Capitulo 16

Jay

Se acercó a mi cuello y sus colmillos salieron. De un solo impacto se clavó allí en mí cuello, cortó cada capa de piel, tejido y músculo y puedo jurar que llego a marcar hasta el hueso. Fue un instante, unos segundos, pero todas las emociones que nos estaban embargando me pegaron de lleno. Su dicha y felicidad por habernos unido, realmente unido al marcarnos. Su amor, que era un amor inmenso, sano y sincero. Un amor que jamás hubiese esperado merecer y, sin embargo, aquí estaba, siendo marcado por la mujer que más amaba en el mundo. Su sentido de protección hacia mí, como la persona más importante para ella. Los sentimientos de Akela me inundaron de una forma estrepitosa, y eran todas emociones sensibles y buenas. Sabía que me amaba, no tenía dudas de eso, pero esto era demasiado, más de lo que esperaba. Realmente había sido bendecido con esta mujer. Pude sentir que sus colmillos se retraían y su lengua sellando la herida y su saliva aliviando el dolor. Ya estaba hecho. Éramos el uno del otro.

- Eres mío.- Declaro ella mientras me miraba y se abrazaba a mí cuello.

- Soy tuyo. Y tú eres mía.- Respondí.

- Soy tuya.

- Te amo Akela Zaer.

- Te amo Jay Jarvis y ya no necesito explicarte de qué forma inmensa, porque ahora lo sabes... A través del vínculo.

Estuvimos toda la noche consumando nuestro amor. Los primeros rayos de sol nos encontraron aún unidos y enredados entre las sábanas y nuestros propios cuerpos. La amaba, la amaba más que a nada en el mundo y jamás tendría dudas sobre ello. Cerraba los ojos y podía recordar el momento en que enterré mis colmillos en su cuello, mí marca luciendo allí y su cara de felicidad. Mí primera pareja destinada me había rechazado por no creerme suficiente, era una loba de rango Alpha. Y aquí estaba ella, una alpha pura de sangre, descendencia directa de la Diosa y de deidades ninfas, la madre de mí hijo, enteramente feliz de lucir mí marca. Y no podría sentirme más honrado y orgulloso de lucir la de ella. Hubiese deseado quedarnos así todo el día. En la cama, enterrado en ella sin pensar en nada más, pero ahora teníamos muchas obligaciones que atender. Me ponía feliz el saber que nuestro sentimiento como amantes no había cambiado, por el contrario, estaba intacto y ahora con nuestras marcas, se había intensificado.

- Tomemos una ducha y vamos a buscar a los niños.- Akela lo dijo en susurros, recostada sobre mí pecho. Estábamos completamente desnudos y nuestros aromas se mezclaban, todo allí olía a sexo.

- Hay que hacerlo? No podemos disfrutar un poco más?.- Respondí coqueto dejando algunos besos y pequeños mordiscos en su mandíbula. Ella sonrió y negó suavemente.

- No quiero abusar de la amistad de Mery y Ezra.

- Eres su Alpha, puedes ordenarlo - Lo dije en chiste y ella abrió sus ojos y boca, fingiendo no creer lo que acababa de decirle. La abracé fuerte contra mí, quería sentir su piel desnuda sobre el mío. La sensación de su desnudez sobre la mía, lo era todo.

- Basta! Si no no pondremos fin a esto.

- Creí que tenías muchas ganas.

- Y las tengo, pero también extraño a Caius y Henry aún está entrando en confianza con la gente de la manada, no podemos solo largarlo con otras personas y listo.- Akela tenía razón, Henry había tenido un avance increíble. El vivir con nosotros y llevar una cotidianeidad familiar, le había brindado mucha seguridad, pero aún era algo temeroso y tímido con el resto de la manada. Caius, por el contrario, estaba feliz con cualquier par de brazos que le ofreciera unas horas de upa.

- Tienes razón, bien.. Tomemos un baño, pero juntos

- Jay..

- Será más rápido, prometo no hacer nada!.- Ella me miró con un mohín, como restando crédito a mis palabras y solo pude sonreír.

Hizo bien en no confiar del todo en mí, ni bien entramos a la ducha, nos enjabonamos y lavamos el cuerpo del otro. Me fue imposible no tocarla de más y una cosa llevo a la otra y terminé con mí rostro enterrado entre sus piernas. Luego de una última muestra de amor, nos cambiamos y salimos rumbo a buscar a los pequeños de la casa. Salimos de la casa, y ni bien entramos en lo que considerábamos la calle principal, todos nos miraban con una sonrisa de oreja a oreja. Yo iba con mí frente en alta y una sonrisa en mis labios, orgulloso de que todos sepan que Akela era mía, que llevaba mí marca. Mediante el vínculo podía sentir las emociones de ella, estaba orgullosa de habernos unido, pero también tenía vergüenza de que todos lo sepan. Era media mañana cuando recién asomamos la cabeza y aunque nos habíamos duchado, nuestro aroma nos delataba, habíamos estado juntos hacía poco. Supongo que no hubo mucha privacidad con ello.

Todos estaban en sus labores, haciendo su trabajo, barriendo sus pórticos, acomodando su jardín, todos estaban fuera; casi parecía que nos estaban esperando. Saludaban alegres, felices y con respeto y nosotros devolvíamos el saludo de la misma forma. Llegamos a casa de Mery y Ezra y él estaba fuera, arreglando algo en su garaje cuando nos vió llegar y la sonrisa que se posó en su rostro, hizo que Akela hirviera por la vergüenza.

- Alpha, Beta.- Saludo con reverencia y de forma solemne. Yo rodé mis ojos, sabía que estaba de chiste y la incomodidad de Akela me generó gracia. La noche anterior parecía que iba a comerme vivo si no obtenía lo que quería y ahora, era la persona más tímida nuevamente.

- Buenos días Ezra, voy... voy a ver los niños.

- Mí casa es su casa Alpha.- Ella se giró y lo miro con duda y luego solo asintió y se alejó con rapidez.

- Deja de molestar!.

- Era hora que lo hicieran.

- Cómo lo sabes?.

- Apestan el uno al otro. Y de alguna forma el aura de ambos es mucho más fuerte ahora que se han marcado.- Me quedé pensativo, no había reparado en eso, pero podía ser lógico. La marca en una pareja destinada, los hace más fuertes, afianza el vínculo y lo hace más fuerte. Es por eso que se sienten las emociones del otro como si fueran de uno mismo, se pueden oír los pensamientos, los olores de las distintas emociones y el enlace mental. Ahora podría hablar con Akela, aunque estemos a kilómetros de distancia.- Me alegro mucho por ti Jay y por Akela también. Hoy puedo ver, que siempre fueron el uno para el otro.- Las palabras de Ezra salieron sinceras y lo supe, asentí con una sonrisa y me acerqué para ayudarlo en su tarea.

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