2.

Prince abrió los ojos de forma lenta creyendo que nada más había sido una pesadilla. Tuvo la intención de acomodarse para poder seguir durmiendo plácidamente cuando notó la cama demasiado dura, fría y extraña, cuando la suya era cálida, suave y perfecta.

Escuchó pasos y se quedó mirando a los lados viendo todo ajeno a lo que era su habitación y se sentó se golpe.

—Tranquilo, muévase con cuidado —le sugirió una enfermera.

La quedó mirando porque nunca la había visto y tuvo miedo de preguntar, pero, de todos modos, lo hizo:

—¿Qué me pasó?

—Se desmayó, estuvo inconsciente dos horas. Debe hacer movimientos lentos. Los mareos en el embarazo son complicados y…

Dejó de oír cuando todo le comenzó a dar vueltas de nuevo y regresó la oscuridad para volver a abrir sus ojos pestañeando un par de veces. Tragó saliva y llevó su mano a su frente porque le dolía a los lados. Soltó un quejido y escuchó una voz masculina.

—¿Se encuentra bien?

—Dígame, por favor, que fue un sueño —rogó porque no podía estarlo.

Se negaba totalmente a estar embarazado en una situación como esa. Pensó que estaba casi a nada de poder tocar la fama para que un bebé llegara a complicarle todo y más cuando llevaba dos meses divorciados y no había cruzado ni una sola palabra con el moreno de su ex marido.

Se sentó en la cama soltando un suspiro.

—Bueno, me gustaría decir que soy bueno haciendo bromas, pero mentiría. Definitivamente, está embarazado —dijo mostrándole un papel que lo comprobaba.

—¿Cómo fue que sucedió todo esto?

—Bueno, ya sabe, cuando dos personas se aman, suelen mostrarse el amor haciendo…

—¡Sé como sucedió! —exclamó mirando furioso al doctor que dio un respingo.

—Claro, por eso digo que lo sabe.

—Todo estaba bien —murmuró más para él —. ¿Cómo se supone que voy a salir de todo esto?

—Es mejor que vaya a casa a descansar, tiene una hora agendada para mañana donde podrá saber cuántos meses tiene, pero, por lo que me dijo, debe tener dos.

No quiso moverse y quiso quedarse en esa camilla para siempre sintiéndose miserable. Había evitado pensar en aquel Alfa durante los dos meses que habían transcurrido y sintió que lo estaba llevando todo más que bien, pero ahora se daba cuenta que, aparte de haberlo dejado engañado, con su reputación manchada y viendo como miles de personas hablaban de los cuernos que le habían colocado, también lo había dejado embarazado.

Salió del hospital y se puso unos anteojos de sol y un jockey para cubrir su cabello castaño. Lo que menos deseaba era que algún paparazzi lo viera y comenzaran a hablar sobre algo.

Se subió al auto, se quedó mirando al frente y pensando a donde ir y a quién poder contarle todo lo que estaba ocurriendo. Cerró sus ojos para poder pensar en la última vez que habían estado juntos porque estaba seguro de que habían usado condón. Comenzó estando seguro en un cien por ciento para luego ir bajando a un noventa, a un ochenta y cinco, a un setenta, a un cuarenta y luego quedarse con un diez por ciento de seguridad.

Y quiso llorar porque no podía estar embarazado cuando tenía tantos planes que lograr. La frustración lo dominó y cerró sus ojos pensando en que iba a estar solo. Iba a tener a su madre y a su mejor amigo, pero seguía estando sin esa persona que lo hiciera sentir seguro.

Se sintió estúpido después de unos segundos y nada más encendió el auto.

Manejó hasta el centro de la ciudad dejando el auto estacionado en la acera. Se bajó cubriendo su rostro y miró a ambos lados antes de cruzar la calle, pues lo que menos deseaba era ser atropellado como un remate de la vida de todo lo que le estaba ocurriendo.

Vio una florería que se llamaba:

Rosas de amor.

Al abrir la puerta, vio a una mujer castaña arreglando unas rosas. Se veía con algunas canas en su cabello que caía por su espalda. Sus manos tocaban con delicadeza las rosas que tenía y alzó la mirada viendo a su hijo entrar. Sonrió porque justo había estado pensando en él. Caminó para abrazarlo y acariciar sus mejillas con ternura.

—Cariño, justo estaba pensando en ti —murmuró feliz hasta que notó su rostro.

Él se quitó las gafas de sol dejando ver sus ojos rojos e hinchados por haber estado llorando.

—¿Qué pasó, Prince?

—¿Podemos hablar, mamá?

La mujer asintió sin duda alguna y se apresuró a cambiar el letrero de “abierto” a “cerrado”. Ambos caminaron hasta el final para sentarse y lo vio preocupado y pálido. No supo lo que le ocurría, pero tenía claro que no estaba llevando la separación del todo bien. Solía verse fuerte, independiente y feliz, sin embargo ella lo conocía demasiado bien para saber que era una fachada.

No había dudado en separarse del Alfa tras enterarse por las noticias y los periódicos del engaño, pero eso no significaba que el amor por él se había esfumado de un segundo a otro con solo chasquear los dedos.

—Que pasa, mi príncipe.

Miró a su mamá y soltó un suspiro largo para decir:

—Estoy embarazado, mamá.

Ella quiso ponerse feliz, pues es la reacción que, en cualquier otro momento, habría tenido. No tenía más hijos y siempre había deseado ser abuela, pero veía en el rostro de Prince que él no estaba feliz, sino que estaba asustado. Deseó decir algo, mas nada se le ocurrió porque no sabía qué decir en un momento como ese.

—Ay, cariño…

—¿Qué voy a hacer? —preguntó y sus lágrimas cayeron por sus mejillas otra vez.

—Tranquilo, mi príncipe. Sabes que estoy contigo siempre. Somos un dúo imparable.

Acarició sus mejillas secando esas lágrimas y se acercó para abrazarlo. Él se aferró a ella porque tenía un lío en su cabeza. Sabía que un embarazo era complicado, pero que todo era más fácil cuando se estaba con esa persona especial y él no la tenía. Cerró sus ojos con fuerza y las caricias de la madre en la espalda eran más que perfectas porque le calmaban mucho la angustia.

Ella intentó pensar en una forma de ayudarle y hacerle saber que no estaba solo jamás, pero era complicado cuando se estaba pasando por situaciones como las de su hijo. Se sintió triste y cerró sus ojos sintiendo su cuerpo casi temblar. No le gustaba verlo así y quiso absorber todo su miedo y darle toda su fuerza.

Cuando se alejó, tomó un pañuelo para secar sus lágrimas y le regaló una sonrisa esperando que se sintiera mejor.

Sabía que un embarazo no era algo sencillo como sumar uno más uno y que, naturalmente, el estar solo lo hacía mucho más complicado. Ella había tenido a su pareja al lado y, a pesar de que ambos habían sido Betas, el acompañamiento para un embarazo era algo primordial.

—Tengo miedo. Yo creí que todo estaba bien, sentía dolor en mi interior, pero supuse que todo se estaba calmando y ahora me entero de esto. ¿Qué se supone que haré ahora?

Ella tomó sus mejillas.

—Escucha, cariño, no debes tener miedo porque te conozco muy bien y sé que eres fuerte. ¿Qué importa si no tienes a ese Alfa de cuarta a tu lado? Tú no pierdes nada porque él lo ha perdido todo.

—Pero él tiene a alguien ahora, yo no tengo a nadie —murmuró.

—¿A nadie? Me tienes a mí, tienes a tu mejor amigo y más.

Prince cerró sus ojos y soltó un suspiro.

—No quiero…

—No, no digas eso, Prince. No digas que te quieres deshacer de ese bebé.

Podía ver en su rostro, en sus ojos verdes, que estaba desesperado.

—Estaré solo, mamá, ¿qué quieres que haga?

—Que luches. Eres fuerte y has logrado miles de cosas. Tienes la inteligencia de tu padre y mucho de mi carácter determinante. ¿Acaso necesitaste a alguien para volverte famoso? ¿Necesitaste a alguien para aprender a dibujar? Todo lo has logrado solo y, ese Alfa, fue un estúpido. Escucha, sé que no te puedo obligar a que lo tengas, pero debes pensar en que tienes la capacidad para muchas cosas.

Prince se quedó pensativo al oír aquellas palabras. Sabía que no estaban ligados y que mucho menos había una marca de por medio que lo tuviera atado a Maiston. Sabía que las decisiones sobre el matrimonio habían sido apresuradas e imaginó, igual que todos los días anteriores, que Maiston nunca lo había amado ni mucho menos querido y que, el único que sí había sentido algo, era él.

Quiso mantener la frente en alto, su cabeza libre de malos pensamientos y ponerse de pie.

Sabía que el tiempo iba a seguir avanzando y que su cuerpo iba a ir cambiando. Las cosas se iban a saber e iban a comenzar las noticias por todos lados que no iba a poder sacar ni parar. Y pensó en una cosa: que no quería que Maiston supiera.

Inhaló profundo y secó sus mejillas para mirar a la mujer que estaba frente a él haciéndole saber que ella siempre iba a estar a su lado sin importar nada. Y pensó que eso era suficiente y sonrió.

—Entonces, ¿estamos juntos?

—Claro que sí, mi príncipe —aseguró sonriendo —. Éramos un trío imparable con tu padre, pero ahora somos un dúo imparable.

—¿Qué haré cuando se note? No quiero que Maiston sepa nada.

—Claro que no, si no tienes nada que pedirle ni en sus sueños. Tienes el dinero suficiente para ser una madre soltera sin miedo o falta de lo más mínimo.

Él sonrió sabiendo que era verdad, pero nunca se había preparado para pasar por una situación como aquella. Nadie se preparaba para ser padre y ocurría que, en muchas ocasiones, los bebés llegaban de la nada.

Bajó la mirada viendo su vientre y no se notaba nada aún, sin embargo eso iba a cambiar porque había alguien ahí. Su pensamiento sobre abortar había dominado su mente, no obstante se fue dando cuenta de que, aunque hubiese sido pobre, no habría sido capaz de eliminar una vida pequeña, pura e inocente respecto a todo lo que estaba sucediendo. No se sentía feliz, estaba triste por muchas cosas, su corazón no estaba al cien por ciento y tenía la mayoría de las heridas vivas que le dolían a diario.

Intentó respirar profundo un par de veces y abrazó a su mamá nuevamente.

—Extraño a papá si él estuviera aquí todo sería más sencillo, ¿verdad?

—Desde luego que sí, cariño, pero mientras estemos felices y unidos, entonces él también estará feliz. Siempre nos hemos ayudado en todo, así que no hay nada que podamos hacer. Sabes que te ayudaré en todo y que tienes un amigo que también te ayudara en todo.

—Mañana tengo una hora a la matrona, no quiero ir solo.

—Entonces, ahí estaremos los dos —aseguró ella sonriendo —. Veremos que tal viene ese pequeño bebé.

Prince se puso de pie y eran del mismo tamaño.

—Tengo que entregar un nuevo conjunto de ropas a fin de mes, necesito poder concentrarme y encontrar algo que me pueda ayudar a inspirarme. Tengo todo casi listo, pero aún me faltan algunos.

—Tranquilo, cariño, siempre encuentras la forma de inspirarte. Tienes las ropas más hermosas y brillantes de todas. Por eso has estado en la pasarela de la moda tantas veces.

—De acuerdo —dijo tomando una de las rosas que habían para olerlas y sonrió porque siempre lo hacían sentir mejor. El simple hecho de ver una rosa le alegraba los días —. Me tengo que ir. Tengo algunas reuniones y más, pero mañana te paso a buscar con mi chófer a casa a las nueve.

Ella asintió y lo vio salir. Soltó un suspiro y sabía que su hijo era fuerte y esperaba que se mantuviera de aquella manera.

Prince se subió al auto. No lo pensó mucho más y solo encendió el auto para comenzar a moverse por la carretera hasta llegar a su lugar de trabajo. Era donde pasaba la mayor parte del tiempo verificando que todo estuviera bien. Habían otros encargados, pero él era el jefe de todos. Siempre deseaba que la ropa fuera creada con delicadeza y amor, así que revisaba todo minuciosamente. Las tiendas donde se presentaban las ropas eran todas las Unicx, pero donde se creaban era en una fabrica de ropa llamada Ecuación unisex. Se encontraba no tan cerca del centro de la ciudad, pero era reconocida mundialmente y las entradas siempre estaban resguardadas por personal de seguridad donde solo podía entrar personal autorizado.

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Comments

jihyo_thv0

jihyo_thv0

Castren al alfa porfi🥺

2023-10-15

204

Paty Campos

Paty Campos

me recuerda a cuando me enteré que estaba embarazada de mi primer hijo, también me acababa de separar de mi pareja y sentía que el mundo se me venía encima, me sentía sola, tenia a mis papás y mis hermanos, pero no lo tenía a él
fue muy triste

2024-04-28

2

Dian Val

Dian Val

Pobrecito espero que le paguen lo suficiente jajajaja

2024-05-15

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