14.

Sin poder evitarlo, Prince estaba recordando lo mismo.

Estaba en la cama mientras Cassi dormía y en su mente estaba reviviendo ese recuerdo claramente y como si hubiera ocurrido ayer. Sabía como eran los Alfas y que todo era más difíciles para ellos, pero que, a pesar de eso, Maiston había preferido mil veces cuidarlo que hacerle algo que él no quería.

Y los Alfas raras vez hacían algo como aquello porque, la mayoría de ellos, nada más veían a los Omegas como un simple juguete sexual para satisfacer sus deseos y ya.

Pensó muchas noches en eso, recordó por muchos días sus feromonas con aroma a café y después de eso, el café se volvió su favorito a pesar de que antes lo odiaba. Cerró sus ojos porque esa vez se había sentido especial, esa vez Maiston lo había hecho sentir especial y, de un día a otro, lo había destruido. No quiso llorar. No quería llorar nunca más, así que solo se puso de pie para acercarse a la ventana y ver la luna. Era una llena, así que se veía más grande, más brillante y más hermosa. Sonrió porque el moreno siempre le hablaba de la luna o las estrellas y tenía todos esos recuerdos vivos:

—Claro que no, ¿quién dijo? —preguntó el Alfa mientras estaban sentados en el parque.

—No lo sé, todos dicen eso.

—Es una tontería —murmuró sonriendo —. Mira, esa estrella que se ve allí se llama Sirio. Esa estrella ocupa la posición número uno dentro de las más brillantes del cielo nocturno, así que puede llegar a observarse durante el día. Se encuentra a una distancia de ocho mil seiscientos once años luz de la tierra y es una supergigante de color blanco azulado.

Prince sonrió al oír como le decía todo eso en su oído. Sintió sus labios besando su mejilla y se acercó más él. Hacia un poco de frío, pero al lado de Maiston eso no se sentía tanto porque su cuerpo era grande y lo protegía de todo.

Quería que le siguiera hablando de las estrellas, así que alzó la mirada.

—Y, ¿esa de allí?

Maiston miró donde indicaba.

—Es Arturo. Se encuentra en la posición número cuatro de las más brillantes y está situada dentro de la constelación Boyero. Es una estrella gigante tipo espectral de color naranja. Se encuentra a una distancia de seis como siete años luz de la tierra —murmuró viéndolo sonreír y feliz.

Era de noche, pero pensó que, ni todas esas estrellas, eran más lindas que el Omega que tenía a su lado. Sintió su olor, ese mismo aroma a rosas que lo había vuelto loco la primera vez y pensó que lo iba a querer para siempre.

—Háblame de otras constelaciones —pidió.

Era un parque que solía ser visitado mucho en las noches, pero donde estaban sentados no había nadie por alrededor. Prince podría tener miedo por pensar que podría andar algún ladrón o algo parecido, mas no. Sabía que Maiston no iba a dejar que nada le ocurra jamás.

—¿Otras constelaciones? —preguntó besando su mejilla.

Lo observó como asentía manteniendo sus ojos cerrados. Dejó otro beso más cerca de sus labios y luego se fue a su otra mejilla.

—Dime cuál es tu favorita —susurró.

—Veamos —dijo y besó sus labios.

Prince se perdió por completo en ese beso. Sintió su lengua contra la suya y se olvidó de que estaban solos o de lo que estaban hablando. Maiston se alejó para irse a su cuello y lo escuchó respirar con rapidez.

—Mi constelación favorita eres tú —dijo con voz ronca en su oído —. La primera vez que te vi, brillaste más que todas ellas, mi linda rosa.

—Lo digo en serio —aclaró con la respiración acelerada —. ¿Cuál es tu favorita?

Abrió sus ojos viendo su rostro cerca del suyo. Su cabello negro a veces se despeinaba, pero eso nada más lo hacía ver más atractivo de lo que ya era. Le gustaba su piel y sobre todo acariciarla. Sentía que su color y el suyo eran perfectos y se mezclaban a la perfección totalmente. Sus manos grandes le acariciaron la mejilla y alzó la mirada para ver el cielo nocturno. No se notaban mucho las estrellas por la iluminación de la ciudad, pero Maiston lo había llevado a muchos lugares donde las estrellas se veían como un paraíso.

—La constelación Cassiopea.

—¿Cassiopea?

El moreno asintió.

—Sí, hay una historia que cuenta que Cassiopea era la esposa del Rey Cefeo. Era muy bonita, y a menudo se jactaba de que ella y su hija eran más hermosas que las ninfas del mar, las Nereidas. Estas se quejaron con Poseidón, quien liberó un monstruo en la tierra de Cefeo. Para salvar a su país, el rey y la reina sacrificaron su hija, Andrómeda.

Prince asintió porque siempre le contaba historias de las constelaciones y estrellas que le gustaban.

—No es difícil de reconocerla porque sus cinco estrellas, dependiendo de donde se vea, forma una M o una W.

—Me gusta esa.

—A mí me gustas tú.

Prince, soltó un suspiro intentando olvidar ese recuerdo, pero le costaba cuando, en todas las estrellas que estaba viendo, estaban las historias que el Alfa le contaba. Buscó donde estaba esa constelación y no fue difícil encontrarla. Desde donde él estaba, se veía claramente una M.

Creyó que solo él estaba viendo las estrellas recordando viejas historias y momentos que habían sido destruidos y dañados, pero Maiston estaba igual. Le era imposible dormir y únicamente estaba en el balcón de su casa viendo el cielo nocturno. Sentía que esa cama no era cómoda a pesar de que había alguien ahí durmiendo con él. La sentía dura, fría, ajena, casi llena de clavos que se me clavaban en la espalda nada más provocándole dolor y malestar que parecía inacabable.

Tragó saliva y, al amanecer, cada uno se fue a sus respectivas labores sin imaginar que, después de tanto tiempo, se iban a ver las caras.

Maiston simplemente se fue a su trabajo. Llegó para realizar lo que tenía que hacer, pero, a penas pudo, simplemente se fue dejando su oficina y cancelando sus citas sin decirle nada a Jim porque estaba cansado. El dolor de cabeza no lo dejaba en paz ni un solo segundo e incluso sus ojos le dolían. Caminó por la calle casi como un zombi viendo su teléfono mientras sostenía un maletín.

Estaba a nada de cruzar la calle esperando que un auto lo fuera a atropellar para terminar con todo y ya.

Quería tomar algo para refrescar su cuerpo. Quiso ir a beber hasta perder la conciencia y ojalá morir por alguna intoxicación. Conocía los gustos del Omega y los restaurantes que solía frecuentar, así que, cuando vio uno de sus favoritos, simplemente entró. Uno de los meseros lo guio a una mesa donde se quedó sentado esperando que le lleven un café. Estaba ahí sentado mirando a la nada y, cuando su café llegó, ni siquiera bebió un poco.

Los minutos fueron pasando y se fue enfriando hasta que ya no salió más vapor. Muchas veces habían ido a ese restauran los dos juntos y casi lo podía ver frente a él sonriendo y diciéndole cosas lindas igual que siempre que, el Omega con el que ahora estaba, jamás hacía.

Revisó su teléfono para darse cuenta de que ni siquiera tenía un mensaje de él cuando Prince siempre le preguntaba cómo iba el trabajo, si estaba cansado, si tenía hambre, si lo extrañaba tanto como él, o si lo amaba tanto como él.

Cerró sus ojos y pasó sus manos por su cabello cuando, de reojo vio pasar a dos personas. No le tomó mayor importancia hasta que sintió ese olor que podría identificar aunque estuviera en un millón de personas. Miró a su derecha para verlo sentado con alguien y no era cualquier persona, no era Taylor, su mejor amigo, sino que era el mismo tipo que le había preguntado si se podía acercar a él. No supo qué decir ni qué hacer. Los quedó mirando porque Prince estaba sonriendo y era una sonrisa tan bonita como las que tenía con él.

Entonces, sintió todo frío, todo helado. En aquel segundo, sintió que, todo el castillo que había creado con simples naipes, se le iba abajo de manera brusca y de una sola vez que no le dio tiempo a nada.

Su cuerpo tembló al verlo hablar como si fueran mejores amigos, al ver que se veían felices. Se quedó viendo al castaño porque era obvio el hecho de que había cambiado un poco, pero seguía siendo perfecto para él. Su corazón le dolió y creyó que estaba a nada de morir. De manera torpe, se puso de pie sin darse cuenta de que iba un mesero pasando con algunas cosas y ambos chocaron.

Las cosas cayeron al suelo provocando que todos miren en aquella dirección para saber qué había ocurrido.

Prince también lo hizo y fue cuando lo vio, pero él no quiso verse débil y Maiston vio como le daba una breve mirada sin la más mínima importancia para seguir hablando con quien tenía al frente. Y no quiso quedarse ahí sabiendo que él estaba en ese lugar.

El moreno los vio ponerse de pie e ignoró su ropa mojada o lo caliente que le había caído encima. Lo vio alejarse como si nada, como si él hubiese sido un desconocido y, el hecho de que el Omega lo hubiera mirado ni una sola vez atrás, fue peor. Avanzó para moverse empujando a quién se cruzaban frente a él y fue cuando se encontró con miles de periodistas que habían llegado de la nada. Intento a avanzar para ver como un par seguían a Prince que se subía a un auto con Reich para marcharse.

—¿Qué opina de ver a su ex esposo con otro Alfa? —preguntó uno.

—Eran una pareja muy famosa, ¿cree que su fama bajara si no está casado con él? —inquirió otro.

—¿Su ex esposo piensa casarse de nuevo?

—¿Se siente preparado para verlo haciendo una nueva vida?

—Reich Valencia es uno de sus inversionistas mayores, ¿terminará sus contratos con él?

No supo cuántas preguntas le hicieron, pero se sintió ahogado. Todos estaban encima de él con los micrófonos sin darle tiempo de escapar y pensó en todas esas veces que Prince tuvo que enfrentar a todos los periodistas y la prensa por si solo.

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Comments

Rosse.

Rosse.

con razon🥺🥺 me duele más gente😭😭😭😭

2024-04-25

5

Rosse.

Rosse.

te mereces todo por lo que estas pasando Maiston, el Karma es lindo solo soportalo

2024-04-25

3

Mercedes Cerna

Mercedes Cerna

OK esto duele /Scowl//Sob/

2024-05-06

0

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