16.

Maiston estaba despertando.

Quería seguir durmiendo, pero su teléfono estaba sonando. Estiró su brazo para tomarlo y contestó la llamada.

—¿Qué tal las mini vacaciones? —preguntó Jim.

—Estaban bien hasta que me llamaste —dijo sentándose en la cama pasando su mano por su rostro para terminar en su cabello.

Soltó un suspiro porque no estaba en el país, de hecho, estaba muy lejos y llevaba dos semanas sin saber nada de nadie. Había viajado solo y la paz que había obtenido no la cambiaba por nada. No había revisado su teléfono, visto la televisión o leído algún periódico.

Había sido idea de Jim porque sabía que necesitaba descansar un poco, así que había simplemente aceptado sabiendo que era lo mejor.

—Eso es bueno, hoy viajas de vuelta y estarás llegando mañana en la noche. ¿No me extrañas acaso?

Soltó una pequeña sonrisa y se puso de pie para caminar hasta la ventana de la cabaña donde estaba para mirar el mar que no estaba muy lejos. Había un día totalmente soleado y, a pesar de que donde se encontraba eran recién las nueve de la mañana ya comenzaba a hacer calor.

—Ni un poco.

—Aún así, sabes que soy lo mejor de tu vida. En fin, ¿qué tal Obelly? ¿Te ha llamado mucho?

—Sí, hemos hablado un poco, pero, como estudia en el día, en la noche le digo que no me llame mucho para que descanse. ¿Lo has visto? Estaba en la casa solo y eso me preocupa.

—Está bien, todo en orden. Lo fui a ver un par de veces como me pediste.

—Bien, voy a arreglar las cosas para el vuelo. Hablamos.

Finalizó la llamada soltando un suspiro largo.

Nunca tomaba vacaciones y, las últimas que había tomado, habían sido con Prince. Las había tomado con la intención de quitárselo de la cabeza, pero le era imposible el no pensar en que, mientras él estaba en unas supuestas vacaciones que debían ser entretenidas, Prince la estaba pasando bien con alguien más.

Tragó saliva y se fue a la ducha. Quería refrescar su cuerpo una vez más antes de tener que enfrentarse a muchas cosas que lo iban a estar esperando. Y eran cosas que imaginaba, pero también eran otras que no lo hacía en lo más mínimo.

Por un instante, quiso quedarse ahí para siempre porque no tenía ganas de llegar a esa casa en lo más mínimo. Sabía que estaba Obelly ahí, pero que era como si en realidad no hubiera nada dentro. Había tenido su ciclo de calor mientras estaba en esa cabaña y no recordaba que soportarlo fuera tan complicado y difícil. Lo había sentido como algo miserable y una calor que nada más le quemaba el corazón dándole a entender que, aquello que lo iba a calmar sin mayores problemas, ya no estaba.

Cerró sus ojos soltando un suspiro y se quedó viendo un anillo que debía haberlo botado hace mucho tiempo, pero que siempre andaba trayendo en los bolsillos de los pantalones que usaba.

Tenía el pensamiento de que lo guardaba únicamente como un recordatorio de un error que no debía volver a cometer jamás. Y estaba seguro de que, haberse deslumbrado por Prince de aquella manera, había sido el peor error de todos, mas ya no lo pensaba con la misma intensidad de antes.

Al tener su maleta lista, un taxi lo fue a buscar para ir a dejarlo al aeropuerto y abordar el avión. El viaje fue largo y tortuoso. Intentó dormir para acortar las horas un poco, intentó muchas cosas y al final nada lograba.

Antes de darse cuenta, ya se estaba bajando del avión notando como estaba anocheciendo. Soltó un suspiro porque habían sido unas vacaciones que había tomado de la nada y justo el mismo día cuando todo se había desencadenado, así que estaba ajeno a todos lo que ocurría en los medios de prensa.

Hacía frío y, el cambio de clima de estar en uno totalmente templado donde no caía ni una sola gota, para enfrentarse a uno donde se notaba que estaba pronto a llover, lo dejó descolocado. Tomó otro taxi sin mayores demoras que lo dejó afuera de su casa. Vio las luces encendidas abajo y arriba la de su habitación. Y, a pesar de que se veía iluminado todo, el entrar lo sentía como si fuera a entrar a una cueva oscura y fría sin la más mínima calidez que al principio ignoraba con demasiada facilidad, pero, lastimosamente, esa facilidad se iba esfumando.

Abrió la puerta y dejó sus dos maletas en la entrada para quitarse el abrigo porque dentro la calefacción estaba funcionando y estaba todo cálido.

Miró a todos lados viendo que se veía demasiado vacío igual que siempre. Se suponía que Obelly estaba en casa, pero le daba la impresión de que no había nadie. Soltó un suspiro y comenzó a subir las escaleras de manera lenta. Al terminar de subirlas, fue que escuchó unos ruidos. Se detuvo sin saber muy bien si había sido su imaginación o el eco de sus propios pasos. Luego de unos segundos, los volvió a escuchar. Un pequeño gemido llegó a sus oídos y arrugó su entrecejo.

No pudo evitar recordar aquellas veces que llegaba y escuchaba muchos gemidos y sentía muchas feromonas. Luego, subía las escaleras y encontraba a Prince estrenando juguetes nuevos que compraba por ahí y se quedaban horas en la cama. Disfrutando del otro sin importarles nada más.

Pero supo que eso ya no existía.

—¿Obelly? —preguntó.

Dio unos pasos un poco más apresurados y abrió la puerta de la habitación. Lo primero que vio fue al Omega parado y luego a Jim que movía la cama. Era grande y pesaba, así que hizo unos ruidos por ejercer fuerza.

—Ah, ya llegaste.

Obelly se giró para verlo y sonrió. No dudo en acercarse a él para abrazarlo con ganas.

—¿Qué estaban haciendo?

—A Obelly se le cayó el teléfono detrás de la cama, así que me pidió que le ayude y… aquí está —anunció tomándolo después de mover un buen poco el objeto.

Maiston no le vio problema a eso y simplemente le creyó a Jim porque no había motivos para dudar de su amigo. Asintió y salió con el Omega que le preguntaba muchas cosas demostrando demasiado interés e incluso casi excesivo.

—Me habría gustado ir contigo —murmuró cabizbajo —, pero los estudios no me habrían dejado.

—¿Te has sacado buenas notas?

—¡Sí! Soy el mejor de la clase siempre. Además, te preparé algo para esperarte. Lo iba a hacer con almendras, pero Jim dijo que no te gustan.

—Solo un poco.

Lo vio acercarse al refrigerador para sacar un postre que se veía exquisito sin duda alguna. Escuchó mientras le explicaba la preparación y le agradeció cuando le dio un poco a probar.

Se sentaron en el sillón y Obelly nada más lo vio comer.

—Se veían mucho las estrellas también —comentó sonriendo.

—¿Las estrellas? ¿Nada más viste las estrellas? —preguntó el Omega sonriendo mientras acomodaba su cabello negro detrás de sus orejas —. Que aburrido. No tiene sentido alguno ver puntitos brillantes en el cielo.

Examino su rostro viendo total desinterés cuando Prince siempre oía todo con una sonrisa. Y fue otro golpe de la vida que le demostraba que ya nada era igual. Y que no tenía a esa persona especial que escuchaba todo lo que decía con amor y admiración. No dijo nada, pero su corazón dolió como si alguien le estuviera clavando cuchillos calientes.

Desvió la mirada y luego se puso de pie.

—¿A dónde vas? ¿No quieres comer un poco más?

—Estoy cansado, me voy a dormir.

—¿Tan pronto? Pensé que íbamos a celebrar —bromeó Jim viéndolo subir las escaleras —. Por cierto, la televisión está mala. No intentes prenderla.

Sabía lo que se iba a encontrar si la encendía, así que prefería mil veces que lo supiera todo mañana. Maiston no dijo nada, solo subió hasta su habitación para dejarse caer en la cama. Estaba cansado por el viaje y mañana iba a tener que regresar a la empresa para seguir haciéndose cargo de todo. Sabía que Jim siempre se encargaba de todo cuando él no estaba y no se preocupaba mucho de las cosas porque confiaba en él y en la amistad que tenían hace años. Sin embargo, habían cosas de las cuales Jim no se podía encargar totalmente.

Cerró sus ojos viendo el techo de la habitación. Quiso dormir después de cambiarse la ropa, pero otra vez le era imposible. Era su cama de siempre y a la misma vez era como una desconocida y fría.

Se movió de un lado a otro y fue cuando fue sintiendo un olor extraño. Pudo sentir que era el aroma de Jim y se quedó pensativo hasta que recordó que había estado moviendo la cama y ayudándole a Obelly en moverla para recuperar su teléfono y pasó todo por alto. Al ver que no podía dormir, se puso de pie para salir al balcón de nuevo que daba para atrás de la casa.

Bajó su mirada al jardín que había. Era grande y enorme. Habían muchos árboles frutales o florales. Todo crecía y florecía solo en cierto tiempo. Era invierno, así que las rosas rojas que Prince había plantado, aún no crecían ni mucho menos florecían.

Cerró sus ojos y no supo cuánto tiempo estuvo viendo la noche hasta que se fue a la cama simplemente. No pasó mucho tiempo cuando Obelly también se fue a la cama.

Lo sintió a su lado y, a pesar de que no habían estado juntos, no deseaba nada. Solo quería descansar. Se alejó, pero lo sintió acercarse un poco y se sentó en la cama.

—Estoy cansado, deberías dormirte para ir a clases también.

—Pero, estuvimos separados por dos semanas. ¿No me extrañas? —preguntó triste intentando acercarse de nuevo, pero viendo que se alejaba sin duda alguna cuando antes nunca hacía eso.

No supo qué responder. No supo si era un sí, un no, o un me da igual.

—Estoy cansado y mañana tengo trabajo.

No lo pensó más y se puso de pie para irse al sillón.

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Comments

Lyxz Zyx

Lyxz Zyx

ya me leí la historia de Jim

2024-02-16

13

Rosse.

Rosse.

Prince es el destinado para ti y preferistes engañarlo con este omega descerebrado simplón, deberás q caes mal Maiston

2024-04-25

2

_ N D R E _ EJ7

_ N D R E _ EJ7

me dió un susto! JAJAJAJA

2024-04-30

0

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