Capítulo 3

Lamento que hayas tenido que ver eso Alicent. Cómo puedes ver mi nieta está muy afectada por lo que pasa. - explicó la reina.

- No se preocupe Majestad. Entiendo lo que debe estar sintiendo su nieta Celeste. Si yo estuviera en su lugar, pienso que reaccionarias de la misma manera, si no es que peor. - dijo Alicent.

- Gracias por comprenderlo. Es una situación muy difícil. - contestó la reina.

- Pero veo que tanto Celeste como usted sufren respecto a este matrimonio. No hay algo que usted pueda hacer para terminar este compromiso? Tal vez si lo habla con el prometido y el padre de él, puedan llegar a un acuerdo. - sugirió Alicent.

- Ese hombre jamás lo aceptaría. Esto es un poco más complicado de lo que parece. Creo que es mejor que nos vayamos a dormir. Mañana me gustaría enseñarte algunas cosas de tu madre que quedaron en la bodega. - dijo la reina.

- Por supuesto Majestad, me encantaría. Que descanse. Hasta mañana.

Con una reverencia Alicent se retiró del comedor y subió hacia su habitación para dormir. Estaba aún muy cansada, pues en el viaje no había podido dormir muy bien. Así que pronto se quedó dormida en aquella cama tan cómoda.

A la mañana siguiente, Alicent se despertó muy temprano, estaba acostumbrada a madrugar en casa, por lo que decidió levantarse y empezarse a arreglar.

El hecho de saber que ese día vería algunas cosas de su madre la hacía muy felíz.

Cuando estuvo lista bajó las escaleras y empezó a recorrer los jardines. Los sirvientes corrían de un lado a otro y se sentía mucha tensión en el aire.

Alicent tenía bastante curiosidad por saber qué es lo que estaba pasando. La atmósfera de esa día no era igual a la del día anterior. Podía percibir que algo estaba pasando. Así que detuvo a una de las mucamas y le preguntó qué sucedía.

- Acaba de llegar hace unas horas el prometido de la princesa y su padre. El Conde es un tipo muy exigente y ha requerido muchas cosas. Estamos exhaustos. - comentó la mucama.

- Ya veo, muchas gracias. - contestó Alicent y dejó a la mucama retirarse.

Ahora entendía todo el ajetreo en el palacio tan temprano. Alicent empezó a sentirse mal por Celeste y por la reina. Estaba segura que pronto iban a ser separadas, ya que Celeste se tendría que ir con esos hombres, que, por lo que dijo la mucama, no eran nada agradables.

Se dirigió a desayunar después de un largo paseo y ahí se encontró a Celeste. Estaba mucho más triste que el día anterior. Seguramente sabía que su prometido y su suegro ya habían llegado.

- Buenos días Princesa Celeste. - saludó Alicent con una reverencia.

- Buenos días Alicent. Disculpa por lo que viste anoche. He estado bajo mucha presión. Sé que no es tu culpa y solo eres una invitada de mi abuela. - dijo Celeste.

- No hay problema, yo entiendo. Sé que no debe ser fácil para tí saber que te tienes que casar con un desconocido. - dijo Alicent.

- Si, mi único consuelo es saber que este reino de salvará cuando yo me haya ido. - dijo Celeste.

- Pero de qué lo vas a salvar? Está pasando algo en el Reino? - preguntó Alicent. Ella no tenía idea del peligro que acechaba al reino de Arendel.

- No importa ya eso Alicent. Sólo que todos estarán seguros mañana cuando me vaya. - contestó Celeste.

- Mañana? Tan pronto? No puedes quedarte un poco más? - Alicent estaba en shock.

- Tengo entendido que mi prometido y su padre quieren irse lo más pronto posible de aquí y yo me iré con ellos. Ya viene mi abuela. Por favor no menciones nada de esto frente a ella. No quiero que ella siga sufriendo. - dijo Celeste, ya resignada a su suerte.

- Buenos días señoritas. Veo que se han estado conociendo. Me da mucho gusto. - saludó la reina.

- Si su Majestad. Hemos platicado un poco antes de que llegara. - contestó Alicent.

- Me da mucho gusto. El día de hoy he mandado sacar algunas cosas de la bodega que eran de sus madres cuando tenían su edad. Están en el salón azul. Por si quieren ir a verlas después del desayuno. - dijo la reina.

- Por supuesto que sí, Majestad. - contestó Alicent.

- Yo iré más tarde. Quiero descansar un rato en mi habitación. - contestó Celeste.

- Por supuesto hija. Te veremos más tarde. Los invitados llegaron hace unas horas. En este momento deben estar descansando. Así que puedes descansar todo lo que quieras. - dijo la reina.

Celeste solo dió una triste sonrisa y continuó desayunando. El desayuno de volvió muy callado e incómodo de pronto. Cuando hubieron terminado. Las tres se levantaron y Celeste se fue a su habitación, mientras Alicent y la reina fueron hacia el cuarto azul.

Dentro del cuarto había un baúl enorme y Alicent emocionada fue de inmediato a abrirlo. La tapa era pesada, pero nada que una chica del campo acostumbrada a hacer tareas pesadas no pudiera manejar.

Adentro del baúl había muchísimas cosas. Había joyas, ropa, libros y hasta cartas de su madre y la princesa.

Poco a poco fue sacando las cosas que había en el baúl. Quería conocer todos los secretos que éste contenía.

- Mira Alicent. Ese es el vestido de novia de tu madre cuando se casó con tu papá. Aún está muy bien conservado. Recuerdo bien ese día, teníamos miedo que tu abuelo se enterara y viniera a impedir la boda. - comentó la reina sonriendo.

- Es precioso. Cree que a mí me quede? Me lo puedo medir? - preguntó Alicent.

- Por supuesto hija. Es tuyo, al igual que muchas de las cosas de este baúl. - dijo la reina.

Alicent de inmediato se levantó y fue atrás de una mampara a cambiarse de ropa.

Una mucama entró a la habitación.

- Su Majestad. El Conde Neville quiere hablar con usted. - dijo la mucama.

La reina suspiró ante la petición del Conde y se levantó del sofá.

- Dígale que de inmediato iré a verlo. - dijo la reina.

- No hace falta que se mueva su Majestad. He venido a verla yo directamente. - dijo el hombre con una voz rasposa.

Entró a la habitación un hombre alto e imponente. Cabello y ojos negros como la noche y una cicatriz en la mejilla que deformaba su rostro ya ajado por el tiempo. Su aura era oscura y llena de malicia.

- Ya estoy lista. - salió Alicent detrás de la mampara con el vestido de novia puesto.

El hombre le dedicó una mirada oscura y Alicent, tan sólo de estar frente a la presencia de ese hombre sintió miedo.

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Comments

Roci Miteh

Roci Miteh

hasta ahora me gusta

2023-08-20

1

Betty Saavedra Alvarado

Betty Saavedra Alvarado

Alicent tu seras la esposa del duque

2023-03-12

2

Rurcel Lacourt

Rurcel Lacourt

es triste y para la mal suerte de Ali este queda impactado con l a belleza de esta y tienen que cambiar de prometida. 😔😔😔😔😔😔😔

2023-02-28

3

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