lavar sus cabellos con shampoo después de tanto tiempo.

Cómo era de esperar, el baño hizo efecto en cada persona, que venía de estar muy mal comida y descansada y no tardaron demasiado en caer rendidos a los brazos de Morfeo. Incluso Akela tomó una pequeña siesta. Jay estaba junto a ella, la observaba dormir y acariciaba el vientre de su amada, su cachorro se movía como loco, siempre estaba activo a esa hora del día, y Jay disfrutaba ese pequeño contacto.

- Deja dormir a mamá.- Le susurro acercándose a la barriga de la pelirroja y dejando un beso cariñoso allí. Fue en ese momento que sintió un ruido afuera. Alguien había estado observando por la ventana y al buscar esconderse para que no lo vean, había hecho caer un rastrillo, Jay no necesito más para saber quién era. Salió con absoluta tranquilidad al exterior y allí estaba el pequeño temeroso, queriendo husmear aún por la ventana.

- Henry.- El pequeño pegó un salto al oír la voz del Beta y cayó de bruces al suelo por la sorpresa. Jay sonrió amable y se quedó dónde estaba, el pequeño congelado en la tierra sin saber qué hacer. Jay levanto sus manos, queriendo dejar en claro que no buscaba hacerle daño. El niño lo miraba con temor. Y Jay extendió su mano, para que el pequeño la tomé y pueda ponerse de pie. Tardo algunos largos segundos, pero para sorpresa de Jay, el niño lo hizo. Aunque una vez de pie, tomó distancia del Beta. Jay no pudo más que sonreír y asentir.- Voy a dejarte algo de comida en la ventana de la cocina, puedes tomarla de allí. En este momento todos duermen, si gustas... puedes tomar un baño.- Jay se giró para marcharse y se detuvo para decir lo último.- Debes estar cansado, te dejaré preparada una bolsa de dormir.. Dentro, en el granero.- El niño abrió sus ojos perplejos y dio algunos pasos hacia atrás.- No estás obligado a entrar si no quieres, pero ahora que tenemos un techo, no puedo permitir que duermas afuera. De todas formas, estarás alejado del resto. Puedes entrar por aquella ventana y salir por allí en la mañana, nadie te verá - Jay señaló una ventana en un lateral y el niño observo todo sin decir nada.

Jay entró y tal cual le había dicho al niño, le preparo algo de comer y lo dejo en la ventana, para luego tomar una pequeña siesta junto a Akela, no sin antes esperar que unas pequeñas manos llenas de tierra, tomaran de la ventana, el plato con un sándwich que él había dejado momentos antes. Sonrió y negó con la cabeza, y se quedó dormido respirando el aroma de Akela, que ahora era una mezcla más dulce producto del embarazo. Fue el primero en despertar, al hacerlo tomó asiento en el colchón que tenían sobre el piso y observo que el sol aún no se había puesto, la noche no había caído todavía, de todas formas habían dormido bastante. La gente se veía tranquila por primera vez, la protección que un techo sobre tu cabeza te hace sentir, la calidez de unas paredes resguardando del frío, la comodidad de un colchón y el abrigo de una manta, cosas tan simples y necesarias. Eso era lo que quería para Akela, su hijo, su amigo y su esposa, y para toda esta gente que se había unido a ellos. Fue cuando suspiro pensando en aquello, que se percató de que alguien tomaba un baño, podía sentir el ruido del agua de la ducha caer y el aroma familiar de Henry llego a él. El niño estaba tomando un baño. Eran pequeños pasos, pero todos hacia la dirección correcta.

Para la cena todos habían despertado y todo el pueblo los esperaba en unas mesas montadas en el medio del pueblo, en ellas había variedad de carnes, verduras asadas, puré y salsas. Era un gran festín. Los niños jugaban y compartían sus juguetes, las mujeres hablaban con Akela y sus compañeras y los hombres con el resto. La velada fue de lo más amena y con un aire familiero. La estadía se decidió para cinco días, quizás un poco más, aunque intentarían que no. Necesitaban descansar sus cuerpos y ganar fuerzas. En ese momento el grupo no tenía nada para ofrecer o intercambiar, más bien necesitaban pedir. Fue así que Akela propuso un trueque, ella les enseñaría excelentes métodos para sembrar y cosechar la tierra, Jay y Ezra enseñarían a pescar, cazar y lo más importante, entrenamiento digno de guerreros, a cambio de semillas, verduras y algo de abrigo y las bolsas de dormir. Todos contentos aceptaron la propuesta. La realidad era que ellos los lugareños, se habían quedado allí, resignados de la guerra y la vida en grandes manadas, pero no eran expertos agricultores, por lo cual la ayuda de Akela les venía como anillo al dedo.

Los días fueron pasando, el grupo se acopló al pueblo y la gente. Todos ayudaban y participaban. Ya sea trabajando la tierra o ayudando en arreglos y mantenimiento del lugar.

- Akela, creo que ya es hora de partir.- Jay estaba con Akela sembrando algunas semillas y cubriéndola del sol.

- No te gusta aquí?.

- Si, pero... No olvides que aún está el tema de la persona que te está buscando. No sabemos quién es y creo que no es prudente quedarnos tanto tiempo en un mismo lugar. No olvides que hemos caminado mucho tiempo en el bosque, a estas alturas la persona que te busca no debe estar muy lejos de aquí.- Akela suspiró y asintió levemente. Había olvidado por completo el pequeño detalle que Jay le recordaba. Estaba tan entusiasmada con todo lo que estaba ocurriendo, que aquello se borró por completo de su mente.

- Tienes razón, está bien.. Deberíamos partir.- Fue así como al decir partir, pusieron al tanto de todo a su grupo y luego del almuerzo se preparaban para despedirse y seguir.

- Alpha Akela, no nos olvidé. Nosotros jamás lo haremos, las puertas de nuestro pueblo estarán siempre abiertas para ustedes.- Omar, quien había sido una excelente persona y anfitrión todo el tiempo que se quedaron, se emocionó un poco al despedirse de la pelirroja. Los abrazos no faltaron, algunas lágrimas y risas. Ya partían cuando el sonido de un auto acercándose los sorprendió. El auto se detuvo y todos se quedaron estáticos dónde estaban, Jay no dudo en cubrir a su pareja y ponerse delante de todo el grupo. Todo era conmoción y nerviosismo, hasta que al fin la puerta del auto se abrió y un jadeó escapó de boca de Akela y Jay.

- Akela?.

- Alpha Knight?!.

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Comments

Irma Ruelas

Irma Ruelas

😍😍🙏🙏🐺🤨🤔

2024-01-29

1

AMAZONAS44

AMAZONAS44

El que dijo que su lealtad seria con ella en el momento adecuado

2023-11-12

1

Carolina Acosta

Carolina Acosta

si lo imaginé, era el Alpha Knight 😊🥰😉

2023-10-13

2

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