Capítulo 20

Sobresaltada por el sonido del plástico golpeando el piso, Isabel se despertó de inmediato.

- Ahí está todo lo que pediste - murmuró Rojo malhumorado mientras se tiraba a la cama y le daba la espalda, con la almohada en la cabeza.

Isabel se apresuró al baño a ponerse la ropa que le trajo Rojo.

Se sintió aliviada ahora que tiene algo que la cubra mejor que la bata que usaba antes, eran varios conjuntos negros para el frío y calor lo que le compró.

Al menos ese tipo tiene buen gusto para la ropa, no se puede decir lo mismo para el motel que la trajo.

Cuando regresó a la habitación, Rojo la recibió con una mirada fulminante.

Isabel le levantó una ceja en silencio preguntando qué le pasa.

- Al menos me merezco un gracias ¿no? - su queja no se demoró.

- Ah si, gracias - respondió con indiferencia, hurgando las bolsas en busca de algo que comer.

Rojo solo le dio una mirada apestosa antes de volver a acostarse.

- Por cierto, te llamaron - comentó Isabel casualmente.

- ¿Qué? - Rojo brincó de la cama ahora y la miraba con seriedad.

- No toqué tus cosas, si eso te preocupa - la mirada curiosa en sus ojos era real, pero Isabel no iba a preguntar.

Un resoplido fue la respuesta que recibió.

- Te llamó alguien llamado 'Idiota 1' - continuó, aunque ya no había necesidad, Rojo ya estaba rebuscando en su lista de llamadas perdidas quien fue el que lo llamó.

- Bien - solo dijo esa palabra mientras se apresuraba a salir ya con el teléfono en la oreja.

Encogiéndose de hombros Isabel le restó importancia a su actitud, comer era algo más importante que enterarse de los asuntos de ese tipo.

......................

- ¿Qué pasa contigo?, Te dije claramente que no debes llamarme sin que te de permiso - el susurro feroz de Rojo contenía mucha ira contenida.

- Relájate hombre, solo quería informarte que Boris estuvo entrando y saliendo de la comisaría de la capital, pensé que esa información sería de tu interés.

Una voz perezosa vino desde el otro lado de la línea.

- Continúa vigilando y a menos que sea algo muy impresionante, no vuelvas a llamarme - dijo Rojo, mientras colgaba el teléfono.

Se pasó una mano en la frente tratando de calmar el agudo dolor de cabeza que solo fue empeorado por la llamada de ese idiota.

Regresó a la habitación compartida solo para ver a Isabel tragando la mayor parte de las papitas que compró para sí mismo.

- ¡Oye! ¡Eso era mío! - chilló enojado.

Las manos de Isabel se detuvieron a medio camino de su boca, mirándolo. Antes de proseguir lo que hacía sin importarle lo distorsionado que se puso la cara del tipo.

Masticó lentamente asegurándose de hacer ruido solo para irritarlo más.

- Lo siento - dijo Isabel, pero su tono y expresión decía muy bien que no lo sentía para nada.

Rojo sintió una vena hincharse en su frente.

Isabel mientras tanto estaba muy feliz de darle una cuchara de su propia medicina a ese tipo insufrible, por todas veces que la hizo enojar en este poco tiempo que se conocían.

- Te quedas aquí mientras vuelvo con Draven - dijo Isabel, mirándolo para trasmitir que hablaba en serio.

No quería una cola detrás de ella.

- Como quieras - respondió Rojo mientras tomaba la bolsa que contenía toda sus otras golosinas y las abrazaba protectoramente.

Esa mujer no se iba a deshacer de él en el corto plazo, incluso si trata de escapar, la encontrará.

Terminando de comer todo lo que pudo soportar su estómago, Isabel tomó la caja del celular que le pidió comprar a Rojo. Era muy necesario tener algo para comunicarse con los demás.

Lo configuró rápidamente antes de salir.

Tomó una gran cantidad de dinero del maletín y la envolvió en un trozo de papel oscuro antes de meterlo entre sus ropas.

Colocándose una chamarra con capucha, no dijo adiós y salió a toda prisa.

Era temprano aún para ir a buscar la información pero quería hacer un mapa mental de las calles de los alrededores, solo por si acaso.

Nada más eso le tomó dos horas en terminar, llegando justo a tiempo a las mismas puertas de vidrio y la misma recepcionista que la recibió horas antes.

- Pase señor, el jefe ya lo espera - dijo mientras abría paso a la oficina, aunque Isabel ya conociese el camino.

- Eres muy puntual, ya veo - dijo Draven apenas entró por la puerta.

El hombre vestía un traje totalmente diferente al de hace rato, pero se veía igual de caro.

Su cabello semilargo estaba pulcramente recogido en una cola de caballo baja.

Sin decir nada Isabel se sentó frente al escritorio y esperó a que le dé la información.

- Un hombre pocas palabras también, al parecer - dijo con un resoplido pero cumplió y le pasó una caja de cartón.

Adentro había varias pastas con documentos, hojas y también algunas grabadoras de voz, que parecían algo antiguas.

- Verás, esto es todo lo que puedo reunir con el poco tiempo que me diste - dijo mientras se cruzaba de brazos casualmente, viendo como el joven revisaba echaba un vistazo a lo que había en la caja.

- Como te habrás imaginado, nada de esto será barato, incluye conversaciones de políticos influyentes, diagramas de flujo del dinero y posesiones que poseían los Ajax y a manos de quien fueron a parar- por sus palabras se notaba un orgullo oculto por el buen trabajo que hace.

- No solo eso, también están informaciones de contacto de cada persona mencionada en los documentos más una breve descripción de ellos - ahora Draven se miraba las uñas con indiferencia.

- Además de que me di la libertad de proporcionarte los diferentes lugares al que puedes recurrir en caso de que quieras hacer una visita 'especial' a dichas personas - terminó por fin su explicación de lo que contenía esa caja.

Isabel sintió que ahora la caja era repentinamente más pesada que antes, quizá por el hecho de que Draven entendió sus intenciones de obtener tanta información como sea posible.

Por dentro se sintió agradecida por eso pero a la vez cautelosa.

- Bien, ahora dime ¿cual es tu precio? - preguntó Isabel temiendo que sea demasiado y que lo que trajo no sea suficiente.

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