SERÁS EL VIGIA DE EOS

Antes de que fuera despertado por la enfermera y sus soldados, estaba soñando de nuevo con Eos, el cual había usado el mundo de los sueños para llevarlo al mismo espacio interdimensional en el que se habían visto por primera vez.

Estar allí por segunda vez, un poco más calmado, fue más impactante que la primera vez. Ahora sí podía ver y apreciar de mejor manera toda la solemnidad y divinidad de la diosas.

—Antes que nada—le dijo Eos en su trono—gracias por sacar a Atenea de ese lugar. Aunque no te puedo decir mucho acerca de su pasado o el porque está allí, tienes mi más sincero agradecimiento.

Dicho eso, extendió su mano e influyó parte de su energía mágica en Dante, haciendo que este cerrara los ojos al recibir la bendición o don de la diosa. Al momento de abrirlos y de verse en el mismo espejo en el que había visto por primera vez a Atenea, vio como en sus pupilas se marcaba una marca dorada de un girasol.

—La marca de tus ojos, es mi símbolo—escuchó a la diosa—tus ojos han quedado benditos por mi poder, de ahora en adelante, serás el vigía de Eos. Podrás ver la verdad que se oculta en todos, lo que te permitirá saber como defenderte de la muerte que tu esposa te producirá.

—Muchas gracias, diosa—dijo dando una leve reverencia.

—Mi ayuda solo será condicionada, siempre y cuando ayudes a Atenea. Si la dejas sola o si veo que ella sufre por tu culpa, no me compadeceré por tu destino y te quitaré de inmediato mi don—dijo con severidad—así mismo, la inmortalidad que te di al momento de devolverte el tiempo.

Dicho eso, se despertó bruscamente al escuchar los gritos de los demás. Fue allí que, al momento de levantarse de la cama, tuvo una visión de su primera esposa y como esta se confabulaba con un misterioso hombre, mientras robaban poco a poco varios cofres de dinero de las bodegas de su padre.

Tras eso, luego de ponerse su bata, aun descalzo, fue corriendo de inmediato a la habitación de Atenea, para detener a su primera esposa. Luego de amenazarla y de ver como se iba pálida, se acercó aterrado hacia donde yacía Atenea en el piso, inconsciente en los brazos del ama de llaves.

Toda su delicada piel, marcada por sus esqueléticos huesos, estaba sangrando producto de los latigazos. Tenía tanta rabia y enojo, no podía creer que el primer día en que ella debería haber vivido como alguien normal, pero jamás pensó que sufriría otro agravio en su casa.

—Llamen de inmediato al doctor—dijo antes de irse—y díganle que pagaré el triple de su salario si logra salvarle la vida esta noche.

Molesto a más no poder, salió corriendo como alma que lleva al diablo a la habitación de la primera esposa, sabía muy bien que no podía tratarla de manera agresiva por el bienestar de su segundo hijo; sin embargo, eso no evitaría que le cantara sus verdades.

—¡Maldito!—gritó Giselle.

La duquesa, quien no podía aguantar la vergüenza debido a la humillación sufrida, había comenzado a tirar todas las cosas de su habitación. Por más que estuviera embarazada, no le importaba perder a su hijo esa noche con tal de fastidiar a Dante.

—¡Loca!—le dijo tras esquivar un florero—¡Estás embarazada! ¡Si no quieres que ordene que te amarren, te controlas o te controlas!

Giselle de inmediato comenzó a reírse y de inmediato sacó de su joyero una pócima que tenía oculta, dejando horrorizado a todos al verlos beberla.

—No sé como sabes lo que descubriste—respondió tirando el frasco después de tomarlo—pero, ya que defendiste a esa sucia pordiosera y que me estás amenazando, te devolveré el golpe. Hoy será la noche en que pierdas a tu segundo hijo por tu culpa.

Con una sonrisa, se desmayó siendo sostenida por Dante, quien alarmado por haber provocado la posible muerte de su bebé no nato, llamó de inmediato a que fuera atendida su esposa.

"¿Cómo fue que esta noche se volvió un infierno?"

Fue la pregunta que se hizo, una vez salió de la habitación de Giselle quien estaba sufriendo un aborto. Su plan era salvar a su hijo no nato y deshacerse de Giselle, pero ahora que tanto la vida de su bebé como la de Atenea pendía de un hilo, se sintió tan devastado que cayó bruscamente al piso.

Sus rodillas, dolidas por el impacto, eran acalladas por el dolor de su alma al saber la verdadera cara de su esposa y como podía haber evitado todo aquello si antes se hubiera dado cuenta del corazón tan podrido de la hija mayor del comandante.

—¿Todo esto es mi castigo?—se preguntó mientras lloraba—¿Me merezco esto por ser un mal hombre?

Recapacitando sobre las cosas de su pasado, lo único que había hecho era conspirar contra el emperador para liberar a su pueblo, pero jamás quiso que aquel ideal de liberación se llevara la vida de los que una vez amó con locura: sus dos hijos.

Con el corazón roto, se fue a su despacho y tras cerrar con seguro la puerta, se sentó a recapacitar toda la noche sobre lo que estaba ocurriendo. Sabiendo que tenía suficiente con la posible muerte que sufriría en el futuro a causa de su primera esposa y de los cómplices de esta, no tuvo de otra más que sacrificar algo para poder balancear más la balanza a su favor.

Tomando una pluma y una hoja, comenzó a escribir una corta pero contundente carta. Ahora, en ese mismo momento, lo que más le importaba era salvar su vida. Si no aseguraba eso, así como el bienestar de los suyos, no podía luchar más.

Cordial saludo

Espero que esta carta pueda ser leída por los líderes de "Los cinco grandes"

Debido a problemas muy graves en mi entorno, que se me hace imposible explicar y abordar de manera clara en esta misiva, anuncio mi retiro absoluto del movimiento de liberación. No obstante, transferiré a ustedes en estos días todos los recursos que tenía bajo mi nombre para la causa.

Les deseo éxitos en su causa, ¡Honor, Patria y Libertad!

Tras escribir la carta, la cerró de manera anónima y la envió por una bandeja encantada que transportaba las cartas a lugares específicos en todo el imperio. Luego de eso, prendiendo con bastante potencia la chimenea, tiró la bandeja a esta para que fuera consumida por el fuego y borrar así toda evidencia de su movimiento.

Le dolía el alma, no podía negarlo que aquello era botar por años todo su esfuerzo; sin embargo, ahora debía solo centrarse en una cosa y era mantener con vida a todos los que les importaba. Por lo que no podía centrarse en dos cosas al mismo tiempo.

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