Alicent bajó las escaleras para ir a cenar. El palacio era enorme y era muy fácil perderse. No tenía ni idea hacia dónde debía dirigirse para encontrar el comedor, donde seguramente ya la estarían esperando.
Una criada pasó por ahí y le pidió que la llevara al comedor, dónde estaba el Conde y su esposo. Ambas emprendieron camino hacia el lugar y Alicent seguía maravillada por todos los cuadros en las paredes y los hermosos muebles.
Después de un poco llegaron a el comedor, el Conde ya estaba comiendo.
- Disculpen la tardanza. Me he perdido. - se disculpó Alicent.
- Tu mujer no es muy brillante. Al menos es bonita y espero que haya aprendido a complacer en la cama.- dijo son sarna el Conde sin dirigirse a ella.
- Si padre. Por cierto, cuándo piensas partir a Alderán? - preguntó Bruno.
- Mañana mismo. Tú sabes lo que tienes que hacer, quiero que los aplastes para que no se vuelvan a rebelar. Cuento contigo mientras no estoy. Tal vez tarde un poco de tiempo en Alderán.El rey Alastor perderá pronto su cabeza. Ya he organizado todo para que tu hermana y su marido tomen posesión de ese reino en cuanto lo haya acabado. - contestó el Conde.
Alicent no decía nada. Solo se limitaba a comer y a escuchar. Sabía que el Conde no valoraría su opinión de todas maneras.
No sabía lo que le había encomendado a Bruno, pero sea lo que sea no podía ser nada bueno.
Así terminó la cena y todos se fueron a dormir. Estaban muy cansados del viaje tan largo y sin paradas después de la cascada.
Ya cuando Alicent y Bruno estaban en su habitación, fue que ella se atrevió a preguntar qué era lo que su padre le había ordenado hacer.
- Mi padre me ordenó liderar unas tropas para suprimir a un pequeño pueblo que quiere sublevarse. Además debo aprender más magia. Pero por desgracia no poseo el mismo talento que él tiene. - confesó Bruno.
- Magia real? No de artefactos, sino magia conjurada por un mago? - Alicent estaba fascinada.
La práctica de la magia se había perdido hace siglos y solo había unos pocos que aún podían dominarla. Ella sabía que el Conde era uno de ellos, pues con magia casi la asfixia después de su boda. No imaginaba que su esposo también era practicante de magia.
- Si, magia de la real. Por qué preguntas? - dijo Bruno.
- Nunca pensé que la magia se podía enseñar. Pensé que se nacía con un talento natural. - dijo ella.
- No estás desencaminada en tu teoría. Por supuesto que hay que tener predisposición natural a la magia. Yo la tengo por mi padre, aunque no sea igual de talentoso que él. Pero hay ciertas cosas que pueden aprenderse si conoces los libros y tienes el maestro correcto. - dijo Bruno con suficiencia.
- Y crees que puedas enseñarme? - preguntó la chica.
- No veo por qué no. Tú me puedes ayudar a practicar. - dijo Bruno con una sonrisa.
Después de aquella plática, ambos se fueron a dormir.
A la mañana siguiente el Conde ya se había ido. Muy temprano Bruno recibió noticias sobre el pueblo que se quería rebelar. Su plan era juntarse en la siguiente semana y atacarlos en el castillo.
- Me tendré que ir en unos 5 días, debo aplacar a los inconformes del pueblo. - anunció Bruno cuando leyó la carta con el informe.
- Y qué hay de la magia? - insistió Alicent.
- Con eso podemos empezar hoy mismo, después de desayunar. Pero por qué tanto interés en aprender magia? - preguntó con curiosidad Bruno.
- Tu padre y tú llevan una vida peligrosa. Tal vez lo poquito que pueda aprender de magia pueda salvar mi vida en alguna ocasión. - dijo la chica.
Aquel razonamiento le parecía muy lógico a Bruno. Por lo que llevó a su esposa a la biblioteca secreta que contenía todos los libros de magia.
- Este lugar es súper secreto, nadie exepto mi padre, su mano derecha y yo lo conocemos. Así que si alguna vez vienes aquí, debes asegurarte que nadie te vea. Mi padre tampoco puede enterarse de esto. - pidió Bruno.
- Por supuesto, seré muy cuidadosa. - prometió Alicent.
- Yo tengo que aprender a usar un hechizo para crear anillos de fuego, pero tú debes empezar con lo más básico. Mira este libro. - dijo Bruno, dándole uno de los libros a Alicent.
- Muchas gracias. - dijo Alicent sonriendo.
- No te desanimes si te cuesta mucho trabajo al inicio o no sucede nada. Cómo te dije, si se necesita una predisposición a la magia. - advirtió Bruno.
Alicent se fue a una orilla a leer el libro que le dió Bruno. Mientras él tenía espacio suficiente para crear una anillo de fuego.
- Tengo una duda. Aquí dice que los sentimientos y emociones pueden aumentar la magia, como el odio o el amor intensos. - dijo Alicent.
- Sí, esos sentimientos hacen más fuerte la magia, como mi padre tenía una magia muy fuerte por el amor que tenía hacia mi madre. Cuando ella murió, ese amor se convirtió en odio por haberla perdido y se hizo aún más poderoso. - contestó Bruno.
- Entonces eso significa que no es que seas menos talentoso que tu padre. Sino que nunca te has enamorado o sentido un odio tan grande y por eso no te sale bien la magia. - dijo Alicent.
- Si, ya lo había pensado. Mi padre me ha enfocado al odio más que al amor. El sufrió mucho cuando murió mi mamá. Él es duro, pero imagino que muy en el fondo me quiere, aunque sea un poco. - dijo Bruno.
- Estoy segura que así es. Ya no te interrumpo más. - dijo Alicent.
Ella seguía devorando todas las palabras de aquel extraño libro de magia. Después de varias horas, ella había aprendido muchísimo acerca del objetivo de la magia y sobre la predisposición de las personas hacia la misma.
Bruno había logrado invocar una especie de látigo de fuego, pero estos desaparecían a los pocos segundos. Estaba frustrado.
- Creo que lo mejor será que salgamos de aquí, necesito comer. - dijo Bruno ya agotado, tratando de dominar aquella magia.
- Está bien. Vámonos. - dijo la chica. Durante todas las horas que estuvo ahí, se la pasó leyendo y también ya tenía hambre. Así ambos salieron de aquella biblioteca.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 30 Episodes
Comments
Betty Saavedra Alvarado
la magia ayudara a alicent a salvar si vida
2023-03-12
2
Alejandra Luna
interesante
2023-03-06
2