Varias semanas habían pasado, era desesperante estar encerrada sin poder salir a ningún lado y no saber nada de Bruno.
No había nada que hacer en ese lugar. Estaba aldelgazando. Una doncella le llevaba comida dos veces al día. Tenía prohibido hablar con ella. Por lo que no había contestado a ninguna de sus preguntas sobre su esposo y lo que pasaba en el palacio.
Los días eran muy aburridos. Su único consuelo era ver por la ventana. A veces lograba ver a los jardineros dando mantenimiento a los jardines. Algunos pájaros merodeando por el inmenso bosque que los rodean. Pero lo que llamaba su atención, es que al fondo, a varios kilómetros, hay al parecer una cabaña o algo así, pues Alicent llega a ver humo que se escapa de entre los árboles.
Ese día no parecía particularmente diferente de los demás. Se recostó en su cama boca arriba, pensando acerca de qué podría hacer para matar el tiempo.
Había estado practicando su magia durante estas semanas. Ya dominaba perfectamente los hechizo que había practicado y se le habían hecho difíciles. Lo malo era que no recordaba hechizos nuevos que practicar.
Aún así, sentía que su poder mágico iba en aumento.
Sin pensar en nada, se levantó y caminó hacia el armario que contenía su ropa. Toda muy fina y elegante. En el fondo del armario, vió su vieja bolsa que llevo desde la cabaña de su padre a visitar a la reina de Arendel.
Decidió vestirse ese día como solía hacerlo siempre en las montañas, antes de aquella tragedia que había cambiado por completo su vida. De cualquier manera, nadie la vería y podría volver a ser ella misma de nuevo.
Abrió su bolsa y ahi estaba su vieja ropa. La sacó, y empezó a cambiarse. Esa vieja ropa era bastante cómoda a comparación con la que ahora se suponía que debía usar.
Al fondo del saquito encontró un libro pequeño. Ahora lo recordaba, era el libro que le había dado la Reina de Arendel.
Como no tenía ninguna cosa mejor que hacer lo abrió y de inmediato cayó un papel al suelo.
Con cuidado lo levantó y lo abrió. Parecía una especie de carta que leía lo siguiente:
"A mi único y verdadero amor:
No pensé que estar en mi lecho de muerte me haría madurar y hacerme entender lo que realmente pasó. Si tan solo hubiera sido un poco más inteligente nunca habría caído en su trampa.
Mi arrepentimiento más grande fue pensar en que todas las personas son buenas y confiar en los equivocados. Al menos, espero descansar de este infierno y poder morir pronto en paz. Lamento todo el daño que mis decisiones le hicieron a este reino.
Mi querido amor, siento mucho dejarte de esta manera, pero dejé este libro, en el cual, muestro nuestra historia. Quisiera que las cosas hubieran sido diferentes, así nos ahorrábamos muchos sufrimientos. Espero que pronto seas feliz, aunque yo ya no esté.
Con amor,
A."
Aquella carta intrigó mucho a la pelirroja, por lo que tomo rápidamente asiento en una de las sillas y comenzó y leer el libro.
El libro parecía ser el diario de alguien. Tenía una letra muy hermosa, con trazos elegantes. El primer párrafo decía lo siguiente:
" La vida me ha dado la fortuna de tener una bella esposa y una maravillosa vida. Aún recuerdo la primera vez que la ví. Muy tímido al estar en su presencia.
Cualquiera diría que en mi posición cualquier chica caería a mis pies al ser el príncipe heredero. Todas lo hacían, menos mi hermosa Arabela. "
Alicent ahora entendía de quién era ese diario. Era el diario del antiguo rey Alucard. Esposo de la actual reina Arabela de Arendel.
Alicent siguió devorando cada palabra del diario. Al inicio describía lo enamorado que estaba de Arabela y ésta no le hacía caso. Hasta que un día decidió conquistarla cada día por dos años y al final ella aceptó desposarlo.
Era una muy romántica historia de amor. Después de eso tuvieron a la princesa Rocío, la madre de Celeste y mejor amiga de la mamá de Alicent.
"Contaba en el diario los primeros años de Rocío y como encontró complicidad con su mejor amiga Lisa para hacer travesuras por todo el palacio.
Rocío se casó con un príncipe de Cornualles, al ser el hijo más joven y quinto en la sucesión al trono en su reino, mejor se fue a vivir con Rocío a Arendel, dónde ambos iban a reinar en un futuro.
Un día, Arabela empezó a enfermar, nadie sabía lo que ella tenía, ni los médicos, ni las chamanas y curanderas. La reina estaba lentamente empezando a morir. Cuando llegó un viajero del reino más pequeño de los Once Reinos.
Se identificó como el Conde Neville y al parecer, era un hombre que practicaba la magia. El rey Alucard de inmediato pidió su ayuda. A cambio, el Conde pedía una alianza matrimonial entre ambas familias.
La princesa Rocío estaba esperando a su primogénito. El Conde tenía dos hijos. Si el bebé de la princesa era niña, se comprometería con su hijo Bruno. En cambio si era niño, se casaría con su hija Regina, que acababa de nacer.
El rey amaba tanto a su esposa que de inmediato aceptó el trato del Conde y éste curó la enfermedad de la Reina.
Tiempo después el rey se dió cuenta que había sido engañado. La enfermedad de la reina había sido provocada en un inicio por el mismo Conde y sólo él podía eliminar aquella extraña enfermedad.
Intentó por todos los medios eliminar el compromiso de su nieta Celeste que acababa de nacer. Incluso le declaró la guerra al Conde y su pequeño reino.
Eso enfureció a el Conde, quien mandó una maldición al reino de Arendel. Todos los nobles y la realeza de Arendel comenzarían a morir uno a uno de la misma extraña enfermedad que tenía la Reina en un principio, hasta que se cumpliera el trato y se casara el hijo del Conde con la princesa Celeste.
El conde en una batalla, tomó prisionero al rey Alucard y lo mantuvo encerrado en las mazmorras de Nebula hasta que murió 5 años después. Ahí terminaba el relato del rey. El resto del libro fue llenado con otra letra diferente, probablemente de la reina Arabela.
Los meses empezaron a pasar y empezaba a haber varios muertos entre los nobles de esa extraña enfermedad. Así murió la princesa Rocío y su esposo. Y la reina viuda no tuvo otra opción que aceptar el matrimonio.
El Conde empezó a dar órdenes en el Reino de Arendel y debían ser obedecidas o las muertes se incrementaban.
La enfermedad consistía en que la persona de pronto sentía una gran debilidad. Y no podía ni siquiera pararse de la cama. Hasta que la misma enfermedad los consumían y dejaban de respirar."
En ese punto los ojos de Alicent estaban llenos de lágrimas. Esa era la forma exacta que su madre había muerto hace unos pocos meses.
Entonces el Conde había sido culpable también de la muerte de su madre. El odio que sentía Alicent por ese hombre se había incrementado más que nunca. En ese momento decidió que no lo iba a perdonar. Haría lo que fuera para matarlo.
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Comments
Rurcel Lacourt
diooooos y que pasará con Bruno. el odio contra el Conde es el detonante de su poder para liberar el poder de Bruno y así puedan acabar con el conde.
2023-03-26
3
Betty Saavedra Alvarado
alicent no odies al conde tu amor ❤️ es más fuerte te ayudará a derrotarlo su peor castigo es estar encerrado en una fría mazmorra
2023-03-26
1
Carnita Ku Ku
siiiiii!
2023-03-26
1