Capítulo 15

Los recién llegados estaban muy cansados por lo que se fueron rápidamente a descansar a sus habitaciones.

Alicent no podía quitarse de la cabeza la escena del Conde con la rubia. Las humillaciones y abusos que tenía que soportar eran demasiado.

- Qué tanto piensas? Estás muy distraída. - preguntó Bruno.

- Disculpa, pensaba en la rubia que trajo tu padre. Es muy injusto lo que está viviendo. No hay nada que podamos hacer? - preguntó Alicent preocupada.

- No Alicent, no podemos hacer nada. Por favor, que no se te ocurra hacer nada estúpido. - advirtió Bruno.

- No podemos quedarnos viendo como poco a poco la mata. Estoy seguro que a tí tampoco te gusta eso. - contestó Alicent.

- Por supuesto que no me gusta, pero no puedes desafiar así a mi padre. Lo digo por tu propio bien. Cambiando de tema, necesito tu ayuda. No sé cómo interpretar algo en el libro de magia. Vamos a mi oficina. Ahí está el libro. - dijo Bruno.

Ambos se dirigieron a la oficina y vieron el libro de magia. Alicent leyó el párrafo.

" El poder mágico de un brujo es limitado, ser parte de un Aquelarre de brujos incrementa mucho las posibilidades de hacer hechizo más poderosos. Pero si no se tiene a alguien con buen poder mágico a mano, siempre se pueden hacer ofrendas y sacrificios para obtener ayuda sobrenatural"

- Crees que necesitemos hacer algún sacrificio para poder abrir tu portal de magia? - preguntó la chica.

- Es probable, no contamos con ningún Aquelarre. Nunca había visto antes esto como una posibilidad. - Contestó Bruno.

- Sí, no sabemos bien a qué o a quién debemos hacerle ofrendas o sacrificios. Además antes de intentar algo así, debemos investigar más al respecto. Algo no me da buena espina. - dijo Alicent.

- Pero me llama algo la atención. Mi padre siempre ha parecido tener magia ilimitada y la usa fácilmente. No será que él hace esto para parecer más poderoso de lo que realmente es? - preguntó Bruno.

- Es probable. Qué más dice el libro? - preguntó Alicent.

- Es todo. No hace ya más mención sobre las ofrendas y sacrificios en el resto del libro. Ya lo busqué. Mientras mi padre esté en casa tú no podrás entrar a la biblioteca. Pero traeré de vez en cuando libros a mi oficina y aquí podemos buscar. - ofreció Bruno.

- De acuerdo. Vamos a descansar. Ya se ha hecho muy tarde. - dijo Alicent, ambos salieron de la oficina de Bruno y llegaron a su habitación.

Los días iban pasando y la relación entre Alicent y Bruno mejoraba cada vez más. Alicent encontraba mucho placer al estar en los brazos de Bruno, por lo que hacían el amor casi todos los días.

Lo que no iba bien es que la rubia se veía cada vez peor, poco a poco iba adelgazando y se veía en sus ojos que no tenía muchas ganas de vivir, su cabello estaba seco, con sombras debajo de los ojos, piel pálida. Por más que Alicent intentaba ignorarlo, no podía. Ella misma pudo haber sufrido aquello, si Bruno no la hubiera elegido primero.

Se llevaba muy bien con su cuñada. Ella era muy divertida cuando ambas estaban solas. Pero frente al Conde y al Duque, era más reservada. Ese día ambas estaban tomando un té en el jardín.

- Dios, que día tan caluroso. Es una lástima que Bruno está ocupado. Normalmente el me ayudaba a refrescarme con su magia. - se quejó Regina.

- Pero tú también eres hija del Conde, tú no tienes magia? - preguntó Alicent.

- Es probable, pero mi padre nunca quiso que yo aprendiera. Dice que la magia es cosa de hombres. Mi madre tenía magia y pienso que la mataron por eso. Hacía más fuerte a mi padre y sus enemigos intentaron detenerlo de esa manera. - confesó Regina.

- Lo siento, no lo sabía. No quería hacerte recordar algo tan doloroso. - se disculpó Alicent.

- No te preocupes, fue hace mucho, yo tenía apenas cuatro años cuando eso sucedió y la verdad es que la recuerdo poco. - dijo Regina tratando que su cuñada no se sintiera mal.

- De acuerdo. - dijo Alicent distraída, viendo a la rubia caminar hacia las flores.

- Ya no soporto más este endemoniado calor. Tengo que entrar a darme un baño. Vienes? - preguntó Regina.

- No, adelántate. Quiero ir a recoger unas flores. - contestó Alicent.

- Bien. Te veo al rato.- Regina se levantó y entró de inmediato al palacio.

Alicent comenzó a caminar por dónde había pasado la rubia. En esos días se enteró que se llamaba Julieta. Después de un rato caminar la encontró sentada admirando los rosales.

- Julieta. Cómo estás ? - saludó Alicent.

La chica no tenía buen aspecto. Tenía un ojo morado y el labio partido, producto de una de las golpizas del Conde.

- Lady Alicent. - Julieta se levantó y le hizo una reverencia de inmediato.

- No es necesaria tanta cortesía cuando estamos solas. Tu ojo sigue muy hinchado. - mencionó Alicent.

- Sí, es un poco molesto tenerlo así aún. Pero no estoy sanando como antes solía hacerlo ya llevo 4 días y sigue exactamente igual. - dijo la chica rubia.

Alicent se la pensó, quería ayudarla a que se sintiera mejor. Pero sabía que no debía hacer magia frente a otros en la casa.

La rubia cabizbaja empezó a jugar con una de las flores que había cortado. Sabía que el tiempo que le quedaba de vida era muy poco.

Alicent no tenía el corazón para verla sufrir. Así que tomó una decisión.

- Julieta, quiero ayudarte a sanar. Pero no puedes mencionar nada de esto a nadie. Y menos al Conde. - dijo Alicent.

- Ya me he curado las heridas. No creo que haya mucho que hacer. - contestó Julieta.

- No es eso. Confía en mí y cierra los ojos. - ordenó Alicent.

La rubia se lo pensó, pero no tenía nada que perder. La chica cerró los ojos. Alicent empezó a imponer sus manos en el rostro de la chica y salió una tenue luz blanca de la palma de sus manos. El ojo de Julieta se estaba desinflamado. Al igual que su labio.

Alicent no la curó totalmente, aunque sabía que tenía la fuerza para hacerlo, no quería que los demás notarán que de pronto Julieta ya no tenía ninguna herida, solo quería que fuera menos doloroso para ella.

Cuando Alicent terminó, la rubia abrió los ojos sorprendida. Sentía el rostro mucho mejor y el ojo ya no le dolía.

- Pero... cómo?.... Lady Alicent, tiene magia!!! - dijo Julieta sonriendo por primera vez desde que Alicent la conocía.

- Por favor, necesito que guardes el secreto. Nadie lo sabe. - rogó Alicent.

- No se preocupe. De mi boca no saldrá nada. - dijo la chica.

-Volvamos a la mansión, ya casi es hora de comer.- dijo Alicent y ambas caminaron al palacio.

Bruno las vió entrar. Y al ver a la rubia se sorprendió. Tomó a su esposa de la mano y se la llevó a un lugar apartado

- Alicent, pero qué hiciste? Te dije que no hicieras nada estúpido. - dijo Bruno molesto.

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Comments

NegritaDan

NegritaDan

Por favor más capítulos está supera interesante será que Alicent se puso en peligro 😱 ya que su esposo se dio cuenta enseguida del rostro de Julieta y ella le guardará el secreto 😱😨 uy qué nervios

2023-03-18

3

Carnita Ku Ku

Carnita Ku Ku

ojalá que no se de cuenta el vejete, de la magia de Alicent.

2023-03-18

1

Betty Saavedra Alvarado

Betty Saavedra Alvarado

Bruno cuidaladel malvado de tu padre nada le pasará por qué ella es amor contra el mal

2023-03-17

1

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