Quince cachorros!! Acaso está loco?!.- Akela murmuraba para sí, mientras arreglaba algo de ropa en su mochila.
- Si cada celo va a ser como el primero... por mí que me haga treinta.- Hati suspiraba babeando por su macho.
- Hati! Loba libidinosa! El embarazo te tiene más cachonda que de costumbre.
- No sabes cómo espero nuestro próximo celo Akela. Ahora que sé que es nuestra segunda oportunidad... voy a comerme a ese lobito.
- Creo que lo hiciste en nuestro primer celo.. y aquí tengo las pruebas.- Akela señalaba su abultado vientre y lo acariciaba con cariño, mientras seguía doblando su ropa y la de Jay.
- Si pero.. no lo disfrute como hubiese querido... en cierta forma.. pensaba que estaba traicionando a un lobo que jamás conocí.- Hati habló con nostalgia al recordar al lobo de su primer mate, un lobo al que no pudo sentir.
- Créeme que no se te noto preocupada querida loba mía.
- No te hagas la santa niña! Bien que le pedías entre jadeos que te ayude.- Al oír aquello y un espantoso intento de Hati por recrear la escena, Akela se tornó roja como un tomate y cortó el enlace abruptamente al sentir que abrían la puerta.
- Sucede algo?.- Era Jay quién entraba, con una de esas sonrisas que eran típicas de él y la derretían entera a la joven de cabellos rojos.
- Nada.. hablaba con Hati.- Jay no pudo evitar una sonrisa, al ver las mejillas de Akela tan coloradas, imaginó de que iba la charla.
- Partiremos en unas horas. Voy a ver a Ezra y a juntar algo de provisiones.
- Perfecto, termino aquí y los busco!.
- Ah.. y dile a Hati que Jax está igual o más ansioso por su próximo celo.. ni hablar de nuestra marca.- Jay le guiño el ojo coqueto y le lanzó un beso, cerrando la puerta detrás de él. Akela se quedó helada por unos segundos, ella no había pensado en la marca de él. Se supone que por lo general, una vez que se encuentra al mate, se marcan entre sí, incluso puede haber una ceremonia de unión, aunque no es estrictamente necesaria, ya que con la marca sellan el vínculo de mates. Akela y Jay no habían tenido esa oportunidad, primeramente, porque cuando sus sentimientos salieron a flote, ella aún estaba unida a su primer mate, y una vez que ese vínculo se disolvió, el embarazo se los impedía.
No lo había pensado, pero ahora que Jay lo había sacado a relucir, la idea no le desagradaba para nada. La hacia sentir querida, el saber que su hombre ansiaba marcarla, que ella lleve su marca en la unión de su cuello y su hombro. Una sonrisa boba se posó en sus labios.
- Quién es la cachonda ahora he?.- Hati nuevamente con sus comentarios burlones. Akela frunció su entrecejo, y dejó de hablar con su loba; quien estaba más que abocada a la protección del niño que crecía en el vientre de Akela. Jay siempre había sido un hombre encantador con ella, sereno, dulce, amable, respetuoso; pero desde que eran libres de profesarse su amor él era el hombre más dulce y detallista que podía existir sobre la tierra. En sí, Akela no había tenido más experiencias con el sexo opuesto que Jay, pero no necesitaba más para saber que había sido realmente bendecida al ser elegida para él. Jay no se cansaba de decirle cuanto la amaba, de cuidarla, pasaban las noches juntos y él acariciaba su vientre y le hablaba al cachorro contándole lo hermosa que era su madre y lo mucho que lo amaban y ella era feliz. El corazón le bailaba entero. Y su aroma, su aroma era algo que la enloquecía y a la vez, la calmaba. Una vez que él la marcara, sus aromas estarían entremezclados para siempre, y era algo que añoraba enteramente. Oler siempre a él, que todos sepan que ella era de él y él, de ella.
Aún seguían en la línea de los pueblos, la idea de esquivar las grandes ciudades y cualquier manada, era fija en el plan. Algunos pueblos pertenecían a ciertas manadas y otros, solo eran tierras libres y la gente simplemente se iba a vivir allí en busca de una vida tranquila, sobre todo en épocas de guerra. Si no estabas relacionado a ninguna manada, por lo general, quedabas fuera del conflicto. Algunos pueblos, habían sido llenados por los desamparados, pícaros. Personas que habían formado parte de una manada y habían sido expulsadas, habían decidido irse, o la guerra los dejo sin manada a la cual pertenecer. Muchos de ellos habían sido en sus comienzos campos de refugiados y luego, el conflicto bélico llegó a su fin, y ellos, habían sido olvidados a su suerte y no les quedó más que seguir con la vida. Les dejaron aquellas tierras que creían inservibles, cerca del bosque, lejos de las comodidades que brindan las grandes urbes, como la luz eléctrica, el gas, cloacas, la tecnología misma.
Lo que no sabían, era que esa misma vida campestre que llevaban, al natural, con lo justo y lo más básico, fue propicio para que Akela pueda ayudarlos. La naturaleza que bordeaba los caminos, reconocía a la joven como su soberana y no podía más, que alimentar el suelo que ella pisaba. Así, la tierra se volvió fértil, los ríos llenaron sus causes, las cosechas crecieron abundantes y los animales tuvieron alimento y pudieron reproducirse a montones. La Luna bendijo el bien que Akela hacia desinteresadamente y brindó fertilidad a cada loba en edad fértil. Una Luna, siempre es un buen augurio para una manada, y eso era Akela, un buen augurio para cada pueblo que visitaba. En muchos lugares la recibían con el título de Luna, en otro era la señora Akela, para regocijo de Jay, quien sentía orgullo de que cada hombre allí esté al tanto de que esa joven era su mujer y nadie podía codiciarla. Y en otros, era Alpha Akela, lo cual la sorprendía, porque nadie jamás la había llamado por su rango.
Estaban en un nuevo pueblo, el más pequeño hasta ahora. Era pintoresco, rupestre y se veían en más necesidad que todos los que había visitado hasta el momento. Akela puso manos a la obra enseguida. Traía montones de semillas que le regalaban en cada poblado. Enseñó como debían sembrarlas, como mantener el huerto cuidado, algo que ella misma había aprendido en su manada. Jay y Ezra ayudaron a arreglar los techos de las viviendas, las cuales eran menos de quince. Había cinco madres solteras, la última guerra las había dejado viudas, con hijos adolescente y algunos pequeños de no más de siete años. Mientras Ezra se encargaba de enseñarles algo muy básico en entrenamiento a los jóvenes, para que mantengan la cabeza ocupada, se mantengan en forma y puedan defenderse de lo que sea; Jay les enseñaba a cazar y pescar. Akela y Mery trabajaban en el huerto a la par de las mujeres y por la tarde se ocupaban de los animales. Sin perder tiempo, Akela hizo llegar a Janet y otros líderes de pueblos que habían visitado, la situación en que este pequeño poblado se encontraba. Al día siguiente, las primeras visitas llegaron con los incipientes rayos de sol. Traían animales varios, gallinas, cabras y hasta una vaca. Chris el esposo y mate de Janet, trabajo con Jay y Ezra en un establo para albergar los animales, mientras los hombres del lugar, preparaban un gallinero. Trajeron variedad de comidas, quesos y otros embutidos. Telas y una máquina de coser, y calzados para los niños. No fue hasta el segundo día, que llegó una visita que tomó por sorpresa a Akela. Alicia arribo al pequeño pueblo en una carreta, con su esposo y otras personas de su pueblo, "Lavanda".
Akela al verla no pudo evitar una sonrisa enorme y caminar hacia ella para abrazarla fuerte, feliz de verla nuevamente. Esta vez, no llegaron a estar tan juntas, porque sus vientres crecidos, las dejaron a medio camino.
- Pero... qué?!.- Akela entre sorprendida y feliz miró a su amiga y Alicia no pudo evitar una sonrisa tímida, pero llena de regocijo.
- Parece que tu visita bendijo más que la tierra.
- Oh Alicia! Estoy tan feliz por tí!.- Nuevamente se abrazaron como pudieron. La visita de Akela por cada pequeño pueblo, no solo los había ayudado y bendecido, también había creado grandes lazos de amistad entre los pueblos vecinos. De alguna forma, los había ayudado a conocerse, a hacer amistad, a tener un espíritu de compañerismo y empatía y es por eso, que ante el pedido de ayuda de su amada "Luna", no dudaron ni por un segundo en acudir. Una pequeña comitiva de cada pueblo, se acercó al lugar provisto de algo para ayudar a la gente de la pequeña localidad.
Jay estaba feliz de ayudar y de ver a Akela tan feliz por sentirse útil para los demás, pero también tenía un alto grado de protección ante su mate embarazada y creía que no era seguro estar demasiado en cada pueblo, al menos, no más de lo necesario.
- Amor, sé que te llena de dicha ayudar a la gente, pero..
- Ya se, ya se.. debemos seguir camino.
- Es lo más seguro.
- Lo sé. Solo unos días más, quiero irme sabiendo que los primeros brotes han salido y que todos ayudarán si es requerido.- Jay suspiro, sabiendo que nada la haría convencer de lo contrario.
- De acuerdo, pero al primer brote..
- Nos iremos.
El primer brote llegó, y con él su despedida inminente. Akela ya había hecho su parte allí y quedaba más que tranquila de saber que todos estarían al pendiente de aquel pequeño poblado.
- Y cómo se llama su pueblo?.- Fue Janet quien preguntó, mientras traía té, a una gran mesa que habían improvisado.
- No tenemos nombre.- Dijo una mujer algo tímida y avergonzada.
- Pues.. deberían tener uno. Y tienen la posibilidad de elegirlo ustedes.- Akela le respondió alegre y con una cálida sonrisa, que hizo que la mujer cambiará su estado de vergüenza. Ella se acercó al resto de los pobladores del lugar, que no eran muchos, menos de cincuenta personas. Hablaron entre todos, hasta los niños, que frenaron una partida de fútbol que tenían con Jay, Ezra y Chris.
- Ya lo decidimos Luna.
- Cuál es su nombre?.- La mujer respondió con humildad y respeto y Akela expectante esperaba ansiosa saber el nombre.
- "Esperanza", ese será el nombre de nuestro pueblo. Es lo que usted nos trajo con su presencia. Esperanza de salir adelante, de estar mejor, de un mejor futuro para nuestros hijos y la esperanza de la unión de la amistad.- Akela sonrió y sus ojos no pudieron evitar empañarse ante la emoción de las palabras oídas.
- Vaya.. cómo le hacen esto a una mujer embarazada?!.- Akela no pudo evitar llorar y a ella se unió Mery, Alicia y cada loba que tenía vida en su vientre. Todos empezaron a reír por lo tierno de la escena. Y hasta los hombres tuvieron que esforzarse por no llorar ante las cálidas y dulces palabras. - Les agradezco a cada uno por su hospitalidad, por ser tan buenos amigos y por ésto que hemos creado juntos, lazos sinceros. Nada nos obliga, no hay juramentos de lealtad, no hay vínculos predeterminados, solo las ganas de ayudar al otro, de cuidarnos entre nosotros, solo hay empatía de por medio, nada más.- Akela dijo algunas sentidas palabras, aún presa de la emoción y todos la oyeron con felicidad e igual de emocionados, entre ellos Janet, que no pudo evitar unas lágrimas.
- Vaya.. me has hecho llorar Luna y estoy segura de que no crece un cachorro en mí.- Todos rieron ante la ocurrencia.
- Hay algo que debo saber antes de partir.. por qué me llaman Luna?.
- No lo sabemos.. solo.. es lo que nos nace decirle.- Janet respondió por todos, pero no había una respuesta concreta para ello.
- Quizás yo pueda responderle, hermosa Luna.- Una pareja llegó al lugar y con ellos, una anciana entrada en años. La vida se notaba en cada marca en su rostro. Akela la miró curiosa.
- Alondra?.- Alicia fue quien la reconoció.
- He tenido el gusto de conocer a sus padres hace ya algunos años, y a la madre de su madre. Quizás y solo quizás.. tenga algunas respuestas para usted.
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Comments
Carlina Brito
muy buena la historia /Heart//Kiss/
2024-04-24
2
AMAZONAS44
Las cosas se terminan de esclarecer
2023-11-12
4
Carolina Acosta
digamos que luna es por respeto y el gran agradecimiento que tienen por Akela que solo les a traído prosperidad y como acaban de decir esperanza
2023-10-10
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