Capitulo 7

Los pícaros tenían un olor particular, que era repulsivo para un lobo de manada. Era la forma de demostrar que ellos no forman parte de una, que eran extraños. De esa manera, al patrullar, los guardias podían saber si había intrusos, porque el olor de un miembro de la manda sería familiar, no así el de un lobo ajeno. Durante algunos años, los lobos solitarios se habían vuelto un gran problema. La vida en manada o en grupos, es muy importante para un lobo, ayuda a mantener la cordura de su lado salvaje al mantenerlo a raya viviendo en su lado humano. Al estar solo, por su cuenta, el lado humano se iría perdiendo un poco cada día, hasta solo ser salvaje, incapaz de controlar sus impulsos. Con la explosión de los conflictos y guerras, muchos lobos solitarios, pasaron a ser familias enteras. Familias que habían perdido a su manada, o que habían elegido vagar como desamparados antes que jurar lealtad a un Alpha extraño, o a veces, al mismo verdugo de su familia. Fue así, como aún siendo lobos sin manada, al ser familias, vivieron en grupos, lo que propició su cordura y calmo al ser salvaje en su interior.

Las guerras no cesaron, muy por el contrario, fueron en aumento, lo que llevo a más gente a quedar sin manada. En un punto los bosques se encontraban atestados de familias enteras, de cachorros huérfanos, de viudas con sus hijos y demás, que solo querían escapar de la muerte. Se limitaron tierras libres, tierras exentas de conflictos y donde los pícaros podrían asentarse o caminar sin problemas. Ya que de todas formas, aunque no enloquezcan y pierdan su lado humano, no podían ingresar al territorio de una manada. Ser capturado en tierras de una manada, era pasar la vida en encierro, en la oscuridad de una mazmorra, eso en los casos más leves. Los grandes grupos de lobos solitarios, eligieron seguir siendo eso, pícaros y vivir tranquilos sin pertenecer a una manada que los conduzca a una guerra sin sentido.

Todo fue así durante años, hasta que las continuas guerras, también empezaron a afectar su nivel de vida. Las aguas eran contaminadas, los ríos eran drenados para otros fines. Ya no abundaban los animales para cazar, y las tierras no daban frutos. Ahora no solo debían preocuparse por su seguridad, sino también por no perecer de hambre. Ahora los lobos solitarios se volvían un nuevo problema, llevados por la desesperación del hambre y de poder alimentar a sus hijos, se acercaban demasiado a los territorios de las manadas en busca de cazar algo. Los Alphas más importantes de la región, no demoraron en ponerse de acuerdo y actuar con salvajismo ante el problema. Los pocos solitarios que quedaron en pie, huyeron por sus vidas y vagaron pasando hambre y extrema necesidad, hasta que un día, dieron con una pareja. Una joven pareja que por alguna razón hizo que sintieran cobijo en sus corazones, como hacía tiempo no lo sentían.

La joven pareja, tenía una pequeña carpa y hacia una sopa en un gran caldero en un fuego improvisado. La gran mayoría de los recién llegados, eran madres viudas con sus pequeños hijos.

- Los estábamos esperando!.- Las dulces y cálidas palabras de la joven y hermosa mujer, los hizo sentir seguros y aceptados. Mientras el hombre solo sonreía y preparaba una especie de tienda más grande. Aquel día todos los solitarios que lograron sobrevivir al exterminio, se sentaron alrededor de un cálido fuego y lloraron. Lloraron de dolor por sus muertos, por sus pérdidas, pero también de consuelo. Aquella mínima interacción los había llenado de esperanza y los había hecho sentir seguros. Como aquella seguridad que te da una manada, que te brinda un Alpha protector de su grupo. La esperanza y la calidez que el cariño protector de una Luna sobre su manada, cuidando a cada lobo como si fuera su hijo mismo. Lloraron mares al sentirse seguros después de mucho tiempo. La guerra los había hecho perder todo, sus casas, sus trabajos, su familia, para vagar durante años, para ser cazados nuevamente como si fueran animales y ahora, como si la Diosa se acordará de ellos, volvían a sentir un calor en su corazón. El calor de una familia, de una manada.

Al otro día levantaron campamento y el hombre dejo en la decisión de cada uno si quería unirse a ellos o seguir su camino. Nadie lo dudo, todos caminaron tras ellos. Con cada lugar que visitaban, más gente se unía al grupo. Empezaron a acercarse a algunas manadas, aquellas que no habían sido tan conflictivas y ante el miedo de todos, fueron bien recibidos. De alguna forma el hombre a quien empezaron a reconocer como su Alpha, tenía tal carisma, que solo una breve charla con él, convencía al Alpha más duro de aceptarlos algunos días en sus tierras. Y luego emprendian el camino nuevamente. Siempre se unía más gente al grupo. Hasta que en un momento eran unos cuantos y varias lobas estaban en estado de gestación, por lo cual, el hombre, su Alpha; decidió que debían asentarse. Y así lo hicieron.

El sitio fue una pradera alejada de todo, rodeada por un espeso bosque que les brindaba protección. La vida fue natural y rudimentaria. Empezaron a levantar sus casas, a trabajar la tierra. Intercambiar semillas y frutos por animales. Las amistades cosechadas con otros Alphas y manadas en el camino, sirvieron para generar su economía. Era una manada pequeña, pero a nadie le faltaba nada y después de mucho tiempo de dolor, cada persona sentía que regresaba a la vida. Que nuevamente formaban parte del mundo, que pertenecían a una manada. No tardaron demasiado en hacer formal sus ganas de reconocer a la joven pareja como su Alpha y Luna, quienes aceptaron. Se hizo una breve ceremonia y se festejó a lo grande. Al notar lo felices que se veían sus miembros, los flamantes Alpha y Luna, decidieron que festejarían más seguido, para así de esa forma borrar cada cicatriz de sufrimiento y dolor. Fue así que empezaron a festejar los cumpleaños de cada miembro. Se hacía un enorme banquete en la casa del Alpha, se decoraba todo con flores y hojas, se preparaban varios platillos y se bailaba hasta que la Luna se posaba en el cielo y luego se despedía, dando paso al sol. Fue así que Akela adoptó su amor por los cumpleaños, porque había crecido festejando varios de ellos. Y aun cuando ella era solo una niña viviendo sola en una cabaña en el bosque, nunca dejo de festejar su natalicio, porque de esa manera, buscaba borrar las cicatrices de su dolor.

La joven pareja que desinteresadamente dio cobijo a un grupo de desamparados, no fueron otros que los padres de Akela, Kanan y Selyse. Y fue así como formaron Prado Verde. Akela no lo sabía, pero lo presentía, algo estaba por pasar. Sentía todo extraño. Habían parado a descansar y Jay estaba preparando un estofado en un fuego que habían improvisado, mientras Ezra armaba las carpas para pasar la noche.

- Estás bien?.- Mery le pregunto a Akela, a quien veía inquieta y ansiosa. Ella estaba sentada y pelaba unas papas y varias verduras.

- Si, solo... Nada.. Déjame te ayudo.- Akela tomó asiento y empezó a pelar y cortar más verduras. Mery la veía con incertidumbre y confundida, ya que eran demasiadas verduras para una comida para cuatro personas.

- No crees que es ... Mucho?.

- No, en verdad, espero que alcance.- Akela sonrió y siguió en su labor de pelar verduras y cortar, mientras Mery la veía sin entender. Convenció a Jay de usar la olla grande, y usar todo lo que había cortado en trozos. Jay no entendía e intercambio miradas con Mery, quien solo pudo encogerse de hombros. No quiso hacerla sentir mal, y únicamente hizo lo que ella sugirió, aunque pensaba que era demasiada comida y que no podrían comerse todo eso, ellos cuatro. Le daba pena que se echara a perder, porque no podrían seguir camino cargando la olla con todo ese estofado. Estaban ya sentados, preparándose para comer, cuando sintieron unas ramas romperse a lo lejos. Ezra y Jay se pusieron alertas enseguida, cubriendo a sus mujeres y tomando una posición de ataque. De entre los arbustos apareció un hombre con sus manos levantadas y el rostro evidenciando temor. Era claro qué no estaba en sus planes cruzarse con nadie y menos meterse en problemas. Ninguno tuvo tiempo de decir nada, cuando apareció un pequeño niño y se puso delante del hombre, quien no dudo en abrazarlo y protegerlo con su cuerpo. Una mujer apareció unos segundos después, siendo resguardada bajo el abrazo del hombre, que buscaba proteger a todos. Jay y Ezra miraban la escena y se miraban ellos sin saber cómo proceder. Fue Akela quien dio el primer paso.

- Los estábamos esperando!.- Akela dijo aquello y posó una enorme sonrisa en sus labios. El hombre y la mujer se miraron sin entender, al igual que Jay, Ezra y Mery. Permanecieron así unos segundos, hasta que el niño escapó de los brazos de su padre y se acercó a la pelirroja.

- Tommy no!.- El hombre grito con miedo y solo movió un pie, cuando el gruñido de advertencia de Jay lo hizo quedarse en su lugar.

- Tienes un bebé en tu panza?.- El pequeño niño pregunto con gran intriga y Akela sonrió y asintió.

- Así es, un bebé crece en mí.

- Soy Tommy.

- Soy Akela. Tienes hambre Tommy?.

- Si, mucha.

- Quieres comer con nosotros?.

- Pueden comer mi mamá y mi papá también?.

- Si, ellos también están invitados.- El niño sonrió y festejo y se acercó a sus padres a quien tomo de las manos y acercó hacia el fuego. Akela acarició el brazo de Jay, buscando calmarlo y una vez que este dejo su postura de ataque, Ezra hizo lo mismo.

- Qué.. Qué significa esto?.

- Creo que son los primeros de nuestro grupo.

- Los primeros?.

- Sí, habrá más y si bien es decisión de ellos, algo me hace sentir que no querrán dejarnos.- Jay la miraba conmovido y a la vez superado por todo. Mery sonreía emocionada y Ezra la abrazaba buscando reconfortarla. La pareja se quedó de pie, mientras el niño tomaba asiento esperando que le sirvan, fue Mery con ayuda de Ezra quien realizó la tarea. Y Jay asintió ante al hombre, dando el visto bueno a qué se una al fuego y se sirva comida. Akela miraba al cielo, cerrando sus ojos y respirando grandes bocanadas de aire.

- Sabías que vendrían no? Por eso me hiciste hacer más estofado?.- Akela sonrió y asiento.- Cómo lo supiste?.

- La naturaleza me lo dijo. El viento trajo sus aromas hacía mí, y es por eso que sé que habrá más.- Akela acarició su vientre y sonrió, Jay la miró con orgullo y rebalsado de amor. Al parecer, Prado Verde resurgía antes de lo planeado.

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Comments

Blacina Calvo Fernández

Blacina Calvo Fernández

Prado 🌿 será un oasis, para todas esas personas que perdieron todo y Akela Junto a Jay, Mery y Ezra serán los encargados de guiarlos, con sus principios, dónde abundará el amor ❤️❤️. Muchas bendiciones Autora.

2024-03-30

2

Yue Gin

Yue Gin

hay me sigue haciendo llorar

2024-03-24

0

Irma Ruelas

Irma Ruelas

😍😍😍😍😍🫣🤔🐺🫄

2023-12-20

2

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