DÉJAME CUIDAR DE TI
CAMILLE.
La sala está en un estado de desorden total, como un reflejo físico del caos que siento en mi interior. Los muebles, que antes formaban un conjunto armonioso, ahora parecen estar fuera de lugar, dispersos y desalineados. La alfombra, una vez lujosa y bien cuidada, está cubierta de pequeñas manchas y restos de polvo, como si se resistiera a absorber el dolor que emana de este lugar. Las cortinas, descoloridas por el paso del tiempo, dejan pasar una luz tenue que proyecta sombras largas y melancólicas sobre las paredes.
Estoy sentada en el sofá de cuero desgastado, con una manta arrugada sobre mis piernas que no ofrece el consuelo que necesito. El reloj de pared avanza lentamente, cada tic y tac parece prolongar el sufrimiento que siento. Con el bolígrafo en la mano, empiezo a escribir, mi mano temblorosa guiando el bolígrafo a través del papel arrugado y manchado de lágrimas.
"La puerta se abrió y te fuiste de la casa, no había ni una pizca de compasión en tu mirada, solo determinación mientras hacías tu maleta y arrojabas al abismo los 15 años de matrimonio que compartimos juntos. ¿Qué hice mal? ¿Acaso no te di todo para que fueras feliz? Llegué a olvidarme de mí misma para vivir por ti y para ti. Te entregué todo, aun a pesar de que me estaba perdiendo de a poco…"
Cada palabra escrita es un esfuerzo consciente, una carga emocional que se traduce en tinta sobre el papel. Las lágrimas caen, manchando el texto y difuminando algunas de las palabras. La imagen en el espejo frente a mí muestra una versión triste y desolada de mí misma. Mi cabello castaño, que antes era vibrante y lleno de vida, está enredado y opaco. Las grandes ojeras bajo mis ojos café revelan noches de insomnio y tristeza.
"¿De qué te quejas, Camille? Tienes un esposo que te da gusto en todo."
: ¿No te falta nada, vives como una reina?"
" Deberías estar agradecida de que no te abandonó a pesar de que no fuiste capaz de darle un hijo."
Estas frases crueles retumban en mi cabeza, una y otra vez. La habitación, que solía estar decorada con fotos de momentos felices, ahora parece vacía y fría. Los objetos desordenados a mi alrededor, como las cajas amontonadas en un rincón y el polvo acumulado en los estantes, parecen testificar mi dolor y la desintegración de mi vida.
"...¿Por qué arriesgué tanto por ti? ¿Valía la pena dejar todo por estar a tu lado?..."
Mi bolígrafo tiembla mientras escribo. Las noches en vela, las citas incumplidas, las palabras hirientes que tú soltaste sin pensar, todo parece haber sido en vano.
"...De nada valía tener todo arreglado en casa, cocinar con cariño si al final siempre terminabas quejándote de lo que te servía...."
La casa está llena de ecos de un pasado doloroso, y cada rincón parece gritar mi desilusión...Cada maldito segundo de mi vida lo desperdicié en ti, y aun así, no dudaste ni un segundo en estrellar la puerta y marcharte de mi vida para siempre..."
El bolígrafo raspa el papel con un sonido áspero que subraya la intensidad de mi dolor.
"...¿Es ella lo que realmente quisiste tener toda tu vida? Y si es así, ¿por qué me usaste como un juguete durante 15 años? ¿Y lo que es peor, por qué te di permiso de hacerlo?..."
Las lágrimas caen con más intensidad, manchando la hoja y haciendo que mi escritura sea cada vez más desordenada.
La sensación de vacío en la casa es abrumadora. Busco en mis recuerdos algún consuelo, pero solo encuentro una serie de momentos infelices apilados uno sobre otro, como una pila de escombros que augura mi desgracia.
"...Me siento usada, desprotegida, maltratada… estoy muerta por dentro. Duele... duele demasiado cuando diste todo por ese alguien y al final de nada sirvió..."
El reloj sigue marcando el paso del tiempo con una lentitud cruel.
"...Eres feliz ahora? Ella ha llenado a rebosar la maldita copa de tu ego? Dime, realmente va a darte lo que yo nunca pude?..."
Mi caligrafía se vuelve cada vez más borrosa a medida que mis manos tiemblan. La habitación, que antes estaba llena de vida y amor, ahora es un vacío reflejado en cada esquina.
"...Adiós a Stiven… adiós a mi antigua vida. Después de hoy, jamás volveré a ser la misma… Dile adiós a Camille Parker… porque te has encargado de matarla…"
Finalmente, me levanto del sofá con una mezcla de tristeza y determinación. Arrugo la hoja con fuerza, sintiendo el peso de cada palabra escrita. La tiro en la primera caneca que encuentro,
la hoja arrugada se hunde lentamente en la basura, un acto simbólico que parece cerrar un capítulo doloroso de mi vida. El sonido del papel al caer se mezcla con el latido de mi corazón, que todavía palpita con una mezcla de tristeza y determinación. Me acerco a la ventana, donde la luz del atardecer tiñe el cielo de tonos anaranjados y rosados, contrastando con la oscuridad que siento en mi interior.
El aire frío que entra por la rendija de la ventana me envuelve, y por un momento, el silencio en la casa se siente más profundo y pesado. La habitación, ahora un vacío reflejado en cada rincón, parece resonar con el eco de mis pensamientos. Cada mueble, cada objeto, está cargado de recuerdos y emociones que han quedado atrapados en el espacio que alguna vez compartimos.
Me dejo caer de nuevo en el sofá, sintiendo el peso de la decisión que acabo de tomar. El dolor sigue presente, pero también hay un leve resquicio de alivio, como si al final hubiera encontrado una forma de liberarme de un peso abrumador. La manta arrugada sobre mis piernas parece una última conexión con el consuelo que una vez busqué en vano.
La casa está ahora envuelta en una quietud profunda, interrumpida solo por el ocasional crujido de la estructura mientras el frío de la noche comienza a infiltrarse. Me levanto, decido caminar por la casa una vez más, observando cada rincón con una mezcla de nostalgia y resolución. La desolación de la habitación es ahora mi compañera, un reflejo de mi propia transformación.
Me detengo en el espejo nuevamente, mirándome una vez más. La imagen que veo es de una mujer que ha sido cambiada por el dolor, pero también por una determinación renovada. Me prometo a mí misma que este momento marcará un nuevo comienzo, un despertar de una existencia que ha estado en sombras durante demasiado tiempo.
Finalmente, apago las luces y cierro las cortinas, envolviendo la casa en una oscuridad que parece tan profunda como la que siento dentro de mí. Mientras la noche cae, me siento en paz con la decisión tomada. La vida sigue adelante, y aunque el camino será difícil, sé que estoy lista para enfrentar lo que venga, dejando atrás a Camille Parker y el dolor que él me infligió.
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Comments
daniela Gimenez Schuby
me atrapó está historia. a ver cómo sigue!!
2024-10-09
1
Arminda Ovelar
si en esos años de matrimonio no la valoro es mejor alejarse...la vida sigue y te espera algo mucho mejor
2024-10-08
1
𝓐𝓷𝓰𝓲𝓮 𝓭𝓮 𝓢𝓾𝓪𝔃𝓪 🦋
Hola Day, acá estoy leyéndote como te lo prometí
2024-10-07
2