Akela yacía sentada en la cama, con Jay aún detrás de ella, abrazando tanto a su amada mujer, como a su precioso cachorro. Ambos miraban embelesados de amor a su bebé, no les cabía más que cariño en el pecho. Sus ojos rebalsaban de un gran querer al ver allí a su primogénito. Caius Jarvis Zaer, era un bebé regordete y largo, su cuerpo ya le vislumbraba un gran futuro como guerrero. El aura del niño invadió la habitación y la casa entera, hasta incluso la misma manada. No había dudas, era un alpha. Caius tenía unos lindos risos en sus cabellos de color azabache, y se parecía mucho a su padre, algo que solo podía llenarlo de orgullo, tanto a él como a Jax.
- Hicimos un buen trabajo.- Jax observaba en algún lugar en la mente de Jay, y al igual que su humano, estaba muerto de amor por aquel pequeño.
- Lo hicimos, aunque Akela y Hati, hicieron más.- Jay respondió mediante el enlace con su lobo y Jax no pudo más que asentir. Ambas hembras habían hecho un trabajo deslumbrante. Hati había cuidado a su cachorro desde su inicio. Había absorbido las grandes cantidades de acónito que le inyectaban diario, para que su bebé nazca sano. Akela había parido como toda una hembra aguerrida, luchando contra el dolor y los miedos de una primeriza. Dando a luz a un bebé bastante grande para su pequeño cuerpo y, sin embargo, allí estaban los dos llenos de salud. La flamante madre, algo cansada por toda la energía que le había consumido el parto y el nuevo integrante, acostumbrándose al nuevo ambiente.
- Alpha, Beta... La luna... está roja.- Las mujeres de la manada que habían ayudado y acompañado a Akela durante su trabajo de parto, aún se encontraban allí, preparando la habitación para que la nueva familia pase la noche. Fue allí, cuando una de ellas observó desde la ventana, como la luna llena que se posaba en el manto de la noche, se teñía de color, hasta abarcar un rojo intenso, que casi parecía sangre. Todas se acercaron y observaron curiosas, asombradas y hasta con algo de miedo. Fue su Alpha quien las sacó de su incertidumbre.
- Creo saber a qué se debe.- Respondió ella mientras miraba con amor a su bebé.
- A qué?.- Respondió Jay igual de interesado que todo el resto, por saber la razón a tal hecho.
- Al parecer nuestro bebé ya tiene a su lobo con él.
- Qué?!.- Jay susurro aquello anonadado por lo que acababa de oír. Un lobo podía empezar a sentir la presencia de su lado salvaje a partir de los trece años. Incluso podría mantener una conversación con él, más cercano a la fecha de su décimo octavo cumpleaños, más no antes. Al menos no era algo muy común. Ni hablar de un recién nacido que ya hubiese nacido portando su lobo. Era algo realmente jamás visto. El jadeó por la sorpresa ante lo que oyeron fue colectivo. Varias mujeres llevaron sus manos a su boca y la cubrieron por el estupor y la conmoción. Las cabezas iban y venían, mirándose entre ellas sin poder dar crédito de lo que oían.
- Quién es su lobo?.- Jay pregunto y Akela solo pudo sonreír bien grande y alegre.- Tú lo sabes?.
- Es Sköll, el hermano de Hati. A eso se debe la tonalidad de la luna, se han reunido.. después de largos siglos, al fin pudieron alcanzar la Luna para abrazarse otra vez.- Akela dijo aquello y prendió a su bebé a su pecho, quien sin ningún problema empezó a alimentarse como todo un profesional.
Todos estaban felices por las buenas nuevas. Al parecer la Luna de Sangre o Roja, no era un mal augurio, sino todo lo contrario. La noticia se regó como pólvora en la incipiente manada, y ahora había más razones por las cuales celebrar. Todos estaban en el piso de abajo y preparaban comida y demás exquisiteces. Jay estaba de pie junto a la ventana y alternaba su mirada entre la bella escena de su mujer alimentando al bebé de ambos y la Luna roja que se posaba en lo alto del cielo nocturno. Pensativo observaba el raro hecho. No era algo común, no sucedía con frecuencia. La primera y última vez que había presenciado tal hecho, había sido en la ceremonia de unión entre Kyle y Katerina. La luna pareció no estar de acuerdo y castigar semejante blasfemia contra lo que ella había bendecido. La Luna Roja no fue buena para Niebla Invernal, pero al parecer, tenía otro significado ahora mismo para Prado Verde.
Aquella noche se celebró con comida casera y exquisita. Akela probó muy poco, solo quería reponer algunas horas de sueño y dar lugar de esa forma, a qué Hati pueda sanarla y devolverle energía. Hati desbordaba de ésta. La idea de poder ver a su hermano, de sentirlo, de hablar con él, le llenaba el corazón de una felicidad inexplicable. La Diosa había sido muy buena con ella, tantos siglos corriendo detrás de ella por las noches, con el único fin de volver a ver a su única familia y aquí lo tenía, y para sumar más a la ocasión, estaría junto a carne de su carne y sangre de su sangre. Nada podía ser más perfecto.
Luego de dos días, una comitiva de la manada Lago Azul, se hizo presente en Prado Verde. Llevaban con ellos montones de obsequios de parte de toda la manada, y muchos más habían quedado allí, ya que no podían traer todo. Akela agradeció feliz y sinceramente el hermoso gesto. Myrcella se derritió de amor al ver al bebé y no pudo evitar cargarlo en sus brazos, luego siguió el turno de Orys Knight, quien no podía evitar querer verse más rudo de lo que en verdad era. Tomó al niño y al verlo no pudo evitar una sonrisa.
- Es tu viva imagen Jarvis, pero la mirada de los Zaer sigue ahí. Al parecer es algo que se hereda si o si.- Dijo mirando en complicidad a Akela.
El alpha y Luna de Lago Azul, se quedaron con su comitiva algunos días y luego partieron, felices de ver a todos bien y haciendo una vida normal en el lugar. La noticia se dispersó en aquellas amistades que Akela y su grupo supo generar. Era extraordinaria la forma en que la cuidaban y solo aquellos que la querían bien, se enteraban de ella. No tardaron en llegar más presentes. Todo era enviado a Lago Azul y el alpha Knight se encargaba de enviarlo con su Beta.
Los días fueron pasando, Caius era un niño demandante con su padre y amoroso con su madre. No había berrinche o llanto, que no pasara con una teta de su mamá. El niño se prendía a toda hora, y Akela disfrutaba aquella conexión. Todos se derretían al verlo. Akela no tardo en sanar de cualquier dolor, a los tres días ya estaba en el huerto junto a todo el resto de la manada trabajando. Llevaba al bebé en un carrito y lo acomodaba en un catre improvisado con un cajón de manzanas y una frazada.
- Nadie dirá que es un Alpha carente de humildad y sencillez.- Decía ella risueña y todos reían. En cualquier lugar sería impensado hacer dormir al futuro Alpha, en un cajón de frutas, pero aquí era de lo más normal y cotidiano. A Jay le hubiese gustado que Akela se tome algunos días más, pero ella era una joven muy activa. Siempre lo había sido, pero una vez que se liberó de las cadenas de Kyle, las mil actividades que se proponía Akela, las cumplía. Entonces, ella se dedicaba al huerto y él a entrenar a las jóvenes camadas junto a Ezra. Mery disfrutaba de cuidar a Caius y de paso se preparaba para su futuro bebé, al cual Hati había vaticinado sería un niño. Algo que alegro a las dos mujeres, ya que sus hijos se criarían juntos y serían los mejores amigos. En sí, no había brazo por el cual no hubiera pasado Caius. Todos le habían hecho upa alguna vez, o más. Y al parecer él reconocía el olor de su manada, por lo cual, recibía gustoso cualquier par de brazos que quisiera cargarlo, dando así un poco de tregua a la cintura de su madre, que no podía con su bebé gigante a upa todo el día.
Pasaron tres meses y todo en Prado Verde fue un arduo y continúo trabajo que dió sus frutos. Habían llegado más miembros. De alguna forma la naturaleza los encontraba y con el permiso de Akela, les marcaba el camino hacia la manada. Llegaban allí desahuciados, sin esperanzas y llenos de dolor y encontraban un propósito en la vida y una nueva razón para vivir. Uno de los nuevos miembros, Tony, había sido profesor en su manada, por lo cuál se estableció una pequeña escuela para los niños en edad escolar. Otra de las nuevas integrantes, Megan, había sido médica en su extinta manada y allí se montó lo que sería el futuro hospital de Prado Verde. Se acercaba una nueva Luna Llena y con ella muchas noticias. Elizabeth y James estaban esperando un nuevo bebé, le darían a Tommy el título de hermano mayor. Y Melissa había encontrado en Tony, a su segunda oportunidad. Chad tuvo algo de recelo al principio, pero Tony era un buen hombre que amaba mucho a su madre y trataba muy bien a sus pequeños hermanos y a él mismo, aunque le costó, lo aceptó. Henry, aquel niño que no hablaba y que los seguía como una sombra silenciosa, llegó a la manada con ellos y costó mucho, pero Jay lo convenció de que viva en la empacadora con él, Akela y Caius. El pequeño tenía solo diez años, ya estaba en la manada y formaba parte de ella, no podía seguir durmiendo en los árboles, él era tan miembro como todos los demás. Y Jay siempre había tenido una particular conexión con el pequeño.
Habían pasado tres meses. Tres meses en los cuales tanto Jay, como Akela se habían dedicado enteramente a los niños, tanto a las necesidades de Caius como bebé recién nacido y a trabajar en la confianza de Henry para con ellos. Todo eso, más el trabajo de la manada, no dejaba lugar para la pareja, pero aquel día Akela había dejado todo arreglado. Jay llego del campo de entrenamiento con Henry, quien entro feliz corriendo detrás de él. Saludo a Akela alegre y ella le dió un abrazo, el niño siguió a su cuarto y allí quedó Akela con su mirada puesta en Jay.
- Sucede algo?.- Jay empezó a caminar rumbo a la habitación de ambos para tomar un baño. Venía todo sudado de estar entrenando y corriendo todo el día. Ella entró y cerró la puerta.
- Si, sucede.- Jay se giró y la miró preocupado.- Hoy me vas a marcar Jay Jarvis. Ya tengo todo arreglado. Solo... debes hacer tu trabajo como pareja y yo haré el mío.- Jay parpadeó confundido ante lo que acababa de oír.
- Pepepero.. Qué?.- Apenas pudo farfullar algo.
- Me niego a tener mí próximo celo sin llevar tu marca. Suficiente con haber tenido nuestro hijo sin ser reclamada antes. Hoy me vas a marcar o lo haré yo y por decreto, pediré que no te digan más Beta, sino "Luna Jarvis".- Lo último lo dijo queriendo sonar enojada, pero no pudo evitar cubrir su boca ante la sonrisa que se formó al oírse decir aquello. Jay seguía sin caer en la prédica de su mujer. Estaba perplejo como poco.
- Akela yo...- Él suspiró y paso una mano por su rostro y luego decidido empezó a hablar nuevamente.- Akela, no hay nada más que quiera en este mundo, que luzcas mí marca en tu cuello. Que todos sepan que eres mía, y que yo soy tuyo. Te reclamó, hoy y siempre. Y si no lo hice antes, fue porque era otra nuestra situación. Y no creas que no he querido hacerlo, solo no salía el tema y no quería presionarte. Y cuando pensaba que podíamos hacerlo, Caius paso a dormir con nosotros, el cansancio del trabajo diario y bueno... Digamos que todo fue retardado la situación, pero si, acepto Akela Zaer. Quiero reclamarte como mía. Quiero marcarte.- Akela dejo salir el aire que guardaba, no esperaba más que aquella respuesta. Si Jay hubiese dicho que no, ella misma lo hubiese atado a la cama y no lo hubiese dejado libre hasta lucir su marca.
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...Buenas a todos y todas! 🤗...
...Espero anden muy bien!...
...Disculpen que anduve desaparecida, estuve muy muy enferma. Recién ahora me estoy sintiendo un poco mejor, aunque no estoy cien por ciento óptima....
...Les comento para que me tengan paciencia con las novelas, realmente no me siento mejor del todo....
...Gracias por sus lindos comentarios!! Lo súper agradezco....
...Estaré actualizando hoy La Luna Del Beta!...
...El capítulo que viene, será sobre la marca de la pareja, por lo cual, será para +18 🔥...
...Cómo siempre, la versión sin censura, estará en el grupo!! Así que si quieren leerlo, va a estar ahí para todos!! 🔞...
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...Que tengan una hermosa tarde!! 🐺💫...
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Comments
Nana Herrera
gracias me puedes enviar el link y unirme al grupo
2024-07-28
1
Fanni Totua
alguoen x ahí está en celos🤭🤭🤭🤭
2024-07-13
0
Paola Solano
Hola yo quiero unirme...
2024-05-07
0