11.

—Vamos, Cassi, duerme, ¿sí? Estoy muy cansado y mamá también para pedirle que me ayude. Colabora conmigo, por favor —rogó mientras la sostenía en sus brazos.

Eran las tres de la madrugada y llevaba casi una hora llorando. No sabía lo que tenía y le había dado mamadera, cambiado el pañal y puesto su ropa cómoda que él le había hecho. La tela era suave y especial para que nunca le diera comezón en lo más mínimo.

También se había encargado de sacarle aquellos chanchitos y se estaba comenzando a desesperar porque no dejaba de llorar en ningún momento.

No podía llamar a Taylor porque mañana tenían un evento y no podía tenerlo despierto toda la noche. Soltó un suspiro y observó la cama creyendo que las sábanas no le gustaban. Se puso de pie caminando hasta el ropero donde tenía todo guardado por ser grande y amplio.

—Voy a buscar unas sábanas que te puedan gustar, ¿bueno? Tal vez esas son muy heladas, así que pondré unas de polar para que no tengas frío.

Seguía llorando mientras caminaba con ella y se puso a buscar donde es que su mamá había guardado las sábanas. Se movió hacia el lado y tomando algunas cosas con su otra mano mientras seguía moviendo a Cassi. Cuando notó que algo había tomado, miró sobre su hombro viendo que era la manga de una prenda, pero no cualquier prenda de él, sino que era una de las chaquetas que a Maiston se le habían quedado.

Intentó que la soltara, pero, como siempre, el que un bebé abriera su mano, era imposible. Y, lo que más curiosidad le dio, es que ya no estaba llorando.

—¿Te gusta eso? —le preguntó.

Vio que chupaba su otra mano libre y no tuvo más opción que sacar la chaqueta y volvió a la cama. Dejó a Cassi con cuidado y acomodó la chaqueta a su lado.

No supo qué pensar, tampoco qué decir. Imaginó que era imposible que supiera que esa chaqueta era de su papá, pero, al verla tan cómoda y que cerraba sus ojos para dormirse, supo que era algo evidente. Él ya no las necesitaba mucho, sin embargo, en el embarazo era algo que no podía dejar de lado. Necesitaba tener su olor cerca y, al ver a la bebé de aquella manera, supuso que era porque ella quería tener algo de su papá.

No lo pensó mucho y se acomodó en la cama porque tenía que salir a las siete de la mañana y le quedaba muy poco tiempo para dormir. La cubrió con las sábanas y el tiempo avanzó rápidamente. Cuando la alarma sonó, vio a su bebé seguir durmiendo feliz y cómoda mientras seguía sosteniendo la manga.

Se movió para salir fuera viendo que justo su mamá iba llegando. Le había dicho que lo mejor era que se fuera a su casa para que se hiciera cargo de sus cosas. La madre no había querido, pero él tampoco quería tenerla ahí como esclava, a pesar de que ella lo hacía todo porque quería. La saludó con una sonrisa.

—¿Cómo está la bebé?

—Sigue durmiendo, ¿puedes vigilarla? Me voy a duchar.

La mujer asintió y se fue a la ducha para hacerlo rápido. Tenía sueño aún, así que no se duchó con agua totalmente caliente para poder despertar de una buena vez.

Al salir, se fue a la habitación en una bata para terminar de vestirse.

—¿Esa es la chaqueta de Maiston? —preguntó la mamá curiosa al ver a Cassi con ella.

—Sí, anoche estuvo llorando por casi una hora. No sabía lo que le ocurría porque todo estaba bien, pero no se calmaba. Creí que eran las sábanas y había decido buscar las de polar. En eso, se aferró a esa chaqueta y no la soltó más.

Ella asintió acariciando su mejilla.

—Se ve muy tranquila. Nunca la había visto dormir tan en paz.

—Yo tampoco. ¿Piensas que haya sentido su olor?

—Bueno, algunos dicen que los niños, cuando en su adultez serán dominantes, entonces pueden sentir feromonas a temprana edad. Tal vez sea porque Cassi o será una Alfa dominante o una Omega dominante. Y reconoció el olor de su papá que la hizo sentir tranquila.

Prince soltó un suspiro pensando cosas que lo hicieron sentir triste.

—No quiero eso. ¿Qué pasa si cuando grande lo necesita más, mamá? ¿O si me odia porque nunca lo podrá conocer? No quiero que me odie.

Ella se puso de pie, para acercarse a él.

—Cassi jamás podría odiarte porque tú has sido la mejor madre para ella. La cuidas, le das amor y trabajas muy duro para darle todo lo que necesita, mi príncipe.

—Yo extraño mucho a papá y me hace falta, tal vez ella se sienta de esta manera y no quiero eso, pero tampoco quiero que Maiston lo sepa y venga a reclamarme como si tuviera derecho a algo después de lo que me hizo. No sería justo que él viniera a ponerme en contra de Cassi después de que, la única persona que lo ha pasado mal, soy yo.

Sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas de tan solo imaginar algo como eso. No lo deseaba y no lo quería. La bebé ya tenía siete meses y estaba a nada del año y seguía estando todo en secreto, pero el tiempo avanzaba y eso le aterraba.

—Descuida, si eso sucede, estaré yo y Taylor para ayudarte en todo. Taylor no querrá que le quiten la posibilidad de convertirse en el padrino de Cassi, así que no querrá jamás que Maiston se la lleve.

Prince sonrió y terminó de vestirse porque tenía cosas que hacer. En dos meses más se iban a abrir las puertas del motel que había estado remodelando y todo estaba quedando bien. Alguien más se encargaba de aquella remodelación, pero le gustaba estar siempre al tanto de todo.

Se fue mirando por la ventana mientras el chofer manejaba con cuidado. Sin embargo, como iba con tiempo de sobra, decidió bajarse antes porque quería tomar un café y quería un poco de tiempo para pensar.

Tenía su cabeza hecha un lío y quería unos minutos a solas. El chofer nada más asintió y se bajó. Era un restauran bastante caro, pero simplemente entro. Le gustaba ese lugar porque tenía una terraza y subió para sentarse viendo la ciudad desde arriba. Eran tres pisos y la terraza estaba adornada por muchas plantas y sombrillas. Se sentó en una mesa que estaba en la esquina y pidió un capuchino de vainilla con unas galletas de miel.

Soltó un suspiro mirando la vista que justo daba al mar y lo noto demasiado en calma cuando, su corazón y mente, estaban muy mal.

Bebió un poco de capuchino y probó las galletas. Pudo ver que había más de una pareja en el lugar que sonreían felices y se veían enamorados. Quiso volverse ciego porque esas cosas era lo que más evitaba porque le provocaban dolor. Bajó la mirada sabiendo que no se venían cosas sencillas.

Cassi iba a crecer e iba a tener que ir a la primaria. Sus fotos comenzarían a rondar y no dejarían de atacarlo con preguntas o averiguar de donde había salido el bebé y de quién era.

Pasó las manos por su rostro con desesperación cuando escuchó su nombre.

Alzó la mirada viendo a un chico rubio y con un traje demasiado costoso. Él se acercó de manera lenta y recordó que lo había visto anteriormente en el desfile de su ropa, pero que, se había tardado tanto tiempo en la entrevista, que se había olvidado de él y nada más se había marchado.

—Hola —dijo poniéndose de pie.

—¿Te molesta si me siento? Recién vengo llegando y vi que estás solo.

Prince asintió.

—Por favor, ¿quieres un café? Y discúlpame por la vez pasada. Estuve muy ocupado y olvidé que íbamos a hablar.

El chico sonrió tomando asiento y Prince no dudo en pedirle un café al camarero que iba pasando.

—No te preocupes, note que estabas bastante lleno de trabajo esa vez, pero todo estuvo muy bonito —conversó con amabilidad.

—¿Cuál era tu nombre? Sé que te he visto un par de veces.

—Reich.

—Un gusto, Reich, creo que eres uno de los inversionistas que han hecho tratos con Maiston, ¿verdad?

—Sí, soy uno de ellos. ¿Estás muy ocupado ahora? Me gustaría que podamos conversar.

—Eh… —Prince sacó su teléfono para verificar la hora y ver que le sobraban treinta minutos —. Tengo treinta minutos disponibles. ¿Te interesó algo de lo que fue modelado? Si es así, puedo hacerte un descuento.

El mesero llegó con el café y se lo sirvió a Reich que le agradeció de forma amable.

—Si quieres algo más, puedo pedirlo. Es lo menos que puedo hacer por el desplante de la vez pasada —murmuró viendo su rostro.

Era un rostro serio, pero, al sonreír, se notaba pura amabilidad y su cabello era rubio, fino y brillante. Lo vio tomar la taza de café con una de sus manos grandes y negó.

—Gracias. El café está perfecto. Y, respecto a tu ropa, es muy buena sin duda alguna, sin embargo, yo me llevo mejor con lo clásico —confesó con una sonrisa.

Prince sonrió porque, al ver su ropa, se notaba demasiado el hecho de que se apegaba a eso.

—Bueno, eso está bien. Ese estilo te queda genial.

—He visto que usas muchos estilos de ropa siempre —comentó mirando sus ojos verdes. El Omega asintió con orgullo —, y siempre te queda todo muy bien. Me gustaría tener esa versatilidad en la moda.

—Oh, no te preocupes, solo es cosa de encontrar un buen estilo y ya, eso es muy sencillo.

Comió un poco de más galletas que tenía en su plato y hace mucho tiempo que no hablaba con nadie. Siempre eran su madre y Taylor y, hablar con alguien diferente, se sentía totalmente bien.

Reich se veía de la misma edad que Maiston, pero se notaba en el habla que, si el moreno podía ser sofisticado al hablar, entonces el rubio lo era muchísimo más. Se notaba en su forma de ser que era ordenado y cuidadoso siempre y asintió demostrando que estaba escuchando lo que le decía. No recordaba cuántas veces se habían visto, pero sí que nunca habían hablado más que un saludo y ya.

Sonrió cuando dijo algo gracioso y Reich se quedó viendo esa sonrisa. Siempre lo veía sonreír desde lejos y, el ver que sonreía por algo que había dicho, se sentía bastante bien.

No quería verse como alguien desesperado, pero al oír a Prince decir que ya debía irse, no quiso perder la oportunidad.

—Te acompaño afuera. Yo también solo vine por un café, pero me llevé una grata sorpresa al encontrarte.

—Bueno, no sé por qué podría ser tan grata —se cuestionó sonriendo —. Yo pago todo, yo te invité en forma de disculpa.

—No podría permitir que pagues tú.

—Lo siento, yo tampoco dejaré eso. No tengo problema en pagar todo, solo es un poco de dinero —dijo porque nunca le gustaba que paguen su comida. Ni siquiera a Maiston se lo permitía y era un motivo más para que tuvieran discusiones.

Finalmente, ambos pagaron su comida y se pusieron de pie.

—A propósito, quería preguntarte algo —murmuró Reich bajando la mirada por ser alto.

—Claro.

—Me preguntaba si querrías salir conmigo. Sé que tal vez no tienes intenciones de verte con alguien o algo parecido, pero me gustaría conocerte más.

Prince lo quedó mirando un poco y soltó una sonrisa nerviosa sin saber muy bien qué decir realmente. Hace mucho tiempo que no salía con alguien. La última persona que lo había invitado a comer era Maiston y todo se resumía a él siempre.

Quiso decir que no, pero casi pudo oír las palabras de su madre donde le hablaba que debía permitirse el conocer a otras personas e intentar divertirse también.

—De todas formas, si te parece muy atrevido de mi parte, puedes negarte. No hay problema, solo que tengo dos entradas para la ópera que compre hace un mes y pensé en que podría interesarte ir —agregó Reich con amabilidad y no le fue imposible descifrar su rostro porque era evidente el hecho de que no sabía qué responder.

—Yo…

—Descuida, no tienes que decir nada aún. Puedes responderme en otro momento, ¿de acuerdo? —habló metiendo su mano en su chaqueta para sacar una de sus tarjetas donde estaba su nombre, número de teléfono y correo electrónico —. Puedes confirmarme por llamada o mensaje. Es para este fin de semana.

Prince la tomó y se mantuvo en silencio notando que era muy bonita.

—Fue un placer verte, que te vaya bien en tu día.

—Gracias, igual para ti —susurró, mas nadie lo escuchó porque Reich ya iba caminando demasiado lejos.

Lo vio cruzar la calle viéndolo alto y no podía negarlo, era atractivo y se le notaba lo dominante a lejos.

Soltó un suspiro, bajó la mirada a la tarjeta y se fue a su trabajo.

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Comments

Rosse.

Rosse.

la verdad es q en ese aspecto te falto mucho en tu actuar porque independientemente de q te engaño tenía q saber la verdad y si el luego decía q no quería saber nada de la bb ya estaba en el y no en ti

2024-04-25

2

Rosse.

Rosse.

🥺🥺🥺

2024-04-25

1

Rosse.

Rosse.

la bebita quiere al miserable de su papá 🥺🥺

2024-04-25

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