Capitulo 16

Una vez que se había recuperado de la impresión, la anciana de blancos cabellos amarrados en una cola de caballo detrás de su cabeza, veía con total asombro a una gigantesca mujer sentada en un trono de oro macizo que había hecho aparecer de la nada, comiendo una olla entera de comida usando un gran cucharón cual cuchara.

Sentada en una de sus piernas, una pequeña niña de aspecto adorable comía en un pequeño tazón, y no dejaba de alabar la comida. Cada determinado tiempo, la inmensa mujer agachaba la cabeza y susurraba algo en el oído de la niña.

— ella pregunta cómo hace para que la carne esté tan suave.

Dijo la niña, repitiendo las palabras que la alta mujer le había susurrado.

— asó la carne un poco antes de echarla a la olla, así está más suave, y sus jugos son más sabrosos.

Respondió la anciana aún sin creer que pese a lo extraño de la situación, todavía estaba respondiendo a las preguntas que siempre le hacían.

Tanto la niña cómo al alta mujer asintieron, y ésta volvió a susurrarle algo al oído a la niña.

— no podría comer un solo bocado más, estoy llena.

La peculiar clienta asintió, y debido a lo mucho que debía meter el cucharón en olla era obvio que le debía quedar un bocado o dos. 

Con un largo suspiro, la anciana se sintió satisfecha que la comida haya alcanzado, después de todo fueron dos tazones para la pequeña y dos ollas para la mujer.

Volviendo su atención a la enorme "moneda" de oro casi del tamaño de su rostro, y que debía sujetar con las dos manos, se preguntó.

¿Y ahora yo qué hago con esto? Solo, espero que el viejo tacaño de la tienda de empeños no me vaya a estafar mucho esta vez.

Pensando en la casa de empeños, metió la mano dentro de uno de sus bolsillos y tocó una boleta grabada en una tablilla de madera qué siempre llevaba consigo en señal de amuleto.

Hasta que está cosa vieja finalmente dio frutos, me tomó 7 años pero creo que finalmente la voy a recuperar.

Sin darle más vueltas al asunto, empezó a guardar sus cosas y prepararse para cerrar. Apenas empezaba la hora del almuerzo y ya lo había vendido todo.

Habiendo terminado la segunda olla de comida, Sazshen miró de reojo a la dueña del local que parecía estar limpiando sus cosas y preparándose para irse.

¿Ya no tiene más comida? Creo que podría comerme otra olla más o quizás dos…

Mirando la inmensa olla que se había terminado en una sentada, entendió un poco mejor las dimensiones de su cuerpo.

Bueno, soy enorme, tiene sentido que coma mucho. Además… ese estofado simplemente estaba delicioso, creo que podría comerme 3 ollas enteras más…

Mirando a su alrededor, se fijó en qué otros lugares podría pasar a "probar" la comida local, e instintivamente, metió su mano en su inventario sacando un puñado más de monedas.

Espera chica, contrólate, ya dijiste que estás gastando demasiado dinero y técnicamente tienes comida infinita en tu inventario. 

Volviendo a pensar en la comida de su inventario, y el "festín para un jugador" que no se pudo terminar debido a que tenía un sabor demasiado procesado, no se había dado cuenta del hambre que tenía hasta que esté delicioso estofado de cordero y patatas le abrió el apetito. 

Podría comerme diez ollas más…

Pensó mientras miraba a su alrededor, y solo podía ver brochetas, pescado a la parrilla, estofados, caldos, carne rostizada, vegetales asados, y un sin fin más de alimentos que nunca había visto pero que parecían y olían deliciosos.

O el mercado entero si nadie me detiene…

Mirando al puñado de monedas en su mano, se dijo que sería un pequeño lujo momentáneo, nunca lo volvería a repetir, y si hacía cuenta, a duras penas había gastado el 1% de su fortuna.

Solo será hoy, a partir de mañana dieta… aunque claro está… dudo mucho que este cuerpo sea capaz de engordar…

Rindiéndose ante la que siempre fue su mayor debilidad aún sobre los niños, le entregó el puñado de monedas a la pequeña Bea y le susurró al oído, a lo que está bastante confundida preguntó.

— ¿Qué quiere decir con comprar todo el mercado?

Bastante lejos de donde Sazshen y Bea se encontraban, casi al otro lado de la ciudad, en una gran taberna que colindaba con el gremio de Buscadores, Charlotte bebía una enorme jarra de zumo de naranja.

Tenía la mano derecha ocupada, así que para limpiarse la boca, tuvo que asentar la enorme jarra.

Valëntia tenía razón…

Pensó mientras se limpiaba con un pañuelo.

En las tabernas el zumo de frutas es más fresco que en los restaurantes. ¿Quién lo hubiera dicho?

Bastante aburrida, quiso subir los pies en la mesa, pero por la posición en la que estaba, le era complicado como mínimo.

Lanzando un largo suspiro, volvió su atención al hombre gigantesco con que estaba jugando vencidas, y que no era capaz de mí de mover su brazo.

— eyy, te puedes rendir de una vez, yo estoy aburrida desde hace mucho.

Ante la provocación, la masa de músculos cuyo brazo eran al menos 5 veces el grosor que el delicado y blanco bracito de Charlotte, hizo tanta fuerza que su camisa literalmente explotó tirando trozos de tela en todas direcciones, pero solo consiguió hacer que el brazo de la Charlotte se moviera un par de centímetros.

Un trozo de sudorosa tela había caído justo en la frente de Charlotte, y con su mano libre lo retiró con una expresión mortalmente seria, y al mirar a su jarra de zumo todavía a la mitad, vio una trozo de tela flotando entre los trocitos de pulpa.

— tu te lo buscaste imbécil.

De un movimiento tan rápido que nadie del grupo de atestiguaba la confrontación fue capaz de ver, Charlotte hizo bajar el brazo del hombre con tanta fuerza, que la mesa donde jugaban se hizo añicos arrojando astillas por todos lados.  

Cuando el pequeño nubarrón de polvo finalmente se disipó, aquella gigantesca masa de músculos descamisada, se revolcaba en el suelo chillando de dolor con el brazo de una posición extraña, y Charlotte de pie con expresión aburrida.

Lejos de vitorear la multitud entera estaba en un silencio sepulcral, y Charlotte se limitó a caminar hacia el mostrador y tomar una gran bolsa llena de monedas que era lo que había ganado en la apuesta. Dando un largo suspiro, metió la bolsa en su inventario y sacó una de las grandes monedas de oro de su madre.

— tomé, por el zumo, por la mesa, y que vea que alguien le vuelva a colocar bien el brazo.

El anciano tendero, un hombre que ya había visto de todo, y lo que acaba de presenciar era una típica tarde de fin de semana, se limitó a tomar la moneda de oro con una expresión tanto o más aburrida que la de Charlotte, y asentir con la cabeza.

Aun con una multitud que no sabía bien cómo reaccionar, Charlotte salió a la calle y empezó a caminar perdiéndose de vista entre los callejones.

¿Es por eso que mamá siempre parece estar aburrida? ¿Porque no existe un rival a su altura?

Se preguntó Charlotte mientras caminaba sin un rumbo fijo. Gracias a su madre se había hecho más fuerte, muchísimo más fuerte, tan fuerte que solo le bastó una tarde para empezar a aburrirse.

Mirando su pequeño brazo de aspecto delicado y no más grueso que una rama de un árbol, todavía se sorprendía que hubiera podido dominar con tanta facilidad a tal mastodonte.

Antes ya era tanto o más fuerte que un hombre adulto, pero ni un broma le ganaba a un tipo así. ¿De verdad no encontraré un reto a menos que vaya contra mis hermanas?

Con una expresión amarga negó la cabeza.

No, físicamente Valëntia aún será más fuerte que yo, pero en una pelea podría barrer el piso con ella y con Yuna al mismo tiempo.

Habiendo llegado a la sede misma del gremio de Buscadores, Charlotte se detuvo en las puertas y no quiso entrar.

¿Qué caso tiene? Antes de conocer a madre ya podía darle una golpiza a la mayoría de aquí dentro, y ahora solo me voy a quedar más frustrada al no encontrar un desafío.

Dando media vuelta, y pensando en ver si su madre ya había terminado sus asuntos en la iglesia, una pequeña esperanza cruzó por su mente.

Bueno, aún me queda ese tipo, ni Valëntia le podía conectar un golpe, y rechazaba como si nada los hechizos de Yuna y míos. Creo que será un reto digno para probar mi nueva fuerza.

La sola idea de que aún era posible encontrar un oponente a su nivel fue más que suficiente para subirle los ánimos, además, ¿Acaso su madre no tenía intenciones de dominar el mundo? Tarde o temprano encontraría estúpidos que quieran oponerse, y solo le tenía que pedir que le dejara encargarse de esas basuras por ella.

Quién sabe qué pueda haber allá afuera, después de todo el mundo es muy grande.

Declaró Charlotte mirando al cielo con expresión soñadora, completamente curada de su momentánea depresión que había sentido.

Dispuesta a ir saltando de tejado en tejado para volver donde su madre, cuando estaba por dar el primer salto tuvo que detenerse en secó.

¿Qué demonios es eso?

Se dijo mientras una extraña sensación le daba un escalofrío en la espalda.

A la distancia le llegó el sonido de una explosión, y cerrando los ojos para intentar identificar el aura mágica que sentía, el sonido de disturbios empezaron a escucharse.

Los cultistas… Hay cultistas en la ciudad y están innovando algo.

Agitando su mano, sacó su bastón y sonrió.

— ¡Genial!

Gritó a todo pulmón mientras empezaba a correr al lugar de los disturbios.

¿*Debería dejarlos terminar su ritual? ¿Habrán traído de esas extrañas pirámides que invocan monstruos? ¿Habrá algún tipo fuerte entre ello*s.

Con una sonrisa en los labios, Charlotte continuó corriendo casi eufórica al pensar que podría obtener un reto tan rápido.

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