BOMBAS DE MIASMA

Con cada paso que dadan a la sala de conferencias, podían escuchar con más fuerzas los gritos y las ofensas que proferían todos los miembros del consejo de seguridad. Hacía solo media hora que el rey Anatole les había contado aquello que aterrorizó a el y su mano derecha, lo que provocó una ola de ira inmensa.

—Anunciame—dijo Henry al guardia que estaba en la puerta.

El soldado encargado de la entrada de la sala de conferencias, hizo una leve reverencia y tocó tres veces la puerta. Una vez que el rey dio permiso para su ingreso, el uniformado entró al lugar.

—Su majestad, el general Henry ha llegado—expresó el soldado que mantenía siempre la mirada abajo.

—Que pase—ordenó el monarca.

El silencio de nuevo había reinado en la sala, mientras se escuchaba los pasos tanto de Claire como de Henry. Todos se quedaron sorprendidos y muy confundidos, no entendían que hacía en el batallón una vagabunda.

—Su majestad, le presento a mi maga. Ella fue la encargada de crear el coloso—dijo mientras señalaba a la chica.

—¡No nos crea imbéciles, Green!—gritó el almirante Brown, quién ya no tenía paciencia—¿De verdad creyó que vistiendo a esta vagabunda con pseudo trajes, nos tragariamos que ella fue el mago que creó la barrera?

—¡Ha callar!—el rey golpeó con fuerza la mesa—ya suficiente tenemos con el estrés del imperio de Azuri, como para soportar su comportamiento prejuicioso. Le advierto Almirante, no dejaré que nadie se meta de esa forma injusta con miembros de mi pueblo y menos si es alguien que nos puede salvar. Así que le aconsejo moderación.

Aunque el rey quería salir en defensa de la chica, en especial porque detestaba a cada uno de los miembros del consejo de seguridad, menos a Henry, se preguntaba como era posible que una mujer que parecía ser una enferma pudiera tener tanta energía mágica.

—Señorita, ¿A qué torre mágica pertenece?—le preguntó directo a sus ojos.

—Su majestad, gran padre de Argeli, esta humilde servidora es miembro de la torre efímera—respondió manteniendo la cabeza gacha, ya que aunque había pasado por cosas peores que los comentarios que había hecho el almirante, si le dolía un poco ser tan fea y poco agraciada—fui entrenada personalmente por Sir Arthur.

—¿El te enseñó la rama de la materialización?—dijo mientras se sobaba la barbilla, cuando escuchó la afirmación de Claire, continuó lleno de curiosidad—¿Puedes crear un coloso a tamaño escala y materializarlo a mitad de la mesa?

—Si, su majestad—fue lo único que respondió Claire.

El rey ordenó que trajeran una silla extra y dejó que la maga se sentara a su izquierda. Mientras dibujaba en su diario, Henry no dejaba de observarla. Aunque estaba sentado al otro lado de donde estaba el rey, podía ver bien lo que estaba dibujando.

—¡¿Pero, qué?!—fue lo único que atinó a decir el rey, cuando vio como frente de el se materializaba la figura a menor escala del coloso que estaba en la presa de Leticia.

Tomó con sus manos la figura y esta desprendía pequeños orbes que daban señal de su naturaleza mágica. Aunque el rey no había nacido con raíz mágica, por lo que no podía practicar magia, si había nacido con un nivel de percepción alto. Por lo que supo enseguida que aquella demostración no solo no era falsa, también que provenía del poder de la maga.

—¿Tan solo dibujando puedes crear cosas?—preguntó sin apartar su mirada de la figura.

—Tambien escribiendo; sin embargo, dependiendo del tamaño del objeto, así como su complejidad, es que escribo o dibujo—respondió también observando su creación.

El rey colocó la figura frente a el y se la quedó viendo por un rato, su silencio y concentración no sólo ponía nerviosos a todos, también a Claire. Esperando la respuesta de su majestad, todos dieron un brinco de la sorpresa cuando esté volvió a golpear la mesa.

—¿Es posible crear varios de estos para proteger el territorio entero de Argeli?—la pregunta confundió aún más a Claire, por lo que procedió a seguir explicando—hace unas horas recibimos información de inteligencia, en la que nos alertaban sobre un ataque masivo por parte de Azuri.

Claire abrió un grueso archivo que le pasaron, donde veía no solo varias fotografías de extrañas cápsulas, también estaban descripciones a cada lado que decían: BOMBAS DE MIASMA.

Según los documentos que estaban en el archivo, Azuri aprovechó que había conquistado a Karmin, el país más avanzado tecnológicamente en todo el territorio, y creó con sus recursos varias bombas que contenían miasma. El plan era arrojar varias de esas cápsulas en ciudades estratégicas de Argeli con el fin de envenenar a una gran parte de la población.

Todos observaban el rostro lleno de preocupación y confusión de la chica, tanto que sus expresiones empezaban a dejar en segundo plano su estado enfermizo. Claire pasaba las páginas, ya que no entendía como podía Azuri estallar esas capsulas en el territorio. Cuando creyó que de pronto ya estuvieran dentro del territorio, a causa de que grupos enemigos se infiltraron, otras fotografías cambiaron su pensamiento.

—¿Zeppelins?—fue lo único que dijo en voz alta.

Los documentos indicaban que usarían aparatos que harían que el ser humano alcanzaran los cielos. Su poder era tan grande que no solo aguantarían el peso de las bombas, sino que llegarían hasta los rincones más alejados del continente.

—Como podrá observar, señorita Claire, Azuri aprovechará los avances tecnológicos de Karmin para dar un golpe definitivo y dominar nuestras tierras—habló con cansancio el monarca—lo que me preocupa, más allá que el hecho en sí de ser invadidos, es que miles de inocentes morirán. Niños, jóvenes, ancianos, mujeres embarazadas, ¡No habrá contemplación alguna!

La garganta de la maga se cerraba con mayor fuerza con cada palabra del rey. Entendía muy bien su temor, sería un milagro si algunos cuantos sobrevivieran. En definitiva el emperador de Azuri era un monstruo que no le importaría recurrir al genocidio con tal de expandir su dominio.

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