PROMETAME QUE NO ME DEJARÁ SOLA

Mientras todos los líderes de las torres mágicas se preparaban para teletransportar sus sedes a las coordenadas que fueron dadas por Claire, esta se encontraba sentada en el despecho del rey, garabateando algunos planos.

—¿Qué haces?—preguntó Henry quien se acercó con mucha proximidad, colocando un poco nerviosa a la maga.

—Un plan B—dijo mientras le mostraba sus planos—¿Los cañones de maná que se encuentran en cada uno de los batallones de las ciudades principales, son los mismos que los de las torres?

—Sí, y también los mismos que están en el palacio —respondió sin desviar su mirada del diario—¿Por qué la pregunta?

—Nuestra defensa principal son los cañones de las torres; sin embargo, si la potencia de estos queda corta, necesitaremos hacer uso de los otros—arrancó las páginas—estos son planos de espejos amplificadores. Si su Majestad lo autoriza, podríamos crearlos y enviarlos a cada uno de los batallones y usarlos para amplificar los cañones que ya tienen y que le den más poder a las torres mágicas.

Henry tomó cada una de las páginas y las analizó, el nivel de detalle era tanto que hasta se mostraba los mecanismos internos de los espejos. Con cada segundo que pasaba, la inteligencia de Claire lo impresionaba.

—Lo más probable es que su majestad lo apruebe; sin embargo, el problema está en como los haremos llegar a cada batallón. Argeli es muy grande, los cristales de velocidad de los carruajes no podrán alcanzar a tiempo cada puesto—dijo mientras agarraba con más fuerzas las páginas, el plan B de Claire era muy importante para asegurar la victoria de esa batalla.

Claire se tocó su mano enguantada, donde tenía la prótesis. Sabía que el riesgo de que su discapacidad fuera descubierta era grande; sin embargo, no le generaba tanta molestia que la enfermedad que le ocasionaba las runas malditas. Lo que tenía seguro es que si no actuaba miles de inocentes podrían morir, así que debía correr el riesgo de que su mayor secreto fuera revelado.

—Hay una forma; sin embargo...—se quedó callada, le costaba hablar.

—¿Qué ocurre?—Henry estaba muy intrigado acerca de lo que diría la joven maga.

—Puedo hacer que los espejos lleguen a sus destinos, diseñando un portal que lleve a cada batallón; no obstante...—suspiró con mucha pesadez—al materializar tanto los espejos como el portal, me quedaré sin energía. Lo más probable es que caiga en sueño profundo y que otra vez el dolor vuelva.

Le dijo luego de levantarse, para luego caminar hasta la puerta y colocarle seguro. Caminó de regreso hasta donde estaba el general y le tomó sus manos, lo que hizo que el hombre frunciera su mirada en señal de extrañeza.

—General Henry, sé que usted y yo no hemos tenido un buen comienzo—le habló mientras miraba sus manos, estaba temblando—me disculpo por la actitud que tuve esta mañana en el carruaje, hay veces que la frustración me afecta tanto que tiendo a actuar distinto a como normalmente soy—sus lágrimas comenzaron a brotar—no sé cuánto tiempo dure acabar la guerra, puede que sea años inclusive, pero le prometo que haré que usted gane esta batalla y todas las que se avecinan.

Henry estaba anonadado, era la primera vez que veía a esa mujer estar tan aterrorizada al punto del llanto.

—¿Qué necesitas que haga?—intentó saber lo que necesitaba la chica, para hacer que ella se calmara. Esa situación le incomodaba con creces.

—Tan solo que duerma conmigo mientras yo este inconsciente—respondió cerrando los ojos con mucho nerviosismo—tengo miedo, tengo miedo que el dolor vuelva y que el frío infernal me invada. No sabe lo cruel que es para un enfermo intentar dormir y que en sus sueños el dolor lo persiga. El calor de su alma es el único bálsamo que tengo para mi maldita agonía, por favor, prométame que no me dejará sola.

Desde lo que había ocurrido en la mañana seguía sintiendo ira por la actitud de Claire, no por el hecho en sí de reclamar su parte del trato, sino que no le gustaba que los demás intentaran someterlo. Sin embargo, la situación de la maga lo hacía recordar la fatídica noche en la que perdió a sus padres y su semblante de tristeza era la viva calca de su madre. Por primera vez sintió el impulso de limpiar sus lágrimas, de ayudarla de corazón. Cuando intentó hablar por poco el nombre de su madre se le escapa, así que tuvo que respirar para mantener él la calma.

—Iré a donde esté el rey y comentaré el resto de los detalles de tu plan—dijo con un nudo en la garganta, para luego soltar sus manos de las de Claire y dirigirse a la puerta.

Claire quedó devastada ante la actitud del general, no solo había ignorado su súplica, sino que la había dejado sola en su estado. Luego de que este saliera del despacho, cayó de rodillas con el alma rota. Ni sus palabras ni sus lágrimas habían servido. Aunque ya era mucho lo que el general le estaba dando, siendo que él era conocido por su actitud desgraciada con los demás, al menos había creído que se apiadaría de ella siendo todo lo que lo ha ayudado.

—Eres una idiota, Claire—empezó a golpearse su cabeza mientras lloraba sin descanso—eres solo una bastarda desdichada, no mereces ni siquiera dormir sin dolor.

Se dijo para sí misma luego de levantarse del piso, caminó hasta el baño y se observó directamente al espejo. Muchas veces se había preguntado como había durado tanto tiempo viva, todos los días debía soportar el dolor que le influían las runas malditas que le tatuaron en su pierna, así como el asco que sentía consigo misma por su apariencia física.

"Eres una aberración que no debió haber nacido, te mereces sufrir mucho más de lo que estás sintiendo"

Se cacheteó a sí misma apenas escuchó aquella monstruosa voz en su mente, cuando el estrés y el pánico la invadían, empezaba a recordar todo lo que había vivido antes que Sir Arthur la hubiera encontrado. Se lavó con fuerza la cara, intentando desviar sus pensamientos.

—Ya te comprometiste con ayudarlo, Claire. Ahora cumple tu palabra—salió del baño con mucho dolor de cabeza.

Cuando todos vieron salir a la maga del despacho, no se impresionaron por la inflamación y la rojez que había en sus ojos. Siendo que su estado era muy enfermizo, lo atribuyeron a eso. En su interior Claire agradecía que su enfermedad le ayudara a ocultar lo que realmente sentía. Estaba decidida, iría hasta el final con su parte del trato. Aunque el poco alivio que el general le daba no fuera suficiente, al menos podría calmar un poco su existencia; sin embargo, llegó a pensar que si aquel movimiento que haría le provocaba la muerte, tampoco sería una mala idea. Ya fuera de una u otra forma, el final sería el mismo: dejaría de sufrir.

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