Capítulo 14

La persona que le devolvió la mirada se parecía más a un chico rubio con rasgos más delicados que masculinos y parecía algo enfermo.

El resultado dejó bastante a Isabel bastante satisfecha, ahora nadie podrá reconocerla a simple vista.

No lo pensó antes pero ahora que se ve en el espejo, disfrazarse de chico puede ser una buena idea para mantener oculta su identidad, aún tiene que averiguar lo que sucedió cuando la secuestraron.

Está inclinada a creer las afirmaciones de Boris de que mataron a su familia, después de todo nadie vino a intentar salvarla después de todo el tiempo que pasó dentro de la habitación oscura, pero necesita información verídica antes de que prosiga con su plan de venganza.

Tomó todo lo que usó antes y lo colocó en la bolsa que trajo consigo para luego tirarla en el bote de basura más cercana apenas salga de baño.

Esperó con paciencia hasta que los rayos del sol comenzaron a entrar por las pequeñas rendijas que había en lo alto de la pared.

Fue en ese momento que salió como si nada, ignorando la mirada confundida de la recepcionista que no recordaba cuando entró un chico al baño de mujeres pero cuando iba a reclamar, este se marchó sin mirarla, decidió no hacer caso y siguió con lo suyo.

Sintiéndose más ligera ahora, limpia y sin tener que estar ansiosa por cada persona que la mira en la calle (preocupada de que puedan reconocerla), se preguntó que sucedió con el hombre que la estaba siguiendo hasta que empezó a meterse en los callejones.

Fue ahí cuando dejó de escuchar el eco que tenía cada paso que daba.

Se encogió de hombros no preocupada y siguió su camino hacia la cafetería más cercana, deseaba un desayuno con un potente café amargo para mantenerla despierta por el resto del día, la pequeña siesta que tomó no fue suficiente, lo que necesita ahora es una buena noche de sueño completo.

Se sentó en la mesa más alejada de la entrada y en el rincón más oscuro del lugar, el ambiente era bastante limpio y parecía apetecible las masas y pasteles que servían.

El mesero no tardó mucho en traer lo que ordenó y comenzó a comer con disfrute.

Cuando estaba por la mitad y meditaba que hacer después, la sorprendió cuando una persona desconocida se sentó frente a ella.

El joven prácticamente se arrojó a la silla y se cruzó de brazos mientras hacía pucheros, mirándola.

- Disculpe, la mesa esta ocupada señor - dijo tratando de hacer su voz lo más masculina posible sin sonar fingida.

-...- el tipo no dijo nada y solo la miró fijamente frunciendo el ceño.

- ¿Puedes irte? Quiero comer solo - dijo ahora con voz más dura y enojada, Isabel no estaba de humor para tratar con personas obstinadas.

- No me iré - dijo el hombre, su voz masculina era bastante agradable al oído, pero Isabel no le prestó atención al tono de su voz sino a la actitud que el tipo traía.

¿Acaba de negarse a dejarme sola?

El enojo comenzó a fermentarse en sus entrañas, decidió no hacer caso a ese tipo extraño y llamativo, se levantó sin decir nada y estaba por irse cuando una mano se envolvió fuertemente alrededor de su muñeca.

- ¿A dónde crees que vas? - dijo de mal humor el joven, mirándola por debajo de sus gruesas pestañas.

- Lejos de un tipo raro como tú - respondió Isabel con frialdad, de verdad no quería lidiar con esto.

Trató de zafarse a la fuerza pero el agarre del hombre era demasiado fuerte para su yo débil actual, ni el desayuno a medio comer le dio suficientes fuerzas.

Mirándola boquiabierto el hombre estaba sin palabras.

- Primero viene e interrumpe mi desayuno y ahora no me quiere dejar ir ¿que sucede con usted? - continuó ferozmente.

Había algo en el joven frente a ella que la estaba comenzando a sacar de quicio, no le gustaba que la alterara de esa forma.

Debe alejarse lo más pronto posible.

- Me llamaron de muchas maneras en mi vida pero 'tipo raro' eres la primera en hacerlo - que se haya referido a ella en femenino significa que sabe que está fingiendo ser un chico.

- Merezco un premio por eso? - preguntó sarcásticamente, estaba pensando seriamente en tirarle encima el café que está a sólo unos centimentros de su mano libre.

- Eres muy desagradable, ¿lo sabes? - suspiró el joven con impotencia.

-¿De verdad?, Me dijeron que soy una excelente acompañante - el sarcasmo se filtraba de cada uno de sus poros, Isabel no está soportando tener esta conversación.

- Incluso después de lo mucho que te ayudé así es como me agradeces, eso me pasa por ser tan buena persona - dijo mientras coloca un brazo en la frente en fingido dramatismo, aún sin soltarle la muñeca.

- ¿Ayudarme? ¿Y en qué tuve la honorable dicha de tener su ayuda? - dijo apretando los dientes de irritación.

- Bueno los guardias de la mansión que dejaste al azar fueron tratados por mí, incluso tuve la gentileza de traerte a la ciudad, no tienes que agradecerme por eso, sé que soy un amor de persona- su ego no tiene límites y Rojo lo sabe muy bien.

Enojada más allá de las palabras, Isabel por fin se decidió y vertió todo el contenido que sobró en su taza de café en la mata de pelo rojo del tipo frente a ella.

Se zafó de su agarre y corrió lo más rápido posible, muy lejos de ese hombre.

Con las gotas de café tibio cayendo sobre su rostro, la sonrisa fácil que antes tenía se tornó forzada, más aún cuando el mesero vino a su mesa a cobrarle lo que el 'chico' que acaba de irse, ordenó, (tenía miedo de que este pelirrojo se vaya también y nadie pague la cuenta).

Apretó los dientes irritado, marcando su mandíbula aún más y una vena empezó a hacerse visible en su cuello, pero pagó al mesero y trató de ser lo más cortés posible.

Salió de la cafetería y quedó parado en la acera, con la cabeza mojada y sin saber en qué dirección se fue la chica.

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