Capítulo 12

Continuó caminando por el pasillo por un buen rato, asegurándose de evitar los lugares donde transitan los guardias nocturnos y algunos sirvientes.

La manta que la envolvía antes fue desechada en un trecho oscuro debajo de unas gradas.

Ahora solo queda su vestimenta característica de las sirvientas, que era un largo vestido negro que le llega a los talones y unas zapatillas que al menos eran algo cómodos, hasta un pequeño gorro complementa su disfraz.

Agachando la cabeza para no dejar ver su rostro, Isabel se apresuró a la bodega, siguiendo las indicaciones que le dio Ana para llegar en el menor tiempo posible y no perderse en el camino.

Todo eso no le llevó más que cinco minutos, el guardia no sospecharía demasiado, ya que las cocinas están en realidad bastante lejos y es normal que tarde en regresar.

Isabel debatió mucho consigo misma sobre si deshacerse del guardia para mantener su silencio, pero sintió que aún no está lista para mancharse las manos con sangre.

Lo haría en algún momento del futuro pero no ahora.

Alejó esos pensamientos intrusivos y apresuró aún más el paso.

......................

Un joven de ardiente pelo rojo y expresión aburrida se acercó en silencio a la posición del guardia de la cautiva.

Ayer se había colado en silencio a la habitación de la chica que llamó su atención y escuchó todo el plan que tenía para escapar de la mansión.

Por las lagunas que encontró, supo que era bastante inexperta en esto de huir y decidió ayudarla, después de todo estuvo sin nada que hacer más que espiar a Boris durante mucho tiempo y es hora de un poco de emoción, siente que se marchitará y morirá si no obtiene lo que quiere.

El desprevenido guardia no pudo ni reaccionar cuando un brazo fuerte envolvió su garganta, luchó con fuerza tratando de liberar pero fue en vano, fue asfixiado hasta la muerte.

Rojo prefiere no tener que matar de esta forma (prefiere algo más sangriento, en realidad) pero tiene que mantener silencio y anonimato, algo raro de su yo ruidoso habitual.

Chasqueó la lengua cuando intentó mover el cuerpo muerto.

- Estás realmente obeso, hombre - dijo en voz baja, haciendo un esfuerzo extra para arrastrar el cadáver a la habitación vacía y dejarlo tirado por ahí, tampoco quería hacer un trabajo perfecto.

- Ahora veamos como está la chica esa, Isabel - con las manos en la nuca y una expresión perezosa en su hermoso rostro, caminó con tranquilidad a dirección de las bodegas.

Tuvo que obligarse a sí mismo a no silbar aunque amaba hacerlo para alejar el silencio.

El otro guardia ya fue tratado cuando estaba de camino aquí y ya con su ayuda la chica debería de poder irse sin problemas.

Esa chica tuvo mucha suerte de que Boris no haya estado en la mansión estos días, siempre que esta afuera los sirvientes y guardias pueden holgazanear como les pegue la gana y no prestan mucha atención a lo que hacen los demás en su tiempo libre.

......................

Isabel tardó otros tres minutos, aún con su paso rápido, a llegar a la bodega. De inmediato vio a Ana que caminaba de un lado a otro con una expresión ansiosa.

- Cálmate, ya llegué - dijo impasible, no se sentía ansiosa ni nerviosa.

Su voz hizo que la pequeña sirvienta casi salte del susto.

- Bien, vamos - dijo mientras colocaba una mano en el pecho para calmar los acelerados latidos de su corazón, ¿por qué tiene que asustarla cada vez? ¿Tanto cuesta hacer un poco de ruido cuando camina?, le dio una mirada resentida a la joven.

Isabel la siguió sin expresión, mirando alrededor de vez en cuando teniendo cuidado de no toparse con nadie, sin darse cuenta de la mirada que le da la pequeña sirvienta y aunque lo hiciera no le importaría, es su problema si no se da cuenta cuando se está acercando.

Llegaron a un lugar parecido a un garaje, donde había varios camiones que tenían permitido entrar y salir de la mansión con suministros ya sea de alimentos o con las cajas de mercancía ilegal de Boris.

Acercándose a una en específico, se coló dentro y se escondió entre los montones de cajas de madera vacías, Ana ya cumplió con su deber y corrió de regreso a su habitación, para evitar sospechas de otros sirvientes.

Tuvo que fingir malestar estomacal durante el resto del día y dijo que iría al baño cuando se le preguntó, pero realidad fue a terminar su parte del trato con Isabel, ahora que lo hizo se siente más tranquila.

Isabel recibió la información de la pequeña sirvienta que justamente en la madrugada de hoy, hay un camión que sale todos los días hacia la ciudad y vuelve siempre al amanecer.

Dentro de poco iba a partir y ella tiene que mantenerse oculta en ese sitio hasta que lleguen a su destino.

Isabel no prestó atención a la suciedad de su alrededor y se sentó, esperando con paciencia la llegada del conductor.

Fue después de diez minutos de espera que sintió que alguien se acercaba y se subía al asiento del conductor, el camión comenzó a moverse después.

Dando un suspiro de alivio, Isabel se permitió relajarse sabiendo que dentro de poco estará lejos de esta mansión.

Lo que más desea es estrujar cada hueso del cuerpo de Boris pero en sus condiciones actuales es imposible.

Volverá para tratar con él cuando se haya recuperado, no iba a dejar pasar lo que le hizo ese hombre y lo que quiso hacerle a su familia, tal y como no iba a dejar ir a los Dubois.

Escuchó el silbido del conductor en todo el trayecto, era una melodía desconocida para ella pero resultaba relajante a la vez, llenaba el silencio de buena manera.

El frío penetró sus huesos mientras se apoyaba en la pared del camión, quizá hubiese sido una buena idea traer algo para mantenerla abrigada, pero ya es tarde para arrepentirse.

Se quitó el estúpido gorro de sirvienta y la arrojó con descuido a la esquina, le resulta incómodo tener que usar esa prenda de sirvienta, no puede esperar a quitársela y ponerse la muda de ropa cómoda que Ana le proporcionó tan amablemente.

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