CAPÍTULO 7

CAMILLE.

Tara me ha prestado su auto para ir a la entrevista, hace mucho tiempo no conducía y es algo que he retomado en los últimos días.

Al fin llego al lugar y parqueo en un sitio que parece destinado para los clientes. La verdad estoy con el tiempo justo y buscar otro parqueadero me haría llegar tarde.

- Buenas noches, vengo para una entrevista de trabajo con el Señor Ariel- el encargado mira en una tabla de papeles que tiene a la mano y luego sonríe.

-Siga derecho por el pasillo, él se encuentra esperándola en el salón principal del restaurante- extiende su mano y yo emprendo mi camino en busca de mi tan anhelada entrevista.

El sonido de los tacones es lo único que se escucha a lo largo del salón. Según lo que dijo mi prima comienza a llenarse después de las ocho de la noche así que todavía es temprano.

A mí derecha un enorme salón con mesas y sillas elegantes. Los adornos en ellas son de plata fina. Es obvio que este lugar no acostumbra a recibir gente del común.

A mi lado izquierdo y separado por unas puertas de cristal a prueba de ruido se encuentra el dichoso bar del que tanto hablan las chicas. Al parecer han estado ahorrando dinero para venir y disfrutar de las fiestas aquí, pues según ellas un solo cóctel vale lo que ganan en dos meses de trabajo.

Me dirijo hacia la derecha, el lugar que el encargado me ha indicado. Allí vestido con un traje elegante se encuentra un señor mayor. Tiene el cabello castaño, con destellos plata por la edad. Se podría decir que tiene unos cincuenta y tantos pero es difícil asegurarlo pues luce bastante conservado.

- Buenas noches- extiendo mi mano con elegancia, un gesto que él responde enseguida besando el dorso de esta.

- Bienvenida. Me ha dicho Luna que estás interesada en trabajar para nosotros- me invita a tomar asiento frente a él- Dime, algún experiencia antes?

- La verdad alcance a realizar dos semestres de gastronomía y alta cocina, pero por cuestiones personales no pude terminarlo- no dejo de mirarlo a los ojos apesar de que me siento nerviosa pues a él parece no agradarle mucho la idea.

- Por qué crees que debería contratarte, Camille?- pregunta revisando la carpeta de documentos que traía en la mano- No posees mucha experiencia y como debes saber este restaurante es el mejor, precisamente porque el personal que trabaja aquí es altamente capacitado.

- Señor Ariel, sé que quizás no hay muchas razones de peso que hagan inclinar la balanza a mi favor- intensifico mi mirada- Pero, aprendo muy rápido y tengo las nociones básicas de cocina, además de la pasión y el deseo de perfeccionar todo lo que hago. Soy muy atenta, no tendrá que decirme que haga las cosas porque antes de que me lo pida ya las habré realizado. Soy observadora, me sé comportar. Conozco el protocolo y la etiqueta que se debe tener en sitios así. Le aseguro que si me contrata no se va a arrepentir.

Me observa durante segundos que parecen eternos.

-Dame un momento- se ausenta del lugar dejándome completamente sola.

Mis dedos tamborilean nerviosos en la mesa. Y si no le agrado? Que tal si regreso a casa con las manos vacías? Al fin después de 15 minutos la espera termina y él aparece acompañado de una mujer con uniforme blanco.

- Sarah, ella es Camille- la mujer me saluda con una leve sonrisa que yo correspondo- Camille, Sarah es la chef en jefe del restaurante, ella se va a encargar de entrenarte. Si no te molesta preferiría que empezaras desde hoy. Recuerda que comienzas un periodo de prueba durante un mes. Bienvenida.

Agradezco de todas las maneras posibles antes de verlo marcharse. Sarah mueve su mano para que la siga y lo hago sin chistar.

- Este lugar estará a reventar en menos de una hora. Necesito rapidez, destreza y trabajo en equipo. Me entiendes, Camille?

- Si, señora

- No puedes trabajar vestida así y menos con esos zapatos, de lo contrario cuando den las doce estarás muerta- la sigo de nuevo está vez a una bodega donde me da un uniforme blanco, un gorro y unos zapatos bastante cómodos- Vístete rápido, el vestier está allá.

Voy directo al lugar que me indicó, hay un vestier pero por más que intento cerrar la puerta para poder cambiarme no lo consigo. El tiempo es oro y lo estoy desperdiciando.

- Joder!- me tapo la boca al darme cuenta de la mala palabra que he dicho. Vivir con Tara trae sus consecuencias.

Me quito primero el pantalón poniéndome el otro casi de inmediato, cualquier persona podría entrar pero no tengo más opciones. Hago lo mismo con la blusa pero antes de que pueda deslizar la otra la puerta se abre.

- Alabados melones!- dice el hombre a quien no consigo verle bien la cara con claridad pues ya le he tirado mi camisa en ella.

- Vete! Vete! - pongo mi espalda en la puerta cuando sale queriendo que la tierra se abra y me trague.

Lo peor del asunto es que mi brasier es transparente, pueden verse perfectamente los pezones bajo la tela.

-Dejaré tu camisa por aquí - aquella voz se me hace demasiado familiar pero lo paso por alto, la vergüenza es demasiada como para ponerme a pensar dónde la he escuchado antes.

Termino de subir el cierre de la camisa, me pongo el gorro, los zapatos y salgo observando con cautela que el causante de mi rostro carmesí no se encuentre por ahí.

Encuentro mi blusa perfectamente doblada en una encimera, la tomo junto a los otras cosas y agradezco al cielo el hecho de haber traído un bolso de mano grande pues cabe perfectamente mi ropa. Finalmente acomodo todo en uno de los lockers y salgo hacia la cocina.

Sarah me espera con mirada impaciente, y trato de disculparme pero mueve la mano con desinterés.

-Se lo que pasó- es lo único que dice y me dirijo con ella hacia el área de preparación - Las recetas están escritas y se deben preparar al pie de la letra. Los clientes son exigentes, proporción correcta de sal o dulce. Si hay una recomendación extra llegará escrita en el pedido, por esa misma razón hay que estar atentos.

-Si, señora

-Te recomiendo que la próxima vez que entres a cambiarte cierres el vestier- me dice con el ceño ligeramente fruncido- Hay un botón a mano derecha que sirve para asegurar la puerta.

Ya perdí la cuenta de cuántas veces mi rostro se ha tornado rojo, pero esta es la peor. He quedado como una completa idiota.

Me disculpo con ella y empiezo con emoción mi primer día de trabajo apesar de los contratiempos...

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