CAPÍTULO 1

**DÍAS ANTES**

CAMILLE

Termino de ponerme perfume por todo el cuerpo, el aroma floral me envuelve con una sensación de frescura. La cena está lista, la casa en orden y yo… He optado por un vestido color crema, algo corto. Sé que es diferente a lo que normalmente Stiven me permite usar, pero estoy segura de que le va a encantar. Me veo en el espejo del pasillo mientras me acomodo el cabello, que lo he dejado caer en suaves ondas. La iluminación tenue de las lámparas del vestíbulo hace que todo se vea más cálido y acogedor.

La mesa del comedor está elegantemente arreglada: las velas encendidas dan un resplandor dorado, los platos están alineados con precisión, y las copas de cristal brillan bajo la luz. Hay un toque especial en la decoración, con un ramo de flores frescas en el centro que escogí con esmero. Me siento nerviosa pero emocionada. Hoy es nuestro aniversario y quiero revivir esa pasión que, lamentablemente, hemos perdido con el tiempo. Los últimos meses Stiven ha estado bastante distante; no es que él sea cariñoso, pero sí lo he notado más frío de lo normal.

Me siento en una de las sillas y me tomo un momento para respirar profundamente. Estoy esperando que al cruzar la puerta, Stiven se lleve una grata sorpresa. Los minutos se convierten en horas. La ansiedad crece mientras escucho el tictac del reloj en la pared. El ambiente se va enfriando con cada segundo que pasa. Cuando el reloj marca las diez, decido apagar las velas; ya están a punto de consumirse. Me siento derrotada mientras apago las llamas, el aroma a cera quemada llenando el aire. La cena sigue intacta, una hermosa pero dolorosa demostración de mi esfuerzo y mi deseo de recuperar lo que alguna vez tuvimos.

Recuesto mi cabeza sobre la mesa, sintiéndome miserable. ¿Tuvo más trabajo de lo normal hoy? ¿Acaso no le importa en absoluto? La casa está en silencio, roto solo por el ocasional crujido de los muebles. Es más de las once de la noche, y cuando el sueño está a punto de vencerme, la puerta principal se abre de par en par con un estruendo. Stiven entra tambaleante, con su chaqueta en la mano y los ojos completamente obnubilados por el exceso de alcohol.

Me levanto rápidamente, pero antes de que pueda acercarme, él levanta su dedo índice y me señala.

- Shhhhhh... Ni... Ni se te ocurra reclamarme algo... No... No estoy de humor.

- ¿Dónde estabas? - murmuro, entrelazando mis dedos y agachando la cabeza. Siento que mis pies están pegados al suelo, incapaz de moverme hacia él.

- ¡No te importa!- me grita lleno de rabia. - ¿Qué... Qué haces vestida así? Pareces una vagabunda- Camina tambaleándose por todo el pasillo hasta la escalera, los pasos resonando pesadamente en el suelo de madera. - No... tengo... hambre... Recoje ese desastre... en la mesa.

Mira con desprecio el lugar, y mis ojos hacen lo posible por no permitir que las lágrimas salgan. El dolor en mi pecho es tan profundo que siento que me ahogo.

- Lo hice para ti...- murmuro de nuevo, pero esta vez la voz se me quiebra. - Quería que celebráramos nuestro aniversario...

- ¡MALDITASEA CAMILLE!- aprieto los ojos cuando lo veo descender el par de escaleras que había logrado subir. -¡CELEBRAR QUÉ? La ridiculez que es estar casado con una mujer... Una que... Ni siquiera fue capaz de cumplir la única función que por naturaleza debe.

Para este momento, las lágrimas ya han empapado mi rostro, pero no dejo de apretar los ojos. Cada palabra de desprecio parece ser una punzada directa a mi corazón.

- DIME! DIME ALGO! - mi cuerpo se tambalea cuando él me sacude por los hombros. Mi vista en el suelo me recuerda lo pequeña que me siento en este momento.

- Tú no quisiste ver a un doctor. Yo hubiera hecho lo que fuera por darte un hijo - es lo único que logro articular, pues el nudo en la garganta me imposibilita el habla.

- ¿Por qué tengo que pagar yo por lo defectuoso de tu ser?- esta vez mi mirada va del suelo a sus ojos. Lo único que veo en ellos es un profundo desprecio. Me siento como una sombra, algo que no tiene valor.

- No sigas... - digo ahogando el sollozo.

- Entonces déjame en paz - me suelta de mala gana, y cuando lo hace, me doy cuenta de que mis brazos han quedado rojos por la fuerza de su agarre. Me desplomo en el suelo, sintiendo el enorme peso en mi pecho y ahogando con mis manos los gemidos que emergen de mi garganta.

"Defectuosa", "Inservible", "Tonta". ¿Cuánto más? ¿Cuántas palabras más debo escuchar? ¿Cuánto desprecio me merezco? Me arrastro hacia un sillón de la sala, donde las luces bajas y la decoración que solía ser cálida ahora solo resalta la frialdad de mi situación. Lloro hasta que el sueño me vence, sintiendo el peso de mi tristeza en cada músculo de mi cuerpo.

.

.

.

**AL DÍA SIGUIENTE**

- ¿Qué significa esto? - me levanto de un brinco, el dolor en mi cuello protesta al moverlo. El reloj de la pared suena incesante y la luz de la mañana apenas comienza a filtrarse a través de las cortinas.

Stiven ya está vestido y listo para salir a trabajar. Lleva el traje azul que me gusta, y parece que la resaca no le ha afectado en absoluto. Me siento como una sombra a su lado, mi cabello desordenado y la ropa arrugada de la noche anterior.

- Perdón, me quedé dormida- me disculpo mientras me levanto de la silla en la cocina, estirando mi espalda adolorida. Los rastros de la cena fallida todavía están en la mesa, y me esfuerzo por borrar cualquier evidencia de mi fracaso.

- Dime que al menos entre este desorden hay una taza de café - rueda los ojos con exasperación, mirando el caos de la cocina con desdén. Sus palabras son como dagas que se clavan en mi pecho.

- Yo no... Aún no he preparado nada...

Suelta un gruñido y camina hacia la puerta. Ni siquiera se despide, solo deja una estela de frustración detrás de él.

- Cada día me decepcionas más, Camille.

Cierra la puerta con fuerza, causando un estruendo que resuena en toda la casa. Mis manos van directo a la boca. No quiero llorar, no otra vez. Respiro profundo, sintiendo la humedad en mis mejillas y comienzo a recoger todo lo que quedó de la noche anterior. La vela ya está derretida en un charco de cera, y los platos, perfectamente alineados, nunca fueron usados. La comida, ahora echada a perder, va a la basura con un sonido de desaprobación. Tiro la loza y me desplomo en el suelo de la cocina, rodeada por el desorden que refleja mi propio caos interno. Mis sollozos hacen eco en la casa vacía, y aunque no desee llorar, me permito ser esa niña pequeña que solo busca consuelo.

Las horas pasan mientras estoy sola en casa, acompañada por un libro de novela erótica. En él se narran tantas cosas bellas entre los protagonistas, y me siento atrapada en un mundo de fantasía que solo resalta la ausencia de lo que anhelo. Las escenas sexuales van más allá de solo pasión; también hay dulzura y una conexión única. Esto me lleva a preguntarme si alguna vez Stiven y yo tuvimos una conexión real. Realmente dudo que haya sido así.

Stiven es un hombre salvaje en la cama, pero debo admitir que a menudo es egoísta. No se preocupa por proporcionarme placer; el orgasmo siempre lo alcanzo por cuenta propia, y eso me hace sentir aún más miserable. Tengo a mi lado a un hombre que no me satisface como debería. Supongo que los años afectan negativamente las relaciones. La verdad es que nunca he conocido nada más. Me casé con Stiven cuando tenía 20 años. Aún era muy joven; ni siquiera terminé la carrera de Chef que empecé en ese entonces. Stiven se convirtió en mi prioridad, atenderlo y ayudarle en casa también lo fue. Una de sus condiciones era que su mujer debía estar en casa cuidando de él y de los hijos que vendrían después. Lamentablemente, esos hijos que tanto deseábamos no llegaron.

Siempre me he culpado por ello, o al menos es así como lo ve mi esposo. Jamás quiso ir a realizar ningún tratamiento porque para él yo era la defectuosa. No se si deseaba ser madre, pero no puedo negar la curiosidad que me embarga cada vez que pienso en ello.

¿Qué se sentirá gestar una vida dentro de ti? Es algo que nunca sabré y con 35 años, el tiempo no se encuentra a mi favor.

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Comments

Delia Alonso

Delia Alonso

Que tontería tan grande anularse a tal grado por alguien......Seguramente el estéril es él....espero que ella conozca un hombre que la valore y del cual quede embarazada

2025-03-09

0

Rita Salazar

Rita Salazar

a ella hay que bajarle las panta panta y darle unas buenas palmadas. para que mande a ese patán a ponerse el trasero.

2024-10-15

1

Arminda Ovelar

Arminda Ovelar

no es estar defectuosa..sino que Dios no le quiso premiar a un miserable de hombre con un regalo tan maravilloso el no se merece ser padre

2024-10-08

2

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